DESTRUYENDO LOS MITOS SOBRE LOS DIAGNÓSTICOS Y LOS PSICOFÁRMACOS EN SALUD MENTAL
14 Feb 2012
La publicación The New York Review of Books, especializada en la revisión de libros y obras recientes, ha editado una interesante y aguda reflexión sobre la imparable creación de categorías diagnósticas de trastornos mentales y el aumento del consumo de psicofármacos a escala mundial. Marcia Angell, autora de los artículos titulados The Epidemic of Mental Illness: Why? (La epidemia de la enfermedad mental: ¿por qué?) y The Illusions of Psychiatry (Los engaños de la psiquiatría), reflexiona sobre la validez de la teoría que reduce la explicación de los trastornos mentales a simples desequilibrios bioquímicos y sobre los intereses de la industria farmacéutica en perpetuar este modelo y en ampliar las categorías diagnósticas de enfermedad mental, basando su análisis en las conclusiones y datos aportados por tres diferentes investigadores de nuestro tiempo: |
- Irving Kirsch, psicólogo y prestigioso investigador de la Universidad de Hull en el Reino Unido, así como autor del libro The Emperors New Drugs: Exploding the Antidepressant Myth (Los fármacos nuevos del emperador: destruyendo del mito de los antidepresivos).
- Robert Whitaker, periodista de investigación experto en el área de la medicina y la ciencia y autor del libro Anatomy of an Epidemic: Magic Bullets, Psychiatric Drugs, and the Astonishing Rise of Mental Illness in America (Anatomía de una epidemia: panaceas, psicofármacos y el impactante ascenso de la enfermedad mental en EE.UU.).
- Daniel Carlat, psiquiatra de la ciudad de Boston, autor de un blog y colaborador ocasional en un periódico digital, que ha lanzado al mercado otro polémico libro titulado Unhinged: The Trouble with PsychiatryA Doctors Revelations About a Profession in Crisis (Los trastornados: El problema con la psiquiatría- las revelaciones de un médico relacionadas con una profesión en crisis).
En su artículo, Marcia Angell da cuenta del incremento exponencial de diagnósticos de enfermedad mental en EE.UU. desde finales de los 80, coincidiendo con la aparición en el mercado del Prozac. Durante el periodo comprendido entre 1987 y 2007, el número de estadounidenses que percibió prestación social por incapacidad asociada a un trastorno mental aumentó más del doble y en el caso de los niños, los trastornos mentales aumentaron 35 veces más durante ese mismo periodo de tiempo, convirtiéndose en la primera causa de discapacidad infantil, por encima de la parálisis cerebral o el Síndrome de Down. Desde la aparición de los primeros antidepresivos en el mercado, el número de personas que recibió tratamiento para la depresión se triplicó en tan sólo 10 años, alcanzándose cifras astronómicas en la actualidad, donde 1 de cada 10 estadounidenses mayores de seis años toma antidepresivos. Respecto al aumento del consumo de fármacos para tratar la psicosis, las cifras son aún más alarmantes: la nueva generación de antipsicóticos -Risperdal, Zyprexa (olanzapina) o Seroquel (quetiapina)- se han convertido en líderes de venta, por encima de cualquier otro fármaco para tratar dolencias físicas, incluso los medicamentos destinados a disminuir el colesterol.
Teniendo en cuenta que, según el modelo en el que se fundamenta la terapia farmacológica actual de la enfermedad mental, los trastornos vienen determinados biológicamente y no son resultado de influencias ambientales, con un agudo sentido crítico, la periodista Marcia Angell se pregunta: «Estas cifras, ¿se corresponden a un aumento real de la prevalencia de trastornos mentales? (…) Según Angell, si los psicofármacos realmente funcionan, «lo esperable sería observar una reducción de estos problemas, no su aumento exponencial».
La autora, tras revisar los libros publicados de Irving Kirsch, Robert Whitaker y Daniel Carlat, señala que estos investigadores, si bien proceden de ámbitos dispares (psicología, periodismo de investigación y psiquiatría), comparten gran parte de sus conclusiones y documentan su argumentación en datos objetivos y estudios científicos.
Tal y como destaca la periodista del New York Review of Books, los tres autores coinciden en alertar acerca del preocupante hecho de que las compañías farmacéuticas hayan empezado a determinar qué es lo que se puede considerar enfermedad mental y cómo debe ser diagnosticada y tratada, y todos ellos advierten de la puesta en marcha de medidas abusivas y agresivas de venta de psicofármacos, legales e ilegales, y que muchos profesionales llegan a calificar de «sobornos».
Además, señala Marcia Angell, todos ellos cuestionan la teoría de que la enfermedad mental está causada por un desequilibrio químico cerebral, que los fármacos pueden corregir. Tal y como recogen los autores en sus respectivas obras, después de décadas de investigación, los resultados científicos evidencian que la teoría del desequilibrio químico para explicar las enfermedades mentales no se sostiene. Es más, según establece Whitaker, en base a los resultados de técnicas de neuroimagen en pacientes con trastorno mental en tratamiento farmacológico: «Antes del inicio del tratamiento farmacológico, los pacientes diagnosticados de esquizofrenia, depresión o cualquier otro trastorno psiquiátrico no presentan estos famosos desequilibrios químicos. Sin embargo, una vez que una persona inicia el tratamiento farmacológico, que de una manera u otra abre una llave en la mecánica habitual de la transmisión neuronal, su cerebro empieza a funcionar de manera anormal«. Por su parte, Daniel Carlat hace referencia a la teoría del desequilibrio químico como un mito (que califica de conveniente ya que destigmatiza la enfermedad mental) y Kirsch, tras realizar una interesante línea de investigación centrada en la depresión, concluye que «parece fuera de toda duda que la explicación tradicional de la depresión como un desequilibrio químico en el cerebro es sencillamente errónea».
No es la primera vez que se pone en duda el modelo farmacológico que impera en nuestros días para tratar los trastornos mentales, ni que se advierte sobre el peligro de que la industria farmacéutica haya comenzado a adquirir demasiado poder e influencia en la forma de determinar qué es lo que puede considerarse enfermedad mental y cómo tratarla. En esta línea, el Premio Nobel de Química de 2009, Thomas Steitz, denunció a los medios de comunicación que los laboratorios farmacéuticos «prefieren centrar el negocio en medicamentos que sea necesario tomar durante toda la vida». Este prestigioso investigador advirtió, en una rueda de prensa celebrada en nuestro país el pasado mes de agosto de 2011, que las compañías farmacéuticas (que son las que subvencionan gran parte de las investigaciones) eran las primeras interesadas en cronificar la enfermedad, mostrándose tajante en sus declaraciones: «Puedo sonar cínico, pero las farmacéuticas no quieren que la gente se cure» (ver más información aquí).
Durante los dos últimos años, las voces de científicos, investigadores, médicos e incluso cineastas sobre este fenómeno han ido sumándose. Junto a las obras de los autores mencionados y las declaraciones del Premio Nobel de Química 2009, cabe destacar también el documental Orgasm Inc., de la reconocida directora estadounidense Liz Canner, estrenado en 2011, donde se exploran los intereses de la industria farmacéutica para la creación de un nuevo trastorno: la disfunción sexual femenina. Liz Canner realizó un seguimiento e investigación de los pasos de diferentes compañías famacéuticas en su camino por lograr ser las primeras en lanzar al mercado un producto que prometía solucionar el problema de la disfución sexual en las mujeres, y que fuese aprobado por la agencia encargada de la regulación de medicamentos en EE.UU. (U.S. Food and Drug Administration, FDA). La creadora de este documental recogió interesantes testimonios de representantes de las compañías farmacéuticas, mujeres sometidas a estas pruebas, médicos, ginecólogos y psicólogos, aportando una amplia y esclarecedora visión del tema.
Dado el protagonismo que están alcanzando estas voces, que alertan de la necesidad de un giro en la atención que se presta en salud mental y que ponen en duda la validez del modelo de atención basado en la administración de fármacos, Infocop dedicará los próximos días al análisis de los planteamientos de estos investigadores, a través de los siguientes artículos:
Irving Kirsch, devoto del método científico en investigación, plantea la duda de si los antidepresivos realmente funcionan y pone a prueba su eficacia a través de un interesante proyecto de investigación, cuyas revolucionarias conclusiones suponen un cambio radical en la interpretación que se venía haciendo hasta la fecha de los resultados de los ensayos clínicos en depresión. Robert Whitaker se centra en los efectos de los fármacos psicoactivos en el organismo y se pregunta, con gran sentido crítico, si éstos mejoran o, por el contrario, resultan perjudiciales para la salud, recopilando datos de investigaciones y otros testimonios. Por su parte, el psiquiatra Daniel Carlat habla sin tapujos sobre la alianza de la psiquiatría con la industria farmacéutica y su manipulación sobre lo que debe considerarse o no enfermedad mental.
Fuente:
http://www.nybooks.com/articles/archives/2011/jun/23/epidemic-mental-illness-why/
Referencias:
Irving Kirsch (2010). The Emperors New Drugs: Exploding the Antidepressant Myth. Basic Books, 226 pp. Robert Whitaker (2011). Anatomy of an Epidemic: Magic Bullets, Psychiatric Drugs, and the Astonishing Rise of Mental Illness in America. Crown, 404 pp. Daniel Carlat (2010). Unhinged: The Trouble with PsychiatryA Doctors Revelations About a Profession in Crisis. Free Press, 256 pp. |