El Experto Independiente de la ONU insta a prohibir globalmente las terapias de conversión
5 Nov 2020
El término terapia, proveniente del griego, denota curación. Las terapias de conversión, sin embargo, son todo lo contrario, pues se basan en la patologización errónea desde el punto de vista médico de la orientación sexual y la identidad de género, lo cual se manifiesta a través de intervenciones que causan grave dolor y sufrimiento y provocan daños físicos y psicológicos. Así lo afirma el Experto Independiente de la ONU sobre la protección contra la violencia y la discriminación por motivos de orientación sexual o identidad de género, Víctor Madrigal-Borloz, en un informe presentado al Consejo de Derechos Humanos de conformidad con sus resoluciones 32/2 y 41/18, a través del cual analiza la práctica de las llamadas terapias de conversión en todo el mundo -prestando especial atención a sus efectos en las víctimas, sus implicaciones para los derechos humanos y su relación con la violencia y la discriminación por motivos de orientación sexual e identidad de género-, así como las medidas adoptadas para prevenir dichas prácticas y sancionar y enjuiciar a los responsables y las vías de reparación para las víctimas. |
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Para la preparación de este informe, el Experto Independiente ha llevado a cabo una extensa revisión bibliográfica y medidas de divulgación, contando con 33 contribuciones de Estados Miembros, incluidas instituciones nacionales de derechos humanos, y 94 de organizaciones de la sociedad civil, académicos, médicos, organizaciones religiosas, parlamentarios e individuos. A este respecto, el Experto manifiesta su sorpresa ante la falta de interés de algunos Estados por participar en un proceso diseñado para dar respuesta a un problema que causa daños profundos en millones de personas que se encuentran en sus jurisdicciones, teniendo en cuenta, además, la existencia de pruebas concluyentes de que las terapias de conversión, incluidas sus formas más atroces, se dan en todos los rincones del mundo. En su texto, Madrigal-Borloz manifiesta sentirse especialmente impresionado por la resiliencia de las personas con las que se reunió y por el grado en que sus vidas habían quedado marcadas por esas prácticas. Tal y como recoge en el informe, los intentos de patologizar y borrar la identidad de las personas, negar su existencia como lesbianas, gais, bisexuales, transgénero o de género diverso y provocar autoodio, tienen consecuencias profundas en su integridad y bienestar físicos y psicológicos. Si bien el término terapia, proveniente del griego, denota curación, las terapias de conversión son todo lo contrario, ya que se basan en la patologización errónea desde el punto de vista médico de la orientación sexual y la identidad de género, lo que se manifiesta en intervenciones que causan grave dolor y sufrimiento y provocan daños físicos y psicológicos. En este sentido, el informe recuerda que ya en 2012, la Organización Panamericana de la Salud alertó de la falta de justificación médica de las terapias de conversión así como de la grave amenaza que representan para la salud y los derechos humanos de las personas afectadas, y en 2016 la Asociación Mundial de Psiquiatría determinó que no existían pruebas científicas sólidas que indicaran que la orientación sexual innata se pudiera cambiar, una conclusión que apoyan todas las asociaciones profesionales del mundo. El Experto Independiente asevera la falta de ética por parte de los profesionales de la salud que tratan de curar algo que no es una enfermedad, apelando al principio de no causar daño, que los obliga a no ofrecer tratamientos que se sepa que son ineficaces o que estén destinados a alcanzar resultados imposibles. En esta misma línea, el Grupo Independiente de Expertos Forenses del Consejo Internacional para la Rehabilitación de las Víctimas de la Tortura, un grupo de especialistas médico-legales destacados de 23 países, establece que ofrecer terapias de conversión constituye una forma de engaño, publicidad falsa y fraude. Según indican análisis recientes, estas mal llamadas terapias se practican en, al menos, 68 países, si bien algunos testimonios señalan que se dan en todas las regiones del mundo. Los profesionales de la salud mental, tanto públicos como privados, las organizaciones confesionales, los curanderos y los agentes públicos son, según diversos estudios, algunos de los responsables de los abusos que se cometen por medio de las terapias de conversión. Por otra parte, entre los promotores de esas prácticas se cuentan, además de esas entidades, los familiares de la víctima, miembros de la comunidad, autoridades políticas y otros agentes. Al investigar los aspectos económicos que subyacen a las terapias de conversión, el Experto Independiente ha recibido pruebas convincentes de que, en muchos casos, constituyen un negocio lucrativo para los proveedores en todos los rincones del mundo. A modo de ejemplo, en los Estados Unidos, el precio de una sola sesión de terapia de conversión puede oscilar entre 0 y 26.000 dólares (lo que equivale a unos 22.162,98 euros). El uso de medicación, así como de la psicoterapia y de la terapia de aversión son algunos de los tratamientos utilizados en el contexto de las terapias de conversión. Todas las pruebas recibidas por el Experto Independiente en las que se describen prácticas humillantes, denigratorias y discriminatorias (como palizas, violaciones, desnudez forzada, alimentación forzada o privación de alimentos, aislamiento y confinamiento, medicación forzada, agresiones verbales, humillaciones y electrocuciones), evidencian que los métodos y medios que normalmente se utilizan para llevar a cabo las terapias de conversión provocan dolor y sufrimiento físicos y psicológicos. De acuerdo con las investigaciones, estas prácticas tienen profundos efectos negativos sobre las personas que las sufren, entre ellos: pérdida considerable de autoestima, ansiedad, depresión, aislamiento social, dificultades para establecer relaciones íntimas, autoodio, vergüenza y sentimiento de culpabilidad, disfunción sexual, las ideas suicidas e intentos de suicidio, síntomas de trastorno por estrés postraumático y, con frecuencia, dolor y sufrimiento físicos considerables. Especialmente, los niños y los jóvenes son vulnerables a los efectos de las terapias de conversión: además de las tendencias suicidas, también experimentan una pérdida pronunciada de autoestima y un fuerte aumento de las tendencias depresivas, lo que puede llevarlos a abandonar la escuela, a adoptar comportamientos de alto riesgo y a abusar de sustancias. El informe advierte del daño que puede ocasionar la duración prolongada de muchas terapias de conversión, pudiendo variar entre unos cuantos años y más de una década, y provocando, junto con los efectos ya mencionados, estrés crónico, con numerosas consecuencias negativas para la salud, entre ellas, úlceras gástricas, trastornos digestivos, dermatosis, trastornos sexuales y de la conducta alimentaria y jaquecas. Habida cuenta de que, según sus conclusiones, las terapias de conversión implican, por su misma naturaleza, un trato cruel, inhumano y degradante y entrañan el riesgo de que se perpetúe la tortura, el Experto Independiente pone de relieve la necesidad de investigar sin demora las denuncias concretas sobre este tipo de prácticas y, si procede, enjuiciar y sancionar a los responsables, de acuerdo con las condiciones establecidas del Derecho Internacional de los Derechos Humanos y del Marco Internacional relativo a la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes. Por lo tanto, con arreglo a lo anterior, estos casos pueden generar la responsabilidad internacional del Estado en cuestión. No obstante, el Experto Independiente ha detectado una tendencia reciente hacia la prohibición de las terapias de conversión en determinadas partes del mundo. En unos pocos países, como Ecuador y Malta, se consideran delito, y en otros, como Canadá, España y los Estados Unidos, se han introducido prohibiciones en el plano local. A modo de conclusión, el Experto recoge una serie de recomendaciones a los Estados entre ellas, las siguientes:
Se puede acceder al informe a través de la página Web de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, o bien directamente, a través del siguiente enlace: |