Pautas para abordar el duelo en el centro educativo
14 Sep 2023

Los centros educativos deben afrontar el reto de incorporar la reflexión sobre la muerte, con distinto gradiente e intensidad; dependiendo de la edad de los alumnos y alumnas, de su capacidad para capturar cognitiva y emocionalmente el mundo que le rodea, las relaciones entre sus elementos, y las consecuencias de éstas. La idea pasa, debe pasar por vehicular la reflexión sosegada y planificada, y, con ello, el crecimiento sensible, la comprensión del poliédrico fenómeno y sus múltiples caras, y su comprensión como un proceso más de la vida que vivimos cada día. En cualquier caso, se trata de hechos que afectan de manera significativa a la comunidad educativa en su conjunto y, dependiendo de las circunstancias, de forma dramática a alguno de sus colectivos.

Así lo afirma una guía editada por la Subdirección General de Inspección Educativa de la Comunidad de Madrid, y elaborada por su equipo de Apoyo Socioemocional de la Unidad de Convivencia y contra el acoso escolar, de la mano de José Antonio Luengo Latorre (psicólogo sanitario y experto en Psicología Educativa y de la Actividad Física y del Deporte y vicepresidente primero del COP) y Raquel Yébenes (pedagoga y orientadora escolar).

Pautas duelo centro educativo
En la gestión del duelo en los centros y comunidades educativas es esencial considerar previamente una serie de variables

El documento recoge una serie de recomendaciones en torno a los pasos a desarrollar en la gestión del duelo en los centros y comunidades educativas, variando el grado de impacto y el tipo y naturaleza de dichas actuaciones en función de cada situación.

Así, tal y como señalan sus autores, en la gestión de las situaciones de duelo es esencial considerar una serie de variables a la hora de desarrollar cualquier actuación, entre ellas, las siguientes: persona que fallece (alumnado/profesorado/padres/familiares); edad de la misma; arraigo en el centro/comunidad educativa; naturaleza, causas y características del fallecimiento; previsibilidad/imprevisibilidad del fallecimiento; posición/opinión/criterio de la familia; tipología y carácter propio del centro educativo; y, la más importante, el criterio temporal (momento en que se ha conocido la noticia).

De acuerdo con la guía, las actuaciones iniciales deben marcar la pauta esencial de intervención, “siendo de gran importancia para el proceso en su conjunto”. La planificación e implementación de la intervención, recuerda, debe “cuidarse con esmero, siempre en un marco de flexibilidad y atendiendo singularmente las necesidades emocionales de las personas”.

Si bien el documento presenta un proceso integrado y planificado con carácter general, en alguno de los apartados o puntos tratados se concretan de forma específica ideas u orientaciones para las situaciones más habituales o las que más impacto generan en las comunidades y centros educativos, como pueden ser las circunstancias que rodean al fallecimiento de alumnos/as.

El proceso de intervención desde el centro educativo se estructura en tres fases

A lo largo de sus páginas, la guía estructura el proceso de intervención en tres fases:

  • Fase de emergencia: el primer día/los primeros días tras el impacto, es conveniente flexibilizar las actividades ordinarias según el nivel de impacto de los grupos, teniendo especial consideración con los grupos más afectados, y valorar la suspensión, en señal de duelo, de cualquier acto extraordinario que tuviera programado el centro. En este punto, se recogen una serie de pautas de actuación del equipo directivo con toda la comunidad educativa, del equipo interno con el claustro y profesorado especialmente afectado, del profesorado y tutores con sus grupos de alumnos, y del equipo interno con las familias.
  • Fase de mantenimiento: pasados los primeros días (por ej., la primera semana), la guía recomienda volver cuanto antes a los ritmos y rutinas ordinarias, pero siempre con flexibilidad, “sin actuar precipitadamente o con acciones que puedan suponer interpretaciones de desafección”. Es conveniente y necesaria la vuelta a las rutinas, mostrando en todo momento disponibilidad y cercanía “y sin dejar de observar su día a día desde la perspectiva emocional y relacional”. En este punto, los autores indican que los pasos que se desarrollen deben tener siempre en cuenta la diversidad, especialmente del alumnado: “no todos los miembros de la comunidad educativa disponen de los mismos recursos para gestionar el duelo ni van a experimentar las mismas sensaciones ni vivir la ausencia de manera similar”.
  • Fase de reorganización (pasado el primer mes aproximadamente) el documento considera clave aquí recordar que, a pesar del paso del tiempo, el duelo formará parte de la vida del centro y de un buen número de personas de la comunidad educativa durante un tiempo, especialmente, en grupos de alumnos y alumnos específicos (aquellos que tuvieran una especial relación y amistad con la persona fallecida).
La guía incorpora un apartado específico para casos en los que el fallecimiento sea debido a una conducta suicida

El documento finaliza recogiendo consideraciones específicas derivadas del fallecimiento por conducta suicida y una serie de materiales que pueden ser de interés para la prevención del suicidio.

La guía completa se encuentra disponible en la página Web de la Subdirección General de Inspección Educativa o bien directamente aquí:

Luengo Latorre, J.A. y Yévenes Retuerto, R. (2023). El Duelo en el centro educativo. Actuaciones ante el fallecimiento de un miembro de la comunidad educativa. Viceconsejería de Organización Educativa Subdirección General de Inspección Educativa Equipo de Apoyo Socioemocional (Unidad de Convivencia y contra el acoso escolar)

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