Directrices éticas para la práctica psicológica en el campo del extremismo violento y el terrorismo
28 Nov 2018
La Sociedad Británica de Psicología (BPS-British Psychological Society) ha publicado una nueva guía dirigida a aquellos psicólogos que desarrollan su labor profesional en el campo de la radicalización, el extremismo violento y el terrorismo. El documento, desarrollado por el Grupo de Trabajo sobre Extremismo de la División de Psicología Forense de la Sociedad, incluye una serie de directrices éticas para la práctica psicológica aplicada en este campo, incluyendo la prevención de un primer delito terrorista o el trabajo posterior con los perpetradores para evitar la reincidencia. Tal y como indican sus autores, dentro de una sociedad pluralista, trabajar con aquellas personas cuya motivación es aparentemente política conlleva ciertos desafíos éticos. Por esta razón, proponen el siguiente documento, a lo largo del cual recogen las diferentes consideraciones a tener en cuenta, agrupadas en torno a cuatro principios éticos clave: | |||
– El respeto por la dignidad de las personas y la sociedad en su conjunto: los psicólogos deben valorar la dignidad y el valor de todas las personas. Como consideraciones éticas específicas, el documento señala la necesidad de que los psicólogos profesionales promuevan y protejan los intereses de los usuarios del servicio y los cuidadores -lo que implica tratarlos con respeto-, garantizando su consentimiento, la no discriminación y el respeto a la confidencialidad, incluyendo el uso y la divulgación de información de manera apropiada. El informe recuerda que los psicólogos pueden estar expuestos a presiones sociales y temores en torno a la amenaza terrorista. En estas circunstancias, los procesos psicológicos y las emociones (como la parcialidad inconsciente, los prejuicios o el miedo) pueden afectar su práctica profesional. Ante esto, tienen el deber de tomar conciencia de cómo tales circunstancias y procesos pueden impactar en su objetividad. Para ello, deben reflexionar regularmente (por ejemplo, en sesión de supervisión) sobre cómo la ocurrencia de un grave suceso puede influir en sus pensamientos, sentimientos y acciones personales, cuestionarse si es apropiado involucrarse en determinadas prácticas cuando su objetividad está potencialmente comprometida, y conocer cómo gestionar las consecuencias de procesos como el sesgo inconsciente. – Responsabilidad: los psicólogos deben valorar sus responsabilidades con las personas, la sociedad en general y con la profesión y la ciencia de la Psicología. Entre las directrices recogidas en este punto, se considera fundamental que los psicólogos profesionales se comuniquen de manera adecuada y eficaz, con los usuarios del servicio y los cuidadores, con otros colegas e incluso al utilizar las redes sociales. Deben ser conscientes de cómo sus propias actitudes y conductas pueden afectar a los clientes, dado que una gran conciencia y capacidad para reflexionar sobre la influencia y las implicaciones de sus propias opiniones y actitudes políticas, morales y religiosas, puede ayudar a garantizar que se mantenga su objetividad y no se refuercen las opiniones radicales sobre los clientes. Los profesionales de la Psicología que trabajan en este campo, tienen también la responsabilidad de aportar sus conocimientos, habilidades y valores. Tales contribuciones incluyen el diseño, el desarrollo y la implementación de evaluaciones e intervenciones, y el aporte de una base de evidencia – Competencia: Los psicólogos deben valorar si cuentan con las habilidades y la formación necesarias para trabajar en este campo, conocer sus límites y reconocer la posibilidad de delegar en otro profesional. Como consideraciones éticas, la guía pone de manifiesto la trascendencia de que estos profesionales cuenten con la capacitación adecuada a la hora de trabajar con personas que han cometido delitos de terrorismo. A este respecto, y considerando que la violencia extrema y el terrorismo suelen estar relacionados con la historia, la socioeconomía, la política y la religión, el informe subraya la relevancia de conocer estos aspectos sin aspirar a convertirse en expertos en estas áreas, para completar las brechas en su conocimiento que pueden afectar a su capacidad para comprender en profundidad el contexto en el que se radicalizó su cliente. También es fundamental asegurarse de contar con la supervisión de alguien que tenga los conocimientos, la experiencia y las habilidades necesarios para ayudarles en esto. – Integridad: Los psicólogos deben valorar la honestidad, la claridad y la imparcialidad en su interacción con las personas y la sociedad en general, promoviendo la integridad en todos los aspectos de su labor científica y profesional. Según manifiesta la guía, valores profesionales como la apertura, la honestidad y la sinceridad, pueden contrastar con los adoptados por algunos grupos extremistas violentos. Ante esto, los psicólogos deben tratar de transmitir, mediante el modelado, una forma más incluyente y respetuosa de relacionarse con los demás, siempre que pueda superar las barreras en la comunicación. Una de las herramientas clave con las que cuentan estos profesionales, es su capacidad para mostrar su propia humanidad y el respeto por el bienestar de los demás, incluidos sus clientes, independientemente del delito, raza, edad, género, religión, nacionalidad, etc. A razón del documento, este enfoque es importante, dado que tiene el potencial de alentar a los clientes a reconsiderar cómo ellos mismos suelen categorizar a otros con el fin de justificar el daño. Se puede acceder al documento completo desde la página Web de la BPS, o bien directamente a través del siguiente enlace: |