España muestra uno de los índices de inactividad física más altos de la Unión Europea. Las encuestas de salud y práctica deportiva en España reflejan cómo, a lo largo de la vida, se produce un paulatino descenso en el número de personas que practican actividad física o deporte organizado, apreciándose especialmente una bajada significativa entre el final de la adolescencia y los primeros años de la edad adulta. Sin embargo, la edad no parece ser el único factor que tiende a desequilibrar los actuales índices de inactividad física en la población española: investigaciones recientes han evidenciado una clara asociación entre el género y los niveles de actividad física. A este respeto, algunos estudios han señalado la existencia de una menor persistencia y una temprana y superior tasa de abandono deportivo en la población femenina respecto a la masculina. Concretamente, España ha sido identificada dentro de diversos Estados miembros en Europa como uno de los países que requiere una urgente reacción de cara a proponer nuevas estrategias y políticas de promoción de la participación deportiva de las mujeres. | |
Así lo indica un informe publicado por FUNDACIÓN MAPFRE, y elaborado por investigadores del Centro de Estudios del Deporte de la Universidad Rey Juan Carlos, y del Observatorio de Investigación de la Fundación España Activa. El objetivo general de este estudio es analizar los niveles de actividad física, motivaciones y barreras percibidas hacia su realización, en la mujer joven española. Según señalan los autores, las estimaciones más recientes establecen que un 27,5% de la población adulta a nivel mundial (26,8 % en España) es físicamente inactiva, subrayando, además, un claro estancamiento desde 2001, que pone en riesgo el cumplimiento del objetivo de reducción de la prevalencia establecido por la OMS para los años venideros. Esta última estimación global de la OMS identifica al colectivo femenino como un sector poblacional en alto riesgo, cuestión que también ha sido ratificada en España, en el termómetro del sedentarismo publicado por Mayo y col. (2017). Dado lo anterior, el estudio se ha centrado también en conocer de manera específica, los niveles de práctica de la actividad física y el cumplimiento de las recomendaciones mínimas de práctica, establecidas por la Organización Mundial de la Salud, en mujeres adolescentes y adultas jóvenes, así como identificar un perfil específico de la mujer, en relación con los factores facilitadores u obstáculos hacia el establecimiento de un estilo de vida físicamente activo. A continuación, recogemos las principales conclusiones del estudio: La existencia de una tradición basada en modelos masculinos en la investigación social en el deporte ha actuado en forma de lastre, provocando que el conocimiento sobre la adherencia y la motivación, así como la percepción de barreras para la práctica deportiva femenina, sea todavía muy limitado. Existe una importante brecha de género en el nivel de práctica de actividad física y en la tasa de cumplimiento de las recomendaciones mínimas según la OMS. La mujer joven muestra históricamente una mayor representación en niveles de actividad física bajo/moderado y una menor tasa de cumplimiento. La tendencia de evolución general de la brecha de género en los últimos años denota una paulatina acentuación de estas diferencias en adolescentes, y atenuación (aunque aún insuficiente) en adultos jóvenes. En términos de diferencias en función del género, la regulación del comportamiento hacia la actividad física de la mujer difiere, principalmente, en los siguientes aspectos: Interés, satisfacción, disfrute o diversión hacia la AF (regulación intrínseca), Identidad como deportista e integración de la AF en su estilo de vida y valores propios (regulación integrada), y Valoración y consideración de la importancia y beneficios que la AF implica (regulación identificada). Mayor prevalencia de barreras hacia la realización de actividad física, motivada por factores inherentes a la mujer joven y su entorno próximo. Se observa un claro predominio de limitaciones temporales, por encima de barreras contextuales y de desagrado hacia la realización actividad física, en orden de importancia. De acuerdo con los datos del estudio, las razones que subyacen a la prevalente percepción de obstáculos hacia la realización de ejercicio entre el colectivo femenino son las siguientes: a) Barreras temporales: los resultados confirman la preocupación por los temas académicos como el principal factor que limita la práctica de actividad física en la mujer, condicionado por aspectos inherentes a su personalidad y sentido de la responsabilidad (otorgando mayor peso a lo académico) y el entorno familiar (que genera un contexto de presión en la compatibilidad de actividades y supedita inexorablemente la actividad deportiva a la exigencia académica). b) Barreras contextuales: la principal razón contextual que obstaculiza la participación de la mujer en la actividad física es la oferta deportiva que se le ofrece. La oferta es sesgada (hacia deportes vinculados al canon de feminidad y con orientación al rendimiento/competición) y no responde mayoritariamente a las preferencias del colectivo femenino, principalmente tras su desvinculación del ámbito escolar. Otras limitaciones como la existencia aún de sesgos socioculturales (aceptación social de la mujer deportista o estereotipos de cuerpo femenino), la falta de apoyo o participación de sus iguales y familiares y, excepcionalmente, problemas económicos para apoyar la práctica pueden suponer un freno hacia la iniciativa o mantenimiento de la participación en la mujer joven. c) Barreras intrapersonales: el principal obstáculo aquí es la percepción de competencia y destreza en el desempeño motriz, condicionada por el elevado nivel de autoexigencia. Asimismo, determinados factores externos pueden repercutir en la aparición de estas barreras, entre ellos, la inadecuada orientación de las actividades físico-deportivas ofertadas hacia las preferencias de la mujer o la pérdida de motivación por la limitada proyección deportiva femenina.
El periodo de transición de la etapa ESO (12-15 años) a bachillerato/FP (16-18 años) es transcendental en la modulación de factores psicológicos y sociales (descenso de motivación y notable aumento de barreras percibidas) que, en consecuencia, parece determinar el descenso en los niveles de actividad física de la mujer. Según el informe, la madurez temprana en las chicas adolescentes, la aparición de nuevos intereses y el cambio de prioridades otorgadas hacia la práctica de la actividad física con la edad (componente social entre iguales vs. estética corporal/salud) parecen ser razones subyacentes al descenso en las formas de motivación autónoma. Por otro lado, la falta de continuidad en la oferta deportiva acorde a las prioridades de las jóvenes y su actitud más orientada a temas académicos, en la transición entre ESO y bachillerato, son aspectos que explican el incremento en la percepción de limitaciones hacia la práctica del ejercicio. El contexto socioeconómico parece modular el nivel de actividad física, las motivaciones y las barreras percibidas en la mujer joven.
Para los autores del estudio, los datos del mismo, son esenciales para desarrollar programas de intervención eficaces, de cara a promocionar un estilo de vida activo y saludable en la mujer. En esta línea, establece una serie de recomendaciones generales para diseñar programas de promoción de la actividad física, tales como, incentivar de manera adecuada la promoción y adherencia a la práctica de esta actividad, para garantizar su eficacia a medio/largo plazo, reformular la oferta de actividades físico-deportivas según las preferencias de la mujer joven para facilitar su incorporación a la práctica, y valorar la importancia de intervenir y actuar en edades tempranas, para favorecer la adopción y mantenimiento de estilos de vida físicamente activos durante la etapa adulta, entre otras. Se puede acceder al informe completo desde la página Web de MAPFRE, o bien directamente a través del siguiente enlace: Mujer joven y actividad física |