En España, el 13,5% de la población sufre la soledad crónica. Siete de cada diez personas han sufrido soledad no deseada en algún momento de su vida, ya sea en el momento actual o en alguna etapa del pasado. Pese a la preocupación social por la soledad entre las personas de avanzada edad, la soledad no deseada está especialmente extendida entre la juventud, con una prevalencia 14 puntos porcentuales superior a la media. Entre los factores relacionados con la soledad no deseada, la salud mental destaca como ‘claramente relacionada’ con este fenómeno: la mitad de las personas con problemas de salud mental sufren soledad no deseada, entre tres y cuatro veces más que las personas sin problemas de salud mental.
Estas son algunas de las principales conclusiones del nuevo Informe Barómetro de la Soledad no deseada en España 2024, estudio promovido por la Fundación ONCE y la Fundación AXA en el marco del Observatorio SoledadES, con el objetivo de identificar la incidencia de la soledad no deseada en nuestro país, analizando las posibles causas, su relación con determinados factores clave, así como la percepción que tiene la sociedad en torno a este fenómeno.
Tal y como señalan sus autores, el estudio está en línea con otros sobre el mismo tema, como La soledad en España en 2015, realizado por Fundación ONCE y Fundación AXA, u otros más recientes del Observatorio SoledadES, como el Informe de percepción social de la soledad no deseada, el estudio El coste de la soledad en España, o el estudio sobre Juventud y Soledad no deseada en España.
Sus datos se basan en una encuesta realizada a 2.900 personas, de entre 18 y más años y en él se obtienen las prevalencias de soledad y se incluyen una amplia diversidad de preguntas sobre el perfil y la situación vital de la persona (sexo, edad, nivel educativo, situación laboral, hábitat, estado de salud, discapacidad u otras cuestiones).
A continuación, resumimos los principales resultados del estudio:
Prevalencia de la soledad
- Una de cada cinco personas (20,0%) sufre soledad no deseada en España, siendo este un problema persistente. Dos de cada tres personas (67,7%) que sufren soledad afirman llevar en esta situación desde hace más de 2 años y un 59% desde hace más de tres.
- En España, el 13,5% de la población sufre la soledad crónica (personas que viven en soledad desde dos o más años). De las personas que, actualmente, no se sienten solas, dos de cada tres (63%) sí se han sentido así en algún momento de su vida. Los autores estiman aquí que siete de cada diez personas han sufrido soledad no deseada en algún momento de su vida, sea en el momento actual o en alguna etapa del pasado. La soledad no deseada es más frecuente entre las mujeres que entre los hombres: el 21,8% de las mujeres se sienten solas frente al 18,0% de los hombres.
- Se observa que, por edad, la soledad no deseada está “especialmente extendida entre la juventud”, superando en 14 puntos porcentuales a la media y decreciendo su prevalencia con la edad, hasta alcanzar el valor mínimo en la franja de 55 a 74 años. Las diferencias entre hombres y mujeres tienen lugar especialmente a partir de los 55 años, donde se observan diferencias de más de 7 puntos porcentuales. Pese a la preocupación social por la soledad entre las personas de avanzada edad, los datos del barómetro revelan que la prevalencia de soledad en las personas de 75 y más años es la misma que la media de la población.
Soledad en diferentes momentos del año
- Los resultados del estudio muestran que la Navidad es la época en la que se incrementa la sensación de soledad para muchas personas que la sufren: un 37,5% ellas, siente más soledad en Navidad frente a un 25,2% que siente menos soledad. Este efecto de la Navidad es distinto para las personas que no sufren soledad, para quienes la Navidad reduce su sensación de soledad (21,4% de los casos) antes que aumentarla (8,6% de las personas).
- En ambos casos, la Navidad es la ocasión y época del año que tiene un mayor potencial de incrementar la soledad, tanto en personas que sufren soledad como las que no, si se compara con el verano o con otras celebraciones como bodas, bautizos, comuniones o cumpleaños. Estos últimos suelen ser una ocasión difícil para casi 3 de cada 10 personas que sufren soledad no deseada.
La calidad de las relaciones familiares y sociales y el grado de satisfacción con la cantidad de estas: factores clave para la soledad
- El grado de satisfacción con la cantidad de relaciones familiares y de amistad es un factor clave para la soledad no deseada. Más de la mitad de las personas que sufren soledad no deseada afirman tener menos relaciones familiares (53,3%) y de amistad (63,2%) de las que desean. En comparación, con quienes no sufren soledad no deseada, este porcentaje no llega a la cuarta parte: un 24,3% y un 21,7% respectivamente.
- Las personas que tienen una menor cantidad de relaciones de amistad de las deseadas, tienen una mayor prevalencia de soledad (41,9%) que las que cuentan con una menor cantidad de relaciones familiares (35,3%).
- La calidad de las relaciones familiares y sociales constituye también un factor clave para la soledad no deseada. Para cuatro de cada diez personas que sufren soledad (39,9%) la calidad de sus relaciones familiares es mala o regular, mientras que para aquellas que no la sufren, este porcentaje no supera el 15% (14,7%).
- La proporción de personas que no cuentan con apoyo en caso de necesitarlo es el triple entre quienes sufren soledad no deseada que entre quienes no la sufren (17,9% vs 6,6%). De acuerdo con la literatura, recibir apoyo social o emocional protege de la soledad no deseada.
Las personas que viven en soledad tienden a relacionarse más online que de forma presencial con otros/as
- Actualmente, la sociedad se ha digitalizado de manera considerable, con un 90% de las personas de entre 16 y 74 años utilizando Internet a diario. De hecho, Internet ha cambiado la forma en que la sociedad se relaciona: la práctica totalidad de la población usa plataformas de mensajería instantánea como WhatsApp.
- Para los autores del estudio, este uso “tan extendido de Internet en amplias franjas de población genera un sentimiento potencial de exclusión, que puede fácilmente traducirse en soledad, entre las personas que se encuentran alejadas de lo digital”. Aunque entre la población joven y de mediana edad el uso de Internet es casi universal, esto no es así en todas las edades. Dos terceras partes de la población de 65 a 74 años y un 30,7% de las de 75 y más años usa Internet a diario, porcentaje que se reduce aún más en las zonas rurales.
- Estas diferencias entre el entorno urbano y el rural son más amplias entre la población de más edad (75 y más años), entre quienes su uso es casi una excepción (solo una de cada cinco personas).
- Las personas que sufren soledad tienden a relacionarse más online que de forma presencial con otras personas: 45,1% de ellas se relacionan principalmente online con su familia y el 38,4% lo hace con sus amistades, en comparación con quienes no sufren soledad (el 24,8% se relaciona online con su familia y el 17,6% con sus amistades).
- Los datos indican que la prevalencia de la soledad prácticamente se duplica entre quienes se comunican con sus familiares y/o amistades a través de medios digitales, que entre quienes lo hacen prioritariamente de forma presencial.
- Cabe señalar que, en algunas relaciones entre personas, “la comunicación digital no es una alternativa a la presencial, sino la única opción”. Si bien la opinión generalizada es que internet y las redes sociales han generado una sociedad cada vez más aislada, a nivel personal no existe la percepción de que utilizar las redes sociales esté generando un mayor sentimiento soledad. Por lo tanto, la percepción en torno a los efectos de la tecnología sobre la soledad es distinta “cuando se trata del conjunto de la sociedad, que cuando se trata de la propia experiencia de soledad”.
Se detecta una relación inversa entre soledad y nivel educativo
- Según los datos, la soledad se relaciona de forma inversamente proporcional con el nivel educativo, hallando que aquellas personas con un nivel educativo inferior a educación primaria presentan una prevalencia de soledad más de diez puntos superior a las personas con educación superior.
- Aunque la literatura considera que un nivel educativo alto es un factor protector para la soledad, existen dudas sobre la causalidad directa. Se considera que el efecto favorable de la educación en la soledad se relaciona con otros factores asociados (por ej., una mejor inserción laboral e ingresos).
Soledad y vulnerabilidad social
- La tasa de soledad es más del doble entre las personas en situación de desempleo que entre aquellas ocupadas (36,3% frente a 16,2%). El desempleo influye de manera muy similar a ambos sexos, siendo ligeramente superior la prevalencia de la soledad entre los hombres en paro que entre las mujeres en la misma situación. La principal diferencia aquí se observa entre la población inactiva: las mujeres tienen una prevalencia de soledad de 9 puntos porcentuales superior a la de los hombres (24,9% frente a 15,9%).
- El efecto de la situación profesional en la soledad “es radicalmente diferente según la edad”: mientras que en la juventud, hay diferencias muy leves entre ocupados y parados, entre los 30 y los 55 años, se triplica la prevalencia de la soledad entre las personas desempleadas. Para los autores, esto se debe a que “cumplir con las expectativas vitales para en cada etapa de la vida tiene un efecto sobre la soledad”, algo muy importante, al no estar relacionado ese factor con una mayor o menor compañía, “sino como una consecuencia de la vulnerabilidad social de las personas”.
- Se detecta que la soledad está muy relacionada con la capacidad económica. En aquellos hogares en que hay más dificultades para llegar a fin de mes, la prevalencia de la soledad no deseada es más del doble (30,1%) que en los que llegan con facilidad (13,3%).
- Por otro lado, mientras que la pobreza parece tener efecto similar en la soledad entre los hombres que entre las mujeres, la abundancia de ingresos tiene un efecto más positivo en los hombres. Entre las personas que llegan con facilidad a fin de mes, la prevalencia de soledad entre ellos es bastante inferior a la de ellas en la misma situación económica (11,4% frente a 15,3%).
La prevalencia de soledad es menor en municipios de menor tamaño y mayor en municipios con más habitantes
- Aunque hay menos dotación de servicios y existen problemas de despoblación en el medio rural, la prevalencia de la soledad “no varía notablemente entre el entorno urbano y el rural”. Es más, se observa una menor prevalencia de la soledad (17,1%) en los municipios de menor tamaño (menos de 10.000 habitantes) y una mayor prevalencia (22,8%) en tamaños de hábitat intermedios (municipios de 10.000 a 50.000 habitantes).
- Se observa que la soledad entre los y las jóvenes es muy elevada en las zonas rurales y disminuye en las grandes urbes, mientras que, por el contrario, entre las personas mayores se da la situación inversa: la soledad es mucho mayor en las grandes urbes que en las zonas rurales. El estudio considera las importantes implicaciones de este hallazgo sobre el análisis y las políticas del fenómeno de la despoblación y el envejecimiento de la población de la España rural. Las mayores tasas de soledad entre las mujeres se encuentran los núcleos urbanos.
El núcleo de convivencia tiene un papel crucial en la soledad
- El núcleo de convivencia desempeña un papel trascendental en la soledad. La prevalencia de la soledad no deseada se duplica entre las personas que viven solas (34,5%) en comparación con las que viven acompañadas. Es más del doble entre quienes viven solas por no contar con nadie que pueda o quiera vivir con ellas, que entre las personas que viven solas por elección (62,2% frente a 25,4%). La prevalencia entre las personas que viven solas porque nadie desea vivir con ellas es del 67,3% en hombres y del 57,6% en mujeres.
- Cabe señalar que la prevalencia de la soledad no deseada entre las personas que viven solas por elección propia es mayor que la media (25,4% frente a 20,0%).
- Se registra una menor prevalencia de soledad entre quienes que viven en pareja, con o sin hijos. Por el contrario, las familias monomarentales, u otras formas de convivencia, como pisos compartidos o vivir con otros familiares, presentan una prevalencia de soledad “muy por encima de la media, aunque inferior a las personas que viven solas”, duplicándose el porcentaje en las familias monomarentales (28,5%) si se compara con las parejas con (13,4%) o sin hijos (13,4%).
La salud mental está claramente relacionada con la soledad no deseada
- El estado de salud guarda una clara relación con la soledad. Según los autores del estudio, “la prevalencia de la soledad no deseada entre las personas que perciben su estado de salud como malo o muy malo ronda o supera la mitad y es seis veces superior a las personas con buen estado de salud”.
- Por su parte, la salud mental está claramente relacionada con la soledad no deseada. La mitad de las personas con problemas de salud mental sufren soledad no deseada, entre tres y cuatro veces más que las personas sin problemas de salud mental.
- Los hombres con problemas de salud mental presentan una mayor prevalencia de soledad no deseada que las mujeres con problemas de salud mental (54,0% vs 47,6%), siendo menos frecuente entre ellos cuando no presentan problemas de salud mental (12,8% mujeres frente a 13,9% hombres)
- Aunque existe una clara relación entre la salud mental y la soledad, aproximadamente, la mitad de la población no percibe que un posible empeoramiento de su estado de salud mental tendría un efecto negativo sobre su situación de soledad (este porcentaje es menor entre quienes ya sufren soledad no deseada).
El 43% de las personas que sufren soledad han tenido pensamientos suicidas o autolesivos
- El estudio destaca que cerca de la mitad (43%) de la población que sufre soledad reconoce haber tenido pensamientos suicidas o autolesivos, en una proporción casi cuatro veces superior que entre la que no sufre soledad. En palabras de los autores, estos datos “ponen de relieve la importancia de las políticas para reducir la soledad como una herramienta para reducir la primera causa de muerte violenta en España y salvar vidas cada año”.
- Se observa también que la mitad de las personas (50,2%) que sufren soledad no deseada han sufrido algún tipo de acoso (escolar, laboral o de pareja), un porcentaje sensiblemente superior al de las personas que no sufren soledad (20,3%). El estudio considera de gran relevancia el hecho de que la cuarta parte (26,3%) de la población española reporte haber sufrido acoso escolar, laboral o de pareja, “más todavía si se tiene en cuenta la estrecha relación que guarda con la soledad no deseada”.
- Otro dato de gran interés es el porcentaje de personas que ha asistido a terapia psicológica, duplicándose entre las personas que sufren soledad no deseada en comparación con quienes no la sufren. Según se desprende del informe, este dato es positivo, dado que en el Estudio sobre juventud y soledad no deseada en España ya se evidenció que “ir a terapia psicológica era un factor protector significativo para reducir la soledad”.
Las personas con discapacidad, personas migrantes y personas LGTBI plus presentan mayor prevalencia de soledad no deseada
- Las personas con discapacidad presentan una mayor prevalencia de soledad no deseada (50,6% frente al 19,1% de las personas que no tienen discapacidad), en una proporción mayor entre las mujeres con discapacidad que entre los hombres (54,3% vs al 45,7%, respectivamente).
- También se duplica la prevalencia de la soledad no deseada entre las personas que han nacido en el extranjero, o que su padre o su madre ha nacido en el extranjero, si se compara con la prevalencia de soledad entre la población nacida en España y cuyos progenitores han nacido también en nuestro país (32,5% frente a 17,8%). El informe subraya aquí que la población migrante sufre una tasa de desempleo superior a la media y es más joven que la media, dos factores (desempleo y juventud) “positivamente asociados a la soledad”.
- En lo referente a la orientación sexual, las personas LGTBI plus presentan una tasa de soledad no deseada superior a las personas heterosexuales (34,4% frente a 19,3%). Se detecta que, mientras que la prevalencia de soledad es mayor en mujeres heterosexuales en comparación con los hombres heterosexuales, entre la población LGTBI plus las diferencias de sexo se invierten: los hombres LGTBI plus tienen una prevalencia de soledad algo mayor a las mujeres. En cualquier caso, “tanto hombres como mujeres LGTBI plus tienen una prevalencia de soledad muy superior a la media”.
¿Qué factores se relacionan con una mayor prevalencia de soledad no deseada y son significativos para explicarla?
- El informe recoge también un análisis multivariante para identificar los factores que pueden estar asociados a una mayor prevalencia de Soledad no deseada y que son significativos para explicar la soledad (es decir, implican una mayor probabilidad de sufrir soledad no deseada).
- Entre estos factores significativos se encuentra la salud física y mental, vivir solo (especialmente si se desea vivir acompañado), el origen extranjero, las dificultades económicas, tener una cantidad y calidad de amistades menor que las deseadas y, en menor medida, una cantidad y calidad insuficiente de las relaciones con la familia. Otros de los factores que están asociados a una mayor prevalencia no son significativos para explicar la soledad, es decir, por sí solos no generan una mayor probabilidad de sufrir soledad. Entre ellos, se encuentra el ser mujer, tener 65 o más años, estar en situación de desempleo, sufrir una discapacidad o la orientación sexual.
La soledad no deseada se percibe como un problema social cada vez más importante
- En general, la soledad no deseada se percibe como un problema extendido en la sociedad. Para el 98,8% de la población cualquier persona es vulnerable a la soledad y existe una percepción generalizada de que “la soledad es un problema social cada vez más importante”. El 68,2% de las personas conocen a alguien que pueda sentirse solo/a sin desearlo. Entre aquellas personas que se sienten solas es más frecuente conocer a otras que también pueden sentirse solas.
- Sin embargo, a pesar lo expuesto, para el 93,3% de la población la soledad es un problema invisible. La gran mayoría de la sociedad considera que la lucha contra la soledad debe ser una cuestión prioritaria para las administraciones públicas.
Para la población, la soledad puede tener múltiples causas, principalmente externas
- Las causas percibidas de la soledad son muy diversas y destaca la multidimensionalidad de la soledad. Los datos revelan que la soledad no deseada se atribuye mucho más a causas externas (64,3%), como la falta de convivencia o apoyo familiar y social, causas laborales, aislamiento provocado por el entorno o el cuidado o enfermedad de otras personas, que a causas internas (9,1%), como la dificultad para relacionarse con los demás o la salud, discapacidad o maternidad.
- Algunas de las causas son mencionadas principalmente por personas que han sufrido soledad en el pasado, pero no en el presente. Así, los autores del estudio interpretan que “estas personas han logrado superar la situación de soledad que tuvieron en el pasado, posiblemente en muchos casos por la finalización de la causa que la generó”. En cambio, algunas causas como la discapacidad, sentir que la gente no se preocupa por uno mismo o la falta de hijos, pareja o familia afectan principalmente a personas que se sienten solas en el presente”.
Se puede acceder al informe completo desde la página Web del Observatorio SoledadES o bien directamente a través del siguiente enlace: