La psicología juega un papel muy relevante en los contextos educativos porque tiene como objetivo evaluar-diagnosticar y prevenir problemas, optimizar el desarrollo de las capacidades de los estudiantes e intervenir cuando surgen problemas. Las escuelas deben incorporar psicólogos educativos para desarrollar actividades de evaluación, prevención e intervención, y deben ser contextos donde promover el bienestar emocional, prevenir problemas psicológicos y de salud mental.
Estas son algunas de las conclusiones recogidas por Mayte Garigordobil, psicóloga experta en el ámbito, en un artículo publicado en la revista Psicothema, a través del cual enfatiza la relevancia de la Psicología Educativa en la prevención y promoción de la salud mental infanto-juvenil, delimitando, a lo largo del mismo, sus funciones en contextos educativos y diferenciándolo de otros roles profesionales. Para tal fin, ha realizado una revisión de la literatura especializada, actualizando sus trabajos previos sobre el tema.
Tal y como señala, si bien la Psicología Educativa ocupa el segundo lugar después de la Psicología Clínica en cuanto a perfiles de actividad profesional, el papel del psicólogo educativo se ha ido diluyendo en las últimas décadas. Aunque en la actualidad los psicólogos y psicólogas forman parte de los departamentos de orientación y otros equipos del sistema educativo, su papel en el sistema educativo se ha ido desdibujando progresivamente, un papel que debería revestir de mayor protagonismo, con énfasis en la prevención de problemas de salud emocional y mental. Para ello, Garaigordobil considera fundamental “delimitar las funciones del psicólogo educativo, diferenciándolas de otros roles profesionales y aclarando la formación de posgrado necesaria para desarrollar dichas funciones”.
¿Qué funciones desempeña el/la Psicólogo/a Educativo/a en el contexto escolar?
De acuerdo con Garaigordobil, el psicólogo educativo es una figura clave en el desarrollo funcional y equilibrado de un centro educativo en todos los niveles (a saber, Educación Infantil, Educación Primaria y Secundaria, Bachillerato y Formación Profesional), siendo su función principal la de atender y promover el desarrollo psicológico, el bienestar psicológico y emocional y la salud mental de todos los agentes del sistema educativo (esto es, estudiantes, familias y docentes).
En este sentido, su trabajo implica dos grandes objetivos: (1) Evaluar y Diagnosticar para ofrecer un análisis psicológico de las diferentes situaciones y problemas; e (2) Intervenir, proponer y desarrollar planes de acción, tanto para prevenir y optimizar el desarrollo de las capacidades de las personas, como para dar respuesta a los problemas detectados.
Son muchas las actividades que realiza con el alumnado, el personal docente y las familias dentro de esta contextualización, entre ellas las siguientes:
- Evaluación psicológica y diagnóstico: los objetivos aquí son: (1) la detección de problemas emocionales, de salud mental y/o de trastornos de la personalidad; (2) la identificación y diagnóstico tempranos de trastornos del desarrollo; (3) el diagnóstico de estudiantes con problemas intelectuales y altas capacidades; (4) el diagnóstico de trastornos de conducta, emociones, problemas de socialización…; (5) la detección de necesidades educativas especiales, problemas y trastornos del aprendizaje; (6) la identificación de situaciones de acoso (presencial y tecnológico); (7) el diagnóstico de adicciones (sustancias, tecnologías…); y (8) la evaluación de parámetros asociados a la elección académica y profesional.
El psicólogo realiza actividades de evaluación psicológica -tanto colectivas como individuales- y de diagnóstico con el alumnado
- Evaluaciones colectivas: en diferentes momentos de la escolarización, el/la profesional de la Psicología Educativa lleva a cabo evaluaciones psicológicas colectivas del alumnado, administrando en grupo una serie de baterías de pruebas para evaluar un amplio conjunto de variables del desarrollo psicológico y académico (por ej., rasgos de personalidad, síntomas psicopatológicos, inteligencia, aptitudes, estrategias de aprendizaje, relaciones sociales, inteligencia emocional, etc.).
- Diagnóstico individual: asimismo, en caso de detectar problemas en evaluaciones colectivas anteriores o si lo demandan la familia y/o el profesorado, se lleva a cabo un diagnóstico individual. El psicólogo realiza entrevistas iniciales (con el alumno o la alumna, su familia y/o el profesorado u otros profesionales) para recabar información precisa sobre los problemas, áreas de funcionamiento adaptativo, entorno sociofamiliar… Para medir con mayor profundidad las variables seleccionadas, en función de los problemas surgidos en las entrevistas administra pruebas psicométricas y otras técnicas de evaluación (observacionales…), formulando, posteriormente, un diagnóstico, conclusiones y recomendaciones con toda la información. Si es necesario, se hacen entrevistas de retorno de diagnóstico y se asesora tanto al estudiante como a la familia y/o docente. Las evaluaciones colectivas y los diagnósticos individuales concluyen con la redacción de informes psicológicos de los resultados obtenidos y propuestas de intervención ante las dificultades detectadas.
Garaigordobil recuerda en su artículo la importancia de que el o la profesional de la Psicología Educativa cuente con un amplio repositorio de instrumentos de evaluación basados en la evidencia científica y “domine adecuadamente sus procedimientos de aplicación, corrección e interpretación”, en aras de una detección y diagnóstico tempranos.
Intervención terapéutica para abordar situaciones problemáticas que ya se han producido
La intervención se define aquí como el conjunto de acciones preventivas y terapéuticas complementarias a la instrucción académica de los docentes en el aula y tiene como objetivo prevenir y optimizar el desarrollo y desempeño escolar y tratar problemas. A través de la intervención terapéutica, se abordan situaciones problemáticas que ya se han producido, centrándose en los alumnos y las alumnas con problemas (emocionales, conductuales, sociales, intelectuales, aprendizaje/rendimiento, salud mental…), o en grupos en situaciones conflictivas (bullying, baja autoestima), identificados en exploraciones diagnósticas previas.
El/la profesional realiza un tratamiento individual, grupal o familiar (tratamientos de primer nivel), con el fin de dar respuesta a las necesidades educativas y psicológicas del alumnado. Dependiendo de la naturaleza y gravedad del diagnóstico, se deriva la intervención a centros especializados y profesionales externos (por e., psicólogos sanitarios, clínicos, forenses, otros servicios de intervención existentes en las redes sociales, como centros de tratamiento de adicciones, problemas de conducta alimentaria…), llevando a cabo un seguimiento de la evolución de estos alumnos y alumnas desde el centro educativo y coordinando los servicios externos y las medidas a adoptar desde el mismo centro.
Intervenciones psicoeducativas
El/la psicólogo/a educativo/a realiza también intervenciones psicoeducativas, basadas en programas existentes, que se seleccionan e implementan, evaluando sus efectos. Estos programas son administrados por el/a psicólogo/a, o puede capacitar a los y las docentes para aplicarlos, o contactar a organizaciones disponibles en la red de servicios especializados para administrarlos.
El artículo distingue tres tipos de programas dentro de la intervención psicoeducativa, según sus objetivos:
- Preventivos, que abordan los factores de riesgo para prevenir la aparición de problemas académicos, emocionales y de salud mental en las diferentes etapas educativas, tales como, fracaso escolar, abandono escolar prematuro, adicciones psicológicas y físicas, violencia (entre iguales, de género, filio-parental…), problemas de adaptación a la escuela, ansiedad, depresión, autolesiones, suicidio, problemas de alimentación, etc.
- Programas de optimización del desarrollo, orientados a la promoción de diferentes factores del desarrollo durante la infancia y la adolescencia, entre otros, el desarrollo psicomotor, el cognitivo, el social, el afectivo-emocional, el desarrollo saludables, etc.
- De orientación académico-vocacional-profesional, cuyo propósito es facilitar esta orientación al alumnado, tras evaluar los parámetros relacionados con su elección profesional académica (inteligencia, personalidad, hábitos de estudio, rendimiento académico, motivaciones, intereses…), aplicando programas de desarrollo vocacional, formación en técnicas de estudio (estrategias de aprendizaje) y mejora del desempeño académico.
¿Cómo trabaja el psicólogo educativo con el profesorado?
Se pueden identificar cinco funciones:
- El psicólogo suele solicitar en primer lugar la información a los/as docentes y, posteriormente, les informa (con las debidas garantías de confidencialidad), de los resultados del diagnóstico individual y colectivo del alumnado, para que puedan ayudarles de forma más efectiva.
- El/la profesional colabora en el análisis de situaciones escolares problemáticas y sus soluciones (por ej., problemas de conducta, desmotivación, conductas disruptivas, alteraciones emocionales…), en temas relacionados con la función docente (comprensión de la enseñanza-aprendizaje, dinámicas de grupo y técnicas de comunicación…), en la atención a la diversidad (inmigrantes, alumnos con necesidades educativas especiales, con altas capacidades…), etc.
- Formar docentes mediante la organización de cursos de formación y conferencias, enseñándoles los programas de intervención que se implementarán, capacitándoles en los temas que les interesa o en el desarrollo de habilidades para la detección temprana de problemas de salud mental incipientes en sus alumnos (indicadores de observación).
- Apoyar emocionalmente al personal docente para promover su bienestar emocional y su salud mental. Cuidar y apoyar psicológicamente al profesorado es crucial. Es importante ayudarles a gestionar las presiones y dificultades asociadas con sus funciones docentes y a mantener su salud mental y bienestar. Así, este servicio es esencial para prevenir y minimizar problemas como el síndrome de burnout (generado por el agotamiento y el estrés profesional), los efectos negativos de la Covid-19, entre otros.
- Realizar investigaciones, en colaboración con los/as docentes, sobre temas relacionados con la Psicología de la Educación.
¿Qué acciones se llevan a cabo con la familia?
Se pueden identificar tres funciones:
- Proporcionar a la familia información diagnóstica sobre los resultados de las evaluaciones realizadas a sus hijos/as y asesorarla sobre cómo gestionar situaciones problemáticas que puedan estar dándose (por ej., pérdida de seres queridos, divorcio, fracaso escolar, anorexia, adicciones, violencia, trastornos del sueño, trastornos alimentarios, trastornos de conducta…)
- Formación a las familias en temas de interés, para optimizar el desarrollo evolutivo de sus hijos y sobre problemas de aparición en la infancia y la adolescencia.
- Intervenciones terapéuticas de primer nivel con el grupo familiar para ayudar en la resolución de conflictos y/o derivación a profesionales externos (en función de la gravedad de la situación) y seguimiento/coordinación desde el centro escolar.
Incorporar más psicólogos/as en todos los centros educativos y crear un posgrado en Psicología Educativa, recomendaciones necesarias
A pesar del relevante papel que desempeñan los psicólogos educativos, Garaigordobil alerta de que en los centros escolar españoles, “existe un déficit importante en la atención psicológica del alumnado y en el apoyo y asesoramiento al profesorado y a las familias”. A esto se añade, la presencia de problemas complejos en las aulas (especialmente, los relacionados con la conducta, las emociones y la salud mental), que ponen de relieve la necesidad de “contar con un profesional especializado con conocimientos y habilidades para desarrollar las funciones antes mencionadas”.
Ante esto, recomienda lo siguiente: (1) delimitar las funciones del psicopedagogo, y distinguirlas de otras funciones profesionales complementarias (especialistas en pedagogía terapéutica, orientadores…); (2) incorporar más psicólogos y psicólogas en todos los centros educativos, con especialización en las diferentes etapas, altamente capacitados en salud mental, con las competencias necesarias para promover el bienestar emocional y la salud mental en toda la comunidad educativa, con una ratio aceptable de alumnos (1 psicólogo/a por cada 250 estudiantes, como indica la UNESCO), lo que permitiría el desempeño realista de sus funciones en colaboración con otros profesionales (profesores, orientadores, psicólogos sanitarios, clínicos…); y (3) crear un posgrado en psicología educativa, un itinerario formativo específico enmarcado dentro del Espacio Europeo de Educación Superior, que capacitaría a los estudiantes para ejercer la profesión.
El contexto educativo es clave para promover la salud mental
El artículo subraya el rol clave que tienen los centros educativos en la prevención de problemas de salud mental y la promoción de la salud mental, al ser el contexto natural donde los niños pasan un tiempo considerable hasta los 16 años.
Teniendo en cuenta los datos que advierten de la presencia en un alto porcentaje del alumnado de problemas como ansiedad, depresión, trastornos de conducta, trastornos de alimentación, autolesiones, e incluso ideas suicidas, y que, de no intervenir, estos problemas pueden continuar hasta la adolescencia y la edad adulta, Garaigordobil insiste en la relevancia del entorno escolar a la hora de detectar signos tempranos de problemas de salud mental y brindar una intervención temprana y oportuna, siendo esencial aquí la figura del psicólogo educativo.
Asimismo, insiste en la trascendencia de dejar de centrar las intervenciones psicológicas únicamente en la mera reducción de síntomas psicopatológicos en contextos clínico-asistenciales, y de promover habilidades específicas y competencias socioemocionales dentro de un modelo de desarrollo positivo basado en capacidades y fortalezas.
De los problemas observados en los centros educativos, estrechamente vinculados con la salud mental, el artículo recoge a modo de ejemplo, el bullying/ciberbullying y la depresión infanto-juvenil, dada “su relevante prevalencia en las aulas, sus graves consecuencias para el desarrollo y la salud mental y el importante riesgo de suicidio que implican”.
El bullying y el ciberbullying: problemas frecuentes en las aulas que conllevan graves consecuencias para las víctimas, tanto a corto como a largo plazo
El bullying y el ciberbullying son problemas muy frecuentes en todas las escuelas. De hecho, un estudio llevado a cabo por la ONG Internacional Bullying sin Fronteras (2020-2021) alerta de que, en nuestro país, 7 de cada 10 niños sufren a diario alguna conducta de bullying-ciberbullying y que los casos de bullying van en aumento; según alerta esta ONG, España encabeza la lista europea de casos.
Numerosos estudios evidencian sus graves consecuencias para todos y todas los/as implicados/as en la situación de acoso, si bien los efectos más graves los sufren las víctimas, pudiendo llevar en casos extremos al suicidio. De hecho, el acoso escolar “es uno de los principales motivos de suicidio infantil y adolescente”.
Algunos de los múltiples problemas que desarrollan son: académicos (problemas de rendimiento, fracaso escolar, abandono escolar…); emocionales (inseguridad, sentimientos de soledad, infelicidad, baja autoestima, miedo, culpa, vergüenza, enfado, etc.); psicológicos y sociales (aislamiento social y algunos pueden desarrollar fobia social); físicos (hematomas y heridas, pudiendo sufrir lesiones físicas graves o incluso la muerte como consecuencia de los golpes sufridos); psicopatológicos (problemas psicosomáticos, continuos dolores de cabeza, dolores de estómago, etc., “porque las tensiones que padecen se transforman en problemas físicos”; estrés postraumático, trastornos del sueño, trastornos de la alimentación, problemas de conducta, consumo de alcohol y drogas, dependencia y/o adicción a las tecnologías, ansiedad intensa, síntomas depresivos, etc.; en muchos casos tienen ideación suicida y “cada año, algunos de ellos se suicidan”).
Es necesaria la detección, prevención e intervención dirigidos a erradicar el acoso escolar y apoyar la salud mental y el bienestar
Si bien todas estas consecuencias tienen lugar mientras las víctimas sufren el acoso, en la mayoría de los casos, persisten durante toda su vida.
Por su parte, los/as agresores/as también corren un mayor riesgo de sufrir inadaptación psicosocial y trastornos psicopatológicos en la adolescencia y la vida adulta, en comparación con aquellos/as estudiantes que no se ven involucrados en situaciones de acoso.
Dado lo expuesto, Gargaigordobil incide en la importancia de que la detección, prevención e intervención orientados a erradicar el acoso escolar y a apoyar el bienestar emocional y la salud mental, recogiendo en su artículo ejemplos de herramientas de evaluación y de estrategias de intervención preventiva en los centros escolares.
Depresión en la infancia y la adolescencia, un problema que puede pasar desapercibido en la escuela
De acuerdo con la autora, este problema “pasa muy desapercibido en la escuela”, si bien numerosos estudios alertan sobre su elevada prevalencia en edades tempranas: aproximadamente, entre el 4% de los/as estudiantes de 8 a 12 años y el 6,5% de los y las adolescentes. Asimismo, resulta preocupante que la aparición de trastornos depresivos mayores se produzca entre los 11 y 12 años, y la de síntomas depresivos menos graves se observe ya a los 7-8 años.
Con relación a sus consecuencias, los trastornos emocionales en la infancia y la adolescencia impactan en el desarrollo cognitivo, emocional, somático y conductual del o la menor, y suelen conllevar otros efectos negativos como problemas de rendimiento escolar, en las relaciones familiares y sociales, problemas de salud e intentos de suicidio o suicidio consumado (a este respecto, recuerda el importante riesgo de suicidio que conlleva la depresión que, según datos de la OMS, constituye la principal causa de muerte no natural entre los 10-24 años).
Los estudios revelan que las personas que presentan síntomas depresivos a una edad temprana tienen muy probabilidades de sufrir depresión y otras patologías mentales en la edad adulta, lo que enfatiza la necesidad de detectar de forma precoz los síntomas depresivos, siendo el contexto educativo el ideal para detectarlos e intervenir cuando aparecen los primeros síntomas, existiendo numerosos instrumentos de evaluación para ello.
Es fundamental la detección precoz así como la incorporación en el ámbito escolar y familiar de programas preventivos para los trastornos emocionales en la infancia y la adolescencia
Igualmente, ponen de manifiesto la necesidad de incorporar programas preventivos de los trastornos emocionales en la infancia y la adolescencia en el ámbito escolar y familiar, existiendo en este sentido, programas específicos para la prevención de la depresión infantil y adolescente, validados experimentalmente, que incluyen actividades para afrontar las emociones negativas y pensamientos irracionales…, desarrollar habilidades sociales, autoestima, resiliencia…, aprender estrategias de afrontamiento de problemas, ansiedad, pensamientos y sentimientos depresivos…).
El artículo concluye insistiendo en la importancia de que los centros educativos sean contextos en los que se promueva el bienestar emocional y se prevengan problemas psicológicos y de salud mental del alumnado, sus familias y docentes; se detecten problemas incipientes y se intervenga precozmente en colaboración con otros profesionales externos (por ej., psicólogos clínicos, centros de tratamiento de problemas relacionados con la salud mental, etc.); y no generen estrés e infelicidad en algunos estudiantes.
Para tal fin, Garaigordobil incide, nuevamente, en la necesidad de contar con psicólogos/as educativos/as y crear un posgrado en psicología educativa que brinde la formación necesaria para esta desempeñar de forma eficazmente sus funciones.
Sin embargo, recuerda, “para que las escuelas puedan incorporar psicólogos educativos a su personal para desarrollar actividades de evaluación, prevención e intervención basadas en evidencia”, se requiere una mayor inversión en salud mental infanto-juvenil por parte de los gobiernos, porque “el coste de promover la resiliencia, la prevención y la intervención temprana en niños y adolescentes con problemas de salud mental, conductuales o de desarrollo neurológico, es significativamente menor que el coste de tratar estos problemas en jóvenes y adolescentes y en la edad adulta”.
Se puede acceder al artículo desde la página Web de Psicothema o bien directamente aquí:
Educational Psychology: the key to prevention and child-adolescent mental health