La capacidad de atención es cada vez más limitada por el uso de las TRICs
24 May 2024
Establecer ciertas franjas de uso puede ser beneficioso para un entrenamiento de las capacidades cognitivas de los más pequeños, así como permitirles que se aburran.

Según Unicef, «las personas jóvenes que utilizan las redes sociales por más de dos horas al día muestran una salud mental más pobre en comparación a las personas que no llegan a este umbral” (Unicef 2021).

Un reciente informe, ‘Uso de internet y enfermedad mental en niños y adolescentes en España 1997-2021’, recoge que desde el año 2012 se ha producido un aumento significativo de los casos de salud mental en los jóvenes menores de 20 años, sobre todo en niñas. Una de las conclusiones de este análisis es que el acceso a internet de alta velocidad, la existencia de redes sociales o de servicios digitales han hecho que se propague esta crisis de salud mental (Alto Intelligence, 2023).

Según señala la ONU (2023) en todo el mundo, un niño se conecta a Internet por primera vez cada medio segundo. Sus datos a nivel mundial muestran que los y las menores pasan ahora más tiempo que nunca conectados online: un 75% de los/as jóvenes de entre 15 y 24 años tienen conexión a internet, en comparación con el 65% del resto de la población mundial.

Uno más reciente muestra que el tiempo medio de uso diario de teléfonos inteligentes por los adolescentes entrevistados, un millar de alumnas de entre 15 y 16 años, ronda las seis horas. Un tiempo que, según sus autores, se asocia también con un promedio de calificaciones escolares más bajo, una percepción de la propia imagen corporal más pobre, peor salud y estado de ánimo, más cansancio y mayores sentimientos de soledad.

Hay que educar en el uso responsable del acceso a internet

Estos distintos estudios son solo una muestra de los informes que se elaboran y publican en los últimos tiempos sobre la relación entre las redes sociales y/o internet y la salud mental de los jóvenes y niños y niñas.

Todos estos análisis explican cómo el acceso a las tecnologías de la relación, la información y la comunicación (TRICs), sin control de los adultos, puede dejar a los menores en una situación vulnerable que puede afectar a su bienestar psicológico y emocional.

De acuerdo con la literatura, el uso problemático de redes sociales a estas edades, se relaciona con una serie de consecuencias negativas, tales como: bajo rendimiento académico; dificultades en el desarrollo del lenguaje; problemas de sueño; problemas relacionados con la alimentación; insatisfacción con la imagen corporal; problemas de conducta; menores niveles de autoestima; mayores niveles de depresión; ansiedad; sensación de soledad y problemas de salud mental en general (Ricci y col., 2022; Muppalla y col., 2022; ONTSI, 2023).

Sin embargo, y a pesar de lo expuesto, una encuesta publicada el pasado año revelaba que el 24,5% de los padres y madres españoles afirma no haber hablado nunca con sus hijos/as sobre los peligros y riesgos de Internet y que, tan solo un 36% de los y las menores, ha recibido formación sobre ciberseguridad en sus centros educativos (Kapersky, 2023).

El 24,5% de los padres no ha hablado nunca con sus hijos/as sobre los peligros y riesgos de Internet

¿Cómo establecer, entonces, estos controles?

¿Por qué el acceso a las redes y a internet atrae tanto a los y las más pequeños/as?

¿Qué pueden hacer los padres para revertir estas situaciones de un uso desmedido?

Para buscar respuestas a estas y otras preguntas, entrevistamos a Pedro Altungy, profesor de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid y colaborador del COP.

“Lo más importante es educar en su uso. No es una cuestión de estar bien o mal. La tecnología es y su uso puede ser más adecuado o menos adecuado, y en ese uso deben ser las personas adultas, las personas responsables de la educación y del cuidado de los hijos, de las hijas, quienes deben tomar esa iniciativa y no relegarla a que lo hagan ellos o ellas, porque eso no sale de manera innata”.

Accede a la entrevista:

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