Se trata de una herramienta práctica, cuyo objetivo principal es proporcionar conocimientos y habilidades básicas en salud mental sobre aquellas áreas que se pueden ver afectadas en situaciones de emergencias humanitarias, facilitando claves para el manejo agudo del estrés, duelo, depresión, trastorno por estrés postraumático, psicosis, epilepsia, discapacidad intelectual, consumo abusivo de sustancias o riesgo de suicidio. En lo que respecta a las recomendaciones que deben guiar la atención de personas con problemas mentales, neurológicos o de abuso de sustancias en contextos de emergencias humanitarias, la guía establece los siguientes principios generales: Principio de comunicación. En los contextos de emergencia humanitaria, caracterizados por ser altamente impredecibles y cambiantes, los profesionales de la salud mental trabajan bajo una enorme presión con el objetivo de atender al mayor volumen de personas en el menor periodo de tiempo. Por tanto, es fundamental el desarrollo de estrategias breves, flexibles y centradas en los problemas que requieren una atención más urgente. En este sentido, las buenas habilidades de comunicación constituyen el primer paso para alcanzar este objetivo y proporcionar un apoyo eficaz a los adultos, adolescentes y niños con problemas de salud mental, neurológicos o de abuso de sustancias. Principio de evaluación. La evaluación clínica debe centrarse en la identificación de estos problemas de salud mental, neurológicos y de abuso de sustancias más comentes, así como en la comprensión que tiene el afectado acerca de su propia situación. Asimismo, es importante evaluar las fortalezas o capacidades de las personas y sus propios recursos (por ejemplo, en lo que respecta al apoyo social). Esta información adicional puede ayudar a los intervinientes a proporcionar la mejor atención. En la evaluación es fundamental prestar atención a la apariencia general, la emoción, la expresión facial, el lenguaje corporal y el discurso de cada persona. Principio de atención. Muchos problemas de salud mental, neurológicos y de abuso de sustancias tienen un carácter crónico, lo que requiere un seguimiento y evaluación a largo plazo. En los contextos humanitarios, sin embargo, proporcionar una continuidad en la atención puede ser realmente complicado debido a que la atención a la salud mental no es suele ser un recurso disponible de manera consistente o las personas suelen encontrarse en una situación de tránsito. Por tanto, es importante reconocer que los cuidadores de las personas con problemas de salud mental, neurológicos y de abuso de sustancias son un recurso muy valioso, ya que pueden ser los únicos capaces de proporcionar un apoyo consistente y garantizar el seguimiento durante toda la crisis. Dentro del término cuidador se incluye cualquier persona que comparta la responsabilidad y la preocupación por el bienestar de la persona que presente este tipo de reacciones psicológicas, pudiendo ser tanto un miembro de la familia, como un amigo o cualquier otra persona de confianza. El aumento de la comprensión del cuidador acerca de la situación en que se encuentra la persona afectada y de sus conocimientos sobre los problemas de salud mental, neurológicos y de abuso de sustancias, así como el establecimiento de un plan para la atención y seguimiento mejorarán sin duda, la adherencia de la persona afecta al programa de tratamiento. Principios de reducción del estrés y de fortalecimiento del apoyo social. La reducción del estrés y el fortalecimiento del apoyo social es una parte integral del tratamiento de los problemas de salud mental asociados a situaciones de emergencias, donde los afectados suelen manifestar niveles extremadamente elevados de estrés. Junto al estrés que experimentan las personas con problemas de salud mental, neurológicos y de abuso de sustancias, se considerar el estrés que experimentan los propios cuidadores derivado de esta tarea. En esta línea, se debe tener en cuenta que el estrés a menudo contribuye al desarrollo o agravamiento de los problemas de salud mental, mientras que el apoyo social se constituye como un importante factor protector a estos efectos nocivos del estrés en la salud. Por lo tanto, resulta esencial establecer medidas para fortalecer la red de apoyo social de las personas afectadas y de los cuidadores. Principio de protección de los derechos humanos. Las personas con trastornos severos de salud mental, neurológicos o de abuso de sustancias necesitan protección, ya que están en un riesgo más elevado de sufrir violaciones de los derechos humanos. A menudo experimentan dificultades para poder cuidar de sí mismos y sus familias, además de tener que enfrentarse a la discriminación de muchos ámbitos de su vida: trabajo, vivienda, vida familiar
Estas circunstancias pueden dificultar su acceso a la ayuda humanitaria, facilitar que sean objeto de abuso o negligencia por parte de sus propias familias y a menudo impedir la posibilidad de que participen plenamente en su comunidad. Algunas personas con trastornos severos de salud mental, neurológicos o de abuso de sustancias pueden no ser plenamente conscientes de su propio problema de salud mental y de la necesidad de atención y apoyo. Algunas de las violaciones a los derechos humanos más comunes suelen ser la discriminación en el acceso a las necesidades básicas para la supervivencia, como alimentos, agua, saneamiento, vivienda, servicios sanitarios, y servicios de protección y apoyo a medidas de subsistencias, la negación del derecho a ejercer la capacidad jurídica, la falta de acceso a los servicios para sus necesidades específicas, el abuso físico y sexual, la explotación, la violencia, el abandono y la detención arbitraria, el abandono o separación de la familia durante el desplazamiento y el abandono y el descuido en entornos institucionales. Principio de atención al bienestar general. Además de la atención clínica, las personas con problemas de salud mental, neurológicos y de abuso de sustancias necesitan un amplio rango de recursos para garantizar su bienestar general, y que afectan a servicios básicos, estructuras sociales, vida familiar y seguridad. Las rutinas diarias y la capacidad para el autocuidado se ven especialmente afectadas en situaciones de emergencias, por lo que el papel de los intervinientes debe ir más allá de la atención clínica a la sintomatología, y considerar la defensa para el bienestar general de las personas que se encuentren en esta situación.
La guía puede descargarse en el siguiente enlace: MhGAP Humanitarian Intervention Guide (mhGAP-HIG)
|