En el año 2022 se produjeron en España 4.227 muertes por suicidio, de las cuales, 341 personas tenían entre 15 y 29 años (224 hombres y 117 mujeres), según datos del INE (2023). Actualmente, el suicidio se sitúa como primera causa de muerte no natural en este grupo de edad, ligado a que han descendido significativamente los accidentes de tráfico, que antes se situaban como primera causa. Se ha observado, además, un descenso de la edad de inicio de conducta suicida. Por debajo de los 15 años el suicidio tiene un gran impacto familiar y social. Si bien los chicos mueren más que las chicas por suicidio, las autolesiones y los intentos de suicidio son más frecuentes en las chicas adolescentes.
Con estos datos, se presenta la guía de prevención de suicidio en la adolescencia, un documento publicado por la Oficina Regional de Coordinación de Salud Mental de la Consejería de Sanidad de la comunidad de Madrid, y desarrollado por las psicólogas Montserrat Montés y Antonia Jiménez, presidenta y secretaria, respectivamente, de la Asociación de Investigación, Prevención e Intervención del Suicidio (Red AIPIS) y fundadoras del grupo de familiares y allegados en duelo por suicidio (FAeDS), cuyo objetivo es brindar el conocimiento necesario para que familiares y educadores del entorno de un/a adolescente sepan cómo actuar para ayudarle.
Fuente: freepik. Foto: freepik. Fecha: 15/03/24
El suicidio es prevenible
Bajo la premisa de que “el suicido es prevenible”, el propósito de esta guía es proporcionar información sobre la conducta suicida, objetiva y basada en la evidencia para las familias y a los/las profesionales de entornos educativos y sociales que trabajen con adolescentes, dado que su intervención puede ser decisiva para impedir una conducta suicida. Para tal fin, pretende ayudarles a identificar las señales de alerta de riesgo de suicidio y facilitarles apoyo, así como proporcionar conocimientos y recursos sobre aspectos de promoción de la salud mental en la adolescencia que pueden ser útil en su prevención.
El documento parte de una conceptualización del suicidio y la conducta suicida en la adolescencia, definiéndola como “un continuo que se origina en la ideación suicida, las autoagresiones, la amenaza, las posibles tentativas, y que puede finalizar con el suicidio consumado o la muerte por suicidio”.
De acuerdo con sus autoras, no existe una vinculación directa entre ideación suicida y autolesión. Sin embargo, si la causa que origina la conducta autolesiva no se resuelve, y ésta se mantiene en el tiempo, el/la adolescente “puede sufrir un deterioro en su funcionamiento y en sus relaciones, que incremente de forma significativa su riesgo de suicidio”.
El ámbito familiar, el educativo y los referentes cercanos al adolescente desempeñan un rol clave
A lo largo de sus páginas, la guía brinda información en detalle sobre cómo se distorsiona la visión de la realidad en una persona con ideación suicida, por qué la adolescencia constituye un periodo crítico, y el rol fundamental que desempeñan el ámbito familiar (los padres y madres) y otros educadores y referentes próximos en la creación de un entorno seguro y propicio para el crecimiento y el desarrollo del o de la adolescente. En este sentido, destacando la importancia de promover la confianza en sí mismos y la empatía para favorecer el bienestar emocional de los/as adolescentes y ayudar a prevenir el pensamiento y las conductas suicidas, el documento incluye un decálogo para promover el bienestar emocional en la adolescencia.
Dada la existencia de mitos o afirmaciones erróneas, sin base científica, basados en creencias o juicios de valor que son perjudiciales en la prevención del suicidio, y la importancia de conocerlos para no caer en ellos, se recogen los principales mitos aún presentes en la sociedad en torno al suicidio.
Conocer los factores de riesgo puede facilitar su detección a tiempo y actuar en consecuencia
De igual modo, teniendo en cuenta que conocer los factores de riesgo asociados a la conducta suicida en la adolescencia puede facilitar su detección a tiempo y actuar en consecuencia, se exponen los principales factores de riesgo personales, sociales y del ámbito familiar y educativo que pueden influir.
Las autoras recuerdan aquí que cuantos más factores de este tipo concurran en una persona, “mayor será la probabilidad de realizar un acto de riesgo”, si bien que no se den, “no significa que la persona no pueda llevar a cabo un intento de suicidio”, dado que esto depende de “la situación de crisis, de las estrategias y habilidades que posea la persona para afrontarla y de los apoyos con los que cuente”.
Teniendo en cuenta que hay situaciones en las que no se pueden evitar las circunstancias conflictivas de la vida, pero sí que se puede aprender a buscar soluciones para afrontarlas de la mejor manera posible, el documento considera clave fomentar entre los y las adolescentes los factores protectores personales y en el entorno familiar, social, educativo o laboral, “que les ayudarán a combatir las adversidades”.
En esta línea, destaca la importancia y el impacto de tan solo un factor protector, especialmente alguien que “ofrezca escucha y apoyo” en la reducción del riesgo. De modo que, cuantos más factores de protección, “menor será la probabilidad de llegar a la desesperanza y caer en una crisis con riesgo suicida”.
La guía incluye pautas para ayudar al/la adolescente a estructurar un Plan de Seguridad
Asimismo, la guía indica las posibles señales de alerta verbales y no verbales de un suicidio inmediato. Tal y como explica, una señal de alerta indica que un/a adolescente “estaría teniendo serios pensamientos de quitarse la vida y que podría incluso estar planificando como realizarlo”. Estas señales de alarma pueden ser identificadas por las personas que están en contacto regular con los y las menores, facilitando una respuesta inmediata y su acceso a la ayuda y el apoyo necesarios.
El texto incluye pautas para ayudar al adolescente a protegerse ante el riesgo de ideación suicida, enseñándoles a identificar las señales de alerta por uno mismo y desarrollar estrategias para afrontarlas puede retrasar e incluso evitar los actos suicidas, esto es, estructurar un Plan de Seguridad.
La guía concluye con una serie de recomendaciones sobre qué se debe y no se debe hacer en tres situaciones distintas: si una persona manifiesta ideación suicida, si ha existido ya un intento de suicidio previo y si se ha producido un suicidio consumado en el entorno del o de la adolescente.
Se puede acceder al documento completo desde la página Web de la Comunidad de Madrid o bien directamente aquí: