Razones para vivir después de una crisis suicida
20 Nov 2024

Las razones para vivir podrían aumentar la comunicación terapéutica al conectar con recursos psicológicos a una persona hospitalizada por crisis suicida, durante la intervención en crisis.

Así lo afirma un estudio publicado en la revista Psicothema y llevado a cabo por los investigadores Vincent Besch (Universidad de Ginebra, Suiza), Christian Greiner (Hospital Universitario de Ginebra, Suiza), Catherine Le Hénaff (Hospital Universitario de Ginebra, Suiza), Cécilia Von Rohr-De Pree (Hospital Universitario de Ginebra, Suiza), Julia Ambrosetti (Hospital Universitario de Ginebra, Suiza), Charline Magnin (Hospital Universitario de Lyon, Francia), Emmanuel Poulet (Hospital Universitario de Lyon, Francia), Martin Debbané (Universidad de Ginebra, Suiza) y Paco Prada (Hospital Universitario de Ginebra, Suiza), a través del cual se analizan las creencias y valores que protegen la vida de las personas en crisis suicida.

Tal y como señalan los autores de este estudio, pese a la proliferación de teorías e investigaciones orientadas a predecir y prevenir el suicidio, la complejidad de este fenómeno sigue siendo difícil de comprender. A este respecto, los expertos subrayan la necesidad de describir mejor la fenomenología del suicidio y hacerlo en estrecha conexión con la evaluación clínica y el manejo de las personas en riesgo.

Fuente: freepik. Foto: mdjaff. Fecha: 18/11/24

Dada la diversidad de factores involucrados en el suicidio, consideran pertinente centrar la investigación en el contenido mental característico de los estados suicidas agudos. De hecho, afirman, “los modelos teóricos del suicidio hacen referencia a normas socioculturales, pensamientos, valores y actitudes hacia la muerte, a sentimientos de encierro y pertenencia, es decir, a contenidos mentales implicados en la suicidalidad”.

Partiendo de que las creencias y pensamientos de los individuos en crisis suicida son elementos clave a estudiar, destacan la utilidad del “Inventario de razones para vivir”, una escala de autoinforme sobre las creencias y valores que pueden alejar a los individuos de la conducta suicida, a través de 6 subescalas: “Preocupaciones relacionadas con los hijos”, “Miedo a la desaprobación social”, “Miedo al suicidio”, “Objeciones morales”, “Responsabilidad hacia la familia” y “Creencias de supervivencia y afrontamiento” (que incluye expectativas positivas sobre el futuro y confianza en las habilidades personales de afrontamiento).

De acuerdo con los investigadores, son múltiples los estudios que han probado el inventario con muestras de población clínica y general, y han analizado su relación con factores como el género, la edad y la tendencia suicida, detectando una correlación negativa entre las puntuaciones y la tendencia suicida, y destacando el valor predictivo y protector de las “objeciones morales”, las “creencias de supervivencia y afrontamiento” y las “preocupaciones relacionadas con los niños”,  frente a la ideación y el comportamiento suicidas. Con respecto a la edad, se observa que las razones para vivir aumentarían, reduciéndose las diferencias entre hombres y mujeres a mayor edad.

El estudio analiza las razones para vivir informadas por personas adultas hospitalizadas en una unidad de emergencia psiquiátrica durante una crisis suicida

Investigaciones recientes sobre factores de riesgo y protección para las crisis suicidas (como la resiliencia, la regulación emocional, el apoyo social, la soledad, el abuso infantil, la impulsividad, la agresividad, el trastorno del sueño, la depresión, o la desesperanza), avalan la contribución independiente de las razones para vivir a la atenuación del riesgo.

Teniendo en cuenta los desafíos que implican la comprensión y el abordaje de los estados suicidas agudos, el presente estudio es el primero en investigar las razones para vivir, informadas por personas adultas hospitalizadas en una unidad de emergencia psiquiátrica durante una crisis suicida. Asimismo, analiza cómo estas razones para vivir pueden ser relevantes para diferenciar grupos de pacientes y en relación con la tendencia suicida. Se observan también las posibles diferencias entre personas adultas mayores de 25 años y jóvenes de 18 a 25 años que tienen un mayor riesgo de suicidio.

En palabras de los investigadores, “clínicamente, este estudio busca identificar los contenidos mentales que pueden constituir fortalezas o, por el contrario, verse afectados, con el fin de alimentar la formulación de casos y la intervención terapéutica con información personalizada y orientada a la vida”.

Para tal fin, han contado con una muestra de 61 personas adultas (66% mujeres) hospitalizadas por crisis suicida en una unidad psiquiátrica especializada, evaluadas con la escala de Razones para Vivir (RPV). Se evaluó también la tendencia suicida mediante tres conjuntos de variables: motivo de la hospitalización actual (distinguiendo entre intento de suicidio, ideación suicida y riesgo agudo); nivel de ideación suicida (autoinformado entre el día 3 y el día 5 de su hospitalización) y antecedentes de intentos de suicidio, conductas autolesivas y hospitalizaciones relacionadas con el suicidio (recopilados a partir de los registros médicos de los y las participantes).

Los datos del estudio revelan 4 grupos de pacientes, con perfiles que difieren en “Creencias de supervivencia y afrontamiento”, “Miedo a la desaprobación social”, “Responsabilidad familiar” y “Preocupación por los hijos”. Los perfiles varían en función del sexo, pero no de la edad.

Se observa que las mujeres puntúan más alto que los hombres en “Miedo al suicidio” y “Responsabilidad hacia la familia”. En lo referente a la edad, las personas adultas mayores de 25 años muestran puntuaciones más elevadas que los y las jóvenes de 18 a 25 años en “Creencias de supervivencia y afrontamiento”.

Las “creencias de supervivencia y afrontamiento” desempeñan un papel clave en las creencias y valores ‘protectores’ de la conducta suicida

En función del orden de importancia de las razones para vivir, en el caso de personas no clínicas y personas con bajo riesgo de suicidio, las puntuaciones más altas se observan en “Responsabilidad con la familia”, seguido de “Preocupaciones relacionadas con los niños”, y de “Creencias de supervivencia y afrontamiento”. Al observar las relaciones entre los motivos para vivir, las “Creencias de supervivencia y afrontamiento” se correlacionan más fuertemente con los otros motivos, un dato que es coherente con estudios previos que sugieren que desempeña un papel central en las creencias y valores que pueden proteger a las personas de la conducta suicida.

Los datos muestran que las personas en crisis suicida presentan perfiles heterogéneos, detectándose una correlación negativa entre las razones para vivir y la tendencia al suicidio.

En cuanto a las relaciones entre las razones para vivir, la principal especificidad detectada es que las “Creencias de Supervivencia y Afrontamiento” y las “Objeciones morales” tienen una importancia relativa menor que la encontrada en otros estudios tanto entre personas no clínicas como entre personas con bajo riesgo suicida no hospitalizadas. Sin embargo, el papel central de las “Creencias de Supervivencia y Afrontamiento” sigue apoyado en pacientes en crisis suicida, por el hecho de que “esta razón es la que más se correlaciona con las demás y es significativamente mayor en los grupos de pacientes con mayor puntuación total y menor historial suicida”.

El grupo con puntuaciones más altas en razones para vivir y con menos intentos previos de suicidio presenta un alto «miedo a la desaprobación social»

Para los autores del presente estudio, la disminución de las “Creencias de Supervivencia y Afrontamiento” y de las “Objeciones Morales” durante una crisis suicida aguda, “puede estar relacionada con la percepción clínica de que un colapso narcisista es el núcleo de la crisis suicida de ciertos pacientes, es decir, que están experimentando una amenaza a su autoestima junto con un fracaso en su regulación emocional y en los recursos de apoyo externos.”

Las bajas “Creencias de supervivencia y afrontamiento” observadas son consistentes con elementos que, de acuerdo con la evidencia, están involucrados en el mecanismo del suicidio, tales como, la autoestima reducida, el pensamiento positivo sobre el futuro, la capacidad de resolver problemas y afrontar situaciones, o el aumento de la desesperanza.

De igual modo, el alto “Miedo a la desaprobación social” es específico del grupo con puntuaciones más altas en razones para vivir y el historial más bajo de intentos de suicidio y hospitalización relacionada con el suicidio. Este hallazgo va en línea con la asociación entre el vínculo social y la reducción de la tendencia suicida, y con el papel clave del apoyo social en la prevención universal del suicidio.

Los hallazgos de este estudio destacan la utilidad clínica de evaluar las razones para vivir durante una crisis suicida

Los autores concluyen poniendo de manifiesto que sus hallazgos destacan la utilidad clínica de evaluar las razones para vivir durante una crisis suicida, y que éstas pueden ser de utilidad para la formulación del caso y pueden aumentar la comunicación terapéutica al conectar al individuo con recursos psicológicos. Evidencian también la necesidad de emprender nuevos estudios longitudinales para evaluar cómo los grupos identificados a través de las razones para vivir pueden dar lugar a trayectorias post-emergencia específicas distintas conectadas a necesidades clínicas concretas, dado que la tendencia al suicidio varía en función de las diferentes tipologías de personas en crisis suicida.

Se puede acceder al artículo completo desde la página Web de Psicothema o bien directamente a través del siguiente enlace:

Razones para vivir durante una crisis suicida: una serie de casos en pacientes suicidas hospitalizados

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