DETERIORO COGNITIVO EN PACIENTES DE CÁNCER TRATADOS CON QUIMIOTERAPIA
21 Mar 2012
Sonia López-Santiago1, Juan A. Cruzado1 y Jaime Feliú2
Actualmente el estudio del cáncer y sus tratamientos ocupa un lugar destacado en la investigación. Gracias a la evolución en su tratamiento, se ha incrementado la supervivencia de las personas afectadas. A la par, las terapias antineoplásicas acarrean múltiples efectos secundarios, siendo muy importante su control para permitir una mejor asimilación del tratamiento y una mayor calidad de vida.
La quimioterapia es uno de los tratamientos destacados en la lucha contra el cáncer. Muchos de sus efectos secundarios son bien conocidos mientras otros están bajo estudio, como es el caso del deterioro cognitivo. Algunos pacientes oncológicos refieren dificultades de concentración, memoria y atención, durante y después del proceso de curación de la enfermedad. Los propios pacientes de habla inglesa lo denominan coloquialmente «chemofog» o «chemobrain«. Desafortunadamente, estas quejas no son abordadas en la práctica clínica diaria, su prevención y control son tareas pendientes aún, por lo que su estudio constituye un tema de vigente actualidad. |
A nivel internacional se ha desarrollado un creciente cuerpo de investigación interesado en indagar la naturaleza y mecanismos del daño cognitivo quimio-inducido. Según nos consta, no es hasta 2009 cuando en nuestro país se publican trabajos acerca de esta problemática en una revista científica especializada en psicooncología.
Los datos ponen de manifiesto que entre el 15 y el 50% de pacientes puede sufrir déficit neuropsicológico. Aunque en la mayoría de los casos el daño puede ser sutil y pasajero, en un subgrupo de pacientes las alteraciones producidas podrían ser más severas y persistir durante años. La combinación de tratamientos, la dosis empleada, la vía de administración, la vulnerabilidad genética previa, algunas características psico-sociales, entre otras, podrían ser variables que den lugar a estas diferencias individuales. No obstante, hay que tener presente que, incluso un deterioro cognitivo sutil puede tener importantes repercusiones en la vida diaria.
Entre las causas por las que el tratamiento sistémico podría producir tales daños se postula un efecto neurotóxico directo o una modificación a través de la acción indirecta al alterar otras respuestas biológicas (como la inmune). Sin embargo, el hecho de que entre el 20 y el 40% de los pacientes muestren daños cognitivos previos al tratamiento, hacen suponer que existen otras variables influyentes anteriores a la aplicación de quimioterapia. Esta importante información ha favorecido el aumento de estudios longitudinales con línea base anterior al tratamiento, que permiten hacer valoraciones más precisas sobre los cambios cognitivos en el tiempo.
Muchos de los estudios realizados hasta la fecha se han centrado en mujeres con cáncer de mama. Sin embargo, este efecto adverso podría afectar a otros muchos enfermos de cáncer. Ya existen algunos trabajos que avalan un daño asociado a la quimioterapia en pacientes con cáncer hematológico y del tracto intestinal, de pulmón, testicular, colorrectal y de ovario, pero todavía son escasos los datos aportados en otros cánceres.
Adicionalmente, se han sumado en los últimos años nuevas líneas de investigación, como son los estudios con animales, el empleo de técnicas de neuroimagen y electrofisiológicas. Sobre los primeros cabe decir que permiten realizar una serie de experimentos en sujetos sanos y enfermos que posibilitan un exhaustivo control de las variables influyentes y que, así mismo, se pueden realizar experimentos inviables en humanos por cuestiones éticas evidentes. La concordancia de los datos in vivo e in vitro, alienta al desarrollo de trabajos que identifiquen la toxicidad asociada a cada fármaco quimioterapéutico en particular. Además, estos estudios con animales de laboratorio facilitan el análisis de la eficacia en la prevención de dichas alteraciones de algunos fármacos neuroprotectores, como el antioxidante N-acetilcisteina, comprobando si restan o no eficacia al tratamiento antineoplásico. Los estudios de neuroimagen y electrofisiológicos profundizan en los mecanismos de acción por los que la quimioterapia produce los daños en la sustancia gris y blanca y alteraciones en las respuestas fisiológicas, así como obtienen información valiosa sobre los mecanismos de compensación que pone en marcha el cerebro y que podrían estar a la base de la recuperación progresiva de los pacientes.
Recientemente, se ha hecho mayor hincapié en la prevención y/o rehabilitación de los déficits cognitivos vinculados a la quimioterapia. Entre ellos se encuentran trabajos que analizan diferentes tipos de fármacos (D-Metilfenidato, inhibidores selectivos de recaptación de serotonia, eritropoyetina, epoetina-alfa, modafinilo) así como estrategias cognitivo-conductuales. Los datos aún son imprecisos y escasos por lo que alcanzar estrategias eficaces para el control del chemobrain supone un nuevo reto.
Finalmente, hay que tener presentes las cuantiosas y relevantes implicaciones del estudio de la afectación cognitiva asociada a los tratamientos quimioterapéuticos. Para empezar, el conocimiento profundo de este efecto adverso implicaría ofrecer información a los pacientes en sus consentimientos informados sobre los riesgos para su rendimiento cognitivo, la probabilidad de afectación y las alternativas existentes para su manejo. Los estudios también podrían aportar un perfil de riesgo de deterioro cognitivo, lo que facilitaría a los profesionales de la oncología la personalización de los tratamientos y la valoración de los riesgos-beneficios en cada caso particular. La industria farmacéutica, por su parte, tiene frente a sí el importante reto de incrementar la especificidad de los esquemas de quimioterapia para que estos fármacos reduzcan su impacto en los tejidos sanos. Los estudios sobre la prevención y tratamiento del daño cognitivo quimio-inducido deben proseguir hasta ofrecer alternativas eficaces. Consideramos que una mayor toma de conciencia sobre este problema de gran impacto social ayudaría a motivar y apoyar trabajos de interés científico en esta área en nuestro país.