María García San Narciso
Periodista especializada en temas sanitarios y sociales
Los psicólogos infantiles trabajan con menores desde que son pequeños hasta la adolescencia. Tratan sus problemas emocionales, de comportamiento, de aprendizaje y familiares. Atienden las necesidades especiales. Es una disciplina que busca entender cómo los niños, niñas y jóvenes piensan, sienten, aprenden y se comportan a lo largo de todo su desarrollo.
Pero, aunque los psicólogos clínicos lleven tiempo reclamando la necesidad de que el Sistema Nacional de Salud (SNS) cuente con profesionales con competencias para evaluar, diagnosticar e intervenir en menores con problemas psicológicos o psicopatológicos, la especialidad sigue sin crearse. Al menos, por ahora.
José López Santiago lleva cerca de una década como presidente de la Comisión Nacional de la Especialidad de Psicología Clínica y es optimista con los tiempos que se vienen, aunque durante estos años ha visto cómo la especialidad, cada vez que parecía que podía ser una realidad, se quedaba rezagada.
En un primer momento la idea era que las especialidades de Psicología y Psiquiatría infantil salieran de la mano. Claro que la segunda partía de una situación aventajada. Esta especialidad médica se aprobó por primera vez en 2014, pero se extinguió con la caída de la troncalidad. Años después se recreó con el Proyecto de Real Decreto de creación de la especialidad de Psiquiatría del Niño y del Adolescente, que se incluyó en el Plan Anual Normativo 2018 y que aprobó el Consejo de Ministros, el 7 de diciembre de 2017.
Después pasó un tiempo de trámites, con el apoyo de las sociedades científicas y las comunidades autónomas, pero también de estancamiento. Al fin, en 2021, lo consiguieron.
El Real Decreto de Especialidades
Un grupo de sociedades científicas, a iniciativa del Consejo General de la Psicología de España, crearon un grupo de trabajo para seguir avanzando. Le enviaron una carta a la entonces ministra de Sanidad, Carolina Darias. Pero la respuesta fue clara: acababa de aprobarse el Real Decreto de Especialidades. Y, con él, los requisitos para la nueva especialidad de Psicología Infantil se hicieron bastante más exigentes.
A partir de su aprobación, el encargado de pedir la creación de una nueva especialidad es el propio Ministerio de Sanidad, de oficio, o las sociedades científicas que representan a la profesión. Estas últimas se pusieron a trabajar enseguida para presentar un proyecto de solicitud. Pero no salió bien: ante el incumplimiento de uno de los «exigentes requisitos del Ministerio», lo retiraron.
Foto: AntonioDiaz – Fuente: Adobe Stock – Fecha: 04/10/2024
Ahora, José López explica que la situación ha tomado un nuevo rumbo gracias al impulso por parte del ministerio, posiblemente motivado «por todas las acciones que ha habido» antes. Hay mucho trabajo por parte de los profesionales para argumentar, documentar y justificar por qué es necesario aprobar Psicología Infantil. «Estamos en otra fase. Lo que sabemos es que se ha creado un grupo de trabajo en el Consejo Interterritorial para estudiar la creación de la especialidad», explica el presidente de la Comisión Nacional. Están de «enhorabuena».
“Queremos creer que sí, que ya está cerca. El Comisionado de Salud Mental lo ha incluido en el borrador de las acciones en desarrollo de la última Estrategia de Salud Mental del SNS, aprobada en el 2022, como una prioridad en el ámbito de los recursos humanos”, explica Alma Martínez, presidenta de la sección de Infancia y Adolescencia de la Asociación Española de Psicología Clínica y Psicopatología (AEPCP).
“Desde diferentes ámbitos políticos parece que, por fin, va a ser realidad”, añade López, que en sus diez años al frente de la Comisión tenía la creación de la especialidad como uno de los objetivos, pese a que lograrlo está siendo más difícil de lo que le gustaría.
Una de esas muestras positivas vino el pasado mes de marzo, cuando la Comisión de Sanidad del Congreso de los Diputados aprobó la Proposición no de Ley (PNL) presentada por la diputada Inés Granollers por el Grupo Parlamentario Republicano, para mejorar la financiación y el refuerzo en la contratación de profesionales sanitarios en el ámbito de la salud mental. Entre sus objetivos estaba el reconocer “de manera urgente” la especialidad de Psicología Clínica de la Infancia y de la Adolescencia.
El texto de la misma se hizo a raíz de un trabajo de Roger Ballescà, vicesecretario del Col.legi Oficial de Psicologia de Catalunya, y Guillermo Mattioli, decano del mismo, que, desde la vicepresidencia segunda del Consejo General de la Psicología, y como uno de los responsables de los trabajos relacionados con esta especialidad, lleva tiempo trabajando para que esta salga adelante.
Una especialidad que ya existe
“El hecho de que solo haya habido una especialidad [de Psicología] durante 26 años es un contrasentido: una especialidad no puede ser una sola, si no es una generalidad. Pero es que, además, es horrible para el sistema. Hace que la Psicología Clínica tuviera que responder a todo y desconoce a miles de profesionales que ya están trabajando en ellas, como en Infancia y Adolescencia, en Neuropsicología, Paliativos o Forense”, asegura Mattioli.
“Cuando se propone una especialidad -prosigue- es porque ya existe en la realidad. Hay miles de psicólogos y psicólogas trabajando, desde hace años, en la infancia y la adolescencia. Lo que se propone con ella es que se formalice un itinerario formativo”.
Porque, hasta ahora, tanto la atención como los tratamientos psicológicos a la infancia y a la adolescencia en el Sistema Nacional de Salud parten de los psicólogos clínicos.
Sobre el número de especialistas necesarios, Alma Martínez asegura que “habría que hacer un estudio de cada situación de cada comunidad autónoma y ver cuál es la demanda de atención psicológica para la infancia y adolescencia para, a partir de ahí, crear nuevas plazas de formación sanitaria especializada”.
Teniendo en cuenta que las plazas PIR que se ofertan en la actualidad no llegan a las 250, indican que tendrían que ir empezando poco a poco, creando algunas adicionales. Eso sí, el grupo de trabajo que formaron las sociedades científicas que estudiaron el último decreto de creación de especialidades consideró que debía haber unas 40 plazas al menos durante el primer año.
Con todo, Mattioli recuerda que para muchos otros profesionales que llevan años ejerciendo esta especialidad, aun sin estar reconocida, se abriría una vía transitoria para su homologación. Ya pasó con Psicología Clínica.
Foto: Africa Estudio – Fuente: Adobe Stock – Fecha: 04/10/2024
En Europa, la especialidad de Psicología Clínica es muy variada. “Prácticamente no hay dos países iguales. En Holanda, Portugal y Reino Unido tienen un sistema parecido al PIR, donde los psicólogos se forman en unidades de formación acreditadas a las que se acceden después del examen, con un programa formativo que está aprobado por el Ministerio”, explica.
‘Avanzadilla’ europea
En Dinamarca existe una especialidad de Psicología Clínica Infantil a partir de los tres años, mientras que, en Alemania, una vez hecha la especialidad de Psicología Clínica, acceden a una formación de tres años más en psicoterapia de niños y adolescentes. Implica un examen final para obtener el título y únicamente se da en universidades o instituciones sanitarias de prestigio.
En Finlandia tienen una especialidad en psicoterapia de niños y adolescentes, con una duración de entre tres y seis años, pero no de Psicología Clínica. En cambio, en Bélgica, no hay especialidad infantil y adolescente independiente. Tampoco en Austria.
“No hay unanimidad. Cuando quisimos buscar qué antecedentes había nos encontramos con esto. Si en España se creara la especialidad de Psicología Clínica de la Infancia y de la Adolescencia nos convertiríamos en una avanzadilla importante”.
Pero que no haya antecedentes no quiere decir que no sea necesaria. “Es importantísimo que se cree esta especialidad porque los niños, niñas y adolescentes son personas que están en desarrollo y que tienen unas características especiales”, explica Alma Martínez.
¿Por qué es necesaria?
Durante esta etapa “el desarrollo evolutivo va cambiando”: “No solo su manera de estar en el mundo, sino sus capacidades, sus actitudes, sus habilidades y también la manera que tiene de manifestarse el sufrimiento infantil y psíquico”, indica la portavoz de la AEPCP.
El psicólogo o la psicóloga también debe saber cómo dirigirse a un niño o niña de tres años o a un adolescente de 15. Eso es clave, asegura, para que uno y otro respondan lo que el profesional necesita oír. También para la promoción de la salud mental infanto-juvenil.
Otra de las motivaciones está en “la elevada prevalencia de patologías de salud mental en la población infanto-juvenil”, que se han incrementado, sobre todo, a raíz de la pandemia, como explica José López. En su informe de 2021 Crecer Saludable(mente). Un análisis sobre la salud mental y el suicidio en la infancia y la adolescencia, Save the Children alertaba de que los trastornos mentales habían aumentado del 1,1% al 4% en niños, niñas y adolescentes de entre 4 y 14 años y del 2,5% al 7% en el caso de los trastornos de conducta, en comparación con los últimos datos oficiales disponibles de la Encuesta Nacional de Salud de 2017.
Además, los niños, niñas y adolescentes que viven en hogares con bajos ingresos tenían una probabilidad cuatro veces mayor (12,8%) de sufrir trastornos mentales y/o de conducta que los que viven en hogares de renta alta (2,6%).
El psicólogo añade que las unidades de intervención son multidisciplinares: si ahora mismo hay una especialidad de Psiquiatría de la Infancia y de la Adolescencia, tiene todo el sentido y la coherencia que también exista la de Psicología. “Sobre todo con la finalidad de mejorar la calidad y seguridad de la atención de esta población como a sus familiares”, añade.
Pese a que todavía no se haya materializado ningún borrador, y a que llevan mucho esperando a que sea una realidad, son optimistas en que, más pronto que tarde, el Sistema Nacional de Salud cuente con psicólogos especializados en la infancia y adolescencia.