Se mantienen los estereotipos de género sobre los consumos de drogas, según un estudio

30 Jul 2019

Los estereotipos de género siguen influyendo de forma determinante en el consumo de drogas -en la percepción de las sustancias, en cómo consumir, en los riegos que se temen, etc.-, que realizan los y las jóvenes españolas de 16 a 24 años.

Así lo afirma un estudio llevado a cabo por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de FAD, en colaboración con el Plan Nacional sobre Drogas, a través del cual se analiza cómo se relacionan con las drogas los y las jóvenes españolas en función de su género.

Tal y como señalan los autores del estudio, el uso de la perspectiva de género permite hacer un mejor diagnóstico de la realidad del problema de las drogas, y diseñar intervenciones clave que contemplen este factor, teniendo en cuenta cómo afecta el ser mujer y el ser hombre en los motivos de la persona para el consumo, para mantenerlo o abandonarlo, para decidir qué sustancia se consume y cuál no, en qué cantidad, en qué contextos, etc.

A este respecto, indican la existencia de estudios previos donde se ha puesto de relieve las diferencias en los consumos entre hombres y mujeres (metabólicas pero también sociales y culturales), y cómo afectan dichas diferencias a la libertad de consumo, a la intolerancia social respecto al consumo femenino, a la percepción diferencial de la embriaguez de hombres y mujeres en espacios públicos, a la representación de la promiscuidad en contextos de ocio o a la valoración de los riesgos, entre otras cosas.

Dado que es menos conocida la realidad de las chicas jóvenes que conviven de forma más normalizada con ciertos consumos -no necesariamente problemáticos en el sentido de existir una adicción, sino de consumos recreativos más esporádicos, en momentos de ocio-, el estudio pretende profundizar en los efectos que las identidades de género en la población juvenil tienen en sus múltiples formas de afrontar los consumos de sustancias.

Para ello, analiza qué piensan chicos y chicas de entre 15 y 24 años, sobre los consumos y la marcha nocturna -abordando los estereotipos, los conceptos relacionados con los excesos, los límites, las censuras y los tabúes-, atendiendo específicamente al modo en que esas imágenes varían en función de quiénes valoran y a quiénes valoran.

Asimismo, se observa cómo afrontan y perciben los padres y madres de adolescentes la prevención y gestión de los problemas de drogas en función del género de sus hijos e hijas.

A continuación recogemos los principales resultados del estudios:

Prevalencias de consumo por sexo

  • En todas las sustancias legales y más normalizadas (tabaco, alcohol e hipnosedantes) las chicas consumen más que los chicos. Sin embargo, en sustancias ilegales con mayor percepción de riesgo, el consumo femenino es menor.

  • En el consumo de hipnosedantes (con o sin receta) es donde hay una mayor diferencia entre el porcentajes de chicos y chicas que consumen: 14,4% de mujeres en el último año frente al 8,8% de hombres.

    Para los autores de este estudio, el hecho de que las adolescentes consuman porcentualmente más drogas legales que los adolescentes no es un fenómeno nuevo, ni significa que se hayan disparado los consumos femeninos de estas sustancias recientemente. De hecho, manifiestan que, desde 1994 (año de la primera encuesta ESTUDES) las chicas siempre han consumido más este tipo de drogas que los chicos.

  • Sólo en el caso del alcohol y los hipnosedantes (con o sin receta), la brecha entre el consumo femenino y masculino joven parece haberse agrandado en los últimos años algo más.

Edades de inicio

  • La edad de inicio al consumo de drogas de chicos y chicas es prácticamente igual para todas las sustancias.

  • Sólo en el consumo de heroína y de hipnosedantes existe algo más de distancia.

  • En ambos casos, ellos empiezan antes a consumir.

Conductas de mayor riesgo

  • El 31,7% de los escolares ha consumido alcohol en forma de atracón (binge drinking) en los últimos 30 días (32,2% en 2014). Este patrón de consumo aumenta con la edad y lo practica un porcentaje superior de chicas que de chicos a los 14 y 15 años.

  • Con respecto al tabaco, consumen un mayor porcentaje de chicas pero menor cantidad.

  • El porcentaje de escolares que afirma fumar cannabis casi todos los días (20 o más en un mes) es el doble entre chicos (2,7%) que entre chicas (1,3%). Un 62% de chicas afirma que, aunque fuese legal el cannabis no lo probaría. En chicos el porcentaje es del 57%.

Lo que piensan de las drogas ellos y ellas. El discurso compartido

  • Chicas y chicos jóvenes asumen que el consumo de drogas es una parte indisoluble de un cierto tipo de ocio: el ocio de las salidas nocturnas de fin de semana donde las drogas están incorporadas, normalizadas y son parte constitutiva.

  • Las drogas forman parte del “atrezzo festivo”, como cualquier otro elemento del decorado (ropa, música, locales…) y contribuyen a la consecución o amplificación del principal objetivo: la diversión.

  • Según señalan, las sustancias les ayudan a desinhibirse, desfasar, a facilitar las relaciones interpersonales y, muy fundamentalmente, facilitan los encuentros y las relaciones sexuales.

  • Se observa una clara despreocupación frente a los consumos de drogas, en especial hacia los consumos de alcohol y cannabis. Los consideran legítimos y aceptables si: se circunscriben al ámbito festivo (donde está socialmente permitido el descontrol, el desfase y la relativización de responsabilidades), son realizados por jóvenes (no admiten socialmente el consumo de drogas en adultos), y no se convierten en una necesidad (siempre y cuando no se necesiten las sustancias para divertirse, que se pueda prescindir de ellas si se quiere).

Diferencias de género ante el consumo de drogas

  • La investigación ha constatado que, al igual que en muchos otros ámbitos, los estereotipos de género determinan la manera en que chicos y chicas afrontan la relación con las drogas.

  • La mayoría de los y las jóvenes españolas de 15 a 24 años considera el consumo de drogas como un ámbito “que no corresponde a las mujeres porque es típicamente masculino”.

    En esta línea, muestran un nulo cuestionamiento o necesidad de justificación de los consumos juveniles festivos masculinos.

  • Cuando se refieren a los consumos femeninos, tanto ellas como ellos añaden justificaciones o cuestionamientos, relacionadas con las expectativas de rol de género: “las chicas consumen para imitar a los chicos”, “por postureo”, “porque las engañan”, “por complacer a un posible novio”, etc.

  • Otro argumento mayoritario es que los chicos que descontrolan con drogas pueden comportarse inadecuadamente, pero para las chicas es inadecuado el descontrol en sí mismo.

    Se espera de ellas por su género que sean responsables, atribuyéndoseles mayor madurez y personalidad que a los chicos. Igualmente, se espera que ellas no consuman o lo hagan comedidamente. Por el contrario, de ellos se espera (y acepta) el descontrol.

  • Chicos y chicas sancionan socialmente que ellas consuman tanto como ellos “porque deben ser conscientes de que son más vulnerables y necesitan mayor protección que los varones”.

¿Cómo reaccionan unos y otras frente a la presión grupal?

  • Cuando se les pregunta sobre la influencia grupal, sobre todo desde la visión de los varones, es que los chicos son más independientes en los consumos y que las chicas siguen más el referente grupal.

  • Las conductas se realizan de forma grupal tanto entre hombres como entre mujeres, pero se considera adecuado que ellas mantengan esos consumos en entornos íntimos (grupo cercano) y no exhibirse, mientras que a ellos se les permite, e incluso alienta, a que exhiban esos comportamientos de descontrol (“típicamente masculinos”) de forma pública y libre.

¿Cómo influye en su imagen pública el consumo de drogas?

  • Para ellos cualquier imagen de consumo puede resultar favorecedora, e incluso reforzar su identidad sexual/de género en torno a cierta concepción de la masculinidad. Para las chicas, el consumo implica un deterioro “de lo que se espera de una mujer”.

  • El consumo femenino está peor visto entre los jóvenes y está mucho más sometido a valoración de lo que lo está el masculino.

Distintos riesgos, distintas actitudes, distintos miedos

  • Junto con los riesgos comunes que puedan asociarse a los consumos, las mujeres jóvenes consumidoras se enfrentan -y son conscientes de ello- a dos preocupaciones claras añadidas por razón de su género:

    • Deterioro de su propia imagen: es uno de las mayores preocupaciones para ellas. La imagen proyectada por una mujer que se excede en su consumo afecta al conjunto de su identidad, como “mujer descontrolada”, “poco femenina” o que “busca lo que no debe”. Sin embargo, un chico en las mismas condiciones es considerado molesto o pesado, pero situado en su rol, y tan solo en ese momento.

    • Ellas se enfrentan a una muy superior culpabilización y responsabilización de su consumo, a una sanción global de su comportamiento de la que son plenamente conscientes.

  • El género influye también en los riesgos percibidos del consumo de drogas, que son muy diferentes para unos y para otras: ellos temen verse inmersos en peleas, robos, etc., y el principal peligro que ellas perciben, por encima de cualquier otro, es el riesgo de agresión o abuso sexual.

Educación desde la familia: estrategias diferenciales y roles asumidos

  • Existen pocas diferencias entre las visiones de las personas jóvenes y las de las personas adultas.

  • Del discurso de padres y madres de adolescentes se desprenden tres conclusiones principales:

    • Inexistencia de diálogo respecto a las drogas en el seno familiar: la negación en el caso de ellos y la ocultación en ellas.

    • Diferencia en la articulación de roles también entre progenitores: madre dialogante y comprensiva, padre autoritario que pone límites.

    • Diferente trato a hijos y a hijas en relación con las salidas nocturnas y los consumos de drogas: mayor control hacia ellas si no existe una hipotética figura protectora (novio).

Dado lo anterior, el informe concluye poniendo de relieve la importancia de enfocar la prevención también desde una perspectiva de género, establecer intervenciones diferenciadas con unas y con otros, y perseverar en el trabajo preventivo con las familias.

Se puede acceder al documento desde la página Web del Centro Reina Sofía, o bien directamente a través del siguiente enlace:

Distintas miradas y actitudes, distintos riesgos. Ellas y ellos frente a los consumos de drogas

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