La COVID-19 ha afectado de manera desproporcionada a millones de niños, niñas y jóvenes en todo el mundo, y las restricciones de salud pública, así como los problemas socioeconómicos han tenido un impacto devastador en su educación, salud mental, perspectivas profesionales, seguridad y desarrollo personal. Para muchos/as, la incertidumbre y el temor por el futuro es la «nueva normalidad». Durante este período sin precedentes, se ha puesto aún más de relieve la trascendencia de que los gobiernos, los responsables políticos, los académicos y la sociedad civil, entre otros, se unan para encontrar formas innovadoras de apoyar a las comunidades y brindar esperanza a las generaciones más jóvenes. Con esta introducción se presenta el informe titulado Young people championing post-pandemic futures, un documento a través del cual se ofrecen recomendaciones de políticas clave para hacer frente a las consecuencias sociales a largo plazo de la pandemia sobre los y las jóvenes, publicado en el marco de una nueva movilización juvenil emprendida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) junto con la Fundación Pro Naciones Unidas y los mayores movimientos y organizaciones juveniles del mundo, con el objetivo de invertir en soluciones y actividades de participación encabezadas por jóvenes para combatir los desafíos clave derivados de la COVID-19. |
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Tal y como señala el informe, los niños, las niñas y los/as jóvenes son quienes se encuentran entre los más afectados por la pandemia, especialmente, las niñas y las mujeres jóvenes, que se han visto afectadas de manera desproporcionada. El aislamiento, la soledad, la interrupción de sus rutinas normales y las preocupaciones sobre el futuro, están generando una ola sin precedentes de problemas de salud mental, que pueden derivar en graves amenazas para la vida y el bienestar de niños/as y jóvenes. De hecho, los datos señalan que la interrupción de las rutinas, los cambios rápidos en los estilos de vida y el aislamiento físico se encuentran entre las causas del aumento de la depresión y la ansiedad. Debido a los confinamientos, millones de menores se han visto en desventaja ante la falta de acceso digital y de un entorno de aprendizaje adecuado en el hogar. La interrupción en la educación, así como la inseguridad laboral y los altos niveles de desempleo entre los y las jóvenes, han dejado a muchos/as frente a un futuro incierto. Asimismo, durante los confinamientos masivos, se han incrementado los casos de violencia de género y de violencia doméstica. Forzadas a aislarse con sus abusadores/maltratadores, las mujeres y las niñas y jóvenes, así como las personas LGBTQI + se han visto afectadas de manera desproporcionada, sufriendo trauma y depresión, y daños físicos. La COVID-19 ha destacado los riesgos y vulnerabilidades que enfrentan las niñas y mujeres jóvenes debido a desigualdades profundamente arraigadas y roles de género tradicionales, dificultando e incluso imposibilitando en algunos casos, que puedan acceder a servicios esenciales para protegerlas de la violencia de género y apoyar su salud sexual y reproductiva. Por ende, el aumento en el tiempo de exposición a las redes debido a la implementación de la educación a distancia y la falta de interacción física con sus compañeros/as, ha conllevado que los niños, las niñas y los/as jóvenes estén ahora más expuestos que nunca a la violencia en los espacios digitales. Esta situación les ha puesto en mayor riesgo de delitos cibernéticos y otras violaciones de los derechos humanos. Entre las recomendaciones políticas relacionadas con la salud mental y la seguridad, el documento recoge las siguientes:
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¿Qué estrategias son más eficaces para combatir la baja aceptación de las vacunas entre la población? Este es el tema que aborda un nuevo (…)