El ocio nocturno está asociado a importantes áreas de desarrollo y de satisfacción de necesidades individuales y colectivas. En ocasiones se erige en un espacio de expresión artística y cultural, y desde la perspectiva de las relaciones sociales, puede facilitar un espacio libre de compromisos y exento de límites que lo hace idóneo para conversar, para entablar lazos afectivos y facilitar también encuentros sexuales. Por ello, el ocio -incluido el nocturno-, constituye una fuente de bienestar socio-emocional, de desarrollo personal y de construcción de comunidad. Sin embargo, a estas oportunidades de crecimiento personal y aumento del capital social se unen situaciones de riesgo y promotoras de conductas potencialmente problemáticas. En especial, cuando el contexto de ocio está asociado a conductas de riesgo, como el consumo de drogas. De esta forma, el ocio es indistintamente un espacio de riesgo y de protección.
Con esta introducción, se presenta un informe llevado a cabo por investigadores del Departamento de Psicología de la Salud de la Universidad Miguel Hernández, con la colaboración entre la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas (Ministerio de Sanidad) y la Federación Española de Municipios y Provincias.
Fuente: pexels. Foto: Maurício Mascaro. Fecha: 17/01/24
El objetivo general del presente informe es actualizar el conocimiento sobre la oferta preventiva en contextos de ocio, revisando la eficacia de las diferentes medidas dirigidas a prevenir el consumo de alcohol, tabaco y drogas ilícitas en este tipo de situaciones.
Dado que las medidas revisadas en este documento son acciones que se aplican exclusivamente en contextos de ocio, sus autores han excluido otras medidas de carácter más amplio, aunque su impacto alcance los contextos de ocio (tales como, medidas de limitación de la publicidad directa o indirecta, medidas sobre el precio del alcohol o del tabaco, ni medidas de regulación de la venta de alcohol o tabaco).
Tal y como señalan, de todos los contextos de la vida de un adolescente, el ocio tiene un gran potencial “para realizar actividades con un fuerte sentido subjetivo, para entrenar la autonomía y la autodeterminación, para reforzar la conexión con la comunidad y establecer relaciones, para mejorar las competencias, tener un sentido de pertenencia y vinculación, y tener control sobre las propias acciones”. Teniendo esto en cuenta, así como el hecho de que el contexto de ocio nocturno es donde se producen los mayores consumos, los autores del informe consideran lógico que los esfuerzos preventivos se concentren en los escenarios de tiempo libre nocturno. En este sentido, se espera que implementar acciones dirigidas a desalentar el consumo en los momentos y lugares donde es más probable que se produzca, “sea una estrategia más eficaz que realizar intervenciones distanciadas en el tiempo y en el lugar”.
De acuerdo con el documento, en estos contextos, la prevención incluye una amplia variedad de medidas orientadas a evitar o retrasar el inicio, a reducir el consumo recreativo y ocasional, o a prevenir los riesgos y los daños derivados del consumo, cuando no se ha conseguido evitar o moderar.
Estas medidas de prevención se enmarcan aquí en las estrategias de prevención ambiental y de prevención comunitaria. Según indican los autores, desde esta doble perspectiva, la prevención en contextos de ocio se puede clasificar en tres categorías:
- Regulación normativa o legislación: son medidas de limitación de la publicidad directa o indirecta, medidas sobre el precio del alcohol o del tabaco o regulación de la venta de alcohol o tabaco.
- Estrategias de control comportamental por modificación del entorno, que se desarrollan en entornos de alta probabilidad de consumo. Pueden llevarse a cabo en conjunto con intervenciones de prevención selectiva e indicada.
- Dinamización de grupos sociales y colectivos para incentivar su participación como agentes preventivos (prevención comunitaria).
Muchas de estas medidas pueden implementarse junto con otras acciones, formando parte de una estrategia integral o programa, siendo clave que se impliquen las entidades municipales, y se coordinen diversos agentes preventivos, incluida la sociedad civil.
Como conclusión, los autores señalan que los resultados de los estudios analizados “evidencian una importante, aunque insuficiente”, labor de evaluación de la utilidad preventiva de las medidas. Atendiendo a la realidad cambiante del ocio juvenil y a la evolución del fenómeno del consumo de drogas, así como al desarrollo de las nuevas intervenciones preventivas, consideran fundamental un esfuerzo ‘mantenido’ para conocer su eficacia. A este respecto, recuerdan que corresponde a la administración pública la puesta en marcha de políticas que fomenten la cultura de la evaluación, y que promuevan los programas y prácticas basadas en la evidencia.
Se puede acceder al documento completo desde la página de la DGPNSD o bien directamente aquí:
Lloret Irles, D. y Cabrera-Perona, V. (2023). Medidas de prevención del consumo de drogas y daños asociados en contextos de ocio. Madrid: Ministerio de Sanidad. Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas.