Investigaciones recientes indican que los agricultores corren un riesgo particular de sufrir trastornos de salud mental. Las tasas de depresión en la comunidad agrícola se están incrementando, siendo más altas entre los hombres y aumentando con la edad. Los síntomas de depresión se asocian con un incremento del 13% en la mortalidad ajustada por sexo y edad. Los agricultores también tienen más probabilidades de afirman que “no vale la pena vivir la vida «. Actualmente, se estima que, cada semana, un trabajador agrícola se quita la vida en el Reino Unido. El riesgo de suicidio también es mayor entre quienes trabajan en funciones agrícolas específicas, como la cosecha de cultivos y la cría de animales.
Con esta introducción, investigadores de Reino Unido presentan un estudio publicado en la revista Discover Mental Health, a través del cual se analiza la eficacia de dos tipos de intervenciones psicológicas para mejorar la salud mental en personas que se dedican a actividades agrícolas.
Tal y como señalan los investigadores, los factores sociales y las características de la comunidad tienen un papel mediador importante en la salud mental de la población agrícola. A pesar de las altas tasas de mala salud mental registradas en esta población, es “relativamente difícil llegar a ella” a través de los servicios de salud mental. En este sentido, es más probable que las personas que se dedican a la agricultura recurran a sus propias comunidades en busca de apoyo, que a profesionales de la salud, y muchas de ellas, prefieren buscar el asesoramiento de miembros respetados de sus comunidades, como los cirujanos veterinarios, o utilizar fuentes anónimas de apoyo como Internet o folletos de autoayuda.
Concretamente, destacan las intervenciones basadas en la terapia cognitivo-conductual por su sólida base de evidencia para el tratamiento de problemas comunes de salud mental, siendo bien aceptadas en entornos rurales. Su naturaleza estructurada facilita que se pueda proporcionar en diferentes formatos (incluidos los formatos remotos y autodirigidos) y brinda estrategias prácticas que pueden aplicarse en la vida cotidiana. Para los autores del presente estudio, “estas cualidades pueden resultar atractivas para los agricultores”.
Las intervenciones psicológicas y sociales proporcionan diferentes tipos de apoyo, y los enfoques combinados pueden ser óptimos. A este respecto, el estudio aborda dos tipos de intervenciones: una de terapia cognitivo-conductual basada en el programa “Vivir la vida al máximo para las comunidades agrícolas” (Living Life to the Full for Farming Communities, LLTTF-F), a través del cual se ofrecen recursos educativos online a personas que sufren estrés, ansiedad y depresión. Esta intervención, incluye herramientas de cambio de conducta autoguiadas. A los/as participantes se les ha dado también la opción de recibir asistencia telefónica, proporcionadas por profesionales capacitados.
La otra intervención consiste en un servicio de apoyo social y emocional de la Royal Scottish Agricultural Benevolent Institution (RSABI). Este servicio holístico busca ayudar a las personas de la comunidad agrícola a salir adelante en tiempos difíciles, por ejemplo, asesorando y proporcionando ayuda con gastos económicos básicos. Incluye también visitas a domicilio y apoyo telefónico u online por parte de personal capacitado en primeros auxilios en salud mental.
Este ensayo clínico aleatorio ha contado con una muestra de 40 personas de la comunidad agrícola que estaban experimentando un problema de salud común definido como una puntuación mayor o igual a 8 en PHQ-9 (Patient Health Questionaire).
Los resultados muestran que ambas intervenciones psicológicas son eficaces, con un mayor efecto en la TCC
De acuerdo con sus autores, si bien el reclutamiento de la comunidad agrícola ha requerido un esfuerzo intenso, se ha logrado mantener un buen nivel de compromiso durante, al menos, tres meses.
Los resultados obtenidos muestran que ambas intervenciones son factibles, detectándose reducciones en las puntuaciones del PHQ-9, lo que, para sus autores, “proporciona cierta indicación de que los diversos componentes de las dos intervenciones son beneficiosos para el bienestar mental”.
Particularmente, la intervención de TCC es la que mayor efecto demuestra, registrándose una caída media en las puntuaciones del PHQ-9 de 7,3. Esto sugiere que la terapia cognitivo-conductual puede ser mejor para abordar de manera inmediata los problemas de salud mental específicos. Ante esto, sugieren que, para optimizar la intervención dirigida a la comunidad agrícola, es clave combinar las sesiones con recursos apoyo (y, posiblemente, con sesiones presenciales). De este modo, dado que algunos participantes tienen un compromiso limitado con el material escrito, el uso de contenido complementario de video y audio (como por ej., podcasts) puede ser de utilidad: “escuchar el material mientras se trabaja podría abordar la percepción de ‘falta de tiempo’».
Un hallazgo clave aquí es que ambas intervenciones parecen satisfacer diferentes necesidades. Así, mientras que la intervención de TCC tiene el mayor efecto en las puntuaciones del PQ-9, el apoyo práctico ofrecido dentro de la intervención de apoyo social holístico es particularmente valorado por otros aspectos, como ayudar a tomar decisiones comerciales y económicas difíciles.
Fuente: Lamont, K., van Woerden, H. C., King, E., Wendelboe-Nelson, C., Humphry, R. W., Stark, C., … & Maxwell, M. (2024). Improving the mental health of farmers: what types of remote support are acceptable, feasible, and improve outcomes? A feasibility RCT. Discover Mental Health, 4(1), 4.