La pandemia del COVID-19 ha perturbado o paralizado los servicios de salud mental esenciales en el 93% de los países del mundo, mientras que, a su vez, ha incrementado la demanda de atención de salud mental. Así lo afirma la Organización Mundial de la Salud (OMS) en un nuevo informe titulado The impact of COVID-19 on mental, neurological and substance use services: results of a rapid assessment (El impacto del COVID-19 sobre los servicios de salud mental, neurológicos y de uso de sustancias: resultados de una evaluación rápida), un documento fruto de una encuesta aplicada a 130 países durante los meses de junio a agosto de 2020, a través del cual se ofrecen datos sobre el alcance de la interrupción de los servicios de salud mental, neurológicos y de uso de sustancias, ocasionada por el COVID-19, los tipos de servicios que se han interrumpido y cómo los países se adaptan para superar estos desafíos. Para la OMS, la salud mental constituye un componente integral de la respuesta al coronavirus. En este sentido, el informe recoge una serie de conclusiones, entre ellas, las siguientes: | | Fuente: OMS Fecha descarga: 09/10/2020 |
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La gran mayoría de los Estados Miembros de la OMS (89%) informa que la salud mental y el apoyo psicológico y social forman parte de sus planes nacionales de respuesta a la pandemia; sin embargo, tan solo el 17% de estos países dispone de una financiación adicional suficiente para sufragar esas actividades. Dos tercios (el 65%) de los países cuentan con una plataforma de coordinación multisectorial para el apoyo psicológico y social y la salud mental en respuesta al COVID-19. El 51% de los países consideran que garantizar la continuidad de todos los servicios para problemas de salud mental, neurológicos y de uso de sustancias están incluidos en la lista de servicios de salud esenciales en su plan nacional de respuesta al COVID-19. Con respecto a la continuidad de los servicios, ningún país informó un cierre total de todos los servicios. En tan solo el 7% de los países se encuentran completamente abiertos todos los servicios, y en el 93% ha habido interrupciones en uno o más de sus servicios para los problemas de salud mental, neurológicos y de uso de sustancias. Un tercio (33%) de los países informa una interrupción total o parcial en, al menos, el 75% de las intervenciones/servicios específicos relacionados con la salud mental. Este nivel de interrupción fue más elevado dentro de los países en la etapa de transmisión comunitaria del COVID-19 (44%). Los servicios y programas de prevención y promoción de la salud mental son los más afectados. El 78% y 75% de los países señalan perturbaciones, al menos parciales, en los servicios de salud mental de las escuelas y los lugares de trabajo, respectivamente. Más de un tercio (35%) evidencia perturbaciones en las intervenciones de emergencia, incluidas las destinadas a personas afectadas por convulsiones prolongadas, síndromes de abstinencia severos relacionados con el consumo de drogas y estados delirantes, que con frecuencia, son la señal de graves trastornos médicos subyacentes. El 30% indica la existencia de dificultades en el acceso a los medicamentos destinados a tratar trastornos mentales, neurológicos y derivados del consumo de drogas. El 67% identifica dificultades en los servicios de orientación psicológica y de psicoterapia, mientras que el 65% las detecta en los servicios esenciales de reducción de riesgos y el 45% en los tratamientos de mantenimiento con agonistas de opiáceos para los adictos a los opiáceos. En un momento en el que son muy necesarios, se informa de la interrupción de los servicios de salud mental para los más vulnerables. Más del 60% de los países señala perturbaciones de los servicios de salud mental destinados a las personas vulnerables, incluidos los niños y los adolescentes (72%), las personas mayores (70%) y las mujeres que requieren servicios prenatales o postnatales (61%). Las principales causas de interrupción de servicios recogidas en el informe son: una disminución en el volumen de pacientes ambulatorios debido a que los pacientes no se presentaron, las restricciones de movilidad que dificultan el acceso a los centros de salud para los pacientes y una reducción en el volumen de pacientes hospitalizados debido a la cancelación de las citas. Los países advierten de que los servicios comunitarios y los programas de prevención y promoción de la salud mental, que ya de por si tienen una disponibilidad limitada, se interrumpen en un momento en que la sociedad más los necesita debido a los impactos adversos del COVID-19 sobre la salud mental. Los países han respondido a la interrupción de los servicios de salud mental de múltiples formas: alrededor del 70% de los países han optado por la telemedicina/teleterapia para reemplazar las consultas en persona (esto incluye el uso de cualquier contacto remoto, como teléfono o videoconferencia). Otras medidas incluyen líneas de ayuda para salud mental y apoyo psicológico y social (68%) y medidas específicas para la prevención y el control de infecciones en los servicios de salud mental (65%). La capacitación en habilidades psicológicas y sociales básicas para los proveedores de atención médica que trabajan en los centros de tratamiento de COVID-19 es el enfoque más común en los países de bajos ingresos (60%).
El documento de la OMS incluye orientaciones relacionadas con el mantenimiento de los servicios esenciales -incluidos los servicios de salud mental- durante la COVID-19, dirigidas a los países, recomendándoles asignar recursos a la atención de la salud mental en el marco de sus planes de respuesta y recuperación, e instándoles a controlar los posibles cambios que se registren en los servicios, de modo que puedan reaccionar cuando sea necesario. Tal y como afirma la OMS en nota de prensa, quienes inviertan en salud mental cosecharán beneficios. A este respecto, recuerda una serie de datos estimados previos a la pandemia, que cifran en casi un billón de dólares las pérdidas anuales de productividad económica ocasionadas únicamente por la depresión y la ansiedad, y que ponen de relieve que por cada dólar gastado en tratamientos para la depresión y la ansiedad basados en datos empíricos se genera un retorno de 5 dólares. Se puede acceder al informe desde la página Web de la OMS, o bien directamente a través del siguiente enlace: The impact of COVID-19 on mental, neurological and substance use services: results of a rapid assessment. Geneva: World Health Organization; 2020. Licence: CC BY-NC-SA 3.0 IGO. |