Los/as psicólogos/a de la Intervención Social tienen el reto de diseñar intervenciones válidas desde el punto de vista psico-político, y que promuevan espacios en los distintos contextos sociales (comunidad, hospitales, escuelas, familias, lugares de trabajo, etc.), donde el bienestar se logre a través una satisfacción equilibrada de necesidades personales, relacionales y colectivas, y la eliminación de las relaciones opresivas entre el grupo (cultura) dominante y los grupos en desventaja social.
Así lo afirma un artículo publicado en la revista Apuntes de Psicología, y desarrollado por el presidente de la Sociedad Española de Psicología de la Intervención Social, Manuel F. Martínez-García, a través del cual pone de relieve la importancia de la Psicología de la Intervención Social tanto en el ámbito público como en el privado, así como la necesidad de una ley reguladora de las profesiones de la intervención social, para solventar los problemas que enfrenta actualmente esta figura profesional.
Tal y como señala su autor, en los últimos años se han producido “vertiginosos cambios en el ámbito de los Servicios Sociales en muchos territorios autonómicos”, relacionados con los contenidos de la nueva generación de leyes y otros textos normativos, los cuales repercuten “en la estructura funcional, en la composición de los recursos humanos y en la propia atención que se presta a las personas usuarias desde el cuarto pilar del estado del bienestar”.
Fuente: freepik. Foto: freepik. Fecha: 09/07/24
A su juicio, estos nuevos textos normativos “no se han realizado con la suficiente reflexión y consenso entre los grupos de interés”, lo que se traduce en una serie de disfunciones en el propio funcionamiento del sistema y conflictos entre las distintas disciplinas implicadas en la atención a las personas usuarias, entre ellos, los siguientes: solapamiento en las funciones entre los distintos tipos de profesionales, ausencia de ciertas disciplinas en determinados ámbitos de atención del sistema, concentración injustificada de responsabilidades sobre un único tipo de profesional, exagerada asimetría de los perfiles profesionales en las estructuras de atención y sesgo asistencial frente a actividades de promoción comunitaria.
En este contexto, pone de relieve la ‘enorme gravedad’ que supone, especialmente, la “merma de la presencia de la Psicología como disciplina referente de los Servicios Sociales en favor del Trabajo Social, así como la ausencia de definición y cultura de trabajo en equipo interdisciplinar”.
Para revertir esta tendencia y evitar privar a la sociedad del ‘necesario abordaje interdisciplinar’, es crucial un cambio significativo en determinadas políticas públicas y en las normas jurídicas derivadas. De no hacerlo, no se contaría con “la visión comprensiva que desde la Psicología como ciencia se hace de los problemas sociales y las correspondientes estrategias de afrontamiento de los mismos, suficientemente contrastadas a lo largo de los más de 40 años de existencia del Sistema”.
Es esencial un marco de regulación normativa de las profesiones de la IS
Ante esto, a lo largo del artículo se realizan algunas reflexiones sobre elementos críticos de la Intervención Social (IS), desde la perspectiva de las personas profesionales de la Psicología, con el propósito de servir como base para el desarrollo, de forma participativa, de un marco de regulación normativa de las profesiones de la IS, que, en opinión de su autor, ayudaría a “ordenar este ámbito de las políticas sociales y mejorar la eficacia, eficiencia y efectividad de los recursos públicos invertidos en favor de la ciudadanía”.
De acuerdo con el texto, la IS se configura como una actividad en la que procede la colaboración entre diferentes disciplinas y profesiones, distinguiéndose la Psicología aquí por “el énfasis que pone en el contexto donde se dan las conductas y cogniciones de las personas, y que la relación entre estas dos variables no es una relación ortogonal sino dialéctica en la que se influencian mutuamente”.
En este sentido, su autor define la Psicología de la Intervención Social (PISoc) como la disciplina “que promueve el bienestar psicológico y social de personas, grupos y comunidades, especialmente de aquellas que se encuentran en una situación de desventaja, a través de cambios que conduzcan a una sociedad más justa, estableciendo redes e interacciones sociales que faciliten su empoderamiento, y usando modelos y metodologías propias de la Psicología, influyendo en las políticas sociales y formando parte de los procesos que generan el cambio normativo. Todo ello mediante estrategias proactivas y preventivas que dinamizan y favorecen la participación de las personas y comunidades, y tienen en cuenta la diversidad humana afirmativa”.
¿Qué funciones desempeña el/la profesional de la Psicología de la Intervención Social?
De este modo, el/la profesional de la Psicología de la Intervención Social desarrolla su labor en diversos ámbitos -referidos tanto a situaciones como a grupos de población-, tales como:
- Intervención con la comunidad, realizando prospecciones, investigación, análisis de sistemas y redes sociales, que sirven de base al diseño, implementación y evaluación de programas y proyectos específicos.
- Intervenciones con poblaciones específicas como: (a) familia, con especial énfasis en el análisis de su funcionalidad que permita el normal desarrollo de la gestión del grupo y las competencias parentales en todos los contextos de diversidad; (b) infancia y juventud, valorando el grado de madurez, las situaciones de riesgo y desamparo. o actuaciones en el ámbito del acogimiento y adopción; (c) mayores y envejecimiento, promocionando la autonomía personal, hábitos saludables y un envejecimiento activo; (d) diversidad funcional, realizando la valoración individual, familiar y social, y promocionando la inserción socio-laboral; y (e) dependencia, favoreciendo la autonomía personal y el apoyo a las personas cuidadoras principales.
- Igualdad de género, con múltiples intervenciones como el asesoramiento y seguimiento en problemáticas específicas (malos tratos o agresiones sexuales), sensibilización comunitaria o gestión de centros específicos para la mujer.
- Inmigrantes, con intervenciones que tienen como meta la mejora del empoderamiento cultural de personas migrantes, población autóctona, así como organizaciones e instituciones (centros educativos, sanitarios, o de servicios sociales). La inclusión socio-laboral, la reducción del prejuicio étnico y la eliminación de la discriminación comunitaria, escolar y laboral son algunos de los objetivos específicos en este ámbito.
- Adicciones, promoviendo habilidades personales y grupales que faciliten la integración comunitaria, en coordinación con la red de centros y asociaciones de prevención y tratamiento de las personas con adicciones.
- Cooperación al desarrollo, con detección de necesidades de individuos y grupos, así como diseño, implementación y seguimiento de planes de actuación en situaciones bélicas, catástrofes entre otras.
- Psicología ambiental, fomentando conductas ecológicamente responsables o adaptando el medio ambiente a las características/necesidades de los/as usuarios/as (planes de urbanismo, viviendas adaptadas, entre otras).
- Otros sectores emergentes como ocio y tiempo libre, nuevas tecnologías de la comunicación y la información, prevención de adicciones específicas (Internet, por ejemplo) o los problemas de la soledad y el suicidio.
De este modo, los/as psicólogos/a de la intervención social tienen el reto de diseñar intervenciones válidas desde el punto de vista psico-político, y que promuevan espacios en los distintos contextos sociales (comunidad, hospitales, escuelas, familias, lugares de trabajo, etc.) donde el bienestar se logre a través una satisfacción equilibrada de necesidades personales, relacionales y colectivas, y la eliminación de las relaciones opresivas entre el grupo (cultura) dominante y los grupos en desventaja social.
Para evidenciar la importancia de la presencia de la Psicología en el ámbito de la Intervención Social, el artículo recoge una serie de referentes históricos y actuales, poniendo de manifiesto así el enorme desarrollo alcanzado y su necesidad en el ámbito de las políticas sociales, tanto por los modelos teóricos que ofrece sobre la diversidad de problemas y situaciones sociales que atiende, como por las aportaciones metodológicas de la misma: diseño, implementación y evaluación de programas sociales.
A modo de ejemplo, actualmente, en el ámbito colegial la PISoc constituye una de las Divisiones creadas por el Consejo General de la Psicología de España. Mediante la norma regulatoria para acceder a la acreditación de la especialidad, se pretende garantizar que los servicios que estos profesionales brindan a la sociedad sean de calidad, asegurando que cuentan con la formación y experiencia necesaria para realizar las funciones propias del/a profesional de la PISoc.
La interdisciplinariedad, la integración, la colaboración y la corresponsabilidad: esenciales en la Intervención Social
El artículo recuerda que, en el ámbito del Sistema Público de Servicios Sociales, la Psicología es una de las disciplinas que ha cobrado mayor protagonismo “a lo largo de los más de 40 años de experiencia en las distintas autonomías”. Sin embargo, pese a estar suficientemente reconocida por las personas usuarias y otros colectivos de profesionales de la IS, no sucede igual con el estamento político y otros/as profesionales de la Psicología.
Según indica el autor, “sustentada en la legislación vigente, asume responsabilidades en materia de protección, intervención, prevención. Además, desarrolla su trabajo en el sector privado, tercer sector, movimiento asociativo y empresas sociales”. En esta línea, destaca que la Psicología ha generado en los últimos 40 años, una serie de activos en la IS en general y en los Servicios Sociales en particular que aportan valor a la gestión del interés público y general, señalando algunos hitos históricos para identificar tales activos e incidiendo en la necesidad de una norma legal de la especialidad de IS para que, a través de las oportunas sinergias, optimicen la eficacia y eficiencia del sistema público de bienestar social.
Teniendo en cuenta que los problemas sociales son multidimensionales y multicausados, el artículo insiste en la importancia de la interdisciplinariedad, integración, colaboración y corresponsabilidad en la Intervención Social, siendo disciplinas de referencia la Psicología, la Sociología, la Antropología, el Trabajo Social, la Educación Social y el Derecho. A nivel profesional considera esencial tener en cuenta también a Pedagogos/as Sociales, Técnicos/as en Integración Social, Técnicos/as de Animación Sociocultural, Monitores/as, Coordinadores/as de Tiempo Libre, entre otros.
Si bien esta dimensión interdisciplinar en la IS enriquece este ámbito de actuación, es crucial: (1) que el desempeño de sus profesionales estén convenientemente definidos en el marco de un modelo de gestión por competencias, distinguiendo entre las competencias genéricas (compartidas por todas las personas profesionales), las transversales (relacionadas con el trabajo en equipo interdisciplinar), y las específicas (propias de cada disciplina); y (2) una regulación normativa de las profesiones de la IS que recoja dichas competencias, ayude a minimizar los conflictos interprofesionales e interpersonales, y mejore la sinergia de dichas disciplinas en beneficio de las personas, de la comunidad y, por ende, del sistema público de servicios sociales.
Se advierte del ‘inadecuado e injusto’ sesgo a favor de una disciplina en detrimento de las otras
Según advierte el artículo, la configuración de los recursos humanos en Atención Primaria se caracteriza “por una gran variabilidad interterritorial, grandes dosis de improvisación y en función del perfil profesional de los cuadros políticos responsables de los Servicios Sociales en cada Autonomía o Ayuntamiento”. Esto sienta las bases para una serie de problemas, entre ellos, los siguientes:
- Insuficiente ejecución profesional de las competencias propias de cada disciplina, con frecuentes solapamientos de funciones tanto en los equipos de trabajo como en los proyectos.
- Exagerada desigualdad en la presencia de unas disciplinas (especialmente el Trabajo Social) respecto de otras en la atención a determinadas situaciones o problemas sociales.
- Ausencia o escasa definición de los criterios de calidad de la atención que se presta en los dispositivos del sistema.
- Predominio de abordajes, sistemas y estructuras asistencialistas.
Asimismo, insiste en que el desarrollo y evolución organizativo-funcional de los servicios sociales en España y de las normativas asociadas, así como la creación de nuevas leyes autonómicas, están “conduciendo al sistema a un lamentable, inadecuado e injusto sesgo disciplinar a favor del Trabajo Social, consolidando una exagerada asimetría respecto de la presencia de otras disciplinas”.
La figura del/la profesional de referencia, un ejemplo de reserva de actividad exclusiva de una profesión
Un ejemplo de esta situación de reserva de actividad es la figura del/la profesional de referencia recogida en las nuevas leyes de servicios sociales de la mayoría de autonomías, vinculada en exclusividad a un/a profesional de trabajo social, sin permitir que el puesto sea ocupado ni por educadores/as sociales ni por psicólogos/as.
Expertos advierten que la implantación de esta figura profesional en el desarrollo normativo de los servicios sociales se ha realizado sin los necesarios estudios basados en la evidencia científica de esa práctica, y sin que existan argumentos éticos, lógico-formales y metodológicos coherentes.
Esta reserva de actividad constituye “una forma encubierta y desleal de regulación de tan sólo una de las profesiones de la IS (trabajo social), abarcando e invadiendo ámbitos competenciales del resto de profesiones”, y dificulta e impide el liderazgo compartido, “que es uno de los puntos fuertes del paradigma de la interdisciplinariedad”. Esto evidencia, una vez más, la trascendencia de una regulación de las profesiones que se integran en la IS en general y en los servicios sociales en particular.
La PISoc apuesta por la atención integral (o integrada) de los problemas de las personas
La Psicología se encuentra dentro de los servicios sociales, desde su específico enfoque psicológico, incorporando colaborativamente sus elementos fundamentales junto con las demás profesionales del equipo de intervención.
Para que sus funciones no se diluyan y queden reducidas a una participación indiferenciada en la IS, es clave que la intervención psicológica en un equipo interdisciplinar sea “reconocida y explicitada claramente en las distintas legislaciones que regulen esta materia, disponiendo de protocolos específicos tanto para la evaluación y elaboración de informes como la digitalización de la información”. De igual modo, es esencial que, de forma diferenciada, “quede constancia de la intervención psicológica cuando se refiera a actuaciones que realiza el/la psicólogo/a como miembro de un equipo básico interdisciplinar”.
Por lo tanto, como bien indica el autor de este artículo, la PISoc apuesta por la atención integral (o integrada) de los problemas de las personas, ya que las causas de los mismos se sitúan en los distintos niveles ecológicos: desde el nivel individual (evaluación cognitiva primaria y secundaria de la situación, habilidades de afrontamiento, actitudes, componente emocional) al comunitario (recursos sociales) pasando por los microsistemas familiar, escolar y ocupacional.
La ausencia del profesional de la Psicología en la atención primaria (cada vez más frecuente como consecuencia de las nuevas leyes autonómicas) condiciona la atención integral y hace imposible una intervención adecuada, justa y de calidad. El artículo recuerda que garantizar la atención integral con la presencia de las disciplinas cuyos profesionales integran el equipo de atención primaria “es otro de los puntos críticos que deberían abordarse en el marco regulador de las profesiones de la IS”.
En el marco de la IS, cada vez es más frecuente el manejo de términos y procesos psicológicos por parte de personas sin la formación necesaria
Precisamente, la ausencia de una delimitación y regulación adecuada de las titulaciones vinculadas específicamente a la Intervención Social, podría estar generando intrusismo profesional. A este respecto, al abordar los problemas sociales se manejan términos como ‘actitudes’, ‘prejuicios’, ‘habilidades sociales’, ‘afrontamiento’, ‘estrés psicológico’, ‘ansiedad’, ‘inteligencia emocional’, ‘counseling’, ‘autoestima’ o ‘empatía’. El problema aquí, radica en la falta de preparación contrastada y homologada de determinados profesionales para el manejo de esos tópicos psicológicos así como en el ”uso inadecuado y doloso que se puede hacer de ellos en perjuicio de las personas destinatarias de la intervención”. A esto se añade el hecho de que se priva a las personas de profesionales, estrategias y metodologías idóneas para tratar sus problemas.
En la misma línea, cada vez es más frecuente que, en el marco de las profesiones de la IS, otros profesionales asuman una praxis más allá de las derivadas de su disciplina académica, como es el caso del manejo de procesos psicológicos (emociones, sentimientos y cogniciones) por parte de personas (trabajadores/as sociales fundamentalmente) sin la necesaria formación académica para tratar esos aspectos tan críticos de las personas.
Para el autor de este artículo, el peligro aquí se encuentra tanto en la ineficacia de esas intervenciones “por quienes no están preparados/as”, como en la “pérdida de oportunidad de abordar los problemas de esas personas por parte de un/a profesional cualificado/a”, y en el importante “perjuicio y el daño psicológico de tipo iatrogénico que puede ocasionar por un inadecuado afrontamiento de la situación.”
Concretamente, en relación con el término ‘psicosocial’, su presencia (en la historia social, el proyecto de intervención y el informe facultativo) no queda adscrita ni garantiza la presencia de profesionales de la Psicología en su ejercicio. De hecho, el autor destaca la frecuencia con la que aparece en la literatura poco especializada, en contrataciones laborales o en textos normativos, asociándose las capacidades y competencias necesarias para el ejercicio de “lo psicosocial” con otros perfiles profesionales distintos de la Psicología.
Para el autor, en el ámbito de la intervención social, el uso del término ‘psicosocial’, suele estar poco claro en su significado y alcance, “convirtiéndose en muchas ocasiones en una muletilla vacía de contenido específico para algunas de las disciplinas del ámbito de los servicios sociales y empleado, en no pocas ocasiones (sobre todo por el Trabajo Social), de manera interesada y confusa.”
¿Por qué es necesaria una norma reguladora a nivel nacional de las profesiones implicadas en la IS?
Atendiendo a todo lo expuesto y teniendo en cuenta el actual contexto socio-político en el que “se está deteriorando la situación de la especialidad y sus profesionales, sobre todo en el ámbito de los servicios sociales”, el artículo concluye insistiendo en la trascendencia de elaborar una norma reguladora a nivel nacional de las profesiones implicadas en la IS, con el objetivo de alcanzar las siguientes metas:
1. PERMITIR que la Psicología continúe siendo un referente de la IS y se complemente con disciplinas del área para que, a través de las oportunas sinergias, optimicen la eficacia y eficiencia del sistema público de bienestar social y de la IS social en general.
2. POSIBILITAR que la IS siga siendo un lugar de encuentro de profesionales y disciplinas que ofrezcan una visión teórico-comprensiva de los problemas y situaciones sociales, y unas estrategias para su abordaje de acuerdo, en su caso, con las distintas teorías y metodologías.
3. GARANTIZAR el paradigma de la interdisciplinariedad en la que cada miembro del equipo aporta los conocimientos propios de su especialidad, y donde realizan acciones integradas y coordinadas.
4. RECONOCER la especificidad de la intervención psicológica (y demás disciplinas), así como de sus protocolos específicos tanto para la evaluación y elaboración de informes como la transformación digital de la información. Debe reconocerse el informe psicológico específico, o en su caso, la adecuada diferenciación por profesiones en el seno del informe interdisciplinar.
5. PROMOVER y GARANTIZAR una atención integral y de calidad a los problemas de la ciudadanía con la intervención necesaria de la Psicología, Educación Social y Trabajo Social, fundamentalmente.
6. GARANTIZAR el libre ejercicio e independencia del/de la profesional de la Psicología (y demás disciplinas) como facultativo/a.
7. VISIBILIZAR las funciones y especificidades de cada ámbito profesional, de forma que clarifique las confusiones/límites de cada profesión y garantice el ejercicio de la competencia y capacitación profesional, reduciéndose la confusión y malestar innecesario entre profesionales.
8. FACILITAR el abordaje del intrusismo y sus causas que crece cada día dentro de este vacío de regulación profesional.
9. IMPEDIR que, de manera arbitraria, las diversas normativas autonómicas o locales les den un mayor reconocimiento y privilegios profesionales a determinadas disciplinas sociales frente a otras. En la práctica se impediría la reserva de actividad que actualmente ejemplifica el/a profesional de referencia.
10. PREVENIR y reducir los riesgos, errores y el daño iatrogénico que pudieran sufrir las personas usuarias durante la prestación de la atención. Su seguridad es fundamental para prestar servicios oportunos, eficaces y de calidad.
Fuente: Martínez-García, M.F. (2024). La Psicología en el marco de regulación normativa de las profesiones de la intervención social en España. Apuntes de Psicología, 42(2), 65-76. https://doi.org/10.55414/ssvac618