La ciencia es (o debería ser) un pilar fundamental en la toma de decisiones a la hora de hacer política. En otras palabras: la toma de decisiones en el ámbito político debería ser siempre informada y basarse en hechos y datos. Cuando las decisiones de los gobiernos y las administraciones se fundamentan en ideología y en opiniones en lugar de hechos y datos, las consecuencias pueden ser perjudiciales e irreversibles. En este sentido, garantizar una investigación de calidad e independiente debería ser prioritario para los Gobiernos y las Administraciones y ser parte intrínseca de sus agendas.
Además de garantizar que se desarrollan estudios e investigaciones desideologizados e independientes, es importante que las mismas entidades no desacrediten la ciencia (ni a los científicos, científicas y organizaciones que hacen ciencia), puesto que hacerlo representa un riesgo significativo no solo para la generación de conocimiento, sino también para la confianza pública en ese conocimiento. Esta confianza en las fuentes y el conocimiento es, a su vez, imperativa para reducir la incertidumbre del público, entidades políticas y administraciones a la hora de tomar decisiones.
Así lo han manifestado diferentes artículos publicados en Nature (Cruz-Cano & Allison, 2024; Cologna et Al., 2025; Kozlov & Mallapaty, 2025) y The Lancet Psychiatry (2025) y la American Psychological Asociation (APA), una de las organizaciones científico-profesionales líderes en psicología en el mundo, con más 173.000 asociados, que, tras la toma de posesión del nuevo Gobierno de Estados Unidos, están alertando del peligro y retroceso que pueden suponer las políticas de invisibilización, retirada de fondos y desinversión en investigación o la desmantelamiento de agencias gubernamentales e internacionales referentes en el ámbito sanitario, como ha sucedido en estos dos primeros meses de gestión.

Fuente: Unsplash. Foto: Brian Wertheim. Fecha de descarga: 11/3/2025
La APA viene haciendo pública su gran preocupación por la política de la nueva Administración de Estados Unidos, según señala en sus propios medios, debido al abordaje, tratamiento e invisibilización que se están promoviendo de algunos ámbitos de ejercicio profesional e investigación clave relacionados con la psicología, como son, por ejemplo, el cambio climático, la diversidad, la exclusión o la identidad de género, así como la retirada de financiación y becas en estas áreas, que, según la nueva Administración, han dejado de ser consideradas prioritarias.
En la línea mostrada por la APA y estas publicaciones, también se ha pronunciado la Federación Europea de Academias de Ciencias y Humanidades que, en una declaración institucional, alerta, igualmente, sobre las amenazas a la libertad académica y la colaboración internacional en los Estados Unidos.
Retirada de fondos y financiación destinada a la investigación
Según un artículo publicado en Nature, los National Insitutes of Health —Institutos Nacionales de Salud (NIH)— de EE. UU. han comenzado a cancelar decenas de subvenciones activas destinadas a la investigación bajo la justificación de que «ya no resultan prioritarias para la agencia». Entre las investigaciones afectadas se encuentran estudios sobre poblaciones transgénero, identidad de género, diversidad, equidad e inclusión, fuerza laboral biomédica, justicia ambiental y cambio climático (Kozlov & Mallapaty, 2025). La decisión de retirar estos fondos, señala el artículo, no parece estar basada en criterios científicos, sino en una agenda política que «busca eliminar cualquier investigación que contradiga ciertas posturas ideológicas». Lo mismo sucede con la amenaza de retirada de EE. UU. de organismos internacionales como la OMS (The Lancet, 2025).
Este tipo de medidas, continúan explicando Kozlov y Mallapatty, «afecta negativamente el progreso científico y la credibilidad de las instituciones de investigación». La falta de financiación no solo interrumpe estudios que ya están desarrollándose, sino que también desalienta a futuros profesionales de la investigación y a las instituciones a seguir explorando áreas de conocimiento que pueden ser políticamente controvertidas o contrarias al «establishment». La ciencia, recuerdan, debe «estar guiada por la búsqueda del conocimiento, y no por la conveniencia política de una Administración».
La pérdida de confianza en la ciencia
Ya hemos visto que realizar una política informada y basada en la evidencia es esencial para el progreso y para garantizar la mejor toma de decisiones. Para esto, es esencial, a su vez, que exista una confianza en la ciencia y en sus resultados, así como en los profesionales que desarrollan estudios e investigación. Así lo señala un artículo de Nature Human Behaviour que encuentra, además, que la mayoría de los 71.000 encuestados en el estudio que publican consideran que los científicos deben participar más en la formulación de políticas (Cruz-Cano & Allison, 2024).
Uno de los principales factores que contribuyen a la pérdida de confianza en la ciencia es la politización de la información científica. Cuando los Gobiernos desacreditan aquellas investigaciones que no se alinean con sus posturas ideológicas, están lanzando un mensaje claro a la población: la ciencia es cuestionable si contradice la narrativa oficial (es decir, no se puede confiar en la ciencia per se). Esta estrategia no solo socava la credibilidad de los científicos y científicas, sino que también fomenta la proliferación de desinformación y teorías conspiradoras.
Desacreditar la ciencia y sus resultados puede llevar a un rechazo sistemático de los datos y recomendaciones basadas en la evidencia, lo que, a su vez, dificulta la implementación de políticas públicas eficaces en áreas críticas como la salud pública o el cambio climático.
Las consecuencias de ignorar la ciencia en la formulación de políticas
El desmantelamiento de agencias de investigación científica y la retirada y/o la disminución de la financiación para el desarrollo de investigaciones fundamentales para garantizar el bienestar de la población tienen consecuencias directas e inmediatas. Por ejemplo, eliminar proyectos sobre cambio climático impide recopilar datos imprescindibles para evaluar el impacto real de la crisis climática y desarrollar posibles estrategias de mitigación. Asimismo, cancelar estudios sobre poblaciones marginadas dificulta la formulación de políticas para abordar las desigualdades estructurales en salud y bienestar social (Cologna et Al., 2025; Kozlov & Mallapaty, 2025).
El caso más evidente del impacto de ignorar la ciencia en la política se señala en varios de los artículos mencionados, y fue la respuesta desigual a la pandemia de COVID-19. Los países con mayores niveles de confianza en la ciencia y una fuerte colaboración entre Administraciones y científicos consiguieron una respuesta más eficaz, mientras que aquellos donde predominaron la desinformación y la politización de la pandemia enfrentaron tasas más altas de infección y mortalidad (Kozlov & Mallapaty, 2025).
La necesidad de proteger la investigación y la evidencia científica
Para evitar que la política basada en ideología acabe sustituyendo a la política basada en hechos, es fundamental que la comunidad científica, los ciudadanos y ciudadanas y los responsables de formular políticas defiendan la integridad de la investigación. Esto incluye, entre otras medidas:
- Proteger la financiación para la investigación: La ciencia no puede depender de la voluntad política de una Administración; debe contar con financiación estable, independiente y garantizada.
- Fomentar la alfabetización científica: Es imprescindible educar en el pensamiento crítico y en los métodos científicos para que la población pueda discernir entre información basada en evidencia y aquella que no lo es.
- Reforzar la independencia de las instituciones científicas: Los organismos y agencias vinculadas a la investigación deben operar sin interferencias políticas que puedan sesgar sus hallazgos.
- Incentivar la participación de los científicos y científicas en la formulación de políticas: La toma de decisiones debe basarse en datos y no en posturas ideológicas y las Administraciones y Gobiernos deberían asegurarse de que toman las mejores decisiones para la población a la que representan.
El futuro de la ciencia y de la política basada en la evidencia depende, más que nunca, de nuestra capacidad de resistir la manipulación ideológica y garantizar que la ciencia continúe guiando el conocimiento y el progreso de la humanidad.
Fuentes
Cologna, V., Mede, N.G., Berger, S. et al. (2025). Trust in scientists and their role in society across 68 countries. Nature Human Behaviour. https://doi.org/10.1038/s41562-024-02090-5
Cruz-Cano, R., & Allison, D. B. (2024). Report uncertainty information to improve trust in science. Nature Human Behaviour, 9, 9-12. https://doi.org/10.1038/s41562-024-02084-3.
Kozlov, M., & Mallapaty, S. (2025). Exclusive: NIH to terminate hundreds of active research grants, Nature. https://doi.org/10.1038/d41586-025-00703-1
The Lancet (2025). Editorial. Trump 2.0: a better way to show leadership. The Lancet Psychiatry, 12, 161. http://doi.org/10.1016/S2215-0366(25)00038-0