La prevención de la conducta agresiva en niños y adolescentes: el papel de la inteligencia emocional, el control cognitivo y el estatus socioeconómico de los padres
27 Nov 2017
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La relevancia que tiene el comportamiento agresivo en niños y adolescentes para nuestra sociedad es de máxima prioridad, porque continuamente se registran datos de un aumento de la agresividad en esta población. La gravedad de la misma recae en las consecuencias psicosociales negativas que tiene tanto para la víctima como para el agresor. Cabe destacar que numerosas investigaciones están focalizadas en encontrar aquellos factores que puedan proteger a niños y adolescentes de la emisión de conductas agresivas. Entre estas variables protectoras podemos encontrar la inteligencia emocional (IE), la habilidad de control cognitivo y el estatus socioeconómico de los padres (ESE). Mediante una revisión de la literatura existente, hemos examinado aquellos estudios que evalúan cómo estos tres factores protectores se relacionan con la conducta agresiva de niños y adolescentes. Un total de 19 estudios arrojan importantes resultados acerca de esta cuestión. | |||||
La inteligencia emocional es entendida como la integración de la habilidad para percibir, usar, comprender y regular nuestras emociones y la de los demás. Diversos estudios han mostrado cómo una adecuada IE se relaciona con una disminución de la conducta agresiva. Este resultado es congruente, dado que, por ejemplo, una adecuada capacidad para percibir las emociones de los demás y de uno mismo puede ayudar a los niños y adolescentes a interpretar la situación de manera menos aversiva. Asimismo, una mayor capacidad de regular sus emociones, les puede ayudar a contener la emisión de la conducta no deseada, a pesar de que la situación haya generado una emoción negativa. De mayor relevancia, varias investigaciones en las que, por un lado, se entrenaba a un grupo de adolescentes en IE (grupo experimental) a lo largo del curso escolar siguiendo el programa INTEMO, frente a otro grupo que no recibía ningún tipo de entrenamiento (grupo control), han demostrado que dicho entrenamiento en IE reducía la conducta agresiva en esta muestra, así como mejoraba los niveles de empatía de la misma. La habilidad de control cognitivo es la capacidad para inhibir una respuesta preponderante y con cierto grado de automaticidad, en favor de otras respuestas que necesitan de la puesta en marcha de procesos atencionales más elaborados. Esta habilidad nos permite comportarnos de forma más flexible en nuestro día a día y un déficit en la misma se relaciona con problema de impulsividad y abuso de sustancias. Cabe destacar, que nuestra revisión ha encontrado que, además de estas consecuencias, un déficit en esta habilidad se relaciona con una mayor agresividad en niños y adolescentes, posiblemente a través de la dificultad para contener la emisión de la conducta agresiva ante situaciones que les generan al niño y al adolescente un estado emocional muy negativo.
En conclusión, la conducta agresiva en niños y adolescentes debe ser un foco de atención en nuestra sociedad. Reducir la misma debe convertirse en una prioridad. Esta revisión ofrece nuevas líneas de actuación sobre variables modificables y altamente relacionadas con la agresión: la inteligencia emocional y el control cognitivo. En definitiva, se recomienda el entrenamiento en las mismas con la finalidad de prevenir y/o reducir los perjuicios que la agresividad en esta edad presenta, así como para disminuir el papel negativo de otras variables no accesibles para el psicólogo como el estatus socioeconómico de los padres. El artículo completo puede encontrarse en la Revista Revista Interuniversitaria de Formación del Profesorado:Gutierrez Cono, M.J.; Cabello, R. y Fernández-Berrocal, P. (2017). Inteligencia emocional, control cognitivo y estatus socioeconómico de los padres como factores protectores de la conducta agresiva en la niñez y la adolescencia. Revista Interuniversitaria de Formación del Profesorado, 88. 39-51. | |||||
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