Psicólogos educativos en centros escolares: una necesidad señalada por niños, adolescentes, padres y educadores
23 Abr 2025

Los niños/as, los adolescentes y las familias valoran muy positivamente la figura del/de la psicólogo/a, destacando las dificultades de acceso a esta ayuda profesional debido a los costes, los tiempos de espera y el estigma social. A este respecto, todos los participantes, incluido el personal docente, ponen de relieve la necesidad de contar con la figura del psicólogo/a en los centros educativos. En la misma línea, subrayan la importancia de fomentar la educación emocional en las escuelas y de formar a educadores y familias en la detección y manejo de problemas psicológicos.

Estas son algunas de las conclusiones recogidas en un informe elaborado por el grupo de psicólogos/as investigadores/as del Centro de Investigación de la Infancia y la Adolescencia de la Universidad Miguel Hernández (UMH) y publicado por el Observatorio de la Salud Mental Infanto-Juvenil, a través del cual analizan mediante una aproximación cualitativa, los conocimientos, inquietudes y opiniones sobre la salud mental desde la perspectiva directa de niños y niñas, adolescentes, padres de niños/as y de adolescentes y profesionales de la educación y de la salud mental.

Los datos expuestos en el documento forman parte de la primera oleada del estudio longitudinal EMOChild, que tiene como objetivo analizar de forma amplia y representativa la salud mental de los y las menores de 8 a 16 años, en todo el territorio español y que expondrá medidas sobre hábitos y salud mental a lo largo de varios años.

Psicólogos educativos
Foto: freepik. Diseño: zinkevych/freepik. Descarga: 04/04/25

El propósito del presente informe es servir como una herramienta que impulse la reflexión, el debate y, sobre todo, la toma de decisiones orientadas hacia un cambio real y sostenible. En este sentido, sus autores recuerdan que el abordaje de la salud mental infanto-juvenil requiere «ir más allá de un enfoque exclusivamente clínico o asistencial, adoptando una perspectiva integral y multidimensional». De este modo, afirman, «escuchar y atender las voces de los niños, adolescentes, padres y psicólogos y educadores infanto-juveniles es el primer paso para construir un futuro más saludable, equitativo y prometedor para ellos y para toda la sociedad».

Para tal fin, han contado con una muestra de 187 participantes de diferentes comunidades autónomas españolas (43 niños de 8 a 11 años, 41 adolescentes de 12 a 16 años, 24 padres de niños de 8 a 11 años, 33 padres de adolescentes de 12 a 16 años y 46 profesionales de la educación y de la salud mental), conformada en grupos focales, diseñados para cada perfil de participantes en cada zona geográfica.

Cada uno de los grupos ha tenido una duración de 90 minutos, con investigadores y psicólogos/as expertos/as en salud mental infanto-juvenil como moderadores/as, específicamente formados para garantizar la coherencia en el desarrollo de las sesiones en las distintas regiones.

A lo largo de las sesiones, se han analizado las percepciones, experiencias y propuestas de todos/as los/as participantes sobre el bienestar psicológico infanto-juvenil, cuyos resultados resumimos a continuación:  

Perspectivas sobre la Salud Mental en la Infancia y Adolescencia
  • Los resultados revelan una coincidencia significativa entre los diferentes perfiles (niños/as, adolescentes, padres y profesionales) en cuanto al concepto de salud mental infanto-juvenil, señalando su vinculación con la capacidad de gestionar las emociones, el bienestar personal y la existencia de una red de apoyo social.
  • Los/as niños/as perciben como más comunes en sus compañeros/as los problemas de ansiedad, estrés, frustración, nervios y adicciones a la tecnología, y enumeran como factores causales los problemas familiares, la falta de apoyo emocional y la falta de atención por parte de los padres, así como la autoexigencia (tanto la que se imponen ellos, como la que puede llegar a transmitir la propia familia) entre otros.
  • Los y las adolescentes señalan problemas como la ansiedad, la depresión, los problemas de alimentación y las inseguridades (aspectos que también resaltan padres y profesionales), las preocupaciones, las adicciones y la necesidad de aprobación. En su opinión, los factores que más afectan al bienestar de sus compañeros/as son los conflictos en el aula, los malentendidos, la relación con los padres y con sus iguales, los estudios y la presión social.
  • Para los padres (ya sea de niños o de adolescentes) es clave la relación entre la salud mental y la autoestima, la tolerancia a la frustración y la autonomía emocional.
  • Por su parte, los y las profesionales alertan de que los problemas de salud mental aparecen a edades cada vez más tempranas. Según su experiencia, los problemas psicológicos más comunes en educación primaria incluyen sintomatología depresiva, dependencia de los padres, ansiedad y problemas de adaptación, mientras que, en secundaria, prevalece el acoso escolar, la baja autoestima y la dependencia emocional. Los/as profesionales también observan una gran influencia de las redes sociales, que contribuyen a problemas de atención y dificultades para relacionarse.
  • Consideran que los problemas psicológicos y emocionales durante la infancia y la adolescencia son multifactoriales y requieren un enfoque integral, y que fenómenos como la baja tolerancia a la frustración, «relacionada con la era de la inmediatez y el uso excesivo de tecnologías digitales», están afectando negativamente a la salud mental de los/as más jóvenes.

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El uso de dispositivos electrónicos y redes sociales y su impacto en el bienestar infanto-juvenil
  • Se observan diferencias y similitudes significativas en la percepción de todos/as los/as participantes sobre el uso de dispositivos electrónicos. Para los niños y las niñas, el uso excesivo de dispositivos electrónicos es un desafío importante en su vida diaria, destacando la necesidad de implementar controles parentales para moderar su uso. Valoran la privacidad y la seguridad en el uso digital, algunos incluso afirman que no tener móvil o redes sociales «podría ofrecerles la oportunidad de disfrutar de actividades al aire libre».
  • Los y las adolescentes reconocen que el uso de Internet y las redes sociales puede tener efectos negativos, como la comparación social, el ciberacoso y el acceso a contenidos perjudiciales, y revelan estar más directamente afectados/as por los estándares de belleza y éxito promovidos en plataformas digitales.
  • Por su parte, los padres de niños/as expresan preocupación por el uso intensivo de dispositivos electrónicos, considerando que puede provocar problemas de autoestima, depresión y aislamiento social. Los de adolescentes, además, creen que este uso puede ser un factor de riesgo importante para la salud psicológica, destacando la baja tolerancia a la frustración y la dependencia emocional de los dispositivos.
  • El entorno familiar desempeña un papel crucial en el bienestar emocional y psicológico de niños, niñas y adolescentes. La falta de implicación de los padres, el ritmo de vida acelerado y la sobreprotección son factores que afectan negativamente a los jóvenes. Las familias a menudo delegan la educación en valores a terceros y no proporcionan el apoyo afectivo necesario.
  • Los y las profesionales de la salud mental y la educación reconocen los beneficios del acceso a información y la conexión social que brindan las tecnologías digitales, pero recuerdan que «el uso desmedido de estos dispositivos puede generar una creciente dependencia, afectando las habilidades de atención y las interacciones interpersonales». Coinciden con los padres de adolescentes en señalar el impacto negativo de las redes sociales, reflejado en la presión por mantener una imagen idealizada y en las comparaciones sociales constantes, «factores que contribuyen a la ansiedad y problemas de autoestima» según los estudios.
El acoso escolar: una preocupación compartida
  • El acoso escolar es una preocupación constante para los niños y las niñas, que reconocen su presencia en la vida cotidiana. En caso de presenciar una conducta de este tipo, reconocen que buscan el apoyo de padres y docentes, poniendo de relieve aquí la confianza en las figuras adultas como mediadores en situaciones de conflicto. Sin embargo, en ocasiones, el miedo a represalias por parte de los/as agresores/as puede limitar la disposición de algunos niños y niñas para denunciar.
  • Los/as adolescentes coinciden en que el contacto entre los padres del acosador o acosadora y la víctima puede ser clave para la resolución de conflictos. Para los autores del estudio, esto refleja «un enfoque de intervención que involucra a la familia en la solución de este problema». Sin embargo, los/as adolescentes no consideran eficaces determinadas medidas escolares, como charlas informativas y protocolos establecidos, ni para prevenir ni para abordar el acoso de manera efectiva.
  • Para los padres, el acoso escolar supone también una de las mayores preocupaciones, resaltando la trascendencia de abordarlo tanto en el hogar como en el entorno educativo, siendo importante para ellos la implicación de las familias.  
  • Según los y las profesionales de la salud mental y la educación, el acoso escolar tiene consecuencias devastadoras en la salud psicológica y emocional de los y las adolescentes, impactando en su autoestima, bienestar emocional y habilidades sociales. Factores como el rechazo social y la exclusión de sus compañeros/as, contribuyen a la ansiedad y a la baja autoestima, «creando un ciclo de vulnerabilidad emocional que dificulta aún más las relaciones interpersonales de los y las jóvenes». Los/as profesionales destacan la relevancia aquí de un enfoque integral que involucre tanto a la familia como a la escuela en la intervención.
Autolesiones y tentativas de suicidio en la infancia y adolescencia
  • La mayor parte de los/as adolescentes participantes conocen casos de personas que se autolesionan. Las autolesiones son vistas por ellos como «una respuesta a un malestar psicológico y emocional profundo relacionado con insatisfacción personal, ansiedad, conflictos sociales o problemas familiares, y se asocian con intentos de gestionar el sufrimiento interno o expresar desesperación». Igualmente, vinculan estas conductas con la incapacidad de regular las emociones y que, a veces, pueden provocar «una sensación temporal de alivio«. Consideran el suicidio como una salida desesperada a la «consecuencia extrema del sufrimiento emocional», cuando se siente que no hay otras alternativas. Esta afirmación llama la atención de los autores del informe y evidencia la importancia de un enfoque más integral y educativo para abordar este problema.
  • Los padres están concienciados sobre la necesidad de prestar atención a los signos y síntomas de angustia de sus hijos/as y de brindar cuanto antes el apoyo adecuado. Concretamente, los padres de los/as adolescentes perciben las autolesiones como «intentos de llamar la atención o como conductas imitativas, pero también como una forma de manejar el dolor emocional», una ambivalencia que, para los autores del estudio, sugiere una «comprensión limitada por parte de los padres sobre las complejidades de estos comportamientos».
  • Tanto los/as profesionales de la salud como los de la educación manifiestan que las autolesiones se relacionan con factores emocionales y sociales, y que, si bien pueden estar vinculadas a sintomatología internalizada (por ej., ansiedad y depresión), también pueden cumplir una función social, como una llamada de atención ante situaciones de conflicto emocional. De forma específica, los del ámbito educativo ponen el foco en la falta de preparación en su formación académica para manejar situaciones de urgencia de esta índole, teniendo que aprender las herramientas necesarias a través de la experiencia, la lectura y la observación.
Papel del psicólogo en centros educativos
  • Para los/as profesionales de la salud y de la educación, la figura del psicólogo/a tiene un papel crucial en los centros educativos, para abordar los problemas emocionales y de conducta infanto-juveniles.
  • La mayoría de los/as niños/as tienen una actitud positiva hacia esta figura profesional, y creen que es beneficioso acudir a terapia psicológica «porque ayuda a afrontar problemas, gestionar emociones y encontrar soluciones a situaciones que generan malestar». Mencionan que conocen a niños y niñas de su edad que van al psicólogo, si bien perciben que es un estigma social. Una propuesta recurrente es la de incorporar la figura del psicólogo en el ámbito escolar, sugiriendo la creación de espacios en los que puedan hablar libremente sobre sus problemas y emociones. En su opinión, contar con un/a psicólogo/a en las escuelas ayudaría no solo a los niños con dificultades emocionales, sino también a promover un bienestar general.
  • Recibir ayuda psicológica es visto como algo positivo también por los/as adolescentes, porque ayuda a las personas a solucionar sus problemas y les proporciona recursos personales para superar dificultades. Igualmente, conocen chicos/as de su edad que reciben terapia psicológica.
  • Los padres coinciden en subrayar la necesidad de apoyo psicológico tanto en las escuelas como en la vida cotidiana de los niños y adolescentes y resaltan la importancia de contar con psicólogos educativos que puedan intervenir tempranamente en los problemas emocionales y conductuales de los/as niños/as.
Propuestas de mejora para la promoción de la salud mental infanto-juvenil

Los hallazgos de este estudio confirman un aumento significativo en los problemas psicológicos y emocionales en niños, niñas y adolescentes, un incremento que, a juicio de sus autores, podría estar relacionado con un mayor uso de redes sociales, un aspecto destacado por los padres y que evidencia la necesidad de intervenciones específicas por parte de profesionales de la salud mental. Se observa una preocupación importante por parte de los/as adolescentes ante la presión social y el estrés asociado a las redes sociales, factores que podrían contribuir a conductas autolesivas, pensamientos suicidas, y al aumento en la ansiedad y depresión.

El informe resalta las importantes implicaciones de sus conclusiones para las políticas públicas y la práctica profesional, al ofrecer información esencial para la mejora del bienestar mental de los y las menores. En este sentido, podría ser beneficiosa la implementación de programas educativos sobre salud mental en los centros escolares y garantizar el acceso continuo a apoyo psicológico para los/as jóvenes. Asimismo, es fundamental desarrollar estrategias para contrarrestar los efectos negativos del uso de tecnologías digitales, fomentando un uso más saludable y supervisado de estas herramientas, con el fin de crear un entorno digital más seguro, inclusivo y de apoyo para los y las adolescentes.

Los resultados también avalan la necesidad de involucrar a las familias en programas de educación emocional y psicoeducación, para mejorar la capacidad de los padres a la hora de apoyar a sus hijos e hijas en el desarrollo de habilidades esenciales para una buena salud mental.

Para tal fin, es esencial promover un esfuerzo conjunto entre investigadores, profesionales y responsables de políticas públicas, para desarrollar estrategias efectivas ante los desafíos emergentes.

Se puede acceder al informe completo desde la página web del Observatorio Español de la Salud Mental Infanto-juvenil o bien directamente aquí:

Fuente: Morales, A., Espada, J. P., Piqueras, J. A., Marzo, J. C., Alonso, J. y Orgilés, M. (2024). Tomando el pulso a la salud mental. Una visión desde los niños, adolescentes, padres y educadores. Centro de Investigación de la Infancia y la Adolescencia. Universidad Miguel Hernández

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