Un nuevo experimento en pacientes hospitalizados reafirma que el contacto de calidad y guiado con la naturaleza tiene efectos positivos en el bienestar, y arroja luz para futuras investigaciones. No hay duda del creciente interés por este ámbito y el aumento de la literatura científica al respecto; vivimos en un momento en el que han saltado todas las alarmas medioambientales y parece importante que reorientemos el valor que le damos a la naturaleza y nuestra relación con ella.
Aparte, es importante abrir nuevos caminos terapéuticos: la Organización Mundial de la Salud considera los trastornos mentales un gran desafío para los sistemas de salud en todo el mundo. Las listas de espera y las recaídas en trastornos como la depresión impulsan la investigación de nuevas técnicas que ayuden a responder a este desafío.
La investigación que aquí se expone va en consonancia con este reto, y se encuadra dentro de las terapias basadas en la naturaleza (greencare), que se fundamentan en la necesidad humana de estar en contacto con un entorno natural.
Fuente: freepik. Foto: freepik. Fecha: 23/12/24.
Evidencia de efectos positivos en la naturaleza en la salud mental
De manera intuitiva, ya se acuñó el término “biofilia” para referirse a la necesidad de nuestra especie de relacionarse con un entorno apropiado a su condición (producto de una evolución de millones de años) y que, hasta la reciente Revolución Industrial, ha consistido en vivir inmerso en el mundo natural. En el ámbito de la ciencia, la teoría de la restauración de la atención (Kaplan, R., & Kaplan, S., 1989) ya apoyaba la idea de que la estimulación sosegada de la naturaleza permitía a las personas recuperar su capacidad de atención y reducir el estrés. Desde entonces hasta ahora han ido creciendo el número de investigaciones; por ejemplo, encontramos un nuevo marco teórico en Dan-Rakedzon et al., 2024, quienes precisan qué dimensiones y componentes hay en la experiencia de la naturaleza, lo que facilita el diseño de futuros experimentos sobre el tema.
La evidencia empírica apoya que experiencias positivas con la naturaleza tienen efectos tanto preventivos como rehabilitadores sobre la salud física y mental, y reducen la fatiga mental, mejoran la concentración, aumentan la tolerancia a la frustración… Estas investigaciones forman parte de la rama de psicología ambiental, que, si bien queda asentada como disciplina en los años 80, no es una rama muy conocida de la psicología. No obstante, estamos viviendo un marcado aumento en el interés por esta disciplina.
Las intervenciones basadas en la naturaleza se centran fundamentalmente en tres factores: la conexión con la naturaleza, el tiempo pasado en la naturaleza y la participación activa con el entorno natural. Veamos esta investigación.
Detalles del experimento
Para los autores, la investigación de greencare en poblaciones clínicas requiere de mayor rigurosidad. Este estudio consiste en un ensayo clínico controlado no aleatorizado en el que se ha buscado una muestra amplia: se ha realizado sobre un grupo de 116 pacientes hospitalizados que recibieron el tratamiento basado en la naturaleza, frente a un grupo de 111 que recibieron el tratamiento psicosomático habitual de su centro de hospitalización. A todos se les pasó un cuestionario de estados positivos y negativos al ingreso y alta, y al grupo experimental también un cuestionario tres meses después de la intervención.
El lugar de hospitalización ofrece a todos los pacientes acceso a la naturaleza; se esperaba que ambos grupos pasaran una cantidad de tiempo similar al aire libre, pero el grupo experimental lo haría con entrenamientos guiados de atención plena y relajación, en tres o cuatro sesiones. Por lo tanto, la diferencia en los resultados se atribuye a la calidad del contacto con la naturaleza, y no a la cantidad.
La intervención guiada se basaba, fundamentalmente, en terapia cognitiva basada en mindfulness y, en algunos casos, combinadas con elementos provenientes de educación ambiental (por ejemplo, ejercicios de percepción sensorial, cambio de perspectivas y experiencia de la naturaleza). Las condiciones climáticas en las que se hizo fueron variadas.
Se midió el impacto en el estado de ánimo y, secundariamente, en la depresión, la autocompasión y la atención plena.
Resultados: hubo grandes cambios en el grupo greencare, también pasados tres meses
Es cierto que las terapias habituales también produjeron cambios significativos en el aumento de afectos positivos y disminución de los negativos (estado de ánimo), pero los efectos en la intervención basada en la naturaleza fueron más grandes que con el tratamiento habitual. Pasados tres meses los cambios seguían siendo significativos, si bien los efectos habían disminuido ligeramente. Los efectos positivos duraderos fueron todavía mayores en pacientes con una depresión más acentuada, y también para quienes habían vivido la infancia en entornos urbanos.
También se encontraron diferencias significativas entre ambos tipos de terapia en lo relativo al aumento de la autocompasión. Para los/as autores/as conviene recordar que la autocompasión se ha relacionado con la eficacia de la psicoterapia y es un importante predictor del bienestar.
En las mediciones sobre depresión y atención plena se observó que ambas terapias, greencare y la rehabilitación psicosomática habitual, eran igualmente efectivas.
¿Qué podemos aprender de esta investigación?
Parece claro que las terapias basadas en la naturaleza pueden tener efectos incluso más fuertes en el bienestar que otras terapias que también han mostrado eficacia. Por una parte, esto aumenta el espectro de terapias basadas en la evidencia al alcance de los psicólogos, de tal forma que facilita el adaptarnos a las necesidades del paciente o al contexto en el que se encuentra. Por otra parte, se abre el rango de técnicas que podemos combinar con otras más tradicionales para incrementar los beneficios de las terapias, y que estos se mantengan en el tiempo.
Este experimento va más allá de que exponerse a la naturaleza pueda mejorar el bienestar; como hemos visto, las diferencias se debían no a esa mera exposición, sino al hecho de que los profesionales de la salud guíen ese contacto con el mundo natural. Esto abre la exploración a cómo diseñar las intervenciones para poder hacerlas aún más potentes (por ejemplo, tiempos de exposición, número de sesiones, grado de estructuración de las sesiones, mayor énfasis en la autocompasión…).
También resulta interesante el dato que es posible que estas terapias tengan mayor influencia en personas procedentes de entornos urbanos. ¿A qué se debe? ¿Es por la privación sufrida por esta población? Lo que parece claro es la necesidad de seguir investigando en esta línea, para seguir perfilando y precisando qué factores nos influyen positiva o negativamente en nuestra relación con la naturaleza. En cualquier caso, parece claro que la psicología, en su objetivo de impulsar la salud mental, también aboga, paralelamente, por un vínculo sano y respetuoso con el medioambiente.
Referencias
Puedes acceder al documento al documento directamente pinchando aquí o a través del siguiente enlace:
- Müller, M. M., Zieris, P., Krebs-Fehrmann, M., Thümer, K., Loreth, P., Pokorny, D., … & Kals, E. (2024). A mindfulness-and relaxation-based nature intervention improves mood in depressed patients in psychosomatic rehabilitation: Results from the GREENCARE non-randomized controlled clinical trial. Journal of Environmental Psychology, 102493.
Otras referencias
- Kaplan, R., & Kaplan, S. (1989). The experience of nature: A psychological perspective. Cambridge university press.
- Dan‐Rakedzon, N., Fleming, W., Lissovsky, N., Clayton, S., & Shwartz, A. (2024). A framework for understanding the human experience of nature through cognitive mapping. Conservation Biology, e14283.