De hecho, el uso nocivo del alcohol es uno de los principales factores de riesgo para la salud de la población en todo el mundo y tiene un impacto directo en muchos objetivos relacionados con la salud de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), incluidos los de salud maternoinfantil, enfermedades infecciosas (VIH, virus hepatitis, tuberculosis), enfermedades no transmisibles y salud mental, lesiones e intoxicaciones. El consumo de alcohol per cápita por año en litros de alcohol puro, es uno de los dos indicadores de la meta de salud ODS 3.5: «Fortalecer la prevención y el tratamiento del abuso de sustancias, incluido el abuso de estupefacientes y el uso nocivo del alcohol». A continuación, resumimos algunas de las conclusiones principales del informe: El alcohol a menudo se consume antes, junto con, o después de otro uso de sustancias psicoactivas, y la comorbilidad de la dependencia del alcohol y el tabaco es fuerte y está evidenciada. Las políticas, estrategias e intervenciones de salud pública deberían tener en cuenta la frecuente asociación del consumo de alcohol con el uso de otras sustancias psicoactivas, especialmente con los opiáceos y las benzodiazepinas (para la prevención de las muertes por sobredosis), y con el cannabis (para la seguridad vial). Alrededor de 2,3 mil millones de personas son bebedores actuales. El alcohol es consumido por más de la mitad de la población en solo tres regiones de la OMS: América, Europa y el Pacífico occidental. El consumo total de alcohol per cápita en la población mundial mayor de 15 años aumentó de 2010 a 2016, manteniéndose estable desde entonces. Se observan los niveles más altos de consumo de alcohol per cápita en los países de la Región Europea de la OMS. Una cuarta parte (25,5%) de todo el alcohol consumido en el mundo es alcohol no registrado, es decir, alcohol no incluido en las estadísticas oficiales sobre impuestos o ventas de alcohol, ya que generalmente se produce, distribuye y vende fuera de los canales formales que se encuentran bajo control gubernamental. A nivel mundial, el 44,8% del alcohol total registrado se consume en forma de bebidas espirituosas. El segundo tipo de bebida más consumida es la cerveza (34.3%), seguida del vino (11.7%). Desde 2010, solo se han producido cambios menores en las preferencias de bebidas. Los mayores cambios tuvieron lugar en Europa, donde la proporción del consumo total registrado de bebidas espirituosas disminuyó en un 3%, mientras que la del vino y la cerveza aumentó. La prevalencia de consumo episódico intenso ha disminuido globalmente entre la población total, pasando del 22,6% en 2000 al 18,2% en 2016; sin embargo, sigue siendo alta entre los bebedores, especialmente en partes de Europa del Este y en algunos países del África subsahariana (más del 60% entre los bebedores actuales). En todo el mundo, más de una cuarta parte (26.5%) de los jóvenes entre 15-19 años son bebedores, lo que supone 155 millones de adolescentes. Las mayores tasas de consumo actual de alcohol corresponden a Europa (43,8%), la Región de las Américas (38.2%) y el Pacífico Occidental (37,9%). Las encuestas escolares indican que, en muchos países, el consumo de alcohol comienza antes de los 15 años, con diferencias muy pequeñas entre niños y niñas. En todas las regiones de la OMS, la prevalencia del consumo episódico intensivo es menor entre los adolescentes de 15-19 años en comparación con la población total, pero alcanza su punto máximo a los 20-24 años cuando es mayor que en la población total. A menos que las tendencias crecientes de consumo detectadas en la Región de las Américas y las regiones del Sudeste Asiático y Pacífico Occidental se detengan e inviertan, se prevé que en 2025, el consumo total de alcohol per cápita en personas de 15 años o más aumentará en dichas Regiones. En 2016, el consumo nocivo de alcohol causó alrededor de 3 millones de muertes (el 5,3% de todas las muertes) en todo el mundo y se le atribuyen 132,6 millones de años de vida ajustados por discapacidad (AVAD), es decir, el 5,1% de todos los AVISA (Años de Vida Saludable perdidos) en ese año. La mortalidad resultante del consumo de alcohol es más alta que la causada por enfermedades como la tuberculosis, el VIH/SIDA y la diabetes. De todas las muertes por consumo de alcohol, el 28,7% se debieron a lesiones (debidas a accedentes de tráfico, autolesiones y violencia interpersonal), el 21,3% a enfermedades digestivas, el 19% a enfermedades cardiovasculares, el 12,9% a enfermedades infecciosas y el 12,6% a cánceres. Alrededor del 49% de los AVAD por consumo de alcohol se debieron a problemas de salud mental y enfermedades no transmisibles, y aproximadamente el 40%, a lesiones. A nivel mundial, el alcohol fue responsable del 7,2% de todas las muertes prematuras (entre personas de 69 años o menos) en 2016. Los jóvenes se vieron afectados desproporcionadamente por el alcohol en comparación con las personas mayores, y el 13,5% de todas las muertes entre los 20-29 años de edad se atribuyen al alcohol. Existen importantes diferencias de género en la prevalencia de los trastornos por consumo de alcohol: hay 237 millones de hombres y 46 millones de mujeres que padecen trastornos por consumo de alcohol. La mayor prevalencia entre hombres y mujeres se registra en la Región de Europa (14,8% y 3,5%) y la Región de las Américas (11,5% y 5,1%). Los trastornos por consumo de alcohol son más frecuentes en los países de altos ingresos, empero, la carga de morbilidad atribuible al alcohol es mucho mayor en los países de bajos y medianos ingresos. El porcentaje de países con una política nacional contra el alcohol ha aumentado constantemente desde 2008. La mayoría de los países de África y América no cuentan con políticas nacionales sobre el alcohol. La presencia de políticas nacionales sobre el alcohol es más alta entre los países de ingresos altos que informan de ella (67%) y en comparación con aquellos países de bajos ingresos (15%). La responsabilidad principal de la política recae en el sector de la salud en el 69% de los países que cuentan con una política de esta índole. Los niveles de cobertura de tratamiento para la dependencia del alcohol variaron ampliamente de casi cero en países de ingresos bajos a medianos-bajos, a más de 40% en países de altos ingresos. Las políticas eficaces y rentables contra el alcohol protegen la salud de las poblaciones. Las acciones más rentables y coste-eficaces (best buys), incluyen, entre otras, aumentar los impuestos a las bebidas alcohólicas, promulgar y aplicar prohibiciones o restricciones exhaustivas sobre la exposición a la publicidad del alcohol en varios tipos de medios, y promulgar y aplicar restricciones sobre la disponibilidad física del alcohol a menores. La mayoría de los países ha establecido algún tipo de restricción a la publicidad de cerveza, con prohibiciones totales para la televisión y la radio nacionales. En casi la mitad de los países no hay restricciones en Internet y las redes sociales, lo que sugiere, en opinión de los autores de este informe, que la regulación en muchos países va a la zaga de las innovaciones tecnológicas en marketing. La mayor parte de aquellos que no informaron de restricciones en todos los tipos de medios de comunicación se ubicaron en las regiones de África (17 países) o América (11 países). El 95% de los países tienen impuestos especiales sobre el alcohol, pero menos de la mitad usan las otras estrategias relativas a los precios, como ajustar los impuestos para mantenerse al día con la inflación y los niveles de ingresos, imponer políticas de precios mínimos o prohibir descuentos. Menos de un tercio de los países exigen etiquetas de advertencia de salud y seguridad en botellas. A pesar de algunas tendencias mundiales positivas en la prevalencia del consumo episódico intenso de alcohol y en la mortalidad y morbilidad relacionadas con el mismo, no hay avances en la reducción del consumo total de alcohol per cápita a nivel mundial, y la carga de enfermedades atribuibles al alcohol continúa siendo inaceptablemente alta. Las tendencias y proyecciones actuales apuntan a un aumento del consumo per cápita en los próximos 10 años que impedirá alcanzar el objetivo de una reducción de la tasa del 10% para 2025, a menos que se implementen medidas eficaces de control del alcohol y se detenga y revierta la situación en algunos países que aún presentan tasas elevadas. La prevalencia sesgada de políticas eficaces sobre el consumo de alcohol en los países de mayores ingresos, plantea problemas de equidad sanitaria mundial y subraya la necesidad de mayores recursos y el apoyo prioritario al desarrollo y la implementación de acciones eficaces en los países de ingresos bajos y medianos. Entre los desafíos para reducir el uso nocivo del alcohol se encuentran los bajos niveles de compromiso político para la coordinación efectiva de acciones multisectoriales en este sentido, la influencia de poderosos intereses comerciales que van en contra de las políticas eficaces de control del alcohol y las fuertes tradiciones de consumo en muchas culturas. En el propósito de reducir el uso y consumo perjudicial de alcohol, es fundamental una mayor conciencia de la salud en las poblaciones, una reducción del consumo de alcohol juvenil, el reconocimiento del papel de las políticas de control del alcohol en la reducción de las desigualdades de salud y de género, y la implementación de medidas de control del alcohol eficaces y rentables. Abordar el uso nocivo del alcohol requiere un compromiso unánime de todos los Gobiernos y todas las sociedades, con la participación adecuada de ONG orientadas a la salud pública, asociaciones profesionales y otros grupos.
El informe completo (en inglés) se encuentra disponible en la página Web de la OMS, o bien directamente a través del siguiente enlace: Global status report on alcohol and health 2018 |