LA PSICOTERAPIA ANALÍTICO-FUNCIONAL

14 Dic 2006

Antonio Fernández Parra (1) y Rafael Ferro García (2)

(1) Universidad de Granada, (2) Centro de Psicología CEDI

La Psicoterapia Analítico-Funcional (PAF) forma parte del movimiento denominado Análisis de la Conducta Clínica, así como de la tercera generación de la terapia de conducta (Fernández Parra y Ferro García, 2006). Su mayor aportación a la terapia de conducta tradicional consiste en el uso de la relación terapéutica como una manera de promover el cambio en la conducta del paciente.

 

Hace que la propia relación entre el cliente y su terapeuta sea un proceso de cambio (Pérez Álvarez, 2004). Esto se consigue a través de un análisis individualizado de los problemas del paciente, especialmente los que ocurren durante la propia terapia, y la aplicación de intervenciones en vivo dentro de las sesiones de tratamiento (Kohlenberg y cols., 2005). Esta forma de actuar supone para la terapia de conducta una nueva manera de enfocar el proceso de tratamiento.

La terapia se basa en lo que hace y dice el cliente en la sesión terapéutica, lo que se denominan conductas clínicamente relevantes (Kohlenberg y Tsai, 1991). Un grupo muy importante son las conductas problemáticas del cliente que ocurren durante la sesión, cuya frecuencia se trata de disminuir. Estos problemas incluyen pensamientos, percepciones, sentimientos, visiones, recuerdos, etcétera, que para ser abordados adecuadamente, el terapeuta debe propiciar que ocurran dentro de la sesión de tratamiento. Otro grupo son las mejorías en la conducta del cliente que ocurren durante las sesiones terapéuticas, que se deben incrementar. Además, se pretende conseguir que el cliente realice interpretaciones de su propia conducta y sus causas desde la perspectiva analítico-funcional.

Los terapeutas deben aplicar adecuadamente cinco estrategias terapéuticas (Kohlenberg y Tsai, 1991): (1) detectar las conductas clínicamente relevantes que ocurren durante la sesión de tratamiento; (2) construir un ambiente terapéutico que haga posible la aparición de conductas problemáticas y permita desarrollar mejorías en la conducta del cliente; (3) reforzar positivamente de manera natural las mejoras conductuales del cliente; (4) detectar qué propiedades de su propia conducta son reforzantes para el cliente; y (5) propiciar que el cliente desarrolle habilidades para analizar desde una perspectiva funcional la relación entre sus conductas y otros factores.

Desde la PAF se está trabajando en el análisis y tratamiento de la depresión, el trastorno por estrés post-traumático, los trastornos de personalidad, así como el abordaje de problemas de relación de parejas o aspectos psicológicos implicados en el dolor crónico. También se proponen desde esta terapia teorías explicativas sobre los trastornos a los que va dirigida, así como otros fenómenos psicológicos, como sucede con la formación del concepto de «uno mismo» (self) y sus problemas (Kohlenberg y Tsai, 2001).

 

La línea de trabajo más desarrollada se centra en la depresión, donde se ha propuesto el uso de la PAF para mejorar la terapia cognitiva desarrollada por Beck, lo que se conoce con el nombre de terapia cognitiva mejorada por la PAF. Sus principales aportaciones a la terapia cognitiva clásica son dos. Por una parte, asume diversas causas y procedimientos terapéuticos para la depresión, como consecuencia de aceptar relaciones causales alternativas a la determinación cognitiva. Por otra, propone la sesión terapéutica como un lugar en el que el cliente puede aprender nuevos patrones de pensamiento, construir mejores relaciones, expresar sus sentimientos y deseos de forma más adecuada, y comportarse de manera menos problemática. Los primeros resultados obtenidos son bastante prometedores ya que esta nueva estrategia terapéutica permite incrementar los efectos conseguidos por la terapia cognitiva clásica tanto en el número de pacientes que se benefician del tratamiento como en los objetivos terapéuticos alcanzados.

Por tanto, la PAF es una terapia en sí misma pero también un complemento para otras terapias conductuales y cognitivas (Fernández Parra y Ferro García, 2006). Sus principios pueden ser aplicados incluso por terapeutas de otras procedencias teóricas, lo que constituye una de sus mayores aportaciones a la integración de la psicoterapia.

Ver bibliografía

El artículo original en el que se basa este trabajo puede consultarse en la revista EduPsykhé: Fernández Parra, A., y Ferro García, R. (2006). La Psicoterapia Analítico-Funcional: una aproximación contextual funcional al tratamiento psicológico. EduPsykhé. Revista de Psicología y Educación, 5, 203-229.

Sobre los autores:

Antonio Fernández Parra es Profesor Titular del Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la Universidad de Granada. Es Director de la Unidad de Psicología Clínica de la Facultad de Psicología de esa misma universidad. Sus trabajos se centran en el análisis clínico de la conducta, así como en la evaluación y tratamiento psicológico de niños y adolescentes.

Rafael Ferro García es Doctor en Psicología (Psicología Clínica y de la Salud) y Psicólogo Clínico. Dirige en Granada el Centro de Psicología CEDI, y cuenta con 20 años de experiencia profesional. Sus trabajos y publicaciones están centrados en el análisis clínico de la conducta, concretamente en la Psicoterapia Analítico-Funcional y la Terapia de Aceptación y Compromiso.

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