Hoy, 1 de diciembre, se conmemora el Día Mundial de la lucha contra el Sida, una fecha a través de la cual se pretende concienciar a la población sobre este problema de salud pública mundial y apoyar a las personas que viven con VIH/sida.
De acuerdo con la UNESCO, aunque se han realizado progresos considerables para acabar con el sida como amenaza para la salud pública, la epidemia del VIH no ha sido erradicada y las personas jóvenes continúan expuestas de manera desproporcionada a este tipo de riesgo. De hecho, los datos indican que, tan sólo en 2020, 410.000 jóvenes de entre 10 y 24 años se infectaron por el VIH, de los cuales 150.000 eran adolescentes de entre 10 y 19 años. En la misma línea, alerta de que el conocimiento exhaustivo del VIH entre los y las jóvenes sigue siendo demasiado bajo: sólo uno de cada tres tiene conocimientos precisos en torno a esta enfermedad.
En este año 2023, bajo el Lema “Que lideren las comunidades”, ONUSIDA pone de relieve el papel fundamental que pueden desempeñar las organizaciones de comunidades “que viven con el VIH, que corren el riesgo de contraerlo o que se han visto de alguna manera afectadas por el virus”, en la respuesta mundial al VIH, avanzando hacia el fin del sida.
Tal y como señala, las comunidades “conectan a las personas con los servicios de salud pública centrados en las personas, generan confianza, innovan, supervisan la implementación de políticas y servicios, y responsabilizan a los proveedores”.
Fuente: freepik. Foto: freepik. Fecha: 30/11/23
El apoyo psicológico es clave desde el momento del diagnóstico y durante todo el proceso
Para que las comunidades puedan aportar un impulso aún mayor en la lucha contra el VIH, ONUSIDA considera prioritario eliminar una serie de obstáculos que bloquean el progreso de los servicios de prevención y tratamiento de VIH, tales como, los recortes en la financiación, los obstáculos políticos y legislativos, las limitaciones de capacidad, o las normas restrictivas para la sociedad civil y los derechos humanos de las comunidades marginadas, entre otros.
De acuerdo con los expertos, el estrés que conlleva vivir con una enfermedad como el VIH puede impactar en la salud mental de la persona. De hecho, las personas que presentan VIH tienen una mayor probabilidad de desarrollar trastornos ansiedad, depresión y trastornos cognitivos. Asimismo, algunos medicamentos que se toman en el tratamiento de la enfermedad suelen tener efectos secundarios que pueden afectar también a la salud mental.
Situaciones como hablar sobre su diagnóstico, experimentar la pérdida de relaciones y de apoyo social (derivando en aislamiento), sufrir la pérdida de empleo o la preocupación por el desempeño en el mismo o enfrentar el estigma y la discriminación asociados con el VIH/sida, pueden afectar negativamente a la salud mental de la persona diagnosticada.
Esto pone de relieve la importancia la Psicología en todas las fases de la afección (desde el momento del diagnóstico y durante todo el proceso), contribuyendo a la mejora de la salud y la calidad de vida de las personas con VIH/sida.
A este respecto, recogemos a continuación un documento, donde se aborda en detalle todo lo anterior, destacando el rol esencial de la intervención psicológica como parte del tratamiento multidisciplinar en esta enfermedad. Puedes acceder a él pinchando en la siguiente imagen: