No obstante, sí se pueden observar ciertos cambios en el comportamiento: pueden manifestar irritabilidad y mal humor, dejar de realizar actividades con las que solían disfrutar, expresar preocupaciones continuamente, quejarse en exceso del colegio, llorar, mostrar reacciones de miedo desproporcionadas, aferrarse a un padre o profesor, problemas de sueño (dormir demasiado o muy poco) y en la alimentación (comer en exceso o muy poco).
Durante la adolescencia, el grupo de iguales incrementa su relevancia, teniendo más confianza y pasando más tiempo con ellos que con la familia; partiendo de esta realidad, cuando un adolescente evita significativamente a sus padres, expresa una hostilidad excesiva hacia algún miembro de la familia o se distancia de sus amigos en favor de un nuevo grupo de amistades, podría ser indicativo de estrés.
En relación con lo anterior, la APA recuerda que pese a que las conductas negativas no siempre están relacionadas con un nivel excesivo de estrés, sí indican que algo anda mal.
Los síntomas físicos de malestar pueden estar causados por el estrés
Algunos síntomas físicos de malestar pueden ser secundarios a una situación de estrés: si un niño o un adolescente se queja constantemente de dolor de estómago o de cabeza (cuando el médico de Atención Primaria ha descartado cualquier causa física que los ocasione), o si estas quejas aumentan en determinadas situaciones (por ejemplo, antes de un examen), podría estar experimentando un nivel significativo de estrés.
Observar cómo interactúan con los demás
En ocasiones, los niños y adolescentes pueden comportarse de modo habitual en casa, pero de una manera inusual en otros entornos. Es fundamental que los padres se coordinen con el personal educativo y otros padres de amigos y compañeros para conocer cualquier fuente de preocupación de sus hijos y saber cómo actúan en diferentes contextos.
Escuchar e interpretar
Como los niños a menudo no están familiarizados con la palabra estrés y su significado, pueden expresar sentimientos de angustia a través de otras palabras como «preocupado», «confundido», «molesto» y «enfadado». Los niños y adolescentes también pueden expresar sentimientos de estrés cuando expresan cosas negativas sobre ellos mismos, los demás o el mundo que los rodea (por ejemplo, «a nadie le gusto», «soy estúpido», «nada es divertido»). Es importante que los padres escuchen estas palabras y declaraciones y traten de interpretar por qué su hijo o hija las está diciendo y si podrían ser un indicio de estrés.
Buscar apoyo
En caso de detectar posibles síntomas de estrés, la APA recomienda acudir a un psicólogo, al ser un profesional debidamente cualificado para ayudar a las personas a identificar los problemas y desarrollar estrategias eficaces para afrontar las situaciones que generan estrés.