La APA destaca la importancia de visibilizar los trastornos alimentarios en niños y hombres jóvenes
04 Nov 2024

Actualmente, los niños y los hombres representan, aproximadamente, un tercio de las personas diagnosticadas con un trastorno de alimentación. A pesar de ello, históricamente han sido excluidos de los estudios de investigación y de los criterios de diagnóstico de este tipo de trastornos. Si bien los síntomas de los trastornos alimentarios pueden ser diferentes en los hombres, el tratamiento suele ser prácticamente similar que en las mujeres.

Con esta introducción, la Asociación Americana de Psicología (American Psychological Association, APA) presenta un artículo publicado en su revista APA Monitor on Psychology, a través del cual advierte de la falta de visibilidad de los trastornos alimentarios en niños y adolescentes, así como del estigma existente en torno a ello, lo que puede dificultar la detección e intervención tempranas en estos casos.   

Fuente: freepik. Foto: freepik. Fecha: 28/10/24

Tal y como señala la Asociación, aunque persiste el estereotipo de que los trastornos alimentarios afectan principalmente a las mujeres, en la última década han surgido diversas investigaciones que sugieren que estos trastornos, junto con los problemas de salud mental relacionados, como la dismorfia corporal y los trastornos alimentarios subclínicos, no discriminan en función del género. Se estima que los niños y los hombres representan alrededor de un tercio de las personas diagnosticadas con un trastorno de alimentación. Algunos niños y hombres presentan trastornos de este tipo más comunes, como la anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa. Sin embargo, otros pueden experimentar patrones alimentarios desordenados fuera de un diagnóstico oficial, como alteraciones de la imagen corporal, conductas de control de peso o figura poco saludables o pérdida de control sobre la alimentación.

Además, el trastorno de evitación/restricción de la ingesta de alimentos, también conocido como ARFID (avoidant/restrictive food intake disorder), es una categoría relativamente nueva de trastorno de alimentación y de la conducta alimentaria que se caracteriza por evitar/restringir de forma extrema los alimentos.

Por su parte, la dismorfia muscular, a veces denominada «vigorexia», es un problema que se caracteriza por un ejercicio/entrenamiento con pesas excesivo y compulsivo, así como la creencia de que no se tiene suficiente musculatura y una obsesión por la masa muscular, el tamaño y la delgadez. Las investigaciones al respecto muestran que es más común en niños y hombres que en niñas y mujeres, y que cada vez hay más casos entre los adolescentes varones, muchos de los cuales reconocen tomar productos para desarrollar la musculatura, como creatina o esteroides anabólicos.

Los hombres que luchan contra los trastornos de alimentación enfrentan desafíos únicos, incluido el estigma

De acuerdo con la APA, los hombres que luchan contra estos trastornos enfrentan desafíos únicos, incluidos el estigma, los conceptos erróneos y la renuencia a buscar ayuda. Asimismo, advierte, “las diferencias en la aparición de los síntomas con respecto a los síntomas más ampliamente reconocidos en las niñas y las mujeres, a menudo obstaculizan el diagnóstico y el tratamiento oportunos”.

Aunque en los últimos años hay una mayor concienciación sobre la imagen corporal masculina y las preocupaciones por los trastornos alimentarios -en parte, gracias a que varias celebridades han compartido sus luchas públicamente-, no se puede dejar de mencionar aquí el hecho de que las plataformas de redes sociales, “podrían estar perpetuando simultáneamente la imagen corporal del ‘hombre ideal’, lo que aumenta la complejidad del problema”.

De este modo, según el artículo, estos niños y hombres jóvenes “desarrollan una relación poco saludable con sus cuerpos, en forma de intentar volverse extremadamente musculosos y hacerlo de una manera que comienza a interferir realmente con sus vidas”. A esto se añade la proliferación de redes sociales y el mayor consumo entre adolescentes de páginas de contenido sobre fitness, pérdida de peso y ‘puesta en forma’, lo que está provocando un mayor aumento de casos de niños y hombres jóvenes “enfocados de forma poco saludable en sus cuerpos”.

Es más, debido a que el problema aún está tan poco reconocido en la población masculina, es más probable que puedan enfrentar consecuencias graves, por ejemplo, hospitalizaciones.

Los expertos indican también que niños y hombres han sido históricamente excluidos de los estudios de investigación y de los criterios de diagnóstico de los trastornos alimentarios”. La APA señala que no fue hasta la publicación de la quinta edición del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, en mayo de 2013, que el criterio de amenorrea (pérdida del ciclo menstrual) se eliminó del diagnóstico de anorexia nerviosa, “lo que permitió que los niños y los hombres con el trastorno finalmente pudieran recibir un diagnóstico apropiado”.

Otro elemento que contribuye a que este problema no se reconozca en los hombres, es que los trastornos alimentarios se han centrado en la idea de que los síntomas actitudinales, cognitivos y conductuales están impulsados ​​por el miedo a ganar peso y la búsqueda de la delgadez. A este respecto, si bien algunos niños y hombres pueden buscar la delgadez, los ideales corporales masculinos suelen centrarse más en la musculatura o la delgadez (poca grasa corporal) que en la delgadez o la pérdida de peso (reducir el número en la báscula).

Como resultado, pueden mostrar diferentes tipos de conductas de alimentación, control del peso y control de la forma corporal, poco saludables o desadaptativas, entre ellas, el consumo excesivo de proteínas, el ejercicio o el levantamiento de pesas de forma compulsiva, o incluso el uso de sustancias que mejoran la apariencia o el rendimiento, incluidos los esteroides anabólicos y los sintéticos relacionados.

Por lo tanto, si un profesional de la salud “busca únicamente la pérdida de peso, que es el prototipo de lo que suele verse en la anorexia nerviosa, entonces las conductas que se observan en los niños o en los hombres que pueden tener síntomas desadaptativos pueden parecer diferentes y pasar desapercibidas”.

De igual modo, los niños y los hombres también han quedado fuera de la investigación sobre evaluación de trastornos alimentarios. Como resultado, esas medidas se centran en los síntomas que son más comunes en las mujeres, utilizan un lenguaje en consonancia con el género femenino y son poco sensibles a la detección de trastornos alimentarios en los hombres.

Para combatir esto, es crucial desarrollar herramientas de detección diseñadas para “‘captar’ los síntomas de los trastornos alimentarios de formas que sean más identificables para los hombres”, incluyendo aquí los síntomas ‘más comunes’, como la restricción de alimentos y las purgas, y los que son “más comunes en los hombres”, como el ejercicio excesivo, el aumento excesivo de peso en un intento de desarrollar músculo e incluso el uso de esteroides anabólicos, que es especialmente frecuente entre los hombres más jóvenes y los niños que podrían estar tratando de desarrollar musculatura.

La Asociación Americana de Psicología alerta de que las conductas alimentarias desordenadas y el ejercicio excesivo, particularmente en los atletas, a menudo “se consideran socialmente aceptables e incluso se fomentan como un signo de son ‘disciplinados’”. Además, es particularmente común que los padres, entrenadores y otras personas en la vida de los niños refuercen estos comportamientos.

Así, de manera similar a como se ha reforzado en la sociedad la delgadez en las mujeres, esto puede desencadenar algunos comportamientos peligrosos en los hombres jóvenes, que corren el riesgo de desarrollar un trastorno alimentario o síntomas de dismorfia muscular. “No ayuda que, en las últimas décadas, la imagen corporal masculina idealizada se haya vuelto más grande y voluminosa”, un ideal que “incluso se ha abierto camino en los juguetes y las películas” (por ej., superhéroes en películas de acción).

La detección temprana de los trastornos alimentarios es crucial para un tratamiento eficaz

Como bien afirma la APA la detección temprana de los trastornos alimentarios es crucial para un tratamiento eficaz”. Los signos pueden ser sutiles y un niño o adolescente no necesita cumplir todos los criterios de un trastorno alimentario para beneficiarse de la intervención. Es clave, ser más conscientes de que los problemas de imagen corporal y alimentación también ocurren en niños y hombres. Esta concienciación debe comenzar a darse ya desde educación primaria.

Es fundamental y necesario garantizar que los proveedores de atención primaria de primera línea, así como los/as profesionales de los centros educativos, piensen en los trastornos alimentarios como un riesgo significativo tanto para los niños como para las niñas. Concretamente, los/as profesionales de la Psicología deben tenerlo en cuenta con todos sus pacientes jóvenes: “A menudo, un profesional de la salud trata a una persona por ansiedad o depresión y, varios años después, la persona admite que ha estado comiendo en exceso, purgándose, pasando hambre, haciendo ejercicio en exceso y usando laxantes. De modo que tiene que ser algo sobre lo que siempre debe preguntarse”.

Entre las posibles señales de advertencia de un trastorno alimentario, la Asociación destaca las siguientes: miedo intenso a aumentar de peso; preocupaciones constantes con el peso y la forma corporal; rituales, reglas o rutinas inusuales o rígidas en torno a la comida; incapacidad o negativa a mantener un peso saludable; episodios de atracones o purgas; preocupación por las calorías/macronutrientes, la comida o el peso y la forma corporal; y rutinas excesivas o estrictas de ejercicio/levantamiento de pesas.

Aunque llevar hábitos de alimentación saludables y hacer ejercicio con más frecuencia es ciertamente positivo y, “en la superficie, no debería ser motivo de preocupación”, si se llega a un punto en el que se vuelve excesivo, “puede ser el momento de que los padres comiencen a prestar más atención”. En este sentido, si un adolescente comienza a aplicar de manera rígida ciertas rutinas de alimentación o ejercicio, y esto empieza a afectar a su funcionamiento social, a su capacidad para ir a la escuela o a clase, es imprescindible empezar a prestar atención a estos aspectos.

En lo referente a las intervenciones de tratamiento, algunos hombres responden bien a un tratamiento de trastornos de alimentación desarrollado en gran medida en el contexto de esta perspectiva centrada en la mujer. Pero es probable que otros se beneficien de un tratamiento que se adapte mejor a las características y factores únicos que influyen en los niños y los hombres con trastornos alimentarios.

Con relación a esto, la APA señala que los y las profesionales de la Psicología pueden tomar medidas para que el tratamiento “sea más accesible para los hombres, más atractivo para ellos, teniendo cuidado de no asumir simplemente que los aspectos que más preocupan a sus pacientes femeninas son en realidad los mismos que les preocupan a ellos «. En lugar de asumir que un paciente masculino está comiendo poco para adelgazar, los niños y los hombres pueden usar términos como ‘para estar más en forma’, ‘más esbelto’ y ‘más definido’.

Las iniciativas de prevención en los centros educativos, así como en los programas deportivos de los y las estudiantes y en el hogar, centradas en desafiar los estándares culturales sobre cómo es un ‘hombre ideal’, también pueden resultar eficaces para reducir los factores de riesgo de desarrollar un trastorno de alimentación y/o dismorfia muscular en niños y hombres.

Fuente: Novotney, A. (2024, 1 de octubre). Unrecognized eating disorders in boys and young men. Monitor on Psychology, 55 (7), pp. 30.

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