“El componente psicológico en el dolor oncológico es un factor relevante a tener en cuenta en el tratamiento”. Así lo afirma la guía “El dolor en el paciente hemato-oncológico: antes, durante y después del tratamiento”, un documento desarrollado por la Fundación Grünenthal en colaboración con la Fundación Josep Carreras contra la Leucemia, a través del cual se recoge una serie de recomendaciones prácticas y estrategias para el abordaje del dolor que suelen experimentar los y las pacientes en las diversas fases de su tratamiento, centrándose en las particularidades de las enfermedades hematológicas.
La guía, dirigida a pacientes y personas cuidadoras, recuerda que el dolor “es uno de los síntomas más comunes de los pacientes de cáncer y, a menudo, tiene un efecto negativo sobre el estado funcional de la persona y su calidad de vida”. Según datos de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), el 90% de los y las pacientes de cáncer experimentan dolor en algún momento del proceso. Durante el diagnóstico de un cáncer, entre el 30-50% de ellos/as presentan dolor, que en fases avanzadas de la enfermedad, puede llegar al 70-90%. En casos de cáncer avanzado, el 70% de los dolores tienen su origen en la progresión de la propia enfermedad, mientras que el 30% restante se relaciona con los tratamientos y patologías asociadas.
Fuente: freepik. Foto: freepik. Fecha: 08/05/24
El dolor puede presentarse de diferentes formas y en distinta intensidad
En un proceso de tratamiento de un cáncer el dolor puede presentarse de diferentes formas (crónico, constante, agudo…) y éstas no tienen por qué afectar siempre ni a todos los pacientes. Puede venir determinado por el propio cáncer, por la administración de pruebas y tratamientos y/o por los efectos secundarios adversos a algunos fármacos. La intensidad del dolor depende de varios factores, incluido el tipo de cáncer, cuán avanzado está, dónde está situado y la tolerancia del/de la paciente al dolor.
Concretamente, la hematología, el cáncer de la sangre, es distinta de la oncología y, con frecuencia, como en el caso de las leucemias, el paciente y el profesional de la salud no han de enfrentarse a tumores sólidos, que sí pueden aparecer en los linfomas, por ejemplo.
Con el propósito de mejorar su utilidad para el paciente hematológico, la guía estructura los tipos de dolor y las recomendaciones para sobrellevarlo, en función de las etapas del proceso de la enfermedad: antes y después del diagnóstico, durante el proceso de tratamiento agudo y en la larga supervivencia.
Antes y durante el diagnóstico
De acuerdo con el texto, en esta etapa, la persona aún no sabe que padece un cáncer de la sangre, siendo, posiblemente, el dolor, uno de los síntomas que llevan a este diagnóstico. Entre los dolores más característicos que puede experimentar un paciente de leucemia, linfomas, mieloma múltiple u otra hemopatía maligna, destacan el dolor en huesos o articulaciones; el dolor por inflamación o por aparición de masa o tumor; dolor en el diagnóstico (por pruebas como la punción lumbar, el aspirado de médula ósea, o la biopsia ganglionar, entre otras).
Durante el proceso de tratamiento agudo
Si bien a menudo, el tratamiento de una leucemia o un linfoma no es doloroso en sí mismo, las consecuencias y efectos adversos de los fármacos (especialmente los quimioterapéuticos), sí pueden producir efectos dolorosos o molestos, como, por ejemplo, los siguientes: mucositis secundaria a la quimioterapia; colocación del catéter venoso central y/o en vías periféricas; flebitis (inflamación de una vena); infecciones oportunistas como el Herpes zóster, etc.
Dolor en la larga supervivencia
A largo plazo, puede aparecer dolor por necrosis avascular de cadera u osteonecrosis; secundario a osteoporosis: complicaciones osteoarticulares; dolor neuropático periférico (neuropatía periférica o dolor neuropático oncológico.
La guía recomienda buscar ayuda psicológica para la mejora del dolor
Teniendo en cuenta todo lo anterior, entre las recomendaciones para mejorar el dolor, el documento aconseja plantearse recibir ayuda psicológica o formar parte de un grupo de apoyo, dado que esto puede proporcionar a los/as pacientes herramientas de autoayuda y control de los sentimientos de tristeza y miedo, y ayudarles a luchar contra el aislamiento social.
La guía dedica un apartado al impacto psicológico del dolor. Como bien indica en el mismo, el dolor oncológico “produce un gran impacto en la vida de los pacientes con cáncer, que se manifiesta por la disminución de su capacidad funcional y la aparición de síntomas físicos, afectivos y emocionales que alteran sustancialmente la calidad de vida”. Como consecuencia. se producen diversas alteraciones y manifestaciones clínicas, entre ellas, la sensación de cansancio permanente, reducción de la capacidad de trabajo, percepción de minusvalía para desplazarse, falta de interés por el entorno y sentimientos de aislamiento, traduciéndose en una pérdida de la interacción familiar y social.
El seguimiento psicológico es clave junto con el seguimiento nutricional y fisioterapéutico
Ante esto, los autores destacan la trascendencia del seguimiento psicológico, nutricional y fisioterapéutico. A nivel de la gestión psicológica y emocional, y con el propósito de reducir la intensidad del dolor, recogen una serie de pautas, entre ellas, las siguientes:
- Practicar técnicas de relajación, visualización o respiración profunda. Aunque puede costar al principio, es cuestión de practicar, probando con otra técnica si la primera no funciona.
- Probar la práctica del mindfulness. Según señala la guía, “las personas que puntúan más alto en mindfulness sienten menos dolor, presentan una mayor calidad de vida y sufren menos emociones negativas”.
- Compartir la experiencia en un grupo de apoyo de pacientes con dolor.
- Escribir un diario emocional.
El documento finaliza con un listado de páginas Web, documentos y estudios recomendados para profundizar en la temática.
Se puede acceder a la guía desde la página Web de la Fundación Grünenthal o bien directamente aquí:
El dolor en el paciente hemato-oncológico: antes, durante y después del tratamiento