Factores de riesgo y protección y consecuencias de la victimización por ciberacoso
05 Mar 2025

Entre los rápidos avances tecnológicos acontecidos en las últimas décadas, Internet se ha convertido en una plataforma predominante para la interacción social, especialmente, entre jóvenes y adolescentes. Si bien estos entornos digitales fomentan las conexiones y la expresión personal, también presentan nuevos desafíos, entre ellos, el ciberacoso, una preocupación importante y creciente en los últimos tiempos, que se ha convertido en un problema común a nivel mundial.

Con esta introducción se presenta un estudio publicado en la revista Nature Human Behaviour, a través del cual se aborda el grave problema del ciberacoso, definido como «actos intencionales de agresión perpetrados a través de medios electrónicos», y se realiza una revisión general de los diferentes estudios publicados, relativos a factores de riesgo, factores de protección, consecuencias e intervenciones, en casos de victimización por ciberacoso.

Tal y como señalan los autores, la coincidencia entre un mayor uso de los medios digitales y el aumento paulatino de la prevalencia del ciberacoso online, no indica necesariamente que el uso cada vez mayor de Internet sea la causa directa de que haya más casos de acoso cibernético. De hecho, son diversos los factores que influyen en esta relación, entre ellos, la alfabetización digital, la disponibilidad de redes de apoyo social y la eficacia de las medidas preventivas. Estos factores varían ampliamente en diferentes contextos sociales y culturales, lo que pone de relieve la complejidad del ciberacoso como fenómeno, por lo «que es esencial definirlo con precisión para conocer en detalle qué papel desempeña cada uno de estos factores contribuyentes».

ciberacoso

Fuente: freepik. Foto: freepik. Fecha de descarga: 25/02/25

¿Qué diferencias hay entre el ciberacoso y el acoso tradicional?

Aunque se considera que el ciberacoso es una extensión del acoso tradicional y que los dos presentan una alta correlación, existen marcadas diferencias entre ambos:

  • En primer lugar, la intencionalidad detrás del ciberacoso, a menudo, puede ser ambigua para la víctima, debido a la falta de señales no verbales: las acciones percibidas como ‘graciosas’ por el perpetrador pueden ser interpretadas como hirientes por el receptor.
  • En segundo lugar, el concepto de ‘repetición’ difiere dentro del ámbito online: los perpetradores pueden cometer sólo un único acto agresivo hacia las víctimas, pero esa publicación, comentario o imagen, no necesitan ser publicados una y otra vez por el perpetrador original para ser considerada repetitiva, sino que puede ser compartida o reenviada por otras personas, dañando continuamente a la víctima, sin necesidad de una nueva acción directa por parte del perpetrador.
  • En tercer lugar, los desequilibrios de poder no siempre son un requisito previo para el ciberacoso: debido al anonimato de las plataformas digitales y la falta de confrontación física, individuos que normalmente no participarían en el acoso cara a cara pueden perpetrar fácilmente el acoso online. Al eliminar la necesidad de interacción cara a cara y permitir el anonimato, el ciberacoso permite la desinhibición online.
  • Según la teoría del “efecto de desinhibición online”, Internet ofrece anonimato al permitir que se adopten nombres de usuario, lo que permite a las personas separar sus acciones online de su identidad fuera de línea. Esto reduce el sentido de responsabilidad por sus acciones online y motiva a los perpetradores a participar en el ciberacoso, lo que aumenta la posible incidencia de victimización y permite que las propias víctimas se conviertan también en futuros ciberacosadores. Ante esto, los autores de este estudio consideran imperativo «comprender mejor el ciberacoso como un fenómeno distinto del acoso tradicional, para evitar la creación de un círculo vicioso de comportamiento agresivo basado en Internet, que perpetúa consecuencias negativas».
Cuestiones relativas a la medición del ciberacoso

Otro punto central en la investigación sobre el acoso cibernético es el desafío que supone la medición del ciberacoso. La ausencia de una definición unificada complica su medición, ya que los estudios a menudo adoptan definiciones divergentes y emplean diversas escalas que pueden no captar completamente el fenómeno. Asimismo, la variabilidad existente entre los distintos grupos de edad requiere la síntesis de factores únicos y comunes del ciberacoso para desarrollar medidas más sólidas e identificar predictores y consecuencias de aplicación universal.

Cuatro áreas principales de investigación en el ámbito del ciberacoso que es esencial comprender

De acuerdo con los autores de este estudio, estas complejas cuestiones que se plantean a la hora de definir y medir el ciberacoso, junto con sus efectos potencialmente graves sobre las víctimas, ponen de relieve la importancia de sintetizar de forma holística las investigaciones existentes. Por tanto, consideran esencial comprender mejor las siguientes áreas, que constituyen las cuatro áreas principales de investigación en el ámbito del ciberacoso:

1. Los perfiles sociodemográficos y psicológicos
  • Las investigaciones han demostrado que las mujeres y los grupos minoritarios (es decir, raciales y sexuales) tienen más probabilidades de ser víctimas de ciberacoso. Además, los rasgos de personalidad, como el neuroticismo y la baja amabilidad, pueden contribuir al acoso cibernético, al afectar a la forma en que los individuos interactúan online y perciben las interacciones hostiles. Las personas con niveles más elevados de ansiedad, depresión e ira también tienen más probabilidades de convertirse en víctimas de ciberacoso, ya que tienden a distanciarse de los grupos sociales y recurren más a los medios de comunicación online.
2. Los predictores contextuales y ambientales
  • Los climas familiares y escolares no regulados, así como el uso de Internet sin restricciones, son factores de riesgo contextuales destacados, asociados con la victimización por ciberacoso. Los entornos no regulados proporcionan objetivos vulnerables y permiten la perpetración del acoso cibernético sin ningún tipo de restricción, en ausencia de tutores parentales o profesores. La falta de supervisión aumenta la oportunidad de ciberacoso, lo que destaca la importancia de considerar estos factores ambientales como predictores de la victimización por acoso cibernético.
3. Las consecuencias psicológicas y conductuales de la victimización por ciberacoso
  • Los problemas de salud mental, como la depresión, la ansiedad y la ideación suicida, se identifican comúnmente como consecuencias psicológicas de la victimización por ciberacoso. Las investigaciones indican que esta relación entre los problemas psicológicos y la victimización por acoso cibernético es bidireccional, ya que las personas con problemas psicológicos previos son más vulnerables al ciberacoso, lo que, a su vez, exacerba sus síntomas. Además, estas consecuencias psicológicas también pueden convertirse en consecuencias conductuales. Las víctimas de acoso cibernético muestran una menor asistencia escolar, un menor rendimiento académico y peores relaciones con sus compañeros/as y tienden a participar más en la perpetración, tanto del acoso tradicional como del ciberacoso. Según explican los autores, en este sentido, la tensión emocional negativa causada por el ciberacoso puede llevar a las personas a participar en actos desviados como el acoso, especialmente, en el ciberespacio anónimo.
4. La eficacia de las intervenciones existentes dirigidas a prevenirlo
  • En la actualidad, muchos programas de intervención se centran en educar a las personas sobre el ciberacoso y dotarlas de estrategias de afrontamiento para manejar sus factores de riesgo. Algunos estudios destacan varios tipos de programas que incorporan intervenciones digitales y enfatizan la participación de grupos sociales específicos, como las familias. Sin embargo, la eficacia de estos programas contra el ciberacoso sigue siendo incierta.

A pesar de las extensas investigaciones sobre los factores vinculados con la victimización por ciberacoso y la consolidación de los predictores y resultados a través de estudios metaanalíticos, los autores señalan la falta de una síntesis integral de estos metaanálisis. Si bien muchos predictores y consecuencias están asociados con la cibervictimización, la mayoría de los metaanálisis existentes se centran en evaluar la relación de un solo factor con el ciberacoso. Teniendo en cuenta que ser víctima de ciberacoso suele ser el resultado de una combinación de factores de riesgo, en lugar de un factor individual, y que el ciberacoso puede conducir a una amplia gama de efectos, consideran pertinente combinar los diversos metaanálisis y obtener una comprensión holística de la interconexión entre los riesgos y los resultados de la victimización por ciberacoso.

Para tal fin, han llevado a cabo una revisión sistemática de metaanálisis sobre los posibles predictores y consecuencias asociados con la victimización por ciberacoso. Específicamente, esta revisión aborda las siguientes preguntas clave: (1) ¿Cuáles son los perfiles sociodemográficos y psicológicos cruciales de las víctimas de ciberacoso? (2) ¿Qué factores contextuales y ambientales críticos están asociados con la victimización por acoso cibernético? (3) ¿Cuáles son las principales consecuencias psicológicas y conductuales de esta situación para las víctimas? (4) ¿Qué tan eficaces son las intervenciones existentes para mitigar sus impactos?

Las mujeres, los grupos en edad escolar, las víctimas de acoso y los usuarios frecuentes de Internet, tienen mayor probabilidad de ser víctimas de ciberacoso

Los resultados de la revisión muestran que las mujeres, los grupos en edad escolar (niños/as y adolescentes), las víctimas de acoso y las personas usuarias frecuentes de Internet, tienen más probabilidades de ser víctimas de ciberacoso.

De acuerdo con los autores, las mujeres tienden a compartir más información personal online, lo que puede incrementar su vulnerabilidad. Además, estas pueden interpretar los comentarios online como hirientes más rápidamente que los hombres, lo que, en su opinión, «contribuye a mayores niveles informados de victimización y, por lo tanto, pueden estar sobrerrepresentadas en las investigaciones sobre acoso cibernético».

Se observa que las tasas de victimización aumentan con la edad, pero solo hasta la edad adulta. Así, a medida que niños, niñas y adolescentes van creciendo, su acceso a las redes sociales y la mayor exposición a dispositivos digitales aumentan su riesgo de ciberacoso. Sin embargo, las tasas de victimización se estabilizan en los adultos mayores, posiblemente, debido a la menor prevalencia del acoso cibernético en este grupo y una disminución general de los comportamientos agresivos con la edad.

A diferencia del acoso tradicional, el acoso cibernético se produce online, lo que facilita que las víctimas puedan convertirse también en acosadoras con facilidad. El anonimato online complica la identificación de los acosadores y de las víctimas, lo que permite que las víctimas puedan llegar a «adoptar el papel de acosadoras como una forma de represalia». Esta capacidad de cambiar de roles contribuye a un círculo vicioso de ciberacoso, incrementando su impacto negativo dentro de la esfera online.

El apoyo parental actúa como un factor de protección contra la victimización por ciberacoso

Los usuarios activos de Internet tienen más probabilidades de convertirse en víctimas de ciberacoso, especialmente, cuando participan en conductas de riesgo online, como revelar detalles privados, compartir fotos, o visitar sitios web no verificados, lo que aumenta la vulnerabilidad a los ataques y atrae el acoso cibernético.

El apoyo parental constituye un factor de protección constante contra la victimización por ciberacoso. Los niños, niñas y adolescentes con padres involucrados, que controlan su uso de Internet y están informados sobre sus experiencias online, tienen menos probabilidades de ser víctimas. Esta mediación parental actúa como un factor de protección. Sin embargo, el efecto sigue siendo limitado ya que las actividades cibernéticas de los y las menores, a menudo, se extienden más allá de la supervisión de sus padres, especialmente, en otros entornos, como los centros escolares.

La victimización por ciberacoso se asocia con resultados psicológicos negativos, un menor rendimiento escolar y conductas de afrontamiento desadaptativas

Los climas escolares desfavorables que carecen de interacciones adecuadas entre profesores y alumnos, se asocian con mayores niveles de victimización por ciberacoso. Estos entornos, que también fomentan el acoso tradicional debido a la mínima supervisión, permiten un acceso sin restricciones a los medios digitales y a los dispositivos escolares, lo que exacerba los riesgos de ciberacoso. Estos entornos permiten a los acosadores cibernéticos operar sin impedimentos y dejan a las víctimas vulnerables sin el apoyo del profesorado.

La victimización por acoso cibernético se asocia con resultados psicológicos negativos, un menor rendimiento escolar y conductas de afrontamiento desadaptativas. Los comentarios hirientes online pueden hacer que las víctimas se sientan aisladas y emocionalmente angustiadas, lo que resulta en sentimientos de desesperanza, menor autoestima y mayor ansiedad que, a menudo desembocan en depresión. Estas cargas emocionales pueden reducir la asistencia y la participación en la escuela y las actividades sociales, afectando aún más al rendimiento académico.

Esto puede llevar a las víctimas a participar en conductas desadaptativas (por ej., agresiones, consumo de sustancias y comportamientos sexuales de riesgo), como mecanismos de afrontamiento para ‘compensar’ los problemas psicológicos y académicos.

Los problemas psicológicos asociados con la victimización por ciberacoso son tanto consecuencias como factores de riesgo

De forma específica, las consecuencias psicológicas negativas de la victimización por ciberacoso aumentan la posibilidad de victimización futura. La victimización por acoso cibernético se asocia con impactos psicológicos considerables, como ansiedad, depresión, baja empatía, menor satisfacción vital, soledad, baja autoestima y estrés, que son, tanto consecuencias como predictores. Las víctimas a menudo experimentan aislamiento y emociones negativas, lo que conduce a la desesperanza y la depresión, que, a su vez, están vinculadas a las autolesiones y la ideación suicida.

Además, las vulnerabilidades emocionales, como la mala gestión de la ira, las tendencias antisociales o las conductas externalizantes, pueden aumentar la probabilidad de convertirse en víctima de ciberacoso. En este sentido, las víctimas, a menudo alejadas de los grupos sociales debido a sus tendencias antisociales o agresivas, parecen más susceptibles a los acosadores y son propensas a interaccionar con otras personas a través de los medios online, lo que incrementa su riesgo de encontrarse con los perpetradores. Esta dinámica subraya la naturaleza cíclica del acoso cibernético, donde los efectos psicológicos también se convierten en factores de riesgo, perpetuando la vulnerabilidad de la víctima.

Los datos revelan la eficacia de los programas de intervención contra el ciberacoso

Los programas de intervención contra el ciberacoso son eficaces para reducirlo. Estos hallazgos son consistentes, independientemente de si el programa se basa en la escuela, dirigido a niños/as y adolescentes, o en el contexto familiar, destinado a ofrecer formación a los padres. Estas intervenciones suelen centrarse en educar sobre el ciberacoso, identificar y mitigar los comportamientos de riesgo y, a veces, incluyen un componente de capacitación para los padres. Al abordar dichos factores de riesgo y protección, estos programas reducen de forma eficaz la probabilidad de victimización por ciberacoso.

El estudio concluye poniendo de relieve la trascendencia de la identificación sistemática de estos predictores y consecuencias, al proporcionar información crucial que puede ayudar a las partes interesadas (educadores, formuladores de políticas y líderes comunitarios) a desarrollar intervenciones específicas que se basen en la evidencia empírica. Por ejemplo, conocer los factores de riesgo específicos permite diseñar programas de prevención adaptados a los grupos vulnerables, mientras que comprender los impactos psicológicos ayuda a estructurar respuestas terapéuticas adecuadas.

El desarrollo de este tipo de intervenciones es especialmente importante, ya que la presente revisión ha encontrado que las intervenciones contra el acoso cibernético muestran resultados prometedores. Esto subraya la necesidad urgente de dedicar recursos adecuados al desarrollo e implementación de estrategias fundamentadas y basadas en la evidencia para combatir eficazmente la victimización por ciberacoso.

Fuente: Kasturiratna, K. S., Hartanto, A., Chen, C. H., Tong, E. M., & Majeed, N. M. (2024). Umbrella review of meta-analyses on the risk factors, protective factors, consequences and interventions of cyberbullying victimization. Nature Human Behaviour, 1-32.

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