Políticas eficaces para mejorar la salud mental
12 Jun 2024

Todas las políticas gubernamentales, desde el transporte y la vivienda, hasta la sanidad, la seguridad social y el medio ambiente, afectan a nuestra salud mental, para bien o para mal. Sin embargo, todas estas políticas, suelen formularse sin tener debidamente en cuenta cómo podrían dañar o bien mejorar el bienestar de la población.

Así lo afirma el Centro para la Salud Mental de Reino Unido (Centre for Mental Health) en un informe a través del cual recoge una serie de recomendaciones orientadas a establecer políticas eficaces para mejorar la salud mental, instando a que las propuestas de políticas se evalúen en función de su posible impacto en la salud mental de las personas antes de implementarse y así garantizar un impacto neto positivo de todas las políticas en materia de salud mental.

De acuerdo con el documento, las evaluaciones de políticas y las evaluaciones de impacto se utilizan ampliamente en los gobiernos locales, regionales y nacionales para mejorar la producción legislativa y la toma de decisiones. A este respecto, destaca que las evaluaciones de políticas se vinculan a impactos positivos en la salud y pueden evitar políticas perjudiciales para las personas con problemas de salud mental. Por su parte, las evaluaciones de impacto en la salud “no tienen plenamente en cuenta la salud mental, debido a una falta continua de paridad de estima”. Al priorizar la salud mental, se abordan debidamente estos problemas y se producen mejoras consiguientes en la salud física.

Políticas para mejorar la salud mental

Fuente: freepik. Foto: freepik. Fecha: 10/06/24

Impacto de los problemas de salud mental

Atendiendo a lo expuesto, el Centro de Salud Mental pide en su informe que se lleve a cabo una evaluación de políticas intergubernamental, integrada en el proceso de establecimiento de políticas en todos los departamentos gubernamentales. Para que esto sea eficaz, “debe ser sostenible y transparente”. Si bien el documento está contextualizado en Reino Unido, algunas de sus principales recomendaciones pueden aplicarse al contexto español.

Según recogen los autores, los problemas de salud mental representan el 21,3 % de la carga de morbilidad en Reino Unido y son la causa más común de discapacidad en este país. Esto se ha visto exacerbado tras la COVID-19, “cuando el número de personas con depresión diagnosticable se duplicó a principios de 2021”.

Las personas con desventajas acumuladas, como aquellas pertenecientes a comunidades racializadas y las personas con discapacidad, tienen un mayor riesgo de desarrollar problemas de salud mental. Asimismo, existe un ‘vínculo intrínseco’ entre la salud mental y la física, ya que las personas con problemas de salud mental graves fallecen hasta 20 años antes de la esperanza de vida nacional y las enfermedades crónicas constituyen un factor de riesgo importante para la mala salud mental. Aunque no existe una única causa de la mala salud mental, advierten, “gran parte del reciente deterioro del bienestar mental se puede atribuir a la creciente desigualdad social y económica”.

La mala salud mental tiene un coste significativo para la economía

Además de una mayor presión sobre los servicios de salud y el empeoramiento general de la salud de la población, la mala salud mental tiene un coste significativo para la economía. Según un análisis reciente del Centre for Mental Health, la mala salud mental le cuesta a la sociedad y a la economía 300.000 millones de libras esterlinas al año. Asimismo, el estrés, la depresión y la ansiedad contribuyen a un total de 17,1 millones de días laborales perdidos en el Reino Unido (ONS, 2022), lo que lo convierte estos problemas en los mayores contribuyentes al absentismo laboral del país.

De igual modo, la mala salud mental puede tener impactos significativos a largo plazo: los niños y las niñas tienen un peor desempeño en la escuela, las personas tienen más probabilidades de enfrentarse al desempleo y las personas mayores sufren una peor calidad de vida.

Los autores ponen de relieve el creciente énfasis en la salud mental como ‘un bien colectivo’. En este modelo, “la mala salud mental es, con frecuencia, consecuencia de la desigualdad y la injusticia social”. Como tal, consideran necesario que el Gobierno actúe de manera estructurada y coordinada para aliviar la carga de salud mental en las personas, las comunidades y los sistemas nacionales (como el Sistema Nacional de Salud). De hecho, la mala salud mental es “responsabilidad de todos los sectores de la sociedad”. Además, afirman, al mejorar el bienestar, “todos los sectores de la sociedad se beneficiarán; la salud de todos influye directamente en la prosperidad de todos los demás”.

Un enfoque de salud pública para la salud mental

En última instancia, afirman, “las políticas públicas pueden tratar de impulsar los factores de protección que permiten a las personas disfrutar de una buena salud mental y reducir los factores de riesgo para nuestra salud mental”.

Según recoge el informe, la salud pública es el proceso de prevención de enfermedades y de promoción del bienestar mediante los esfuerzos organizados de los gobiernos locales, regionales y centrales. Los recortes presupuestarios reducen la capacidad de salud pública y realizarlos constituye “una falsa economía”, puesto que las medidas de salud pública preventivas son una de las formas más rentables de satisfacer las demandas relacionadas con la salud. Por el contrario, las medidas de austeridad son, en última instancia, más caras, ya que posponen el precio hasta tener que realizar una intervención posterior, más costosa. Así, si se aborda la atención sanitaria desde una perspectiva reactiva, “la demanda de servicios seguirá superando la capacidad del gobierno para prestarlos”.

Sin embargo, pese a la evidencia que apunta a los efectos de determinantes más amplios sobre la salud mental, y aunque existe una fuerte relación entre un mejor bienestar mental y otros resultados deseables (por ej., una mejor salud física, mejores resultados educativos y menores tasas de criminalidad), sigue habiendo resistencia a considerar estos factores en la formulación de políticas.

Es clave tratar la salud mental como un activo que hay que reforzar y proteger, en lugar de como un problema a resolver

Para superar este problema, los autores consideran fundamental tratar la salud mental “como un activo que hay que reforzar y proteger, en lugar de un problema que hay que resolver”. Una forma sencilla y rentable de hacerlo es implementar una evaluación de bienestar en todas las políticas futuras. Esto no solo aliviará la carga de salud mental, sino que ayudará a lograr una amplia gama de objetivos de políticas, como reducir las listas de espera del SNS, aumentar el acceso a empleos bien remunerados o reducir la pobreza, entre otros.

Las evaluaciones de políticas -definidas como el proceso de evaluar los posibles impactos de las políticas futuras-, deberían convertirse en una parte integral del proceso de elaboración de políticas. Para ello, los funcionarios públicos y los encargados de la toma de decisiones deben reunirse, proporcionar y seleccionar evidencia y debatir cuáles podrían ser los efectos probables de las políticas propuestas. Esta evidencia puede obtenerse de políticas similares propuestas a nivel local o internacional. Alternativamente, podría provenir de las perspectivas de las partes interesadas potenciales. Lo ideal aquí sería que solo se implementaran políticas con impactos positivos en la salud mental. Una vez que se recopila esta información, debería ponerse a disposición del público, de modo que las agencias gubernamentales puedan rendir cuentas por sus impactos en la salud mental.

Para la implementación exitosa de una evaluación de políticas de salud mental es fundamental la transparencia, dado que ayuda a garantizar la calidad y la eficiencia de la evaluación de políticas y evita que se convierta en un ejercicio de “ir marcando casillas”.

Todas las políticas tienen repercusiones en la salud mental

Cabe señalar que todas las políticas tienen repercusiones en la salud mental. Las decisiones que se toman en todos los niveles de gobierno y en todos los departamentos contribuyen a la salud mental de la población para bien o para mal. Por ejemplo, las políticas de transporte afectan al acceso de las personas a los espacios verdes y a sus centros comunitarios y las políticas económicas afectan a la capacidad de las personas para costear los bienes esenciales de la vida.

El Centro para la Salud Mental recuerda que las políticas “pueden tener un impacto positivo o negativo, pero no pueden no tener ningún impacto«. Por lo tanto, una evaluación de políticas en salud mental no consiste solo en identificar qué políticas afectan en este ámbito de la salud, sino cuáles de ellas tienen impactos positivos, fomentando que cada política sea lo más beneficiosa posible y utilizando esta información para diseñar políticas de salud mental en el futuro.

Evaluaciones de impacto

Las evaluaciones de impacto son herramientas que se pueden utilizar antes o después de la implementación de una nueva política y proporcionan un excelente marco para la evaluación de políticas previa a la implementación. Las evaluaciones de impacto en la salud se utilizan para evaluar el impacto de las decisiones políticas en los resultados relacionados con la salud. No obstante, aunque son muy innovadoras y eficaces, y sus resultados son positivos, estas herramientas están infrautilizadas.

Así, las pruebas de políticas y las evaluaciones de impacto pueden utilizarse sistemáticamente en beneficio de la salud de las personas (incluida la salud mental) y esta utilidad no se limita a las decisiones relacionadas con la salud: la toma de decisiones sobre muchas cuestiones (como el transporte, la vivienda y la seguridad social) puede basarse en las evaluaciones de impacto en la salud, puesto que cada una de estas decisiones tendrá impactos en la salud pública.

Sin embargo, el informe explica que, a pesar de su utilidad, estas herramientas a menudo no satisfacen las necesidades de salud mental, debido a la falta de paridad de estima entre el bienestar físico y mental. Para compensarla, se desarrollan evaluaciones de impacto en la salud mental. Se las considera eficaces para mejorar los impactos de las políticas en la salud mental.

Recomendaciones para una evaluación del impacto eficaz

A modo de resumen, para garantizar que una evaluación del impacto en la salud mental sea “buena”, el Centro para la Salud Mental recuerda que debe ser:

  • Sostenible, facilitando una acumulación de conocimientos a largo plazo que pueda mejorar la concienciación sobre la salud mental.
  • Longitudinal, teniendo en cuenta tanto los impactos inmediatos como a largo plazo de las políticas prospectivas.
  • Colaborativa, incluyendo a la mayor cantidad posible de partes interesadas, y garantizar una amplitud de perspectivas que incluya a expertos con experiencia.
  • Transparente, proporcionando un foro público ante el cual los departamentos gubernamentales puedan rendir cuentas.

El informe incluye una sección donde analiza algunos ejemplos clave de evaluaciones de políticas en el gobierno local y nacional.

¿Cómo funcionan las evaluaciones de impacto en el bienestar mental?

El objetivo de una evaluación de impacto en el bienestar mental es mejorar el bienestar a través de procesos de puesta en marcha, diseño y prestación de proyectos y servicios y participación de la comunidad. La finalidad es aumentar el impacto positivo y disminuir el negativo de las políticas sobre la salud mental.

De este modo, se pretende ‘desviar la atención política’ de las consecuencias de la mala salud mental y dirigirla hacia la causa -o causas- de la misma. Un componente clave de la herramienta es que sus usuarios desarrollen una “comprensión compartida y coherente del bienestar mental, con una variedad de partes interesadas”.

La evaluación de impacto de salud mental funciona según un proceso de varios pasos que recoge el informe. Tal y como afirman sus autores, una de sus principales ventajas es que “crea una sólida base de evidencia a partir de la cual se pueden fundamentar las decisiones políticas futuras”. Además, hay muchos recursos disponibles en el conjunto de herramientas que pueden ayudar a agilizar y facilitar el proceso.

Los beneficios de las herramientas de las evaluaciones de impacto en el bienestar mental, especialmente la detección, son múltiples, destacando, entre ellos, los beneficios sobre la salud física, mental y sobre diversas desigualdades sociales, así como su bajo coste económico y de recursos.

El resultado de las evaluaciones de impacto de múltiples factores son recomendaciones de políticas tangibles, que también inciden en cuestiones como el empleo, la educación, la vivienda, el crimen y la salud física y mental.

De forma específica, la evidencia existente destaca que las decisiones tomadas por las evaluaciones de impacto de múltiples factores se implementan con éxito y que esto resulta en un impacto positivo mensurable para la salud mental de las personas, mejorando a su vez la comprensión de la salud mental entre quienes emprenden el proceso, lo que da como resultado “una priorización innata de la salud mental”.

El proceso de evaluación de impacto de la salud mental da como resultado el fortalecimiento del trabajo entre múltiples departamentos, lo cual “es esencial para un enfoque intergubernamental de la salud mental”. Asimismo, estas evaluaciones no impiden a los responsables de las decisiones políticas el seguir su propia agenda política, solo garantizan que se tenga en cuenta la salud mental al hacerlo.

Existe evidencia a favor del uso de una evaluación de políticas de salud mental y sus efectos positivos

Para facilitar la implementación y la realización de evaluaciones de políticas, el documento resume los hallazgos de la literatura académica sobre los éxitos y fracasos de las evaluaciones de impacto. En primer lugar, las evaluaciones de políticas exitosas deben ser sostenibles, haciendo uso de habilidades y recursos que ya están disponibles en los departamentos gubernamentales

Existen sólidos argumentos a favor del uso de una evaluación de políticas de salud mental y su papel clave en la toma de decisiones. Esto genera efectos positivos en la salud mental y evita posibles riesgos. Por el contrario, ejemplos anteriores muestran también que, en ausencia de evaluaciones de políticas, los Gobiernos aplican políticas que son perjudiciales para el bienestar de la población e incluso exacerban los problemas de salud mental.

Este informe muestra que la evaluación del impacto en el bienestar mental podría servir como marco para una prueba de políticas de salud mental transparente y coproducida. Demuestra que el proceso de selección es, en sí mismo, una herramienta eficiente en términos de tiempo y recursos para la evaluación de políticas, y proporciona orientación sobre cómo implementarla con éxito.

Los autores manifiestan que esta propuesta debería tener un coste mínimo para el gobierno central, «ya que aprovecha la infraestructura existente y los recursos disponibles de forma gratuita«. Si bien el mayor coste es el del tiempo, «se minimizaría con la acumulación de conocimientos institucionales a medida que se realicen más pruebas de políticas de salud mental«.

Para incorporar esta propuesta y garantizar su aplicación a largo plazo, puede ser necesaria una legislación, con una normativa propia o incluida dentro de una Ley de Salud Mental. Para el Centro para la Salud Mental de Reino Unido esto puede derivar en «un cambio real en la forma en que se formulan las políticas y sus impactos duraderos en las vidas de millones de personas en todo el país«.

Se puede acceder al informe completo desde la página Web del Center for Mental Health o bien directamente aquí:

Policies for better mental health the case for a mental health policy test

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