«El uso de pantallas facilita el acceso a la información y ofrece innumerables opciones para el ocio, pero también expone al usuario a consecuencias indeseadas que pueden asociarse con un peor estado psicológico, problemas escolares y familiares, especialmente en una etapa de gran vulnerabilidad como es la infancia y adolescencia». Así lo advierte un informe elaborado por el grupo de psicólogos/as investigadores/as del Centro de Investigación de la Infancia y la Adolescencia de la Universidad Miguel Hernández (UMH), a través del cual pretenden ofrecer una visión actualizada sobre el uso de pantallas (teléfono móvil, tablets…), videojuegos y redes sociales en la población infanto-juvenil española, examinando su relación con la salud mental en esta etapa vital.
Los datos recogidos en el documento forman parte de la primera oleada del estudio longitudinal EMOChild, que expondrá medidas sobre hábitos y salud mental a lo largo de varios años. Se pretende observar cómo evolucionan los patrones de uso de tecnologías y redes sociales y cómo estos se relacionan con la salud mental de niños, niñas y adolescentes, proporcionando, a su vez, una radiografía integral de la relación entre el uso de pantallas y el bienestar psicológico en esta población, así como identificando posibles factores de riesgo y de protección que puedan, posteriormente, servir de guía para el desarrollo de políticas educativas y actuaciones específicas.
Tal y como señalan los autores, en los últimos años, se ha incrementado de manera exponencial el uso de aplicaciones tecnológicas para la comunicación y el ocio, especialmente en la población de menor edad, cuya participación en actividades online ha aumentado considerablemente.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE, 2022), más del 96% de los y las jóvenes cuenta ya con un dispositivo móvil, “lo que supone una integración prácticamente total de esta tecnología en su vida cotidiana”.
Los expertos advierten del crecimiento exponencial experimentado en el tiempo de uso de móvil entre los y las adolescentes, alcanzando un total de siete horas diarias. La participación en redes sociales es la actividad en la que más tiempo invierten los/as adolescentes, plataformas que “sirven como medios de comunicación y entretenimiento, así como espacio para la expresión personal y la construcción de identidad social”.
En la misma línea, son múltiples los estudios que han relacionado el uso excesivo de redes sociales con el desarrollo de distintos problemas como la ansiedad, la depresión y el bajo rendimiento académico. Asimismo, en algunas comunidades autónomas se ha comenzado a implementar una serie de medidas para la regulación del uso de teléfonos móviles y mitigar su impacto en los y las menores, tales como la prohibición de estos dispositivos en los centros de educación primaria y secundaria, con el propósito de minimizar las distracciones y fomentar una atención plena y un enfoque más concentrado en las actividades académicas.
Con respecto al uso de videojuegos, mientras que algunas investigaciones destacan sus beneficios en la mejora de habilidades cognitivas (como la atención, la memoria y la capacidad de resolver problemas) y su eficacia como herramientas para el aprendizaje, al ofrecer un entorno interactivo y motivador para los y las estudiantes, otras, sin embargo, indican que el uso excesivo de videojuegos puede estar asociado con problemas de salud mental (por ej., ansiedad y depresión) e inadaptación social, y advierten del riesgo de exposición a contenidos inapropiados (por ej., contenido violento que podría impactar en el comportamiento agresivo) y de sufrir acoso online.
Así, si bien la evidencia es mixta y se requieren más investigaciones para establecer una relación causal directa, los autores del presente informe consideran fundamental que “padres y educadores supervisen el uso de videojuegos y promuevan un equilibrio saludable en las actividades de los adolescentes”.
Atendiendo a todo lo expuesto, han llevado a cabo este estudio, que ha contado con una muestra formada por 5.652 escolares pertenecientes a Educación Primaria y Secundaria, con edades entre los 9 y 16 años, procedentes de 38 provincias españolas de las 17 Comunidades Autónomas.
A continuación, resumimos las principales conclusiones del informe:
Redes sociales
- El 93,1% del alumnado entre los 9 y 16 años utiliza alguna red social (47,68% chicas y 45,22% chicos). La plataforma más utilizada es YouTube (por un 74,6% de usuarios/as), seguida de WhatsApp (69,6%), TikTok (61,3%) e Instagram (49,1%). YouTube es la plataforma que más emplean los niños/as (73,7%), mientras que entre los adolescentes la más usada es WhatsApp (91%).
- Las chicas utilizan más TikTok, Instagram, WhatsApp, BeReal y Snapchat en comparación con los chicos, siendo ellos más activos en YouTube (única red donde tienen mayor presencia).
- El uso de redes sociales entre niños, niñas y adolescentes sigue una tendencia ascendente. Un 67% de ellos/as reconoce que utiliza las redes sociales a diario, un 17,8% no las usa casi nunca, un 10,8% lo hace alguna vez a la semana, y solo un 4,7% las utiliza alguna vez al mes.
- La edad de inicio de las primeras publicaciones en redes sociales se encuentra a los 13 años.
- La frecuencia de uso de las redes sociales tiende a aumentar a medida que lo hace la edad de los y las participantes, alcanzando esta tasa el 95% en la adolescencia (12-16) años. Se observan diferencias de género: el 70% de las participantes de género femenino usa redes sociales a diario, en comparación con el 63,7% entre el género masculino. Ellas comparten selfies y fotos personales en mayor medida que ellos (61,6% frente al 38,4%), y publican más contenido resaltando la apariencia física (42% vs 23% ellos), lo que, para los autores de este estudio, “sugiere una mayor tendencia hacia la búsqueda de aprobación social entre ellas”. Este interés por publicar fotos con buena apariencia física se duplica con la edad.
- Los datos indican que uno de cada cuatro niños y adolescentes ha experimentado nerviosismo o irritabilidad al no poder acceder a sus redes sociales.
- El 46,1% de los niños, las niñas y los/as adolescentes utilizan las redes sociales para ver lo que comparten sus amistades y para seguir a famosos como influencers, futbolistas y cantantes (37,9%). Un 30,9% afirma que las redes les sirven para informarse sobre eventos, productos o ropa, y un 30,5% las usa para ver y compartir memes.
- Destaca aquí el porcentaje de niños/as y adolescentes (59%) que afirman no conocer personalmente a sus amigos/as o seguidores en redes sociales.
- El 56% de los participantes revela que utiliza las redes sociales como una estrategia de escape ante problemas personales, lo que indica “el papel emocional que estas plataformas pueden desempeñar en la gestión de dificultades cotidianas·.
- La percepción sobre la importancia de los “likes” y comentarios en redes sociales aumenta con la edad, con un 50% de los participantes a los 14 años que manifiesta la importancia que otorga a dichas interacciones. Estos likes y comentarios son más valorados por las chicas que por los chicos (41,1% vs 36,8%).
- Más de la mitad de los niños y adolescentes sienten cuando ven sus redes sociales que los demás lo pasan mucho mejor que ellos.
- El Sistema de Evaluación de Niños y Adolescentes (SENA) informa de puntuaciones más altas en niños, niñas y adolescentes en todos los problemas interiorizados (depresión, ansiedad, ansiedad social, quejas somáticas y síntomas postraumáticos) y exteriorizados (problemas de atención, más hiperactividad-impulsividad, más problemas de control de la ira, más conductas agresivas y más conducta desafiante), a mayor uso de redes sociales.
- Aquellos/as que acceden a redes sociales diariamente presentan menor autoestima que los/as que tienen con un acceso menos frecuente.
- Mientras que los niños y niñas que usan redes sociales con una frecuencia diaria presentan más problemas familiares y escolares, los/as adolescentes, que hacen también este uso diario informan de más problemas en la escuela.
- En niños, un mayor uso de redes sociales se asocia con un aumento en la sintomatología emocional y conductual, tales como los síntomas de ansiedad, dificultades en el control de la ira, quejas somáticas, conductas desafiantes, y problemas de atención e hiperactividad-impulsividad. En adolescentes, el uso de redes sociales está vinculado con la aparición de dificultades emocionales y conductuales, incrementando la sintomatología de ansiedad, depresión, dificultades en el control de la ira, conductas desafiantes y problemas en el rendimiento escolar.
Teléfonos móviles
- La gran mayoría de los/as niños/as y adolescentes participantes (76%) cuenta con un teléfono móvil con conexión a Internet. El acceso a un dispositivo móvil aumenta con la edad, siendo los 11 años la edad más frecuente para obtener un teléfono móvil propio. Uno de cada cuatro obtiene su primer dispositivo a esa edad.
Videojuegos
- El 35,6% de la población entre 9 y 16 años afirma jugar a videojuegos a diario, mientras que el 32,2% lo hace de manera semanal y sólo el 19,4% no lo hace nunca o casi nunca. El uso diario de videojuegos es significativamente más frecuente entre los chicos (51,5%) que entre las chicas (20,1%). Asimismo, un 38,2% de los chicos juega alguna vez por semana, frente al 26,4% en el caso de las chicas.
- Con relación al motivo de uso, un 63% de los participantes utiliza los videojuegos como una estrategia para liberar emociones negativas, sugiriendo que esta actividad desempeña un papel importante en la regulación emocional de los niños y adolescentes.
- En cuanto a posibles señales de abuso de videojuegos, un 53% de los adolescentes afirma no haber podido controlar o detener su uso a pesar de intentarlo, lo que ha desencadenado sentimientos de irritabilidad, ansiedad o tristeza en el 46%. Los sentimientos de irritabilidad, ansiedad o tristeza al interrumpir el uso de videojuegos son más frecuentes en los chicos (50,5%) que en las chicas (35,6%), lo que sugiere “una mayor vulnerabilidad emocional entre los varones en relación con el cese de esta actividad”.
- Un 55% de los y las adolescentes reconoce que ha sentido la necesidad de dedicar cada vez más tiempo al consumo de videojuegos para conseguir mayor satisfacción o placer y una mayoría de ellos/as (63,5%) afirma que juegan a videojuegos como una forma de escape de emociones negativas, como tristeza, culpabilidad o ansiedad.
- El 71% de los y las adolescentes manifiestan haber sentido preocupados por sus conductas relacionadas con los videojuegos. Para los autores de este estudio, esto es indicativo de que “gran parte de los/as jugadores/as son conscientes de posibles problemas asociados al uso excesivo o conductas negativas vinculadas a los videojuegos”.
- Los datos del cuestionario SENA muestran que los niños y niñas que juegan a videojuegos a diario puntúan más alto en depresión, ansiedad social, quejas somáticas y síntomas postraumáticos, hiperactividad e impulsividad, problemas de control de la ira, agresión y conducta desafiante.
- Por su parte, los/as adolescentes que nunca o casi nunca juegan a videojuegos presentan menos síntomas de depresión, ansiedad, ansiedad social, quejas somáticas y síntomas postraumáticos, y tienen puntuaciones más bajas en problemas de atención y en agresión. A diferencia de los problemas del control de la ira, que presentan una menor puntuación en adolescentes que juegan diariamente.
- Los niños/as y adolescentes que juegan a videojuegos a diario tienen puntuaciones más elevadas en problemas familiares, escolares y dificultades en sus relaciones con los compañeros, así como una menor autoestima y mayores dificultades en su integración y competencia social, en comparación con aquellos/as que juegan con menor frecuencia.
Pantallas y rendimiento académico
El uso de pantallas se relaciona con un peor rendimiento académico. Un mayor uso de redes sociales y videojuegos está asociado con un peor desempeño académico.
En base a sus hallazgos, el informe finaliza con las siguientes recomendaciones para el entorno familiar y educativo:
1. Padres y tutores deben conocer los hábitos de uso de sus hijos (hábitos digitales), incluyendo las plataformas que utilizan, el tiempo que pasan en ellas, el tipo de contenido que consumen y las personas con quien se relacionan online. Esto facilitará la identificación temprana de posibles problemas y permitirá tomar medidas preventivas.
2. Es trascendental enseñar a los niños, las niñas y los/as adolescentes a manejar la información de manera responsable, incluyendo la comprobación de la veracidad de las fuentes, comprender la importancia de la privacidad y ser conscientes de los riesgos asociados con la divulgación de información personal.
3. Es crucial que los padres se muestren dispuestos a ayudar, fomentando una comunicación abierta, creando un ambiente de confianza en el que sus hijos/as se sientan cómodos al compartir cualquier problema relacionado con Internet. Es esencial respetar su intimidad y mostrar interés genuino en sus actividades online.
4. Los padres deben ser modelos a seguir en el uso de la tecnología y de las pantallas. No se deben establecer normas para los/as hijos/as que los padres mismos no cumplen; los y las adolescentes deben ver que las personas adultas también respetan las normas de uso.
5. El relevante incentivar actividades de ocio fuera del entorno digital (por ej., deportes, lectura, juegos de mesa y actividades al aire libre), buscando opciones saludables que puedan reducir el tiempo que los y las adolescentes pasan conectados online.
6. Administrar y regular de forma adecuada el tiempo de uso de dispositivos en momentos específicos, combinándolo con otras actividades y estableciendo límites para el descanso.
7. Es imprescindible establecer reglas, negociando límites y normas (horarios de uso, tiempo de exposición, tipo de contenidos, etc.), para prevenir un uso problemático. Esto debe hacerse en conjunto con el/la adolescente, fomentando su participación en el proceso.
Fuente: Espada, J. P., Morales, A., Piqueras, J. A., Marzo, J. C., y Orgilés, M. (2024). Infancia, adolescencia y pantallas. Centro de Investigación de la Infancia y la Adolescencia. Universidad Miguel Hernández https://observainfancia.es/informes/