Un estudio aborda las trayectorias de victimización en acoso escolar con relación a los cambios en las dimensiones del estatus social
12 Sep 2024

Es fundamental tener en cuenta las diferentes dimensiones del estatus social dentro del grupo clase y su asociación con las trayectorias de victimización en adolescentes que sufren acoso escolar, a la hora de proponer y desarrollar programas anti-bullying.

Esta es una de las principales conclusiones de un estudio publicado en la revista Psicothema y llevado a cabo por las investigadoras de la Universidad de Córdoba, Ana Bravo, Rosario Ortega-Ruiz y Eva M. Romera, cuyo objetivo es ampliar la literatura previa sobre bullying, en torno a las diferencias en la tendencia cambiante de victimización en adolescentes y cómo los niveles de las dimensiones del estatus social en el aula y su evolución, difieren entre los grupos de trayectorias de victimización por acoso escolar.

Fuente: freepik. Foto: freepik. Fecha: 11/09/24

Tal y como lo definen las investigadoras, el bullying “es una conducta agresiva intencional que se mantiene en el tiempo, en la que las víctimas mantienen una relación de desequilibrio de poder con los agresores”. Si bien la mayoría de los y las estudiantes victimizados/as tienden a perpetuarse en el rol, algunos de ellos escapan del rol de víctima, mientras que otros/as adolescentes quedan atrapados en él.

En este sentido, estudios longitudinales previos orientados a explorar el número y las características de las trayectorias longitudinales de victimización por bullying han identificado cuatro grupos de trayectorias diferentes: un grupo predominante de adolescentes no involucrados como víctimas en situaciones de bullying (alrededor del 70%), un grupo minoritario (alrededor del 10%) cuyos miembros han experimentado un nivel de victimización persistentemente medio-alto a lo largo del tiempo; y otros dos grupos (entre el 10% y el 59%) que incluyen adolescentes que muestran tendencias de cambio decrecientes o crecientes en su participación en la victimización. A este respecto, consideran esencial describir la victimización por bullying como “una dinámica heterogénea que evoluciona en una dirección diferente entre los y las adolescentes”.

A esto se añade que el acoso escolar es una dinámica relacional que se da entre el grupo de iguales, de modo que las características y la evolución del estatus social de los y las estudiantes pueden desempeñar un rol clave.

El estatus social sería, según el presente estudio, “como una instantánea de la posición interactiva del grupo de iguales, basada en dos dimensiones: una se refiere a las relaciones horizontales entre iguales basadas en el afecto, el respeto y un cierto grado de mutualidad (preferencia social), y la otra describe el prestigio social, el poder y la visibilidad individual dentro del grupo (popularidad percibida)”.

Este estudio analiza por separado los componentes de cada dimensión de estatus social para determinar su papel diferencial en la evolución de los niveles de victimización por bullying a lo largo del tiempo

A pesar de que múltiples investigaciones destacan la asociación entre estatus social en el aula y victimización por acoso escolar, sigue sin estar claro cómo las trayectorias de victimización se relacionan por separado con las dimensiones del estatus social: preferencia (aceptación y rechazo) y popularidad (popular e impopular), y si existen diferencias entre los distintos grupos de trayectorias.

Por este motivo, y con el fin de llenar este vacío en la literatura previa, las investigadoras han llevado a cabo el presente estudio, adoptando un diseño longitudinal con tres objetivos: (1) identificar si los adolescentes describen diferentes trayectorias de victimización; (2) describir las trayectorias de victimización por bullying a lo largo de dos años académicos; (3) describir y comparar los niveles iniciales (intersección en la línea base) y la dinámica de cambio (pendientes) en la aceptación, el rechazo, la popularidad y la impopularidad dentro del grupo del aula entre los grupos de trayectorias de victimización por bullying.

Para ello, han contado con una muestra de 3.182 estudiantes. Los niveles de victimización por acoso escolar se han medido con la subescala de autoinforme de la versión española del Cuestionario del Proyecto Europeo de Intervención en Bullying (EBIPQ-European Bullying Intervention Project Questionnaire; Ortega-Ruiz et al., 2016).

Por su parte, cada una de las dimensiones de estatus social se ha evaluado con una sola pregunta, tal y como recogemos a continuación: “1) aceptación se refiere a aquellos compañeros con los que te llevas bien y te gusta pasar el rato (pregunta: “¿qué compañeros te gustan?”); rechazo se refiere a aquellos compañeros con los que no te llevas bien (pregunta: “¿qué compañeros rechazas?”); popularidad se refiere a aquellos compañeros que son los más influyentes y atraen toda la atención en las aulas (pregunta: “¿qué compañeros son populares?”); e impopularidad se refiere a aquellos compañeros que tienen características que son poco atractivas para la mayoría en el aula (pregunta: “¿qué compañeros son impopulares?”)”.

Los y las participantes debían utilizar los números de la lista para nominar a sus compañeros, pudiendo nominar a un número ilimitado, pero no a ellos mismos. El número de nominaciones recibidas se ha contabilizado y dividido por el número de nominadores (número total de estudiantes en el aula menos uno).

De acuerdo con las investigadoras, esta investigación ofrece un avance importante con respecto a estudios previos porque las dimensiones de estatus social no se describen como una puntuación combinada única (es decir, preferencia social -puntuación de rechazo menos aceptación- y popularidad percibida -puntuación de impopularidad menos popularidad-), sino que estos componentes de cada dimensión de estatus social se describen por separado. Esto permite determinar si los componentes de estatus social en el aula desempeñan un papel diferencial en la evolución de los niveles de victimización por bullying a lo largo del tiempo.

El análisis de los datos revela cuatro grupos de trayectorias de victimización por acoso escolar

El análisis de los datos del estudio revela cuatro grupos de trayectorias de victimización por acoso escolar. Los y las adolescentes con un alto nivel de victimización al inicio siguen dos tendencias: una implicación continua como víctima o una evolución decreciente. Por su parte, aquellos/as adolescentes que tienen niveles bajos de victimización al inicio, también experimentan una doble tendencia: aumentar o mantener niveles bajos de victimización. Por lo tanto, la victimización “debe entenderse como un ‘rol’ que el individuo adquiere y que es cambiante e inestable, no siendo una característica propia y estable del individuo”.

Desde esta perspectiva, las investigadoras consideran necesario emprender más estudios para identificar las características psicológicas y sociales, que serían un factor protector o de riesgo en el desarrollo y perpetuación de la victimización en situaciones de acoso escolar.

Los resultados muestran que los adolescentes del grupo de alta victimización presentan el índice de rechazo más elevado que todos los demás grupos. Además, sus índices son estables en todas las dimensiones del estatus social, excepto la aceptación.

Por lo tanto, “habría una asociación mantenida en el tiempo entre ser víctima de una situación de acoso y tener un estatus social bajo dentro del grupo del aula”. Según el estudio, “esta peor posición social en el grupo de iguales explicaría el mayor impacto emocional del acoso escolar en las víctimas frecuentes que en las ocasionales”. Atendiendo a esto, y en aras de “romper este círculo vicioso”, es crucial que los futuros programas de intervención se centren en promover el estatus social de la víctima.

La victimización se asocia a un peor estatus social dentro del grupo de iguales

Con relación a los/as adolescentes del grupo de trayectoria de victimización decreciente, estos presentan peores índices iniciales de aceptación, rechazo e impopularidad que el grupo no involucrado, lo que avala la idea de que la victimización se asocia a un peor estatus social dentro del grupo de iguales.

Los y las adolescentes del grupo en trayectoria decreciente describen una tendencia aumentada en los índices de aceptación y popularidad, lo que sugiere que aquellos/as “que escapan del rol también se vuelven más aceptados y populares dentro del grupo”.

Los resultados sobre los y las adolescentes en el grupo de victimización creciente muestran índices de rechazo más altos y de aceptación más bajos que los del grupo no involucrado. Por lo tanto, los/as adolescentes que no solo son poco aceptados/as, sino que también son rechazados/as activamente por sus compañeros y compañeras, podrían ser «blancos fáciles» para los acosadores. Se observa que los/as adolescentes de este grupo mostraron un índice de popularidad más alto, si bien no significativamente más alto que los otros grupos.

Para las autores de este estudio, esto sugiere que ser percibido por los/as compañeros/as como medio-alto en popularidad también podría ser un factor de riesgo para ser victimizado/a. Así, estos/as adolescentes populares pueden ser victimizados/as por otros/as compañeros/as populares que los perciben como oponentes, por compañeros/as de clase que quieren ser populares pero no lo son (‘wannabes’) o por compañeros/as que sienten celos de su posición de poder, lo que les incitaría a actuar de manera agresiva.

Estos resultados tienen implicaciones importantes para el desarrollo de programas anti-bullying

Asimismo, los adolescentes de este grupo describen una tendencia significativa a aumentar sus índices de rechazo y popularidad, pero no su aceptación. Esto sugiere que los/as adolescentes que inicialmente tienen índices de popularidad altos y de rechazo medios, describen una tendencia creciente en sus niveles de victimización por bullying que se asocia con un aumento en ambas dimensiones sociales al mismo tiempo.

Por último, se detecta que aquellos/as adolescentes que “quedan atrapados” en el rol de víctima muestran características de estatus social diferentes a los que “escapan” de ese rol. Las diferencias entre ambas trayectorias se asocian principalmente con cambios en el rechazo de los pares a lo largo del tiempo. Los/as adolescentes cuya victimización se incrementa, presentan un aumento en sus niveles de popularidad y rechazo. Mientras que las dimensiones positivas del estatus social se asocian más con una reducción de la victimización.

Para las investigadoras, los hallazgos de su estudio tienen implicaciones importantes para el desarrollo de programas anti-bullying más ajustados. Las acciones emprendidas deberían centrarse en promover conductas defensivas, así como en mejorar la cohesión y la dinámica positiva entre pares, para prevenir la persistencia de la victimización. De igual modo, estos programas deben promover estrategias de afrontamiento positivas, que son de utilidad para reducir la implicación como víctima de bullying. Es recomendable también que el personal docente reciba formación en estrategias “para observar y desarrollar entornos de aprendizaje más seguros, no violentos y afectivos, que respondan a algunos de los objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible”.

Se puede acceder al estudio completo desde la página Web de Psicothema o bien directamente aquí:

Bravo, A., Ortega-Ruiz, R., & Romera, E. M. (2024). Bullying victimization trajectories: Associations with changes in social status dimensions within the classroom group. Psicothema, 36(3), 207-216.

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