La salud mental de las personas trabajadoras debe convertirse en una prioridad, según UGT
28 Nov 2024

En nuestro país, desde principios de año y hasta el mes de septiembre, se han contabilizado 468.093 bajas laborales de personas trabajadoras derivadas de problemas de salud mental. Se estima que, en 2024, se superarán las 603.521 bajas laborales por trastornos del comportamiento que se registraron en 2023 y que suponen la cifra más alta del periodo analizado.

Así lo advierte la Unión General de Trabajadores (UGT) en un informe a través del cual aborda la importancia de la salud mental en el ámbito del trabajo, poniendo de relieve, entre otros aspectos, la necesidad de gestionar adecuadamente los riesgos psicológicos y sociales de origen laboral, para evitar que se materialicen en daños para las personas trabajadoras.

Tal y como señala el informe, el trabajo es uno de los ámbitos que afecta en mayor a la salud física y mental de las personas y, en el momento actual, en que se están dando cambios continuos y sustanciales en su organización, esa afectación puede dar lugar a importantes problemas de salud mental. Si las condiciones laborales no son las adecuadas, pueden generar o empeorar este tipo de problemas. Por lo tanto, es fundamental poner el foco de atención en las condiciones en las que se desempeña el trabajo, evitando aquellas que afectan negativamente a la salud mental de las personas trabajadoras.

salud mental de personas trabajadoras
Fuente: freepik. Foto: yanalya. Fecha: 23/04/24

Los datos aportados por este informe muestran que, en España, desde principios de año y hasta el mes de septiembre, se han contabilizado 468.093 bajas laborales de personas trabajadoras, derivadas de problemas de salud mental. UGT estima que, en 2024, se superarán las 603.521 bajas laborales por trastornos del comportamiento que se registraron en 2023 y que “suponen la cifra más alta del periodo analizado”.

Se detecta que la evolución del total de las situaciones de incapacidad laboral por trastornos mentales no ha dejado de aumentar desde el año 2016, creciendo “fuertemente” a partir de 2020 (año en que se registró una pequeña disminución). En 2023 se observa un aumento en las bajas laborales por motivos de salud mental (cerca de un 17%). De igual modo, los días de baja por trastornos mentales y del comportamiento no paran de aumentar, suponiendo más del 16% sobre el total. Para UGT, este importante aumento de las bajas laborales está sacando a la luz el problema de la salud mental en las personas trabajadoras.

A este respecto, los datos muestran que la duración media de las bajas laborales derivadas de los trastornos mentales es muy superior a la calculada para todos los diagnósticos de baja laboral en su conjunto, esto es, “2,5 veces superior para el año 2023 y de 2,3 para el que llevamos del año 2024”. Concretamente, las mujeres y las personas jóvenes (de 16 a 35 años) son quienes acumulan un mayor número de bajas por motivos de salud mental.

Según datos de este año 2024, las actividades que han registrado mayor porcentaje de bajas laborales debido a trastornos mentales son: las actividades sanitarias y de servicios sociales, el comercio, la hostelería, las actividades administrativas, la industria manufacturera y la educación.

Una de cada 5 personas trabajadoras en todo el mundo ha experimentado acoso y violencia en el trabajo

La OIT advierte de que, aproximadamente, una de cada cinco personas empleadas en el mundo (cerca de un 23%) ha experimentado violencia y acoso en el trabajo (física, psicológica y/o sexual). Un 17,9% de las mujeres y hombres asalariados revelan a ver sido víctimas de violencia y acoso psicológicos durante su vida laboral y un 8,5% han enfrentado violencia y acoso físicos, siendo los hombres los que lo han sufrido en mayor proporción. Por su parte, un 6,3% afirma haber enfrentado violencia y acoso sexuales, siendo las mujeres las más expuestas a este tipo de violencia.

El estrés laboral es uno de los condicionantes del suicidio relacionado con el trabajo

Se calcula que, en España, cada día se suicidan 11 personas y el suicidio constituye la segunda causa de muerte en la población entre 15 y 29 años. Según los datos provisionales del INE, en 2023, 3.952 personas fallecieron en España por este motivo, lo que supondría un descenso del -6,5% con respecto a 2022, año en que se registró el mayor número de suicidios en nuestro país, según los datos definitivos. Se registraron 1.255 muertes por esta causa en personas ocupadas, de las cuales 283 eran personas trabajadoras de los servicios de restauración, personales, protección y vendedores; 210 tenían ocupaciones elementales y 193 eran artesanos/as y personas trabajadoras cualificadas de las industrias manufactureras y la construcción (excepto operadores de instalaciones y maquinaria).

Hay diversos factores de riesgo laboral (tales como, la carga o intensidad de trabajo excesivo, el modo de control, el papel asignado al trabajador o el apoyo del entorno social), “a los que, si la persona trabajadora está expuesta, pueden llegar a desencadenar la conducta suicida”. La exposición a estos factores podría derivar en una situación de estrés laboral, que resulta imposible de afrontar por la persona trabajadora. Por lo que el documento apunta al estrés laboral como uno de los condicionantes del suicidio relacionado con el trabajo”. Sin embargo, en España, “apenas se encuentran un puñado de sentencias que califiquen el suicidio como contingencia profesional”.

Para prevenir los suicidios relacionados con el trabajo es crucial actuar desde una óptica preventiva

El Ministerio de Sanidad cifra el coste de la depresión en nuestro país en más de 6.000 millones de euros, de los cuales, el 67% corresponde a pérdidas de productividad por bajas laborales y prematuras. Esto es un dato a tener en cuenta, más aún, cuando se prevé que la depresión será el principal problema de salud en 2050.

Por otro lado, se estima que el coste de las bajas por problemas psicológicos superará los 30.000 millones de euros en nuestro país (más de dos puntos del Producto Interior Bruto). A pesar de ello, sólo el 12% de las empresas españolas cuentan con programas de bienestar emocional para sus empleados/as. Para UGT, la forma de prevenir los suicidios relacionados con el trabajo es actuar desde la óptica preventiva, siendo indispensable, una correcta gestión en el seno de las empresas, de los riesgos psicológicos y sociales y organizativos de origen laboral.

Impacto de la precariedad laboral y la temporalidad en la contratación sobre la salud mental

El trabajo precario presenta una serie de características que aumentan los riesgos de problemas relacionados con la salud mental. La temporalidad en la contratación es un factor que impacta en la siniestralidad laboral. Las personas trabajadoras con contratos temporales presentan unos índices de incidencia de los accidentes de trabajo con baja ocurridos durante la jornada laboral, superiores a aquellas contratadas de forma indefinida (3.725,8 accidentes por cien mil trabajadores y 3.076,4 accidentes por cien mil trabajadores, respectivamente)

Con respecto a la accidentalidad laboral, los infartos y los derrames cerebrales fueron la primera causa de muerte en accidente de trabajo durante la jornada laboral en España en 2023 (269 personas trabajadoras fallecieron por este motivo). UGT recuerda que estas patologías “pueden estar relacionadas con la exposición a riesgos psicosociales de origen laboral. Las personas trabajadoras con contratos temporales, y a tiempo parcial, son más vulnerables que aquellas con contratos permanentes. Además, suelen realizar con frecuencia los trabajos más peligrosos, en peores condiciones y reciben menos formación en prevención de riesgos laborales.

Si la población en situación de precariedad laboral hubiera tenido un empleo estable, se hubieran podido evitar casi 170.000 casos de depresión

Según se recoge en el Dictamen del Comité Económico y Social Europeo: Trabajo precario y salud mental, “el alto nivel de inseguridad laboral percibida que caracteriza el trabajo precario, aumenta en un 61% las posibilidades de padecer depresión, en un 77% las posibilidades de desarrollar ansiedad y en un 51% las posibilidades de suicidio”.

Asimismo, indica que las altas exigencias cuantitativas incrementan en un 23% la probabilidad de tener una baja por enfermedad debido a un trastorno mental diagnosticado, que el bajo control las aumenta en un 25% y que la combinación de ambos factores aumenta en un 77% las posibilidades de desarrollar una depresión. De igual modo, las jornadas laborales largas aumentan en un 14% la probabilidad de presentar depresión.

En dicho Dictamen se calcula que, si en la UE se eliminasen las exposiciones a riesgos psicológicos y sociales en el trabajo, “la carga de depresión caería entre el 17% y el 35% y las enfermedades cardiovasculares, entre el 5% y el 11%.”

El Informe ‘Precariedad Laboral y Salud Mental’, elaborado en 2023 por la Comisión de personas expertas sobre el impacto de la precariedad laboral en la salud mental en España, destaca una asociación entre la inseguridad laboral y la mala salud mental. Según este informe, se detecta, especialmente en el caso de las mujeres, un mayor riesgo de depresión en la situación laboral más precaria y en caso de desempleo, con un gradiente según la clase social ocupacional. Entre la población activa se registra un total de más de 511.000 casos de depresión, con un riesgo atribuible poblacional del 33,2%, por lo que “si la población precarizada (incluyendo la desempleada) hubiera tenido un empleo estable, se hubieran podido evitar casi 170.000 casos de depresión.”

Las largas jornadas laborales pueden afectar negativamente a la salud mental de las personas trabajadoras

Un estudio conjunto de la OMS y la OIT, indica que 745.000 trabajadores y trabajadoras murieron en el mundo durante 2016 por accidente cerebrovascular y cardiopatía isquémica, provocados por las largas jornadas laborales, incrementándose esta cifra en un 29% en comparación con la estimada para el año 2000.

Según dicho análisis, en 2016, 398.000 personas fallecieron a causa de un accidente cerebrovascular y 347.000 por cardiopatía isquémica como consecuencia de haber trabajado 55 horas a la semana o más. Entre 2000 y 2016, el número de defunciones por cardiopatía isquémica y por accidente cerebrovascular debidas a las jornadas laborales prolongadas aumentó en un 42% y en 19%, respectivamente.

Los trabajadores con altas exigencias temporales afirman dormir mal, tienen sensación continua de cansancio, se sienten tensos e irritables, emocionalmente agotados, padecen dolores de cabeza y no conseguían olvidarse de los problemas del trabajo. Las exigencias temporales tienden a inducir niveles de atención altos que pueden complementarse con la realización de tareas muy repetitivas o complejas, de modo que, “al final, las exigencias temporales terminan minando la salud mental de las personas trabajadoras”.

¿Cómo afectan las condiciones de trabajo a la salud mental?

En relación con los factores de riesgo que pueden estar relacionados con el estrés laboral y los problemas de salud mental, datos de la Agencia Europea de Seguridad y Salud en el Trabajo muestran que, aproximadamente, uno de cada dos encuestados en la UE (46%), están expuestos a una gran presión de tiempo o sobrecarga de trabajo. Cerca de una cuarta parte (26%) denuncian una escasa comunicación o cooperación dentro de su organización y el 18% lamentan la falta de autonomía o de influencia en el ritmo o los procesos de trabajo. Hay un 16% que habla de violencia o los abusos verbales por parte de clientes, pacientes, alumnado, etc., y un 7% dice estar expuesto a acoso o intimidación en el trabajo.

En España, concretamente, un 37% declara que sufre estrés, depresión o ansiedad, un 41% sufre dolores de cabeza y fatiga visual, todo ello causado por el trabajo, y un 44% presenta problemas musculares, de articulaciones o huesos también relacionados con su trabajo, situándose estos porcentajes por encima de la media de la Unión Europea.

De acuerdo con el INSST, las presiones de tiempo y la sobrecarga de trabajo, son los factores que provocan mayores efectos negativos para el bienestar mental de los trabajadores, mencionados por más de la mitad de la población ocupada.

Consecuencias de la COVID-19 sobre la salud mental de los/as trabajadores/as

No se puede dejar de mencionar aquí. el impacto que tuvo la pandemia de la COVID-19 sobre la salud mental a nivel mundial. Según datos de la OMS, la COVID-19 provocó un aumento del 25% en la ansiedad y la depresión general en todo el mundo, con especial incidencia de problemas de esta índole en las personas trabajadoras del sector sanitario y socio-sanitario, y en aquellas que trabajaron en primera línea. El resto de la población trabajadora sufrió también las consecuencias, con los confinamientos, el miedo al contagio o la pérdida del empleo. Para UGT, estos aspectos «vienen relacionados con la aparición de patologías asociadas a los riesgos psicosociales de origen laboral, como el estrés o la ansiedad, entre otros«.

Influencia del calor en la salud mental

Hay una serie de estudios que analizan el impacto a corto plazo del calor en los resultados relacionados con la salud mental. Algunos señalan que se produce un aumento del 2,2% de la mortalidad relacionada con la salud mental por cada grado centígrado de aumento de la temperatura. Para la morbilidad relacionada con la salud mental, el aumento es del 0,9% por cada grado centígrado de aumento, siendo las personas mayores y las que viven en climas tropicales y subtropicales aquellas que presentan un mayor riesgo.

¿Cómo impactan el teletrabajo y la digitalización en la salud de las personas trabajadoras?

En palabras de la OIT, “la digitalización y las TICs se erigen como desafíos para la seguridad y salud de los trabajadores ya que se genera la necesidad de gestionar correctamente los riesgos psicológicos y sociales relacionados con el aislamiento laboral y la difuminación de los límites de la vida personal y laboral”.

Por este motivo, UGT exigen “que se adopten fórmulas para asegurar que la introducción de las nuevas tecnologías no daña la salud de las personas trabajadoras”. Para ello, consideran clave reformar la actual regulación en prevención de riesgos laborales, para incluir la evaluación especifica de aquellos puestos de trabajo que se encuentran sometidos al poder organizativo de algoritmos o inteligencia artificial, prestando especial atención a aquellos factores psicológicos y sociales que deben prevenirse, en pro de la seguridad y salud de los trabajadores, como el tiempo de trabajo, la hiperconectividad, la carga de trabajo cuantitativa, la sobrecarga cualitativa, la demanda psicológica de naturaleza cognitiva, etc.

Precisamente, advierte, “los daños para la salud ya están presentes entre la población trabajadora”, siendo un ejemplo de ello, el tecnoestrés, derivado de la sobrecarga o exceso de demanda en el trabajo y relacionado con el aumento de la despersonalización, favorecido por la comunicación a través del ordenador.

Las adicciones impactan en la salud mental de los/as trabajadores y pueden ser un factor de riesgo de conductas suicidas

Las cifras de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, indican que, en 2021, se alcanzaron en España las 93 dosis diarias de ansiolíticos e hipnóticos por 1.000 habitantes en 2021 (un 2,6% más que 2020). Este porcentaje se ha ido reduciendo ligeramente, pasando de 92 dosis diarias en 2022 a 90 dosis diarias por 1.000 habitantes en 2023.

Tal y como señala UGT, en nuestro país, los problemas de salud mental “tienden a derivarse a la sanidad pública, que presenta una carencia de profesionales en Psicología y Psiquiatría”.

El consumo de hipnosedantes es mayor en mujeres, especialmente aquellas con más de 45 años (el doble de casos frente a los hombres de la misma edad). Los grupos de población laboral donde se consume mayor proporción de hipnosedantes, son aquellos pertenecientes a sectores relacionados con la agricultura/pesca/ganadería/extracción y Administración pública/educación/sanidad/servicios sociales, y que se caracterizan por la presencia de riesgos psicológicos y sociales, precarización, sobrecarga, estrés e incertidumbre. La jornada de trabajo influye en este consumo, siendo mayor cuando la jornada es reducida y entre quienes se encuentran en paro.

Asimismo, el informe considera clave tener en cuenta que la adicción puede ser un factor de riesgo en la aparición de conductas suicidas: algunos estudios al respecto, han detectado que el riesgo de suicidio en personas que tienen problemas de adicción con sustancias ilegales, aumenta entre un 5,8% y 17% frente a la población en general.

Todo ello, evidencia aún más, la trascendencia de priorizar la salud mental de las personas trabajadoras.

Hay una falta de reconocimiento del origen profesional de las patologías relacionadas con los riesgos psicológicos y sociales de origen laboral

La Unión General de Trabajadores viene poniendo el foco en el escaso reconocimiento que se hace en España de las patologías derivadas de la incorrecta gestión de los riesgos psicológicos y sociales de origen laboral, como contingencia de origen profesional. A este respecto, destaca el hecho de que, a día de hoy, los problemas de salud mental no figuran en el vigente Cuadro de Enfermedades Profesionales y, por tanto, “no pueden en ningún caso admitirse como tales”.

Además, aunque la aplicación del artículo 156 de la Ley General de la Seguridad Social permite que, si se prueba que la patología se debe exclusivamente al trabajo, sea indemnizada como accidente de trabajo, esto supone una “vía notablemente restrictiva”, ya que la carga de la prueba de la etiología exclusivamente laboral del problema recae sobre la misma persona que lo sufre. Los datos aportados por UGT muestran que, en 2023, tan solo se reconocieron 127 casos de problemas de salud mental causados por el trabajo, 17 agravados por el trabajo y 872 accidentes laborales en jornada que causaron daños psicológicos por agresiones y amenazas a la persona trabajadora.

Las profesiones con más número de casos son: Medicina, Conductores de autobuses y tranvías, Profesionales de Enfermería y partería, y Empleados/as administrativos/as con tareas de atención al público y Conductores de camiones. Los episodios de ansiedad representan el 73% de los casos, seguidos del estrés postraumático (25%).

A diferencia de lo que sucede en España, la OIT ya incluyó en 2010 los trastornos mentales y del comportamiento en su Lista de enfermedades profesionales. También la OMS incorporó el ‘síndrome del trabajador quemado o burnout’ en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11), como “un problema asociado al empleo o al desempleo”, lo que supone un avance en el reconocimiento de los problemas de salud mental relacionados con el trabajo.

UGT considera fundamental el reconocimiento del origen profesional de estos problemas de salud mental por varios motivos: el primero es que, al no reconocerse como profesionales, las empresas no implantan medidas para eliminar los riesgos que pueden generar el daño a la salud, por lo que, no se activa el mecanismo preventivo; el segundo motivo, es que así se oculta la magnitud del problema y, por ello, no se destinan los recursos adecuados para solventarlo.

Ante esto, manifiesta, “si estas patologías fueran reconocidas como contingencia profesional, deberían ser tratadas y gestionadas con los recursos de las Mutuas Colaboradoras con la Seguridad Social, por lo que dejaría de asumir el coste de su tratamiento y gestión el Sistema Público de Salud, del que debemos destacar el importante déficit de profesionales en Psicología que presenta” (de las 18 mutuas registradas, tan solo 70 psicólogos para las 50 provincias, más las dos ciudades autónomas del Estado).

Anualmente, se pierden 12.000 millones de días de trabajo debido a la depresión y la ansiedad, lo que supone un coste de un billón de dólares por año en pérdida de productividad

Según datos de la OMS, se estima que el 15% de las personas adultas en edad de trabajar presenta un trastorno mental y un 5% de las personas adultas de todo el mundo tienen depresión, considerada como “la condición más incapacitante para el desempeño de una vida social/laboral y familiar favorable”

En la Unión Europea un 38,2% de su población presenta algún tipo de trastorno mental cada año, siendo la ansiedad (14%) el trastorno más habitual, seguida del insomnio (7%) y la depresión grave (6,9%).

Según el Informe ‘Precariedad Laboral y Salud Mental’, la ansiedad y la depresión son los dos principales cuadros clínicos responsables de la carga de enfermedad de los problemas de salud mental, con una prevalencia en la población de 15 años o más de 5,8% casos de ansiedad y 5,3% de depresión.

Por cada euro invertido en seguridad y salud en el trabajo, la ganancia que obtiene la empresa es de aproximadamente el doble

A nivel mundial, la OMS y la OIT estiman que, anualmente, se pierden 12.000 millones de días de trabajo debido a la depresión y la ansiedad, lo que supone un coste de un billón de dólares por año en pérdida de productividad para la economía mundial. Los costes de la mala salud mental en 2015 en la UE, se estiman en más del 4% del PIB en todos sus Estados Miembros, calculándose el coste de la depresión relacionada con el trabajo en 620.000 millones de euros anuales, siendo una de las principales causas de discapacidad, lo que se traduce en una pérdida de producción económica de 240.000 millones de euros.

No obstante, frente a los costes de la no prevención, es imprescindible destacar los beneficios de la inversión en seguridad y salud en las empresas: por cada euro invertido en seguridad y salud en el trabajo, la ganancia que obtiene la empresa es de aproximadamente el doble.

En la misma línea, la OMS estima que, por cada dólar invertido en la ampliación del tratamiento de la depresión y la ansiedad, se obtiene un retorno de 4 dólares en mejora de la salud y la capacidad de trabajo.

Propuestas para proteger y mejorar la salud mental de las personas trabajadoras

El documento finaliza con una serie de reivindicaciones por parte de UGT orientadas a la protección y mejora de la salud mental de las personas trabajadoras, entre ellas, las siguientes:

  • Elaborar, con la participación de los interlocutores sociales, de una Directiva comunitaria dirigida a regular la gestión de los riesgos psicológicos y sociales en las organizaciones, dotada de perspectiva de género, que sirva de paraguas para todos los Estados miembro que, como España, no dispone de una norma de estas características.
  • Actualizar la Ley de Prevención de Riesgos Laborales para adaptarla a las nuevas realidades del trabajo, introduciendo las evaluaciones y las medidas preventivas relacionadas con la salud mental y los riesgos específicos de la digitalización en la empresa.
  • Adoptar las medidas preventivas necesarias para asegurar que se protege la salud mental y física del personal laboral, así como establecer protocolos contra la violencia y el acoso en el trabajo.
  • Garantizar la reparación del daño a la salud mental.
  • Actualizar el listado de enfermedades profesionales español para que sean incluidas las patologías derivadas de la exposición a los riesgos psicológicos y sociales de origen laboral y las enfermedades mentales vinculadas al trabajo.
  • Formar y dotar de herramientas a las personas trabajadoras para saber detectar y actuar ante las distintas situaciones que pueden afectar a su salud mental y que suceden en el contexto laboral.
  • Aumentar las inversiones en salud mental, tanto las empresas como las administraciones.
  • Mejorar la calidad del servicio de las Mutuas a las personas accidentadas o afectadas por enfermedades profesionales y relacionadas con el trabajo, contando con los medios necesarios, incrementando las plantillas de psicólogos/as y psiquiatras, para atender los daños a la salud mental causados por el trabajo.

Se puede acceder al informe completo desde la página Web de UGT o bien directamente a través del siguiente enlace:

Informe. Salud mental y trabajo 2024

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