Es necesario que el SNS atienda adecuadamente las necesidades de salud mental de los jóvenes
26 Jun 2024

Los problemas psicológicos entre jóvenes españoles/as se han multiplicado por 6. De ellos/as, casi el 38% no buscan ayuda profesional porque no pueden costearse la terapia. Y tan solo el 17% de las personas jóvenes declaran haber sido atendidas por especialistas en la sanidad pública en menos de un mes. Ante esto, es necesario contar con un sistema público de salud que atienda adecuadamente las necesidades de salud mental de los y las jóvenes, siendo clave fomentar el aumento de profesionales especializados/as en Psicología Clínica Infanto-Juvenil, para alcanzar al menos un 20% de la atención y recursos, con materiales y dispositivos apropiados.

Estas son algunas de las interesantes conclusiones recogidas en el informe “Equilibristas: las acrobacias de la juventud para sostener su salud mental en una sociedad desigual”, un documento publicado por el Consejo de la Juventud de España y Oxfam Intermón a través del cual se presenta una radiografía de la situación de precariedad laboral de las personas jóvenes, centrándose, especialmente, en su salud mental y en los desafíos que pueden ponerla en riesgo.

Como bien señalan los autores de este informe, en los últimos años, nuestro país se ha visto afectado por sucesivas crisis económicas: la Gran Recesión, el parón económico ocasionado por la pandemia de la COVID-19 y la actual crisis de precios y de acceso a la vivienda. De forma específica, las personas jóvenes son uno de los colectivos que más ha sufrido los desequilibrios económicos derivados de estas crisis, desarrollándose, a su vez, una nueva crisis: la de la salud mental.

Fuente: pexels. Foto: Ivan Samkov. Fecha: 26/06/24

Para evidenciar el aumento en la prevalencia de problemas de esta índole en la población, el documento recoge datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que destacan cómo más del 25% de la población mundial manifiesta sentimientos de aislamiento social y soledad, y más de 150.000 personas entre 15 y 29 años mueren por suicidio cada año. Además, se observa que, tras la pandemia, la incidencia de problemas de salud mental aumentó en toda la población, afectando más a las personas jóvenes, sobre todo, entre las mujeres jóvenes y aquellas personas con problemas económicos.

En España, concretamente, se ha registrado también un aumento de problemas de salud mental durante la última década, afectando, especialmente, a los y las jóvenes de 16 a 29 años, entre quienes se multiplica por seis la incidencia de casos clínicos de problemas psicológicos (cifra mayor que la del resto de colectivos etarios).

Con respecto a ello, y más allá de la mayor concienciación y visibilización sobre la salud mental entre la juventud, los autores del informe ponen de relieve una relación “bastante estrecha” entre los problemas de salud mental y la situación de precariedad y de desigualdad que enfrentan, siendo ésta una de las posibles causas que explicarían el por qué este colectivo etario es el más afectado.

En este sentido, expresan, “el auge de la incidencia de problemas de salud mental entre las personas jóvenes ha golpeado a una generación acostumbrada a vivir en el desequilibrio económico de la precariedad”. A este respecto, los datos evidencian que el mercado laboral juvenil está marcado por elevadas tasas de desempleo y por la precariedad laboral, entendida como una realidad multidimensional compuesta por, al menos, alguno de los siguientes elementos: temporalidad, jornadas parciales involuntarias y sobrecualificación.

Los y las jóvenes afirman que los elementos socioeconómicos de sus vidas son los que les generan mayor estrés

El contexto de precariedad socioeconómica en el que los y las jóvenes acceden al mercado laboral lleva a una autopercepción negativa sobre el presente y el futuro que van a vivir. Para los autores, el signo “más evidente del pesimismo que genera la precariedad laboral en la juventud” es que el 39,8% de las personas jóvenes cree que en el futuro vivirá episodios de ansiedad y bajo estado anímico.

La insatisfacción con algunos aspectos de la vida y el pesimismo en torno al futuro van acompañados del estrés que les genera su situación laboral y económica (insatisfacción con el trabajo, falta de estabilidad económica…), afectando también a su bienestar emocional.

Así, se detecta que los elementos socioeconómicos de sus vidas son los que generan mayor estrés entre las personas jóvenes: el 53,7% (63,1% ellas y 45% ellos), tiene estrés debido a la situación laboral y sus estudios, el 49,8% (63,1 % de las mujeres jóvenes y 39,4% de los hombres jóvenes), debido a la situación económica general, con una gran afección entre quienes se encuentran en situación de carencia material severa (66,1% frente al 40,5% de quienes no tienen carencias materiales).

Por el contrario, generan menos estrés los factores de índole más social, como las relaciones con familiares, amistades o el uso de redes sociales, evidenciando que la mayor preocupación de la juventud la generan las cuestiones materiales, síntoma de la precariedad laboral que sufre el colectivo joven.

La juventud más vulnerable presenta una autopercepción más negativa sobre su salud mental

Junto con el estrés continuo, derivado de las vivencias en el mercado laboral, la insatisfacción y pesimismo ante el futuro, la juventud más vulnerable presenta también, una autopercepción más negativa sobre su salud mental y mayores tasas de trastornos diagnosticados. Los datos muestran que, los síntomas y malestares vinculados a la salud mental más mencionados por los y las jóvenes son: el cansancio o apatía (mencionado por el 46,2%), los problemas de concentración (por el 44,9%), la tristeza (por el 44,2%), el miedo al futuro (por el 42,7%), el desinterés por hacer cosas (por el 40,7 %) y problemas para dormir (por el 39,2%).

El síntoma que más destaca por su gravedad y frecuencia es la ansiedad o haber sufrido ataques de ansiedad, afectando esto al 37,8% de las personas jóvenes. Con respecto al género, se detecta cómo las mujeres jóvenes perciben con mayor frecuencia los síntomas vinculados al malestar psicológico. Esta brecha de género se evidencia igualmente en la concurrencia de varios malestares: más de la mitad de las mujeres manifiestan haber experimentado cinco o más síntomas, frente a únicamente uno de cada tres hombres jóvenes.

Un 45,7% de los y las jóvenes han sido diagnosticados con algún problema psicológico o de salud mental

Estos peores resultados se dan igualmente entre personas con carencia material: una de cada dos personas en esta situación presenta síntomas como la apatía, el miedo al futuro o la ansiedad, entre otros. Los autores consideran bastante grave el hecho de que una de cada cuatro personas jóvenes con carencia material severa declara haber recurrido al alcohol o las pastillas para calmarse, frente a una de cada diez jóvenes sin carencia material. En estos casos se observa de nuevo la importancia del impacto desigual en función de la situación económica: una de cada dos personas jóvenes en situación de carencia material severa ha presentado, al menos, cinco síntomas de malestar psicológico, frente a una de cada tres personas sin carencia material.

El informe recoge que un 45,7% de las personas jóvenes han sido diagnosticadas con algún problema psicológico o de salud mental. De entre los problemas detectados, destacan, especialmente, aquellos relacionados con la depresión (17,7%) y la ansiedad (15,9%), seguidos del déficit de atención (7,6%) y los trastornos de la alimentación (6,1%).

La brecha de género se observa ante el mayor grado de diagnóstico de problemas de salud mental entre las mujeres jóvenes (49,9% vs al 41,1% de los hombres), destacando entre ellas, especialmente, los trastornos de depresión (22,6%; +9,5 puntos porcentuales sobre los hombres), de ansiedad (21,8%; +12,2 p.p.) y relacionados con la alimentación (8,5%; +4,9 p.p.). Entre los hombres jóvenes destacan “sensiblemente” los trastornos de déficit de atención (TDAH) (8,8% en ellos frente al 6,1% en ellas) y, con prevalencias muy inferiores, los trastornos obsesivo-compulsivos (TOC) y de adicciones.

Mayor prevalencia de suicidio en jóvenes pertenecientes a colectivos más vulnerables a los desequilibrios estructurales de la sociedad

La prevalencia de estos problemas de salud mental aumenta entre los y las jóvenes en función de determinadas variables económicas, como trabajar y estudiar a la vez, vivir en situación de carencia material severa o con dificultades.

Los autores inciden en los datos obtenidos con respecto a la ideación y conducta suicida de las personas jóvenes. Pese a que los suicidios son minoritarios entre la población joven en comparación con los grupos de mayor edad, en los últimos años, “se está impulsando la necesidad de visibilizar el aumento de la tasa de suicidios entre las nuevas generaciones, siendo la principal causa de muerte no natural entre las personas jóvenes”.

A este respecto, señalan que el suicidio en personas jóvenes es un fenómeno multicausal, en el que influyen aspectos psicológicos, como la existencia de antecedentes psiquiátricos previos, con otros de tipo personal, familiar y social, como sufrir acoso escolar o tener unas malas expectativas vitales de cara al futuro. Por lo tanto, “se trata de un fenómeno causado por múltiples interacciones complejas entre las características de las personas, sus experiencias de vida y el contexto social, económico y cultural en el que viven”.

Del análisis de los determinantes sociales de la salud mental, el informe indica que se encuentra una mayor prevalencia de suicidio en aquellos colectivos más vulnerables a los desequilibrios estructurales de la sociedad. En este sentido, la juventud que vive y sufre las condiciones de la carencia material severa presenta más ideación suicida que aquellos/as jóvenes con mejor situación económica: “mientras que el 36,8% de las personas jóvenes sin carencias manifiesta ideación suicida, esta cifra asciende, peligrosamente, hasta el 60,4% para aquellas que viven en situación de carencia material severa, números inasumibles como sociedad”.

Hay otros colectivos de jóvenes que son víctimas de la precariedad y la desigualdad por la discriminación que sufren

La ideación suicida es frecuente también entre quienes manifiestan vivir con dificultades económicas (40,8 %, duplicando el porcentaje de jóvenes que viven cómodamente, esto es el 18,4 %) y con mayor prevalencia entre mujeres jóvenes (50,9 %) que entre hombres (46,1 %).

Por otro lado, así como los problemas de salud mental tienen una mayor prevalencia entre jóvenes que sufren desigualdades económicas y de género, hay otros colectivos de jóvenes que son también víctimas de la precariedad y la desigualdad por la discriminación que sufren. Destacan, entre ellos, las personas jóvenes racializadas, la juventud LGTBIAQ+ y las personas jóvenes con discapacidad y/o diversidad funcional.  

De forma específica, la población más joven LGTBIAQ+ reconoce que “algunas personas adolescentes pueden experimentar confusión en cuanto a su orientación sexual, y no cuentan a su edad con los recursos psicológicos para abordar esa situación”. A esto se añaden factores de estrés y confusión como la falta de representación en su grupo, o la incomprensión por parte de la familia y grupo de pares.

Cuando se pregunta directamente la opinión de los y las jóvenes sobre la salud mental, estos/as manifiestan estar muy concienciados con ella, exhibiendo una reducción de los prejuicios al respecto y un aumento de la capacidad para identificar y nombrar lo relacionado con las emociones y el bienestar o malestar emocional. Consideran que cualquier persona puede desarrollar problemas de salud mental y que las desigualdades sociales y la precariedad socioeconómica, están generando y agudizando estos problemas.

El estudio resalta un importante cambio social y generacional, a diferencia de las personas jóvenes, las generaciones anteriores no visibilizaban ni le daban importancia a la salud mental, y presentan mayores reticencias a la hora de acudir a asistencia psicológica especializada. En cuanto a la percepción que tiene la juventud sobre la imagen social que se tiene de ella, se identifica una preocupación a ser culpabilizada o etiquetada negativamente si expresan problemas de salud mental.

La atención del SNS a los problemas de salud mental, especialmente, de los y las jóvenes, es inadecuada e insuficiente

No obstante, pese al evidente incremento de los problemas de salud mental en España, los estudios realizados en los últimos años alertan de que “la atención del sistema sanitario español a los problemas de salud mental es inadecuada e insuficiente”, especialmente, a la hora de dedicar recursos específicos para tratar los problemas y trastornos de las personas jóvenes.

Uno de los grandes problemas, que también ha venido poniendo de relieve el Consejo General de la Psicología en los últimos años, es la escasez de personal especializado en el Sistema Nacional de Salud (SNS); en este sentido, la mayoría de los países, entre ellos, España, no superan la ratio de 20 psicólogos por cada 100.000 habitantes. De hecho, nuestro país tiene la ratio más baja de todos, con 5,14 psicólogos por cada 100.000 habitantes, frente a los 18 de la media europea o los 26 en los países de la OCDE.

Esto se traduce en largas listas de espera para una primera cita (de media se esperan 32 días para una primera cita, llegando a los cinco meses de espera para la atención infanto-juvenil en la Comunidad de Madrid) y una recurrencia de citas muy baja.

Sólo el 17% de los/as jóvenes han sido atendidos por el especialista en salud mental en menos de un mes

De acuerdo con la percepción de la juventud, únicamente al 8,7% de jóvenes que piden cita en atención primaria han sido atendidos el mismo día; el 10,1% ha recibido cita al día siguiente y en el 70,9% de los casos han pasado más de dos días hasta ser atendidos. El promedio es de 10,7 días desde que piden la cita hasta que la obtienen. En cuanto a la derivación a especialistas (de cualquier tipo), tan solo el 17,4% de los/as jóvenes han sido atendidos en menos de un mes, en aproximadamente la mitad de los casos han pasado entre 1 y 3 meses y en el 34,5% han pasado más de 3 meses hasta obtener cita con el especialista. En este caso, la demora es mayor en el caso de las mujeres jóvenes: únicamente el 13,9% de ellas han sido atendidas en menos de 1 mes.

Todo esto conlleva que miles de jóvenes no reciban la terapia adecuada que necesitan a tiempo, no pudiendo garantizar así su derecho a la salud mental, “tan importante como la salud física.

A este respecto, no todos/as pueden permitirse acceder a una terapia privada. Si se estima el coste medio de una sesión de terapia privada en España en 75€ y sabiendo que el salario mediano de una persona joven con empleo en 2023 fue de 1.005,21€ netos al mes, “nos encontramos con que recibir dos sesiones de terapia psicológica al mes, supondría el 15% de los ingresos mensuales de esta persona y, a su vez, que la mitad de la población joven con trabajo dedicaría un porcentaje aún mayor de su salario a recibir atención psicológica”.

No todos/as los jóvenes pueden permitirse costear una atención psicológica privada

Personas jóvenes que no cuentan con ingresos propios o cuyas familias no pueden hacer frente a este pago extra, aquellas que trabajan pero que sus ingresos son bajos y/o además tienen que hacer frente a otros gastos básicos (vivienda, alimentación y/o la crianza), no pueden permitirse pagar esta atención médica privada y no reciben la atención necesaria por parte del sistema público, de modo que la desigualdad económica se convierte en una brecha de desigualdad en la atención sanitaria. Nos encontramos así “en un círculo vicioso donde aquellas personas con peores condiciones económicas sufren una peor salud mental y, a la vez, no tienen recursos sanitarios a su alcance para tratar dichos problemas de salud”.

Precisamente, el principal motivo por el que los y las jóvenes afirman no acudir a terapia privada ante problemas de salud mental es el coste (37,8%), seguido de la sensación de no necesitarla (28,3%) y la percepción de que no es un problema tan grave (27,3%). Las barreras económicas para poder pagar una terapia privada son especialmente relevantes entre las mujeres (43,7%), entre quienes sufren carencias materiales severas (51,9%) o entre las personas jóvenes en paro (47,4%).

Con respecto al tipo de profesionales de la salud consultados (a través de servicios tanto públicos como privados), un 17% de los y las jóvenes ha acudido a una consulta de psicología por problemas de salud mental, un 12% al médico de cabecera y un 12% al psiquiatra.

Por género, aunque la percepción de haber padecido problemas de salud mental es mayor entre las mujeres, la búsqueda de ayuda profesional es ligeramente más habitual entre los hombres: el 65,5% de ellos, frente al 59,1% de ellas, acudió a algún profesional. Entre las mujeres, destacan las consultas de psicología (31,9%; +7,6 p.p. sobre los hombres), mientras que entre los hombres destacan sensiblemente las consultas de psiquiatría y la asistencia a otros profesionales.

La juventud con dificultades socioeconómicas acude prioritariamente al médico de familia por sus problemas de salud mental

Mientras que la juventud que no sufre ninguna carencia material acude principalmente a profesionales de la Psicología (34,7%), El estudio evidencia que aquellos/as jóvenes que se encuentran en peores situaciones socioeconómicas (carencia material severa o que viven con dificultades económicas) acuden de forma prioritaria al médico de familia de atención primaria (28,8%), al no disponer de recursos para pedir ayuda a psicólogos/as.

Para los autores del informe, esto puede estar relacionado con “la falta de servicios de Psicología suficientes en el sistema público de salud y la imposibilidad de costearlos de manera privada”.

El informe concluye que las personas jóvenes, cuando se ven impactadas por múltiples desigualdades socioeconómicas, presentan con mayor frecuencia problemas de salud mental y tienen menos posibilidades de superar dicho problema por no contar con suficientes recursos económicos para recibir un tratamiento de calidad en el tiempo y la forma adecuada de forma privada ante la insuficiencia de la atención pública. Es por esto por lo que estas personas jóvenes son impactadas doblemente por la desigualdad. Ante esta situación, es urgente que se implementen políticas centradas en dar respuesta a las desigualdades estructurales que impactan, entre otros factores, en la salud mental de las personas jóvenes.

Atendiendo a todo lo expuesto, los autores exponen una serie de propuestas, basadas en un enfoque holístico, para dar solución tanto a la atención de la salud mental como a la prevención del malestar, entre ellas, las siguientes:

  • Mejorar la calidad del empleo para reducir la precariedad laboral, incidiendo en “atajar la brecha de género” relacionada con la precariedad.
  • Facilitar el acceso a la vivienda y la construcción de un futuro para las personas jóvenes.
  • Desarrollar el sistema de protección social para que se reduzcan las tasas de pobreza infantil y juvenil.
  • Garantizar la igualdad de derechos de la juventud migrante y posibilitar que puedan acceder al mercado laboral de forma digna.
  • Incrementar los recursos del sistema público de salud para atender adecuadamente los problemas de salud mental de la población, en especial de la población joven. Para ello, es clave fomentar el aumento de profesionales especializados/as en Psicología Clínica Infanto-Juvenil, para alcanzar al menos un 20% de la atención y recursos, con materiales y dispositivos apropiados. Las cifras relativas a la ratio de psicólogos/as especialistas en psicología clínica por cada 100.000 habitantes que trabajan con infancia y adolescencia en España, apuntan a 1,12 frente a los 5 recomendados por el Royal College of Psychiatry del Reino Unido. Habría que incorporar 1.828 profesionales más.
El informe insta a aumentar en el SNS los especialistas en Psicología Clínica Infanto-juvenil
  • Dotar de recursos al sistema educativo para atender los problemas psicológicos en sus etapas más tempranas. Las personas jóvenes requieren de más herramientas enfocadas en la educación, la formación y la prevención frente a posibles problemas de salud mental. Es crucial mejorar la prevención a través de la formación adicional al entorno de las personas jóvenes con problemáticas de salud mental (gestión emocional, gestión del malestar y salud mental, detección temprana de trastornos, acompañamiento, fomento de actividades y hábitos saludables); así como formación enfocada a profesionales de la educación, a familias u a otros agentes de contacto directo con jóvenes.

Atendiendo a todas estas recomendaciones, los autores instan a que se apruebe un Pacto de Estado por la Salud Mental que recoja todas estas medidas, entre otras, y que se inviertan los recursos necesarios (económicos y humanos) para garantizar el derecho a la salud mental de las personas jóvenes.

Se puede acceder al informe completo desde la página del CJE o bien directamente a través del siguiente enlace:

Equilibristas: Las acrobacias de la juventud para sostener su salud mental en una sociedad desigual

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