El rol de la Psicología en el proceso de recuperación de la memoria colectiva
22 Ene 2024

Tanto la psicología social como la psicología clínica pueden contribuir significativamente a la investigación, la construcción teórica y las intervenciones en torno al movimiento de recuperación de la memoria colectiva.

Así lo afirma la psicóloga clínica María del Valle Laguna-Barnes en un artículo publicado en la revista Apuntes de Psicología, a través del cual se aborda el tema de la memoria y el olvido, y se describen los complejos procesos emocionales individuales y familiares que dan lugar a determinados estados psicológicos colectivos, que suelen configurarse bajo las dictaduras y los estados totalitarios.

Tal y como señala su autora, estas reflexiones (cimentadas en fuentes históricas, sociológicas literarias y basadas en la teoría y la práctica clínica psicológica aplicada a tratamientos individuales, de familia y de grupos), se encuadran en el contexto de la reciente historia de España, con el fin de ayudar a comprender, al menos en parte, “el enorme retraso que la recuperación de la memoria ha tenido en nuestro país”.

memoria colectiva

Fuente: freepik. Foto: freepik. Fecha: 17/01/24

Como bien define en su artículo, la memoria “no es propiamente el pasado, ni su evocación, sino el sentido que en el momento de evocarlo le damos a un recuerdo o acontecimiento pasado. Concretamente, desde el punto de vista socio-político, las memorias están ligadas a acontecimientos y proceso sociales, culturales y políticos que han tenido un carácter especial, y/o han ocurrido bajo situaciones límite o violencia política extrema.

En el caso de la violencia política extrema surgida en el contexto de la dictadura franquista española, el texto destaca la imposibilidad de las víctimas para darle un sentido y un significado a lo vivido, produciéndose “necesariamente quiebras y perturbaciones de la memoria”, y quedando ‘huellas y marcas’, “que no son memoria” hasta que no puedan ser evocadas y situadas en un marco que les dé sentido.

A este respecto, desde finales del siglo pasado se ha ido promoviendo (especialmente, por parte de asociaciones memorialistas, conformadas en su mayoría por familiares de represaliados), un proceso de recuperación de la memoria de la dictadura, al que se han ido incorporando instituciones, partidos políticos y la sociedad.

Según indica la autora, a principios de este siglo comenzaron a realizarse exhumaciones de carácter científico, contando con la presencia de equipos multidisciplinares (arqueólogos, antropólogos, forenses). Asimismo, como novedad, se incorporaron los medios de comunicación (promovido por la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica -ARMH), contribuyendo a la difusión y al comienzo de la socialización del concepto de la Recuperación de la Memoria Histórica.

La psicología social y la psicología clínica contribuyen significativamente en el movimiento de recuperación de la memoria colectiva

Los datos evidencian el papel esencial desempeñado por los movimientos sociales para abordar un tema de tal envergadura, “que interpelara sobre todo a los políticos, pero también a los profesionales de distintas áreas (historia, sociología, psicología) y que comenzara su recorrido legislativo”.

De forma específica, la psicología social desempeña un papel en el proceso de recuperación de la memoria colectiva de la dictadura. A modo de ejemplo, la autora recuerda la celebración del Seminario sobre la transmisión de la memoria colectiva de la Dictadura en España, celebrado en la Facultad de Psicología de la Universidad de Sevilla en junio 2023 y en el cual se presentó originariamente como comunicación este artículo. Del mismo modo (aunque con menor transcendencia pública, por estar sujeta al secreto profesional), la psicología clínica tiene un rol crucial en este proceso de recuperación de la memoria, “al atender, en intervenciones tanto individuales como familiares, a descendientes de víctimas y de victimarios”.

Ante esto, el artículo destaca la contribución significativa que pueden seguir realizando la psicología social y la psicología clínica, tanto a la investigación, como a la construcción teórica y las intervenciones en torno al movimiento de recuperación de la memoria.

El trauma en las víctimas y la transmisión transgeneracional

De acuerdo con la autora de este artículo, de la observación y comprensión de los impactos psicológicos de la guerra civil (1936-39) y los cuarenta años posteriores, “la dictadura provocó estados emocionales cargados de sufrimiento, terror, angustia, humillación, vergüenza, incertidumbre, desesperación, confusión, rabia…, unido a unas condiciones de vida de pobreza y carencias”.

Todo esto derivó en heridas profundas, duelos imposibles y vivencias “que quedaron inscritas como experiencias traumáticas”, las cuales han permanecido ‘vivas’ en los familiares. En este sentido, las victimas sobrevivientes “han ido impregnando a sus descendientes todo este conglomerado emocional, transmitiéndolo a través de los silencios, los secretos, los ocultamientos o las comunicaciones confusas, ambivalentes o enigmáticas.

En referencia a estos procesos, el artículo recoge una serie de conceptos elaborados a partir de la propia experiencia clínica de su autora, y de los datos de estudios llevados a cabo por psiquiatras, psicólogos clínicos y psicoanalistas que han trabajado con víctimas del holocausto y de las dictaduras latinoamericanas, y que, a su juicio, “son aplicables a la realidad de los actuales descendientes de víctimas de la dictadura franquista”. Estos conceptos hacen referencia a las dinámicas de los traumas: los pactos de silencio, los tiempos de latencia, las identificaciones patológicas y los duelos inacabados.

Todos estos fenómenos psicológicos individuales y grupales se enmarcan en la transmisión transgeneracional, por la cual se transmiten de una generación a otra los “elementos esenciales de la vida psíquica de los antepasados: los modelos y patrones de relación, el funcionamiento emocional, las ideologías, las creencias, las patologías, los comportamientos y conductas”, abarcando estas herencias psicológicas hasta dos, tres o más generaciones.

La mente humana tiene dificultades para asimilar la magnitud del impacto de una situación traumática y darle sentido

Las evidencia destaca que la vivencia de desastres masivos (como, por ej., las guerras), generan traumas colectivos “por la magnitud de los acontecimientos y por la cualidad de la afectación que causan en el individuo y en el grupo social”. Muchas veces, estas situaciones traumáticas se viven sin la posibilidad de representarlas, pensarlas ni verbalizarlas, siendo necesario el paso del tiempo para tal fin.

En el caso de que el trauma sea relativamente reciente y reaparezcan experiencias vividas, el artículo advierte de la dificultad de la mente humana para asimilar la magnitud del impacto y darle sentido, produciéndose “quiebras y vacíos”. En estas circunstancias, afirma, “el ser humano recurre a algunos mecanismos de defensa que tienen una función protectora”, produciéndose largos periodos de silencio generados por la incomunicabilidad de las experiencias, que no implican ni olvido ni borrado y que, durante los mismos, se da “una comunicación no verbal a través del llanto, los gestos, los suspiros y diversos elementos sensoriales”. De esta manera, continua la transmisión dentro de la cadena generacional, persistiendo las huellas.

Los seres humanos necesitamos olvidar, al menos, temporalmente y, sobre todo, cuando son emociones dolorosas

La autora de este artículo recuerda que “los seres humanos necesitamos olvidar, al menos temporalmente, y sobre todo, cuando se trata de emociones dolorosas”. Así, determinadas experiencias quedan almacenadas en la memoria humana, “esperando la ocasión adecuada” para poder emerger y recuperarse, se produce un olvido temporal y las experiencias quedan en estado de latencia en la mente de las víctimas, quedando apartadas de la conciencia, intentando así evitar el sufrimiento. Según la neurociencia cognitiva, los olvidos se deben a fallos en la recuperación de las huellas. Este olvido necesario “cumple temporalmente funciones de protección de nuestra salud mental”.

Sin embargo, para no perder la conciencia del pasado y que no quede borrado, deben darse condiciones facilitadoras para recuperarlo, dado que, lo que en una primera generación ‘es indecible’, puede suceder que en la segunda se transforme en ‘innombrable’ y en la tercera en impensable con riesgos de que no se recupere.

¿Cómo se producen los pactos de silencio?

Según testimonios de familiares de víctimas, el silencio de estas últimas se produce “por miedo a hablar cuando hacerlo implica ser represaliado, revictimizando no solo al sujeto que habla sino a toda la familia y entorno”, instalándose aquí los llamados “pactos de silencio. El artículo destaca que, a nivel individual, se produce un encapsulamiento (mecanismo mediante el cual se aparta o aísla lo que duele y perturba) y, a nivel colectivo, aparecen alianzas defensivas basadas en la negación, de modo que la sociedad se mantiene alejada de su propia historia, “como si lo ocurrido no hubiera ocurrido”.

En ocasiones, son largos periodos de silencio durante los cuales, las experiencias traumáticas se siguen transmitiendo a través de componentes emocionales y sensoriales que se imponen sobre los verbales.

Esta silencio constituye también “un tiempo de espera necesario, que permite que los impactos más agudos puedan aliviarse”. Para que pueda emerger la memoria, la literatura al respecto evidencia la necesidad de que se den dos condiciones: la primera, que haya transcurrido un periodo de latencia (cifrado según los estudios en 30-50 años), para que se produzca un ‘enfriamiento’ del dolor. La autora lo define como “un proceso hacia una posible comunicación que trascienda el ámbito individual para que el colectivo pueda reflexionar sobre los aspectos traumáticos que estaban larvados a la espera de poder ser expresados en la comunidad”. La segunda condición es encontrar interlocutores adecuados “para que la narración tenga eco y resonancia, a nivel individual y social”.

Disolución de los pactos de silencio y evolución de la memoria traumática hacia la memoria colectiva

Cuando las huellas son evocadas, representadas y se les da un sentido, se convierten en memoria. Asimismo, solo cuando se pueden verbalizar y compartirse con otros, “es cuando comienza una construcción social que va diluyendo los pactos de silencio”.

En este punto, la autora destaca el rol fundamental de la transmisión transgeneracional, al permitir que la segunda y tercera generación “abriera brechas para recuperar la historia de lo ocurrido, bien para dignificar la memoria de sus antepasados o por la necesidad de saber y reivindicar la verdad”. Según explica, esto es posible porque “en la tercera generación ya se ha atenuado el dolor y ha podido asumirse una elaboración parcial del duelo”. Esta progresiva toma de conciencia por parte de los descendientes -denominada memoria traumática (Eguilor, 2022)-, es la que permite a los familiares recuperar la historia, y hacer un proceso de elaboración parcial que permitirá convertir esta memoria traumática en memoria colectiva y social.

Paralelamente, esto se va expandiendo a la población, produciéndose una socialización del conflicto, que constituye ahora “un trauma compartido”.

Así, el artículo subraya el empuje de los familiares y descendientes de las víctimas, en la recuperación de la recuperar la memoria, “permitiendo hacer el duelo que no pudieron hacer padres y abuelos, un duelo en diferido pero reparador”.

Duelos Inacabados y Continuidad de la Recuperación de la Memoria

No obstante, algunos familiares de víctimas suelen tener la impresión de que sus duelos serán inacabados, dado que sin la recuperación, identificación del cuerpo de la víctima de la represión y un entierro digno, no es posible o es muy difícil elaborar el duelo.

Partiendo de la premisa de que “el trabajo de memoria puede y debe continuar”, la autora señala que el compromiso de las asociaciones no termina con el acto de identificar al propio familiar y enterrarlo dignamente, sino que es necesaria una continuidad de la reparación, esto es, seguir trabajando en el mantenimiento de la memoria. Un ejemplo ello, son las celebraciones de los aniversarios, principalmente, la construcción de memoriales.

En esta cuestión del mantenimiento de la memoria, la autora destaca la importancia de los “objetos vinculantes”, que simbolizan un punto de encuentro entre la representación mental de la persona perdida y el familiar. Estos objetos vinculantes están llenos de contenido, no son simples recuerdos, y dan una continuidad entre el tiempo antes y después de la pérdida o una continuidad generacional si la persona perdida perteneció a la generación anterior.

A nivel individual destacan las fotografías, cartas y objetos pertenecientes a la persona perdida, mientras que, a nivel colectivo, son representativos los memoriales -como objetos vinculantes compartidos-, caracterizados por un elevado valor afectivo, simbólico y de reparación. La autora los define como lugares donde se comparte una historia común, se muestran relaciones interpersonales reparadoras, se asocian con la idea de completar el duelo inconcluso, actúan como recordatorios para la sociedad, permiten ‘revisitar ‘ la memoria permanentemente, continuando la elaboración colectiva de los duelos”.

Sobre las identificaciones patológicas

Así, en relación con las víctimas, un gran número de sobrevivientes y descendientes han tramitado las situaciones traumáticas a través de un tipo de transmisión compleja y costosa, que ha ido en la dirección de la elaboración de los duelos, de la recuperación de la memoria colectiva y el empeño de llegar hasta el final en las reivindicaciones.

Sin embargo, el artículo destaca también la existencia de bastantes casos de familias con represaliados, en los que éstas se quedaron en silencio, sin cantar nada a hijos y nietos, ni hablar de determinados temas. En estos casos, las victimas “vivieron un profundo dolor en soledad”, y no hubo ningún descendiente con deseos de investigar “o el silencio no tuvo resquicios”.

La autora finaliza su artículo confiando en que el mismo pueda contribuir a comprender todos los procesos psicológicos abordados e invite a la reflexión y a la identificación de retos en torno a estos ‘trascendentales temas’.

Se puede acceder al artículo completo desde la página Web de la Revista Apuntes de Psicología o bien directamente aquí:

Laguna-Barnes, M.V. (2024). La Transmisión Transgeneracional de Situaciones Traumáticas: Papel de la Psicología en el Proceso de Recuperación de la Memoria Colectiva de la Dictadura Franquista en España. Apuntes de Psicología, 42(1), 55-61. https://doi.org/10.55414/ap.v42i1.1569

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