Dentro de poco, habrán pasado nada menos que 6 años desde la puesta en marcha de la LOPS. En todo este tiempo, nuestra organización ha venido insistiendo en que la Psicología fue injustamente tratada por esa norma, y que se requería que se pusieran en marcha soluciones efectivas que dieran estabilidad y seguridad jurídica a la profesión. Desde hace dos años, todos los actores importantes en este asunto (profesión, universidad, autoridades políticas sanitarias y educativas) hemos llegado a un acuerdo sobre la necesidad de crear un máster, que diera el estatus de profesional sanitario a los psicólogos que lo cursen, aprovechando el proceso de reforma de las titulaciones universitarias. El pasado mes de Enero, la Conferencia de Decanos y el COP entregaron el borrador de la norma de creación del máster, que nos habían solicitado conjuntamente los Ministerios de Sanidad y Educación. Esa primera entrega iniciaba un largo trámite que debería desembocar en la publicación de un decreto creando el Máster en Psicología de la Salud. Sabemos que ha pasado el dictamen de la Comisión Nacional de la Especialidad de Psicología Clínica y que actualmente se encuentra a la espera de entrar en el orden del día de alguna de las reuniones de la Comisión de Recursos Humanos del Sistema Nacional de Salud. No sabemos nada más, porque nada más nos han dicho. Llevamos seis años con un problema, cuya resolución es muy importante para miles de profesionales y estudiantes. Seis años de informes, gestiones, reuniones, que parecían llegar a su fin, pero que aún no han terminado. ¿A qué se espera? No lo sabemos. Pero no me cabe duda que si no se le pone pronta solución, el problema actual alcanzará cada vez mayores dimensiones.

Estamos pendientes de una sentencia del Tribunal Supremo que puede derrumbar el entramado legal en el que se sustentan actualmente muchas consultas de Psicología. Si eso sucediera, esas consultas no podrían ser consideradas centros sanitarios, y el ejercicio profesional de los profesionales afectados se volvería incierto e inseguro. Además, las universidades están actualmente completamente inmersas en la elaboración de los nuevos planes de estudio tanto de grado como de postgrado. Este es el momento en el que una normativa legal podría aportar claridad y criterios a las distintas comisiones que elaboran los másteres de ámbito sanitario. Si las directrices generales del máster oficial salen muy tarde, muchos de los que están actualmente en elaboración ya estarán en marcha, y es muy posible que se produzcan desajustes entre lo que se está cursando y lo que será necesario superar para obtener el título. ¿Por qué no podemos llegar a tiempo y hacer las cosas bien desde el principio?

Este tipo de situaciones en las que todos parecen estar de acuerdo, pero la solución no llega, son terreno abonado para la especulación. Nada hay más dañino para la democracia que la sospecha de que el debate público, sobre todo en el Parlamento, no vale de nada frente a las presiones ocultas de aquellos que pueden ejercerlas. No está de más recordar que todos los grupos parlamentarios representados en la Comisión de Sanidad del Congreso, el Gobierno por boca de sus portavoces ministeriales, las diversas instancias académicas, científicas y profesionales de la Psicología y, en una primera instancia, la Comisión Técnica Delegada de la Comisión de Recursos Humanos en reunión de 17 de enero de 2008, han dado su visto bueno a esta solución. ¿A qué se espera?

Como representantes de la profesión de la Psicología en España, queremos saber cuándo se va a publicar la norma que recoja las directrices generales del futuro máster en Psicología de la Salud y cuándo se va a desarrollar la LOPS para que reconozca a los futuros titulados como profesionales sanitarios. Queremos saber si hay obstáculos para que esa solución llegue a buen fin, y cuáles son. Tenemos derecho a saber y queremos ejercitar ese derecho.

La otra gran preocupación, mencionada anteriormente, es el papel que tiene la Psicología en el sistema educativo español. Este verano se han sucedido los informes que hablan de grandes problemas en la educación española que no acaban de resolverse. Uno de los principales es el fracaso escolar, pero también hay muchos otros conectados con éste, como son la mayor diversidad del alumnado, el fracaso de las políticas preventivas en diversos ámbitos de la educación para la salud o el creciente malestar producido por la mayor conflictividad en los centros. Sorprendentemente, todo esto sucede a la par que se expulsa decididamente del sistema a uno de los profesionales que más puede hacer para ayudar a resolver estos problemas. ¿Por qué se actúa de forma tan irracional? Yo creo simplemente porque algunas decisiones se han tomado sin tener en cuenta los intereses de la educación, es decir de los alumnos y profesores, sino únicamente bajo el influjo de algunos reflejos corporativistas profundamente enquistados en la Educación española.

Creo firmemente que la educación es una tarea colectiva, que tiene por principales protagonistas a profesores y estudiantes, pero en la que es irrenunciable la participación de los padres, otros profesionales y de la sociedad en su conjunto. Los psicólogos son profesionales imprescindibles si se quiere atender con eficacia muchos de los problemas que aquejan a la educación.

No tiene ningún sentido que se puede ser orientador en un centro escolar, sin tener estudios previos de Psicología, y con la única condición de haber cursado algunas horas en un Máster de Secundaria. Los servicios de esos profesionales carecen de cualquier garantía de calidad exigible en un servicio público. Nuestra corporación profesional tiene que denunciar esta degradación de la función orientadora en la escuela, una tarea para la que se requieren amplios conocimientos psicológicos, y que en el imaginario público es asociada con la función del psicólogo.

Si esto no fuera suficientemente grave aún, todo empeora aún más con la ausencia de regulación que ordene la existencia y funcionamiento de los equipos de segundo escalón especializados. La organización colegial está instando al Ministerio a que adopte decisiones reguladoras en este sentido, dentro de la futura discusión del Estatuto del Personal no Docente. Esperamos que nuestras sugerencias sean tenidas en cuenta.

Todo este negro panorama en el ámbito educativo ha impulsado a la organización colegial a desarrollar una serie de actividades científico – profesionales centradas en el papel de la Psicología en el campo educativo, y que tendrá lugar durante el último trimestre de este año. Queremos que estos actos tengan un carácter científico – técnico, pero también una importante vertiente divulgativa y reivindicativa. No vamos a quedar fuera de un debate, el de la Educación, en el que somos una parte con amplios intereses científicos y profesionales. Creo que se lo debemos a nuestros colegiados, pero también a la sociedad en la que vivimos.