Más del 50% del alumnado universitario ha percibido la necesidad de apoyo psicológico por problemas de salud mental recientes durante el pasado cuatrimestre, y más de la mitad del estudiantado rebela haber consultado alguna vez con algún profesional sanitario por un problema de salud mental.
Estas son algunas conclusiones del informe “La salud mental en el estudiantado de las universidades españolas”, un documento fruto del estudio llevado a cabo por el Ministerio de Universidades junto con el Ministerio de Sanidad -a través de la Dirección General de Salud Pública-, en colaboración con el Centro de Salud Biomédica en Red de Salud Mental (CIBERSAM) y la cooperativa Aplica, con el objetivo de realizar un diagnóstico de la salud mental del estudiantado universitario y estimular políticas universitarias que beneficien el bienestar de su alumnado.
Para ello, se han emprendido dos análisis, uno de carácter cuantitativo, realizado por CIBERSAM en dos fases (fase 1, del 2 de noviembre al 14 de diciembre 2022; y fase 2, del 12 abril al 22 de mayo 2023), donde se valora la prevalencia y factores de riesgo de los problemas de salud mental del alumnado universitario español (tanto de universidad públicas como privadas).
El otro, cualitativo, llevado a cabo por la cooperativa Aplica con el fin de arrojar luz sobre los factores que contribuyen a la mejora del bienestar entre los/as universitarios/as (activos de salud), así como las barreras que la obstaculizan.
Tal y como señala el informe fruto de este estudio, en los últimos años se han detectado bajos niveles de bienestar emocional y un preocupante empeoramiento de la salud mental en algunos sectores de la población, un problema que se ha agravado aún más tras la pandemia de la COVID-19.
En los últimos años han aumentado los problemas de salud mental en jóvenes
A este respecto, afirma, la crisis sanitaria global derivada de la pandemia ha evidenciado la trascendencia de abordar los problemas de salud mental entre la población infanto-juvenil, “especialmente en lo que se refiere a la socialización y al crecimiento personal y colectivo”. En este sentido, de acuerdo con diversas investigaciones, a pesar de que se ha registrado un aumento de trastornos alimentarios, situaciones de aislamiento social, intentos de suicidio y autolesiones, y de que los problemas de bienestar pueden impactar negativamente en el rendimiento académico, “sólo una minoría de estudiantes busca ayuda profesional, lo que parece deberse a diversas barreras”.
Dado lo expuesto, los autores del informe recuerdan la importancia de que las instituciones universitarias y las administraciones, trabajen en línea con la Declaración Europea por la salud mental de Helsinki en 2005, implementando programas y políticas que promuevan la salud mental, prevengan y aborden los problemas en este ámbito de la salud, “como objetivos fundamentales para la protección y mejora del bienestar y la calidad de vida de la población universitaria”, partiendo de un enfoque de entornos saludables, siendo la Universidad el contexto ideal para ello.
A continuación, recogemos las principales conclusiones del informe:
Prevalencia y factores de riesgo de los problemas de salud mental en el estudiantado universitario Informes de resultados (estudio cuantitativo)
– Un 50,3% en Fase I y un 52,3 % en Fase II del estudiantado universitario afirma haber consultado alguna vez con algún profesional sanitario por un problema de salud mental. Un 56,6% en la Fase I y un 52,9% en la Fase II de los universitarios admiten haber percibido la necesidad de apoyo psicológico por problemas de salud mental recientes durante el pasado cuatrimestre.
– Si bien un tercio del alumnado (34,2% en Fase I y 35,9% en Fase II) afirma conocer la existencia del gabinete de Psicología de su universidad, tan solo un 4,4% en Fase I y un 5,2% en Fase II de ellos/as ha hecho uso de este servicio.
Se detectan síntomas depresivos y de ansiedad moderada o grave en el alumnado universitario
– Aproximadamente uno/a de cada dos estudiantes que completaron la encuesta (49,4% y 46,9%) presenta síntomas depresivos, y de cerca de uno/a de cada dos (49,5% y 52,8%), tienen síntomas de ansiedad moderada o grave. Por su parte, la prevalencia de ideación suicida es de casi uno/a de cada cinco estudiantes (22,5% y 21,4%).
Cerca de uno/a de cada cinco universitarios/as (21,9% y 24,1%) presenta insomnio clínico o grave y, aproximadamente, uno/a de cada siete (13,7% y 12,7%) hace consumo de riesgo de alcohol.
El informe señala la importancia de tener en cuenta aquí que “un resultado positivo en el cribado no significa necesariamente que el estudiante tenga un diagnóstico clínico” de estas problemáticas, sino que “indica la necesidad de una evaluación más exhaustiva”.
En función del sexo, se detecta un porcentaje significativamente mayor de screening positivo de depresión, ansiedad e insomnio clínico o grave entre las estudiantes universitarias con respecto a ellos. Por el contrario, en el alumnado de sexo masculino se observa un porcentaje significativamente mayor de consumo de riesgo de alcohol.
Asimismo, el porcentaje de screening positivo de depresión y ansiedad, así como de insomnio clínico, es significativamente más elevado en estudiantes de Grado, con respecto a los de Máster y Doctorado, presentando estos últimos una mayor prevalencia de consumo de riesgo de alcohol.
– En ambas fases del estudio, el 17% de los estudiantes universitarios revela que algún profesional médico le ha prescrito tranquilizantes, ansiolíticos, antidepresivos o hipnóticos durante el cuatrimestre anterior.
Bienestar emocional del estudiantado universitario (estudio cualitativo)
– El informe recoge los múltiples factores que contribuyen positiva y negativamente en el bienestar emocional, tanto a nivel de accesibilidad, como de acogimiento, educación y participación. Concretamente, en relación con los recursos específicos de apoyo psicológico, se identifican activos como disponer de información sobre dichos recursos, facilidad y rapidez de acceso a los mismos y contar con servicios profesionales y redes de apoyo. Mientras que el no recibir apoyo psicológico, las listas de espera y el número limitado de sesiones se consideran obstáculos importantes.
Se exponen una serie de recomendaciones, entre ellas, el fomento de espacios de encuentro entre el alumnado y el profesorado a través de espacios más reducidos (por ej., seminarios, grupos de prácticas, etc.), para establecer una relación más cercana y de confianza; facilitar la participación y el compañerismo entre el estudiantado; garantizar la accesibilidad -especialmente a las personas con discapacidad-, facilitando contenidos adaptados y evaluaciones de acuerdo con las necesidades específicas; establecer la aplicación de protocolos contra la discriminación y el acoso; mejorar los criterios de adjudicación de las becas para que éstas sean más inclusivas; cuidar la acogida del nuevo estudiantado, con especial atención a las personas más vulnerables; mejorar la difusión sobre los servicios específicos de apoyo a la salud mental; promocionar espacios acogedores y ofrecer los espacios que dispone la universidad para que el estudiantado puede desarrollarse de manera personal y académica.
Se puede acceder al estudio completo desde la página Web del Ministerio de Universidades.