La salud mental: una prioridad de salud pública para la OECD
03 Dic 2024

La salud mental es una prioridad de salud pública, especialmente, debido al impacto significativo y persistente de la pandemia de la COVID-19 en los y las jóvenes. Será vital ampliar el acceso a servicios de salud mental oportunos y de calidad, utilizando soluciones digitales cuando sea apropiado y promoviendo la alfabetización en salud mental a lo largo de la vida, incluido el sistema educativo.

Así lo afirma el último informe sobre el panorama de la salud en Europa (Health at a Glance: Europe 2024), publicado por la Comisión Europea y la OCDE (Organización para la cooperación y el desarrollo económico), un documento a través del cual se presenta un análisis comparativo del estado de salud de los ciudadanos y las ciudadanas de la Unión Europea y el rendimiento de los sistemas sanitarios de sus Estados miembros, con el fin de identificar sus puntos fuertes, las principales tendencias y las oportunidades de mejora.

En esta nueva edición 2024, se analiza el estado de los sistemas sanitarios europeos a medida que continúan recuperándose de la pandemia y responden a los desafíos y oportunidades que plantean la digitalización, el cambio climático y los cambios demográficos, centrándose, principalmente, en dos prioridades interconectadas: la promoción de un envejecimiento saludable y el abordaje de la escasez de personal sanitario, dos desafíos fundamentales para gestionar el cambiante equilibrio entre la demanda y la capacidad de oferta en los sistemas sanitarios europeos.

A continuación, resumimos algunas de las principales conclusiones del informe de la OECD:

salud mental prioridad de salud pública

Fuente: freepik. Foto: freepik. Fecha: 25/11/24

Persisten importantes brechas en la esperanza de vida entre los países

La esperanza de vida al nacer en la UE alcanzó los 81,5 años en 2023, superando en 0,2 años los niveles anteriores a la pandemia. No obstante, aún persisten disparidades significativas entre los Estados miembros, con una brecha de ocho años entre aquellos con la esperanza de vida más alta y la más baja. España presenta la esperanza de vida más alta de la UE (84,0 años), seguida de Italia y Malta, registrando los tres una esperanza de vida más de dos años superior a la media de la UE, mientras que Letonia y Bulgaria están más de cinco años y medio por debajo de ella.

Salud autopercibida en personas adultas

Más de dos tercios de las personas adultas (68%) de la UE declararon tener ‘buena o muy buena salud’ en 2023, mientras que para el 23% su salud era ‘regular’ y el 9% restante reconoció tener ‘mala o muy mala salud’. Los hombres tienen más probabilidades que las mujeres de indicar ‘buena o muy buena salud’ (71% de los hombres en comparación con el 65% de las mujeres en la UE), así como menos probabilidades que ellas de desarrollar alguna enfermedad crónica o discapacidad.

La buena salud percibida por los propios pacientes tiende a reducirse con la edad. En muchos países, la percepción de la propia salud disminuye de forma especialmente marcada cuando se alcanzan los 45 años, y se sigue reduciendo después de alcanzar la edad de jubilación. Entre las personas mayores de 65 años en la UE, solo el 40% declaró tener ‘buena o muy buena salud’ en 2023, mientras que el 18,5% indicó que tenía ‘mala o muy mala salud’, y el 41,5% restante reconoció tener una salud ‘regular’. La brecha de género persiste a medida que las personas envejecen: sólo el 37% de las mujeres mayores de 65 años informaron tener ‘buena o muy buena’ salud en comparación con el 43% de los hombres.

Más del 40% de los/as ciudadanos/as de la UE de 65 o más años, conviven con, al menos, dos enfermedades crónicas

El envejecimiento saludable se define aquí como “vivir una vida larga con buena salud física y mental, sin descuidar los aspectos sociales del bienestar”.

La OECD advierte del profundo cambio demográfico que enfrenta Europa, previendo que la proporción de personas mayores de 65 años en la UE, aumente del 21% en 2023 al 29% en 2050. A pesar del aumento registrado en la esperanza de vida, la calidad de estos años adicionales continúa siendo “una preocupación crítica”: más del 40% de los ciudadanos y ciudadanas de la UE de 65 años o más viven con, al menos, dos enfermedades crónicas. Esto es especialmente cierto en el caso de las mujeres, que viven varios años más que los hombres, pero la mayoría de estos años se viven con problemas de salud, por lo que casi no hay brecha de género en la esperanza de vida saludable.

El informe indica que una parte sustancial de la carga de enfermedades en la vejez (tanto entre las mujeres como entre los hombres), puede prevenirse abordando los factores de riesgo clave a lo largo de la vida. Por ejemplo, hasta el 45% de los casos de demencia se podrían evitar abordando 14 factores de riesgo modificables, según la Comisión Lancet de 2024 sobre prevención de la demencia.

Los datos muestran que la demencia (incluida la enfermedad de Alzheimer) es la causa más importante de años de vida saludable perdidos por discapacidad entre las personas mayores en la UE. Otras enfermedades crónicas como el Parkinson, la diabetes, la artritis, la depresión y la ansiedad, así como las enfermedades cardiovasculares e isquémicas del corazón también son causas importantes de mala salud y discapacidad. Además, las caídas accidentales son responsables de un gran número de años de vida perdidos por discapacidad entre las personas mayores.

Promover un envejecimiento saludable puede reducir la carga sobre los sistemas de salud y de atención a largo plazo

Según indica este informe, promover una buena salud física y mental a lo largo de la vida es fundamental para permitir que las personas vivan una vida activa y plena durante el mayor tiempo posible, y para reducir la demanda de los sistemas de salud y de atención a largo plazo en el contexto del envejecimiento de la población.

Para fomentar un envejecimiento saludable “se requiere un cambio en el paradigma de los Sistemas de Salud, pasando de acciones de prevención reactivas a acciones proactivas e integrales implementadas a lo largo de la vida”.

Una de las principales prioridades para apoyar mayores avances en la esperanza de vida en buena salud es prevenir la principal carga de enfermedades y discapacidades entre las personas mayores en la UE, incluidas la demencia, las caídas, la diabetes, la artritis, los problemas de salud mental y las enfermedades cardiovasculares. No todas las enfermedades y lesiones se pueden prevenir, y los sistemas de salud también deben estar preparados para brindar una atención más centrada en las personas e integrada para el creciente número de personas mayores que requerirán atención crónica.

Es imprescindible adoptar medidas políticas eficaces para promover una longevidad saludable, priorizando la prevención de enfermedades, el apoyo a la salud mental a todas las edades y el empoderamiento de las personas para que gestionen su propia salud. Tal y como advierte la OECD, “los costes de la inacción, tanto en términos de reducción de años de vida saludable como de carga económica, son demasiado altos para soportarlos”. Los modelos de proyección indican que el envejecimiento saludable en la población podría desacelerar el crecimiento del gasto en salud como porcentaje del PIB en las próximas décadas y ayudaría a contener los costes de la atención a largo plazo, al tiempo que reduciría la demanda de trabajadores de la salud y de la atención a largo plazo.

La depresión y el suicidio aumentan entre las personas mayores, según los datos de la OECD

La buena salud mental desempeña un papel fundamental para que las personas se mantengan activas y físicamente sanas a medida que envejecen. El documento destaca la depresión “como un problema de salud mental común entre todos los grupos de edad, pero, en particular, entre las personas mayores”. Las personas mayores están más expuestas a algunos factores de riesgo clave para la depresión que la población en edad laboral, incluidas las tasas más bajas de interacciones sociales en la vida cotidiana, la muerte de una pareja y la falta de contacto familiar, que desempeñan un papel más pronunciado en la depresión en la vejez.

La depresión en las personas mayores también suele coexistir con enfermedades físicas crónicas, especialmente, cuando estas enfermedades crónicas son dolorosas. Según una encuesta europea, el 8,5% de las personas mayores de 65 años en la UE informaron de depresión en 2019, en comparación con el 6,8% entre las personas de 15 a 64 años. Las mujeres mayores tienen mayor probabilidad de informar depresión que los hombres (10,8% vs el 5,5%). Para la OECD, parte de esta brecha de género “puede deberse a que las mujeres son más propensas a manifestar depresión”.

Con respecto al suicidio, se observa que las tasas en las personas mayores de 75 años son mucho más altas que en los grupos de edad más jóvenes, especialmente, entre los hombres. En las personas de 65 a 74 años, la tasa de suicidio es de, aproximadamente, 15 por 100.000 habitantes en promedio en la UE, y la tasa es unas tres veces mayor para los hombres que para las mujeres.

En personas mayores de 75 años, la tasa sube a 21 por 100.000 habitantes, disparándose entre los hombres a casi 40 por 100.000 (unas cinco veces la tasa en las mujeres). Sin embargo, el informe señala que la brecha de género en los intentos de suicidio es mucho menor o incluso se ha invertido en algunos países, ya que las mujeres a menudo usan métodos menos letales. Por ejemplo, en Francia, los intentos de suicidio entre las mujeres de todas las edades fueron, aproximadamente, un 40% más altos que entre los hombres en el año 2020.

La actividad física disminuye drásticamente con la edad, pese a ser crucial para mitigar los efectos negativos del envejecimiento

Una proporción significativa de los problemas de salud en la vejez se pueden prevenir o retrasar fomentando estilos de vida más saludables y entornos que promuevan la salud, para reducir la exposición a factores de riesgo de diversas enfermedades y lesiones.

La actividad física es una de las actividades más importantes que las personas de todas las edades pueden realizar para mantener y mejorar su salud física y mental, y evitar o retrasar las consecuencias negativas del envejecimiento. Reduce los riesgos de muchas enfermedades no transmisibles -como las enfermedades cardiovasculares y los cánceres-, promueve la salud mental y reduce el deterioro del funcionamiento cognitivo. Sin embargo, los datos de la OECD indican que sólo el 22% de las personas mayores de 65 años realiza suficiente actividad física.

Las tasas de obesidad, un factor de riesgo de numerosas enfermedades crónicas, también tienden a aumentar con la edad, alcanzando un máximo de alrededor del 20% entre las personas de 65 a 74 años en toda la UE en 2022.

De acuerdo con las directrices sobre la actividad física y el comportamiento sedentario para diferentes grupos de edad de la OMS, se recomiendan, al menos, 150-300 minutos de actividad física de intensidad moderada o 75-150 minutos de actividad física de intensidad vigorosa a la semana para los adultos mayores. Como parte de su actividad física semanal, también se aconseja que las personas mayores realicen una actividad física variada que enfatice el equilibrio funcional al menos tres días a la semana, limitando la cantidad de tiempo que pasan en estado sedentario.

Un trabajo conjunto reciente de la OCDE y la OMS ha estimado que aumentar los niveles de actividad física según estas recomendaciones de la OMS podría evitar más de 10.000 muertes prematuras de personas de entre 30 y 70 años en la UE cada año y aumentar la esperanza de vida de las personas que no son lo suficientemente activas en 7,5 meses.

Promoción de la buena salud mental entre las personas mayores y del acceso adecuado a los servicios de salud mental

La salud mental debe ser una parte clave de las políticas de envejecimiento saludable junto con la salud física. La promoción de una buena salud mental y la prevención de problemas de esta índole en todas las edades han ganado mayor atención desde la pandemia de la COVID-19. En 2023, la Comisión Europea publicó un enfoque integral para la salud mental, centrado en gran medida en la promoción de la salud mental entre los niños y los jóvenes, aunque también reconoce que las personas mayores deben estar capacitadas para gestionar su propia salud mental y aumentar sus interacciones sociales y reducir la soledad.

Los factores de riesgo de la soledad suelen derivar de acontecimientos importantes de la vida que afectan principalmente a las personas mayores, como la pérdida de una pareja o problemas de salud que afectan a uno mismo o a familiares cercanos. Estos acontecimientos evidencian la importancia de brindar apoyo para mantener los vínculos sociales en la vejez.

Además de abordar los factores de riesgo de los problemas de salud mental, las personas mayores también deberían tener acceso a servicios de atención de salud mental eficaces cuando los necesiten.

A este respecto, el informe pone de relieve que, a pesar de tener una mayor prevalencia de problemas de salud mental comunes como la depresión, las personas mayores tienden a acceder a los servicios de salud mental con menos frecuencia que los adultos más jóvenes. Los servicios de salud digitales pueden ofrecer una posible solución para cerrar parte de la brecha en el acceso a los servicios de atención física y mental entre las personas mayores. Esto es especialmente beneficioso para quienes tienen problemas de movilidad o viven en áreas rurales y remotas.

Desde la pandemia, las teleconsultas por problemas de salud mental han aumentado entre las personas mayores, como también ha sido el caso de los adultos más jóvenes, si bien este uso sigue siendo reducido en comparación con las consultas presenciales.

La salud de los y las jóvenes sigue siendo una preocupación constante

El documento recuerda que la salud física y mental es un determinante crítico del bienestar de las personas, que influye significativamente en los resultados educativos de los niños, las niñas y los/as adolescentes, así como en los resultados laborales de las personas adultas.

La OECD señala que muchos problemas de salud mental aparecen por primera vez en los primeros años de vida, siendo la edad promedio de aparición, alrededor de los 14 años, en la adolescencia temprana, lo que lo convierte en «un período prioritario para promover la buena salud mental y prevenir los problemas de esta índole».

Datos recientes apuntan a un deterioro de la salud física y mental en los/as adolescentes. En 2022, más del 40% de las niñas y el 30% de los niños de 11 años experimentaron múltiples problemas de salud, tales como, sentirse deprimidos o irritables, tener dolores de cabeza, estómago o espalda o dificultades para conciliar el sueño. Entre 2018 y 2022, la tasa promedio de muchos problemas de salud aumentó del 30% al 36% para los y las menores de 11 años y del 42% al 52% para los de 15 años. En el caso de las niñas, el aumento fue mayor: se pasó del 33% en 2018 al 42% en 2022 para las niñas de 11 años y del 53% al 68% en las de 15 años.

Se observa que la diferencia de género en las tasas de múltiples problemas de salud también aumenta con la edad: el 68% de las niñas de 15 años declararon muchos y diversos problemas de salud, en comparación con solo el 37% de los niños de su misma edad. Los problemas de salud más comunes para ambos sexos son los que se asocian con frecuencia al distrés psicológico (nerviosismo, irritabilidad y dificultades para conciliar el sueño). El bienestar mental es mejor entre los y las menores de 11 años (puntuación media de 66) que entre los/as de 15 años (puntuación media de 54), y es mayor entre los niños que entre las niñas.

Según el informe, muchos factores pueden explicar el deterioro del bienestar mental y el aumento de los problemas de salud, en función de la edad. Estos incluyen la reducción de la actividad física en los grupos de mayor edad, especialmente entre las niñas, interacciones sociales potencialmente menores, mayor tasa de uso problemático de Internet y las redes sociales, y exposición al acoso cibernético, que ha aumentado significativamente en los últimos años.

Los factores socioeconómicos también tienen un impacto, ya que los y las adolescentes de familias con alto nivel socioeconómico informan niveles más elevados de bienestar mental que aquellos/as de familias con menor nivel socioeconómico.

El informe destaca como ejemplo a España, que ha puesto en marcha iniciativas específicas dirigidas a los niños, las niñas y los/as adolescentes, en el marco del Plan de Acción de Salud Mental y el Plan de Prevención del Suicidio 2022-24.

Salud mental en personas adultas

Como bien indica el informe, vivir con problemas de salud mental puede tener un impacto significativo en la vida diaria de las personas, contribuir a peores resultados educativos, mayores tasas de desempleo y peor salud física. Sin un tratamiento y apoyo efectivos, advierte, “los problemas de salud mental pueden tener un efecto devastador en la vida de las personas y aumentar significativamente el riesgo de morir por suicidio”.

El suicidio constituye una causa importante de muerte en muchos países europeos. En 2021, unas 47.300 personas murieron por suicidio en los países de la UE, una tasa de 10,2 por cada 100.000 habitantes. Las diferencias de género en la mortalidad por suicidio son significativas. En 2021, el suicidio entre los hombres fue casi cuatro veces mayor que entre las mujeres (16,8 muertes por 100.000 hombres vs 4,6 muertes por 100.000 mujeres).

Sin embargo, la brecha de género en la intención y el comportamiento suicida es mucho menor y, en algunos casos, incluso se invierte, posiblemente, “porque los hombres utilizan medios más letales durante los intentos de suicidio, un patrón conocido como la ‘paradoja de género del suicidio’”. Entre 2004 y 2021, las tasas de suicidio disminuyeron un 25% en toda la UE, con descensos de hasta el 50% en países como Lituania y Hungría. Para la OECD, las crisis sociales, económicas y de otro tipo pueden tener un impacto en las tasas de suicidio.

Las estrategias efectivas para reducir las muertes por suicidio incluyen un buen acceso a la atención y el apoyo de salud mental, estrategias específicas de prevención del suicidio, así como campañas de concienciación sobre la salud mental y contra el estigma.

Como bien indica la OECD, los problemas de salud mental pueden afectar a personas de todas las edades, incluso en etapas más avanzadas de la vida. La depresión puede tener una serie de consecuencias para las personas de mediana y avanzada edad, como una mayor probabilidad de absentismo laboral, jubilación anticipada, mayores dificultades para gestionar las condiciones de salud física y una peor calidad de vida.

En todos los países, las mujeres tienen muchas más probabilidades de informar sobre síntomas de depresión que los hombres. A este respecto, los datos señalan que, en promedio, el 32% de las mujeres mayores de 50 años presenta múltiples síntomas de depresión, frente al 19% de los hombres. Las estrategias para prevenir la depresión entre las personas mayores de 50 años incluyen promover el ejercicio y la conexión social, reducir la soledad, brindar apoyo durante las transiciones de la vida, como la jubilación, y acceder a una buena atención de salud mental cuando sea necesario.

El consumo regular de drogas ilegales se asocia con mayor riesgo de problemas de salud física y mental

La disponibilidad y el consumo de drogas siguen siendo elevados en toda la Unión Europea, aunque existen diferencias considerables entre los países. Casi un tercio de las personas de entre 15 y 64 de la UE (es decir, alrededor de 89 millones de personas), han consumido drogas ilegales en algún momento de su vida, siendo este consumo más frecuente entre los hombres que entre las mujeres.

El consumo de drogas ilegales, sobre todo, entre las personas que las consumen regularmente y en mayores cantidades, se asocia a mayores riesgos de enfermedades cardiovasculares, problemas de salud mental, accidentes y enfermedades infecciosas como el VIH cuando la droga se inyecta. La tasa de mortalidad por sobredosis en la UE en 2022 se estima en 22,5 muertes por millón en adultos. El consumo de drogas ilegales es una de las principales causas de mortalidad evitable entre los jóvenes de Europa, tanto directamente por sobredosis, como indirectamente por enfermedades relacionadas con las drogas, accidentes, violencia y suicidio.

Importancia de fortalecer al personal sanitario para construir Sistemas de Salud más resilientes

Una proporción significativa de los/as trabajadores/as de la salud informaron de síntomas de ansiedad, depresión y agotamiento desde el inicio y durante la pandemia.

La condición post COVID-19 o COVID prolongada, también presenta un desafío significativo, al reducir la capacidad de los/as trabajadores/as de la salud para realizar sus tareas. De acuerdo con el presente informe, estos/as profesionales “enfrentan un riesgo elevado de desarrollar esta condición debilitante [segunda prevalencia más alta, superada sólo por los/as trabajadores de cuidados de larga duración], debido a una mayor exposición ocupacional y al personal laboral predominantemente femenino del sector, ya que las mujeres parecen ser más susceptibles a la COVID prolongada”.

¿Qué beneficios aporta la transformación digital para el Sistema Sanitario?

La transformación digital ofrece un potencial significativo para la eficiencia del Sistema Sanitario. De hecho, la evidencia señala que las herramientas digitales pueden reducir la carga de trabajo administrativo de los y las profesionales de la salud hasta en un 30%.

El éxito en esta transición digital requiere fortalecer la infraestructura de datos sanitarios, incorporando medidas integrales de ciberseguridad y capacitación específica tanto para los trabajadores de la salud como para los pacientes.

La salud mental supone, para la OECD, una prioridad de salud pública, especialmente, debido al impacto significativo y persistente de la pandemia de la COVID-19 en los y las jóvenes. Por lo tanto, considera vital ampliar el acceso a servicios de salud mental oportunos y de calidad, utilizando soluciones digitales cuando sea apropiado y promoviendo la alfabetización en salud mental a lo largo de la vida, incluido el sistema educativo.

El Enfoque Integral de la Salud Mental de la Comisión Europea proporciona un sólido marco de acción. En colaboración con la Comisión Europea, la OCDE está trabajando para identificar las mejores prácticas en materia de salud mental, incluidos programas educativos que fomenten las habilidades sociales y emocionales, medidas para mejorar el acceso oportuno a los servicios de salud mental para quienes tienen problemas de esta índole de leves a moderados, e iniciativas de prevención del suicidio.

Las tecnologías digitales emergentes pueden aumentar la productividad de los y las profesionales de la salud en todo el proceso de atención, por ejemplo, en el tratamiento, las aplicaciones de IA permiten el análisis de datos de los pacientes para elaborar planes de tratamiento personalizados. De igual modo, las terapias digitales (por ejemplo, mediante aplicaciones móviles), pueden ampliar el alcance de las intervenciones de salud mental más allá de los entornos clínicos tradicionales, aplicándolas de forma remota y complementando así el trabajo los/as profesionales de la salud mental.

La ​​creciente adopción de herramientas de salud digital orientadas al paciente, tiene el potencial de aliviar parte de la carga sobre el personal laboral de la salud y mitigar el impacto de la escasez de profesionales. Sin embargo, el informe recuerda que, para ello, es necesaria una planificación cuidadosa, inversiones específicas y garantizar el acceso equitativo y la alfabetización digital para todos y todas los/as pacientes.

Se puede acceder al informe completo desde la página Web de la OECD o bien directamente aquí:

OECD/European Commission (2024). Health at a Glance: Europe 2024: State of Health in the EU Cycle. OECD Publishing, Paris

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