La Asociación Americana de Psiquiatría (APA-American Psychiatric Association) ha publicado una última versión revisada de su quinta edición del Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales).
Desarrollado con la ayuda de más de 200 expertos en la materia, el DSM-5-TR incluye el texto y las referencias totalmente revisadas del DSM-5, así como modificaciones aclaratorias y actualizaciones de más de 70 conjuntos de criterios y de los códigos del manual CIE-10.
También examina el impacto del racismo y la discriminación en el diagnóstico y las manifestaciones de los trastornos mentales, todo ello, con el fin de evitar perpetuar estereotipos o incluir información clínica discriminatoria.
Tal y como ha señalado la presidenta de la APA, esta revisión del texto refleja las actualizaciones más recientes en la literatura, bajo el prisma añadido de las construcciones etnoculturales y raciales en el diagnóstico, así como las construcciones de sexo y género».
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Foto: nuevo DSM-5-TR Fuente: APA Fecha descarga: 07/04/2022
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Además de las actualizaciones, aproximadamente el 75% de los textos sobre trastornos presentan revisiones significativas, con cambios extensos en diversas secciones, entre ellas, las que abordan: la prevalencia, el desarrollo y curso, los factores de riesgo y pronóstico, las características de diagnóstico relacionadas con la cultura, las características diagnósticas de sexo y género, el diagnóstico diferencial o la asociación con pensamientos o conductas suicidas.
A continuación recogemos algunos de los importantes cambios introducidos tanto en la nomenclatura , como en la codificación y en los criterios especificadores y diagnósticos, que reflejan la literatura etnocultural y social:
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Los trastornos neurocognitivos y por consumo de sustancias se han actualizado en la codificación (por ej., se han eliminado los datos que hacían referencia a tasas más altas de consumo de alcohol en las comunidades nativas americanas).
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Nuevos códigos de síntomas para antecedentes de conducta suicida y autolesiones no suicidas, con el propósito de que sean de ayuda en el registro sistémico.
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Se ha revisado la literatura relacionada con los diagnósticos del DSM para garantizar que los estudios «cuenten con tamaños de muestra adecuados y tengan en cuenta los determinantes sociales de la salud y la salud mental, incluido el sesgo racial y la discriminación».
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Se sustituye el término «racial» por «racializado» para destacar la construcción social de la raza, y se utiliza dentro del texto el término etnoracial.
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Se elimina el término «Minorías», dado que evoca un estatus de «menor que».
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El término caucásico se elimina porque se basa en puntos de vista erróneos y obsoletos sobre el origen geográfico de una etnia paneuropea prototípica.
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Se usa el término emergente Latinx en lugar de Latino/Latina para promover la inclusión de género.
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La terminología en los especificadores de disforia de género se ha actualizado también, con el respaldo del Comité Directivo del DSM, la Asamblea de la APA y la Junta Directiva para el uso de un lenguaje culturalmente sensible y menos estigmatizante. En este sentido, se sustituyen y actualizan varios términos, como por ejemplo, «género deseado» por «género experimentado», tratamiento hormonal cruzado por tratamiento hormonal de afirmación de género, masculino de nacimiento por masculino asignado al individuo al nacer y femenino de nacimiento a femenino asignado al individuo al nacer, trastornos del desarrollo sexual por diferencias en el desarrollo sexual, etc.
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El término neuroléptico, ya no es un término reconocido, dado que destaca los efectos adversos, quedando en el DSM-5-TR el diagnóstico de síndrome neuroléptico maligno y utilizando 2 términos diferentes según el trastorno: antipsicótico o agente bloqueador del receptor de dopamina.
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Algunos de los criterios de diagnóstico se han actualizado en el DSM-5-TR para recoger las experiencias y los síntomas de los niños y las niñas con mayor precisión. Tal y como ya se hacía en el DSM-5, enfatiza que, al igual que cualquier problema médico, nunca debe diagnosticarse a ningún niño sin una evaluación exhaustiva y cuidadosa, y no se debe recetar ningún medicamento sin la misma vigilancia. Los padres desempeñan un papel integral en este proceso, ya que muchos de los criterios del DSM requieren que ellos u otras personas que interactúan regularmente con el niño observen los síntomas.
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Con el fin de ofrecer descripciones más precisas y reflejar los avances científicos y la experiencia clínica de la última década, se han revisado y actualizado los criterios para varios diagnósticos, entre ellos, los siguientes: Síndrome de psicosis atenuada, Trastorno del espectro del autismo, Trastorno por evitación/restricción de la ingesta de alimentos, Trastorno bipolar I y bipolar II, Trastorno bipolar y trastorno relacionado/debido a otra afección médica, Delirio, Trastorno depresivo mayor, Trastorno depresivo debido a otra afección médica, Trastorno depresivo persistente, Trastorno de estrés postraumático (TEPT) en niños, Narcolepsia, Trastorno de ansiedad social y Trastornos mentales inducidos por sustancias/medicamentos.
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Asimismo, tras años de investigación y experiencia clínica, se ha incluido en el DSM-V-TR un nuevo trastorno: el trastorno por duelo prolongado. Según define la APA, la afección abarca a los pacientes que experimentaron la muerte de una persona cercana a ellos hace más de 12 meses (6 meses para los niños) y no pueden superar el dolor que conduce a síntomas que afectan negativamente el funcionamiento diario. Uno de cada 10 adultos corre el riesgo de desarrollar el trastorno después de perder a un ser querido.
De acuerdo con la Asociación, el trastorno de duelo prolongado ocurre cuando alguien pierde a alguien cercano y experimenta un intenso anhelo o preocupación por la persona fallecida, con una duración mayor de lo que se considera normal y genera angustia o problemas de funcionamiento en su vida diaria. Algunos de los síntomas del trastorno de duelo prolongado recogidos en el manual son: alteración de la identidad (p. ej., sentir que parte de uno mismo ha muerto), marcado sentido de incredulidad acerca de la muerte, evitación de cualquier cosa que recuerde que la persona está muerta, dolor emocional intenso (por ejemplo, ira, amargura, tristeza) relacionado con la muerte, dificultad para seguir adelante con la vida (p. ej., problemas para relacionarse con amigos, perseguir intereses, planificar para el futuro), entumecimiento emocional, sentir que la vida no tiene sentido, sentimiento intenso de soledad (es decir, sentirse solo o separado de los demás), etc.
En palabras de la presidenta de la APA, Las circunstancias en las que vivimos, con más de 660.000 muertes por COVID, pueden hacer que el trastorno por duelo prolongado sea más prevalente. El duelo en estas circunstancias es normal, pero no en ciertos niveles y no la mayor parte del día, casi todos los días durante meses. Hay ayuda disponible».
Fuente: Psychiatry.org – DSM
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