Reducir el estigma asociado con los problemas de salud mental es fundamental para brindar una atención equitativa, eficaz y compasiva a las personas con este tipo de problemas. En la misma línea, teniendo en cuenta que el estigma varía entre las diferentes culturas, es crucial comprender los matices culturales para combatir y eliminar el estigma y promover la concienciación en torno a la salud mental a nivel mundial.
Así lo afirma un estudio llevado a cabo por investigadores estadounidenses y publicado en la revista Cureus, cuyo objetivo es analizar el impacto del estigma que rodea los problemas de salud mental en diferentes contextos culturales, con el fin de sentar las bases para estrategias personalizadas orientadas a combatir esta barrera en la atención en este ámbito de la salud.
Tal y como señalan los autores del estudio, el estigma se caracteriza por estereotipos negativos, prejuicios y discriminación, y constituye un impedimento importante en la atención en salud mental, ya que dificulta la prestación oportuna de esta atención y obstaculiza resultados de salud óptimos. El estigma, profundamente arraigado en las normas sociales, es un problema multifacético, omnipresente en todos los aspectos de la atención a la salud mental, y provoca retrasos en el tratamiento, aumento de la morbilidad y disminución de la calidad de vida de las personas con problemas de esta índole.
No se puede subestimar la importancia de abordar el estigma en salud mental
Como bien indican, es esencial tener en cuenta que no se puede subestimar la relevancia de abordar el estigma en salud mental, ya que éste afecta a las personas que buscan atención, a sus familias, a los profesionales de la salud y a la sociedad en general. A nivel individual, el estigma puede generar miedo y conductas de evitación de los servicios de salud mental, lo que provoca retrasos en la búsqueda de ayuda incluso cuando un paciente la necesita con urgencia. Esto puede exacerbar las condiciones de salud mental y provocar peores resultados y una reducción de la calidad de vida. Para las familias, el estigma puede generar vergüenza y aislamiento, lo que obstaculiza la búsqueda del apoyo y los recursos necesarios.
Por su parte, en los profesionales de la salud, el estigma puede provocar agotamiento y desmoralización, reduciendo la calidad y la prestación de la atención. La estigmatización también puede crear barreras entre los proveedores de atención a la salud y los/as pacientes, complicando el establecimiento de relaciones terapéuticas y de confianza, clave para una atención eficaz.
Para la sociedad en general, el estigma puede dar lugar a una mala asignación de recursos, y los servicios de salud mental, con frecuencia, carecen de financiación suficiente y se pasan por alto.
El estigma varía según los diferentes contextos culturales
Según aseveran los autores del estudio, es más que claro que abordar el estigma puede mejorar significativamente la eficacia de la atención a este ámbito de la salud. En la misma línea, el desarrollo de programas y estrategias que fomenten una cultura de comprensión y aceptación puede alentar a más personas a buscar ayuda cuando la necesitan, mejorando la detección e intervención tempranas, que son cruciales para obtener mejores resultados de salud. Además, desafiar y cambiar las actitudes estigmatizantes, puede mejorar la relación terapéutica entre los/as profesionales de salud mental y los/as pacientes, lo que lleva a estrategias de tratamiento más personalizadas y efectivas.
Teniendo en cuenta que el estigma varía según las culturas, influenciado por distintas normas, valores y creencias, consideran fundamental comprender su manifestación e impacto en diferentes contextos culturales, con el objetivo de informar de estrategias con matices culturales para minimizar sus consecuencias, desarrollar intervenciones efectivas y culturalmente sensibles y contribuir a un sistema de atención a la salud mental más equitativo y eficaz.
Con este propósito, han examinado el estigma que rodea a la salud mental en diferentes contextos culturales, cubriendo una variedad de países y entornos culturales, para identificar puntos en común y diferencias en la naturaleza, magnitud y consecuencias de este estigma en diferentes culturas, y proponer posibles estrategias para abordar el estigma.
Impacto individual y social del estigma
La estigmatización de los problemas de salud mental en todas las culturas es una barrera importante para la atención. El estigma puede provocar retrasos en el diagnóstico y conductas de búsqueda de tratamiento, una reducción de la calidad de vida y un mayor riesgo de exclusión social y discriminación. A esto se añaden, a menudo, otras formas de estigma, como el género, la raza y el estatus socioeconómico, lo que conduce a una mayor marginación de poblaciones ya vulnerables, y, consecuentemente, dificulta la prestación de atención en salud mental equitativa, culturalmente sensible y eficaz a las personas que la necesitan. La investigación indica que el estigma en salud mental es común en varias culturas, lo que puede afectar el diagnóstico, el tratamiento y el manejo de los problemas de salud mental. Entre los numerosos efectos perjudiciales del estigma para las personas y las comunidades, el estudio destaca los siguientes:
1. Retraso en la búsqueda de tratamiento
El estigma juega un papel importante en el comportamiento de búsqueda de tratamiento en personas que presentan problemas de salud mental. El miedo a ser etiquetado, excluido o incomprendido debido a su condición, suele disuadirlas de buscar ayuda inmediata, retrasando o evitando la búsqueda por problemas de salud mental. En consecuencia, los síntomas pueden empeorar con el tiempo, aumentando su gravedad y haciendo que el tratamiento y la recuperación sean más desafiantes. Los retrasos en la atención también pueden provocar una reducción de la autoestima y un aumento de los síntomas depresivos, creando un ‘círculo vicioso’ de culpa, aislamiento y desesperanza. Los problemas de salud mental cronificados y no tratados pueden afectar aún más a la funcionalidad de un individuo en diversos ámbitos de la vida diaria (incluidos el trabajo, las relaciones y el cuidado personal), reduciendo así su calidad de vida en general.
2. Aislamiento social y discriminación
El estigma puede conducir al aislamiento social y la discriminación de quienes tienen problemas de salud mental. Los estereotipos negativos y las ideas erróneas que rodean a la salud mental, derivan en una falta de comprensión y empatía por parte de los demás, lo que conduce a la exclusión social. Las personas con problemas de esta índole pueden enfrentar discriminación en varios aspectos de su vida, incluido el ámbito laboral, donde pueden encontrar prejuicios en la contratación, la conservación del empleo y el desarrollo profesional. Asimismo, la discriminación puede tensar aún más las relaciones interpersonales, produciéndose un distanciamiento por parte de amigos y familiares, debido a la incomodidad, el miedo o malentendidos, lo que exacerbaría aún más los sentimientos de aislamiento y soledad.
3. Reducción de la adherencia al tratamiento
El estigma puede afectar significativamente la adherencia al tratamiento en salud mental, evitándolo o interrumpiéndolo por temor a ser “identificados como pacientes de salud mental”. Este incumplimiento puede provocar resultados subóptimos del tratamiento, dificultar la recuperación y aumentar el riesgo de recaída o empeoramiento de los síntomas. Además, el estigma puede disminuir la autoeficacia, haciendo que las personas sean menos propensas a participar activamente en su proceso de tratamiento, lo cual “es crucial para una recuperación exitosa”.
4. Permanencia de conceptos erróneos
Las actitudes estigmatizantes hacia la salud mental contribuyen a que se mantenga y perpetúe la desinformación y los estereotipos dañinos. Los estereotipos como “parecen peligrosos” o “son impredecibles”, pueden hacer que las personas con problemas de salud mental sean percibidas incorrectamente de esa manera, tanto interna como externamente. Los estereotipos, profundamente arraigados en las actitudes sociales, pueden fomentar una cultura de miedo, rechazo y discriminación contra ellas. Además, la desinformación puede obstaculizar la comprensión y la aceptación pública de los problemas de salud mental, incrementando aún más el estigma e influyendo negativamente en las políticas y la legislación, conllevando una financiación y un apoyo inadecuados para los servicios de salud mental.
5. Influencia del género en el estigma
Hay evidencia en torno a la variación del impacto del estigma en salud mental, en función de las diferentes categorías sociales y demográficas, incluido el género. Concretamente, la experiencia del estigma puede ser significativamente diferente para hombres y mujeres, y en estas diferencias puede influir el contexto cultural. Así, en algunas sociedades, las mujeres parecen enfrentarse a niveles más altos de estigma relacionado con problemas de salud mental en comparación con los hombres, enfrentando una doble discriminación: primero por su género y después por su condición de salud mental. Esto puede hacer que estas mujeres sean menos propensas a buscar ayuda, lo que agrava aún más la situación y crea un ‘círculo vicioso’ de estigma y problemas de salud mental no tratados.
Los autores del estudio consideran crucial desarrollar e implementar estrategias culturalmente sensibles que consideren estas diferencias en la experiencia del estigma. Esto podría implicar, por ejemplo, “promover la alfabetización en salud mental, desafiar las normas de género nocivas y brindar servicios de salud mental específicos de género”.
Variaciones étnicas y culturales en el estigma
Como ya señalábamos anteriormente, el estigma que rodea a la salud mental se manifiesta de manera diferente entre culturas debido a diversos factores:
- Culturas asiáticas: En muchas sociedades asiáticas, los problemas de salud mental suelen percibirse como un signo de debilidad personal o una falta de autocontrol. La internalización del estigma puede influir significativamente en la autopercepción de un individuo y en su voluntad de buscar ayuda. En el contexto familiar, las creencias culturales también desempeñan un rol importante en la configuración de actitudes hacia la salud mental. En este sentido, en la cultura china, los problemas de salud mental suelen atribuirse a factores sociales e interpersonales, como los conflictos familiares y ello contribuye a un sentimiento de vergüenza o culpa dentro de la familia, aumentando el estigma que experimenta la persona. De igual modo, un fuerte énfasis cultural en los logros académicos y profesionales en Corea del Sur contribuye a estigmatizar las actitudes hacia los problemas de salud mental, disuadiendo de buscar ayuda a quienes los presentan.
- Culturas africanas: Los problemas de salud mental en algunas culturas africanas, como la cultura etíope, suelen atribuirse a causas espirituales o sobrenaturales, como maldiciones o posesión por espíritus malignos. Esta idea puede aumentar los niveles de estigma y disuadir a las personas de buscar ayuda psicológica.
«Los profesionales de la salud mental no son inmunes a estas creencias culturales y pueden influir en su intervención”
- Culturas árabes: En las sociedades árabes, la salud mental se considera con frecuencia una forma de castigo divino. Las creencias religiosas que perpetúan el estigma de la salud mental pueden provocar retrasos o evitar el tratamiento, ya que las personas pueden recurrir a intervenciones religiosas o espirituales.
- Culturas latinoamericanas: En algunas culturas latinoamericanas, los problemas de salud mental suelen atribuirse a debilidad personal o escasa fuerza de voluntad. Esta perspectiva podría estigmatizar a las personas con trastornos de salud mental y disuadirles de buscar la atención que necesitan.
- Culturas occidentales: En las sociedades occidentales, el estigma a menudo surge de conceptos erróneos sobre las salud mental, incluida la creencia peligrosidad o impredecibilidad.
La comprensión del/de la profesional sobre el concepto de salud mental entre culturas puede mejorar su eficacia diagnóstica y terapéutica
El estudio recuerda que los síndromes ligados a la cultura pueden hacer referencia a condiciones de salud mental únicas “estrechamente vinculadas a culturas o grupos étnicos específicos”. Por ejemplo, entre la comunidad latina, el ‘ataque de nervios’, “caracterizado por gritos incontrolables, llantos, temblores y, a veces, comportamiento agresivo, es una condición reconocida que a menudo se asocia con un evento estresante como un ataque de pánico”.
Por lo tanto, la comprensión del profesional de la salud mental de estos síndromes ligados a la cultura, pueden mejorar su eficacia diagnóstica y terapéutica. Una atención culturalmente competente, definida por la comprensión y el respeto por las diferencias culturales, puede mejorar la satisfacción del paciente y la adherencia al tratamiento, optimizar los resultados y reducir potencialmente el estigma de la salud mental en diversas culturas.
Paralelamente, abordar los síndromes ligados a la cultura puede influir y reducir el estigma en salud mental en todas las culturas. La mala interpretación de estos síndromes puede contribuir al estigma, ya que las personas pueden ser diagnosticadas erróneamente o malinterpretadas. A modo de ejemplo, los autores mencionan el ‘Taijin Kyofusho’, un síndrome japonés caracterizado por un “miedo intenso a que el propio cuerpo o las funciones corporales desagraden a los demás”, y cuya comprensión errónea puede conducir a diagnósticos erróneos y aumentar el estigma.
Estrategias para abordar el estigma en salud mental
De este modo, al reconocer las variaciones culturales, se pueden desarrollar estrategias culturalmente más apropiadas y efectivas para combatir el estigma y mejorar la atención a la salud mental en diferentes sociedades de todo el mundo. A este respecto, el estudio recoge una serie de estrategias propuestas en la literatura, tales como:
1. Campañas de concienciación pública
Pueden ser fundamentales para desmantelar conceptos erróneos y fomentar la comprensión de los problemas de salud mental. Las campañas de concientización pública pueden disipar mitos, reducir el estigma y fomentar la empatía hacia las personas afectadas, al difundir información precisa sobre los problemas de salud mental, su prevalencia y las posibilidades de recuperación.
2. Formación en competencia cultural para profesionales de la salud
Esta formación puede dotar a todos los proveedores de atención sanitaria de conocimientos y habilidades necesarios para comprender y respetar los antecedentes y experiencias culturales de sus pacientes, algo fundamental para reducir el estigma en los entornos de atención a la salud, mejorando la comunicación entre el/la profesional y el/la paciente y aumentando la confianza y las relaciones entre ambos.
El estudio destaca la trascendencia del papel que desempeña el profesional de la salud en la reducción del estigma, al participar en prácticas culturalmente sensibles y brindar servicios eficaces a personas de diversos orígenes culturales. La competencia cultural implica comprender y respetar las diferencias culturales, adaptar el tratamiento para satisfacer las necesidades únicas de diversas poblaciones e integrar factores culturales en la planificación del tratamiento.
3. Programas de apoyo entre iguales
Las personas con experiencias vividas de problemas de salud mental que comparten sus historias pueden normalizarlos y desafiar al estigma. Al proporcionar ejemplos de la vida real de personas que viven con este tipo de problemas y los controlan, ayudan a ‘desacreditar’ mitos y falsas creencias. Según el estudio, como consecuencia esto puede contribuir a la reducción del autoestigma, a la mejora de la autoestima y al empoderamiento entre personas con problemas de salud mental.
4. Servicios de salud mental comunitarios
Integrar la atención en salud mental dentro de la atención primaria y en los entornos comunitarios, puede reducir el estigma asociado con la búsqueda de ayuda. Incorporar medidas para el bienestar mental junto con otros protocolos de atención primaria y de rutina permite que la atención a la salud mental “sea más accesible y menos intimidante”, lo que puede animar a las personas a buscar ayuda cuando la necesiten.
5. Enfoque basado en evidencia
Utilizar métodos basados en evidencia (incluida la educación, las intervenciones basadas en el contacto y las prácticas culturalmente sensibles), es clave para superar las barreras creadas por el estigma en todas las culturas y reducirlo.
Teniendo en cuenta el impacto documentado del estigma en el diagnóstico oportuno y las conductas de búsqueda de tratamiento, las estrategias anteriormente mencionadas, pueden contribuir a mejorar la conciencia, la comprensión y la aceptación de las condiciones de salud mental, facilitando así la intervención temprana y un mejor manejo de los problemas de salud mental en diversos contextos culturales.
Fuente: Ahad, A. A., Sánchez-González, M., y Junquera, P. (2023). Understanding and Addressing Mental Health Stigma Across Cultures for Improving Psychiatric Care: A Narrative Review. Cureus, 15(5). doi: 10.7759/cureus.39549