Los payasos de hospital en la atención del cáncer en la infancia
15 Feb 2017
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Con motivo de la celebración, hoy 15 de febrero, del Día Mundial contra el Cáncer Infantil, Infocop ha pedido la colaboración de este equipo de investigación que trabaja en la valoración de la eficacia de las intervenciones de los payasos con los niños enfermos y hospitalizados. El interés por la atención del estado emocional del niño enfermo y/u hospitalizado ha sido, y es, una constante desde hace años en España. La aparición de asociaciones, fundaciones y otras entidades, además de las propias iniciativas promovidas desde los hospitales, ha contribuido a que en la actualidad estos niños y sus familiares vean cubiertas muchas de sus necesidades emocionales. Entre estas acciones, una propuesta entró en los años 90 del siglo pasado en los hospitales españoles para ayudar a los niños a afrontar la enfermedad y los aspectos relacionados con ella. Nos referimos al uso del humor; fuente de beneficios clínicos y psicológicos al vincularse con las emociones positivas y éstas a su vez con el bienestar y el incremento de la capacidad para afrontar situaciones adversas (Dowling, 2003). | |||||
Si hablamos del humor y la risa en el contexto sanitario, los Payasos de Hospital (PdH en adelante) son sus principales acreedores, aunque en realidad sus recursos también se extienden al juego, la distracción y la creatividad como componentes esenciales de su intervención (Ortigosa, Méndez, y Riquelme, 2009). Bajo el paraguas del Modelo de Payaso Terapéutico se presenta un artista profesional formado específicamente en el uso de estrategias y herramientas procedentes del universo Clown puestas al servicio de la salud del niño hospitalizado (Koller, 2008). Por tanto, el PdH aprende a emplear sus recursos en beneficio del niño, a manejar las emociones positivas y negativas, a dominar los tiempos en su actuación (a conocer cuándo estar y cuándo retirarse), y a trabajar dentro de un equipo multidiciplinar. Es indudable que la presencia de los PdH está cada vez más extendida e implementada dentro de la vida diaria hospitalaria y los estudios que demuestran los beneficios de su actuación en el hospital son cada vez más numerosos. Por ejemplo, se ha manifestado el efecto positivo de la presencia de los PdH en relación con la aplicación de procedimientos médicos concretos: cirugía, extracción de sangre, pruebas cutáneas de alergia, cateterización cardiaca, pacientes con afección respiratoria o artrosis idiopática. Del mismo modo, se empiezan a publicar estudios que valoran la repercusión que la actividad de los PdH tiene durante la aplicación de procedimientos médicos en el área de oncología pediátrica, centrándose en la actuación de los PdH mientras se administra la quimioterapia, la venipuntura, la colocación del puerto de infusión, la inyección intramuscular, o la punción lumbar obteniendo resultados positivos sobre la fatiga y la valoración de la facilidad para aplicar los procedimientos, pero no así sobre el malestar emocional y la ansiedad.
Los resultados indican que los niños atendidos por los PdH estuvieron significativamente más calmados en pulso arterial, tensión arterial media y conductas disruptivas justo antes de la aplicación del procedimiento médico que aquellos que no fueron acompañados por los PdH. Además, se observó que tras la marcha de los PdH las diferencias desaparecían, igualándose nuevamente ambos grupos en el periodo de recuperación tras la aplicación del procedimiento médico, circunstancia que indicaría que en este contexto el efecto de los PdH sobre el niño sólo se daría mientras aquellos están presentes. Estos resultados se completan con el análisis del tamaño del efecto para conocer la magnitud de la intervención. En las medidas donde se alcanzaron diferencias significativas, el tamaño del efecto fue de magnitud media o alta, confirmándose la bondad de la presencia de los PdH. En conclusión, a partir de los resultados obtenidos, se puede afirmar que los PdH favorecen el control de la respuesta de miedo ante los procedimientos dolorosos, pero con un efecto vinculado a su presencia, mientras se produce la interacción con el niño; desapareciendo tal efecto tras la marcha de los PdH. Si bien nuestros datos van en la dirección de que el contacto entre el payaso y el niño es beneficioso para éste en el quehacer diario de la atención hospitalaria pediátrica en general, y en los niños con cáncer en particular, es necesario seguir investigando en esta línea a fin de confirmar los resultados iniciales. El artículo completo puede encontrarse en la Revista Psicooncología:Ortigosa, J.M.; Riquelme, A.; Álvarez, H.; Astillero, M.J. y Sánchez, I. (2016). Eficacia de la actuación de los payasos sobre el miedo a procedimientos dolorosos en oncohematología pediátrica. Psicooncología, 13 (2-3), 297-305. | |||||
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