Aumento de llamadas
Mientras que en el año 2015, se atendieron un total de 23.230 llamadas relacionadas con el acoso escolar, en 2016, la cifra de llamadas ha ascendido a 52.966, lo que supone un incremento considerable. En los casos de ciberbullying, concretamente, destaca el aumento en las llamadas de adultos solicitando atención, en comparación con las que vienen directamente de niños y/o adolescentes (74,7% frente a 28,9%).
Mayor apoyo a las víctimas
En función de los datos extraídos, los autores destacan un mayor apoyo a las víctimas por parte de sus iguales amigos o compañeros. Mientras que, hasta el años 2015, en tan sólo un 22,8% de los casos, había habido alguna reacción por parte de amigos y compañeros, actualmente, suponen más de la mitad (51,8%), una cifra que se detecta en casos de acoso escolar, y que se eleva en situaciones de ciberbullying, alcanzando un porcentaje de 68,3%.
Mayor visibilidad en las situaciones de acoso
En otro orden de cosas, también se percibe una mayor comunicación o visibilidad de las situaciones de acoso escolar, haciendo partícipe de estos casos a cada vez más personas en un 95,2% de los casos. Estas personas proceden del entorno escolar, siendo mencionados los psicólogos en segundo lugar, después de los directores o los jefes de estudio del centro educativo.
Si bien los autores especifican que tan sólo una parte de los psicólogos que se mencionan pertenecen a centros educativos, se hace eco del aumento exponencial en el número de consultas a estos profesionales, pasando, en tan sólo un año, de un 2,6% a un 39,9% en situaciones de acoso escolar, y de 2,8% a un 33,3% en casos de ciberbullying.
Mayor percepción del acoso
Se detecta un incremento en la percepción del acoso, que lleva a la toma de medidas en los centros escolares si bien, aún no son suficientes-, apreciándose un mayor control del acoso en las aulas, que se traslada a los lugares de ocio y durante el tiempo de descanso entre clases.
Como consecuencia, las valoraciones hacia el profesorado han mejorado, aunque todavía son habituales las calificaciones negativas (en el 53,3% de los casos de bullying).
Aumento de la violencia
La violencia continúa siendo muy frecuente, incluso con ligeros aumentos en el último año: aunque los más habituales son los insultos u ofensas de palabra (71,1% de casos), siguen siendo muy usual el maltrato físico fuerte: (golpes y patadas) (51,5%), junto con aislamiento (29,7%), empujones (22,6%), amenazas (22,2%) y robo o rotura de cosas (14,7%).
El porcentaje de problemas psicológicos sigue siendo muy elevados (los padecen más del 90% de las víctimas). Los niños sufren especialmente: tristeza, ansiedad y miedo. En un segundo plano, se observa aislamiento, soledad, diferencias con compañeros, baja autoestima y agresividad o rabia. Por último, también son reseñables los problemas asociados al rendimiento y habilidades sociales.
Sin embargo, a pesar de la importante presencia de problemas psicológicos, y del aumento de casos en los que se informa al psicólogo de las situaciones de acoso escolar, sólo un 18% de las víctimas recibió atención psicológica durante el año 2016, una cifra levemente superior a la de años anteriores. Esta intervención se realizó sólo en un 17,5% de las víctimas de Ciberbullying.
Los autores destacan también la gravedad de que los problemas psicológicos se hayan extendido al ámbito familiar, con aumentos muy apreciables en las mismas consecuencias que en las víctimas: ansiedad, miedo y tristeza.
Ciberbullying
El informe dedica un apartado especial este tipo de acoso, dada la gravedad que entraña, aún mayor que en el acoso tradicional. Para los autores, si bien su evolución y frecuencia ha mejorado ligeramente en 2016, la gravedad del ciberbullying sigue siendo preocupante.
Entre los actos específicos de ciberbullying aparecen: difusión de fotos y vídeos comprometidos (20,2%), difusión de información personal (11,7%) y el pirateo de una cuenta personal (8,5%), generalmente a través del teléfono móvil y mediante WhatsApp.
Los actos del perpetrador son más graves y violentos -implican insultos (71,6%), amenazas (38,9%), aislamiento (28,4%) y golpes y patadas (22,1%)-, y tienen mayores repercusiones en las víctimas, pudiendo suscitar una reacción desproporcionada y violenta entre las víctimas, debida, a juicio de los autores a un cierto cansancio o saturación que fuerza a intentar salir del sufrimiento de una forma más directa. El mayor avance en las reacciones de las víctimas se ve favorecido por un mayor apoyo de amigos y compañeros, y por un entorno que conoce más y mejor el problema.
El informe finaliza reiterando que luchar contra la violencia escolar, ha de ser una constante en nuestra sociedad. El primer paso para hacerlo, es «sin duda reconocerla y no justificarla, ni normalizarla en ninguna de sus múltiples formas».