Como cada año, ayer 10 de octubre, se celebró el Día Mundial de la Salud Mental, una fecha instaurada en 1992 por la Federación Mundial de Salud Mental (World Federation for Mental Health, WFMH) con el objetivo de concienciar a la sociedad sobre la salud mental y reducir el estigma que la rodea. Este Día Mundial se ha convertido en una plataforma para que los gobiernos, las organizaciones y las personas desarrollen iniciativas que se centren en diversos aspectos de la atención de la salud mental. En este año 2024, bajo el lema “Es hora de priorizar la salud mental en el ámbito laboral” (It’s time to prioritize Mental Health in the Workplace), se pone el foco en la importancia de la salud mental en los entornos profesionales, abogando por lugares de trabajo donde se priorice, proteja y promueva este ámbito de la salud.
Según datos de la OIT (Organización Internacional del Trabajo/International Labour Organization, 2022), el 60% de la población mundial tiene empleo y pasa la mayor parte de su tiempo en el lugar de trabajo. En la misma línea, la ONU (2024) recuerda que estos espacios “son mucho más que simplemente el lugar donde realizamos nuestro trabajo”.
Fuente: freepik. Foto: freepik. Fecha: 08/10/24
En este sentido, la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2024) afirma que tener un trabajo decente es bueno para la salud mental y que todos/as los/as trabajadores/as tienen derecho a un entorno laboral seguro y saludable. Un trabajo decente favorece la buena salud mental, al brindar al personal laboral: un medio de vida; un sentido de confianza, propósito y realización; una oportunidad para establecer relaciones positivas e inclusión en una comunidad; y una plataforma para rutinas estructuradas, entre muchos otros beneficios.
La OMS estima que, en 2019, el 15% de las personas adultas presentaban un problema de salud mental. Para estas personas, el trabajo decente puede contribuir a la recuperación y la inclusión, mejorar la confianza y el funcionamiento social. De hecho, los entornos laborales seguros y saludables no solo son un derecho fundamental, sino que también tienen más probabilidades de minimizar la tensión y los conflictos en el trabajo y mejorar la retención del personal, el desempeño laboral y la productividad.
En el lado contrario, la falta de estructuras y apoyo eficaces en el trabajo, especialmente para quienes viven con problemas de salud mental, puede afectar la capacidad de una persona para disfrutar de su trabajo y hacerlo bien, así como socavar su asistencia al trabajo e incluso, directamente, impedir que pueda acceder a un trabajo.
Cada año se pierden 12 mil millones de días laborales debido a la depresión y la ansiedad, lo que supone un coste de 1 billón de dólares al año en pérdida de productividad
La Organización Mundial de la Salud alerta del impacto significativo que pueden tener sobre la salud mental los entornos laborales deficientes (que incluyen, entre otros factores, discriminación y desigualdad, cargas de trabajo excesivas, poco control del trabajo e inseguridad laboral), así como del alto coste que esto supone. En este sentido, estima que, a nivel mundial, cada año se pierden 12 mil millones de días laborales debido a la depresión y la ansiedad, lo que supone un coste de 1 billón de dólares por año en pérdida de productividad.
Con la irrupción de la pandemia de la COVID-19, se marcó el comienzo de una nueva era de teletrabajo. Desde entonces, los límites entre el hogar y el trabajo se han ido desvaneciendo cada vez más, lo que crea desafíos aún mayores para proteger la salud mental del personal laboral (ONU, 2024).
Riesgos para la salud mental en el trabajo
Tal y como manifiesta la OIT (2023), los trabajadores y las trabajadoras de todo el mundo pueden estar expuestos/as a múltiples riesgos en su puesto de trabajo: desde riesgos biológicos, químicos y físicos, hasta riesgos ergonómicos, psicológicos y sociales.
Concretamente, los riesgos psicológicos y sociales pueden estar relacionados con el contenido del trabajo o el horario de trabajo, las características específicas del lugar de trabajo o las oportunidades de desarrollo profesional, entre otras cosas (OMS, 2024).
Estos riesgos para la salud mental pueden incluir: insuficientes habilidades o falta de habilidades para el trabajo; cargas de trabajo o ritmo de trabajo excesivos, falta de personal; horarios excesivamente prolongados, poco sociales o inflexibles; falta de control sobre el diseño o la carga del trabajo; condiciones físicas de trabajo inseguras o deficientes; cultura institucional que permite conductas negativas; apoyo limitado de los colegas o supervisión autoritaria; violencia, acoso o intimidación; discriminación y exclusión; funciones laborales poco definidas; promoción insuficiente o excesiva; inseguridad laboral, salario inadecuado o poca inversión en el desarrollo profesional; y demandas conflictivas para la conciliación de la vida familiar y laboral.
Asimismo, datos de la Organización Internacional del Trabajo revelan que más de la mitad del personal laboral mundial trabaja en la economía informal (OIT, 2018), donde no existe protección regulatoria para la salud y la seguridad. Estos trabajadores suelen trabajar en entornos laborales inseguros, tienen muchas horas de trabajo, tienen poco o ningún acceso a protección social o financiera y se enfrentan a discriminación, todo lo cual puede socavar la salud mental.
La OMS (2024) advierte de que, aunque los riesgos psicológicos y sociales pueden encontrarse en todos los sectores, hay algunos/as trabajadores/as que tienen más probabilidades de estar expuestos/as a ellos que otros/as, debido a lo que hacen o dónde y cómo trabajan. Así, los trabajadores de la salud, los trabajadores humanitarios o de emergencias, a menudo, tienen trabajos que conllevan un riesgo elevado de exposición a eventos adversos, que pueden afectar negativamente a su salud mental.
Las recesiones económicas o las emergencias humanitarias y de salud pública generan riesgos como pérdida de empleo, inestabilidad financiera, reducción de oportunidades de empleo o aumento del desempleo. El trabajo puede ser un entorno que amplifique problemas más amplios que afectan negativamente la salud mental, incluida la discriminación y la desigualdad basadas en factores como la raza, el sexo, la identidad de género, la orientación sexual, la discapacidad, el origen social, la condición de migrante, la religión o la edad.
Por su parte, las personas con problemas graves de salud mental tienen más probabilidades de ser excluidas del empleo y, cuando sí trabajan, es más probable que experimenten desigualdad en el ámbito laboral. Estar en situación de desempleo también plantea un riesgo para la salud mental: en palabras de la OMS, “el desempleo, la inseguridad laboral y económica y la pérdida reciente del trabajo son factores de riesgo de intentos de suicidio”.
La evidencia destaca los beneficios de prevenir y abordar los factores de riesgo psicológicos y sociales en el ámbito laboral
Es clave, por lo tanto, emprender acciones para prevenir y abordar estos factores de riesgo. Las consecuencias de no prevenir la aparición de tales riesgos y de desatender la salud y el bienestar del personal laboral son múltiples: desde la aparición de síntomas de ansiedad, depresión, insomnio o estrés, hasta el aumento de las bajas laborales y el absentismo, la reducción de la productividad del trabajador y de la organización en general, con pérdidas económicas importantes para esta última (OCU, 2023).
Numerosas investigaciones destacan que una adecuada gestión de los riesgos psicológicos y sociales mejoraría el bienestar y la salud mental y física de las personas trabajadoras, y, a su vez, favorecería su implicación y compromiso en la empresa (OSALAN, 2022). Cuando los empleadores abordan los riesgos para la salud mental de sus trabajadores/as, mejoran la moral, reducen el absentismo e incrementan el compromiso y la productividad de sus trabajadores/as, lo que fortalece sus empresas y nuestras economías (ONU, 2024). Fomentar una cultura de trabajo positiva donde haya colaboración, apoyo y un sentido de equidad, puede ser clave reducir estos riesgos para la salud mental y física (EU-OSHA, 2023; APA, 2023).
A pesar de esta evidencia, UGT viene advirtiendo de que los riesgos psicológicos y sociales son los peor gestionados en las empresas, dado que, “en numerosas ocasiones, no se evalúan ni se aplican medidas preventivas para evitarlos”. De igual modo, los problemas y patologías derivadas de la exposición a estos riesgos, no suelen considerarse como contingencias profesionales, por lo que “apenas se declaran como accidente de trabajo y no se consideran como enfermedad profesional, al no estar incluidas en el listado español”. Para la organización, es trascendental actualizar el Cuadro Español de EEPP para incluir los problemas relacionados con los riesgos psicológicos y sociales, así como redactar una normativa que regule la gestión de dichos riesgos en el entorno laboral en nuestro país (UGT, 2023).
Atendiendo a todo lo anterior, la OMS recoge una serie de medidas eficaces para prevenir los riesgos para la salud mental en el trabajo, proteger y promover la salud mental laboral y apoyar a los trabajadores con problemas de salud mental.
¿Qué medidas se pueden implementar para mejorar la salud mental en el trabajo?
De acuerdo con la OMS (2024), los gobiernos, los empleadores, las organizaciones que representan al personal laboral y a los empleadores, y otras partes interesadas responsables de la salud y la seguridad de los trabajadores y trabajadoras, pueden ayudar a mejorar la salud mental laboral, aplicando diversas medidas, entre ellas, las siguientes:
1. Prevenir los problemas de salud mental relacionados con el trabajo
La prevención de los problemas de salud mental laboral consiste en gestionar los riesgos psicológicos y sociales en el lugar de trabajo. La OMS recomienda que los empleadores lo hagan aplicando intervenciones organizativas dirigidas directamente a las condiciones y entornos de trabajo. Este tipo de intervenciones evalúan y luego mitigan, modifican o eliminan los riesgos laborales para la salud mental. A modo de ejemplo, las intervenciones organizativas incluyen la promoción de modalidades de trabajo flexibles o la aplicación de normativas para abordar la violencia y el acoso en el trabajo.
2. Proteger y promover la salud mental en el trabajo
Para proteger la salud mental, la Organización recomienda:
- Capacitar a responsables y directivos en materia de salud mental, ayudándoles a reconocer y dar una respuesta adecuada a quienes experimentan angustia emocional, comprender cómo los factores estresantes del trabajo afectan a la salud mental y pueden gestionarse, así como a desarrollar habilidades interpersonales como la comunicación abierta y la escucha activa.
- Formar a los trabajadores y trabajadoras en alfabetización y concienciación sobre la salud mental, para mejorar el conocimiento sobre la misma y reducir el estigma que rodea a los problemas de salud mental en el trabajo.
- Intervenciones para dotar a las personas con habilidades para gestionar el estrés y reducir los síntomas de salud mental, incluidas intervenciones psicológicas y sociales y oportunidades de actividad física en el tiempo libre.
3. Apoyo a las personas con problemas de salud mental
Las personas que viven con problemas de salud mental tienen derecho a participar en el trabajo de manera plena y justa. La Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad proporciona un acuerdo internacional para promover los derechos de las personas con discapacidad (incluidas las discapacidades psicosociales), incluso en el trabajo.
La OMS recomienda tres intervenciones para ayudar a las personas con problemas de salud mental a conseguir, mantener y participar en el trabajo:
- Implementar adaptaciones razonables en el trabajo, adaptando los entornos laborales a las capacidades, necesidades y preferencias de un/a trabajador/a con un problema de salud mental. Por ejemplo, concediendo la flexibilidad horaria, otorgando un tiempo adicional para completar las tareas o modificarlas para reducir el estrés, reuniones periódicas de apoyo con los supervisores, etc.
- Programas de reincorporación al trabajo, combinando la atención orientada al trabajo (introducir adaptaciones razonables o la reincorporación gradual al trabajo), con la atención clínica continua, para ayudar a los/as empleados/as a volver al trabajo tras una ausencia asociada a problemas de salud mental, al tiempo que se reducen los síntomas de salud mental.
- Iniciativas de empleo con apoyo ayudan a las personas con problemas graves de salud mental a conseguir un trabajo remunerado y a mantener su tiempo en el trabajo, prestándoles un apoyo continuo en materia de salud mental y profesional.
4. Crear un entorno propicio para el cambio
Para ayudar a mejorar la salud mental laboral, es prioritario que, tanto los gobiernos como los empleadores, en consulta con las principales partes interesadas, desarrollen un entorno propicio para el cambio. Esto significa: fortalecer el liderazgo y el compromiso con la salud mental en el trabajo (por ej., integrando la salud mental en el trabajo en las políticas pertinentes); más inversión en fondos y recursos; fomentar el derecho a participar en el trabajo (alineando las leyes y reglamentos laborales con los instrumentos internacionales de derechos humanos e implementando políticas de no discriminación en el trabajo); integrar la salud mental laboral en todos los sectores; impulsar la participación de los/as trabajadores/as en la toma de decisiones.
No hay salud, sin salud mental
Como bien señala la ONU (2024) con motivo de esta fecha, todos, tanto en el lugar de trabajo como fuera de él, deberían tener los conocimientos y los recursos necesarios para priorizar la salud mental, así como el acceso a servicios de salud mental de calidad sin estigma ni barreras.
En este Día Mundial de la Salud Mental, y todos los días, es fundamental recordar que no hay salud sin salud mental. Es crucial comprometerse a crear y mantener entornos de trabajo seguros y saludables donde las personas puedan prosperar.
REFERENCIAS
- OIT (2018). Mujeres y hombres en la economía informal: un panorama estadístico (tercera edición). Organización Internacional del Trabajo International/Labour Organization, Geneva.
- OIT (2022). World Employment and Social Outlook Trends, 2022. International Labour Organization/Organización Internacional del Trabajo International, Geneva.
- OIT (2023). Implementar un medio ambiente de trabajo seguro y saludable: ¿En qué punto nos encontramos? Organización Internacional del Trabajo. Ginebra.
- OCU (2023, 26 de octubre). Cómo afrontar los problemas laborales. Salud Mental. Organización de Consumidores y Usuarios.
- OMS (2024, 2 de septiembre). La salud mental en el trabajo. Notas descriptivas. Centro de prensa, Organización Mundial de la Salud.
- ONU (2024, 30 de septiembre). Marking World Day, Secretary-General Stresses ‘There is No Health Without Mental Health’, Calls for Safe, Healthy Work Environments Where People Flourish. Meetings Coverage and Press Releases. Organización de las Naciones Unidas.
- OSALAN (2022). Cómo gestionar los riesgos psicosociales en tu empresa/Gida: Nola kudeatu arrisku psikosozialak enpresan. OSALAN-Instituto Vasco de Seguridad y Salud Laborales/Laneko Segurtasun eta Osasunerako Euskal Erakundea.
- UGT (2023, 13 de abril). Los accidentes laborales han acabado con la vida de 114 personas entre enero y febrero de 2023. Agenda y previsiones. Unión General de Trabajadoras y Trabajadores
Para acceder a la Infografía por el Día Mundial de la Salud Mental, pincha aquí: Salud mental en el trabajo