Es crucial que los profesionales de la psicología estén preparados para trabajar con personas con discapacidad intelectual y adquieran unas competencias específicas. Así lo establece la nueva guía de la Sociedad Británica de Psicología que lleva por título Training and consolidation of clinical practice in relation to adults with intellectual disabilities (Formación y consolidación de la práctica clínica en relación con los adultos con discapacidad intelectual).
Las personas con discapacidad intelectual presentan unas peculiaridades que requieren de una formación especializada por parte de los psicólogos y psicólogas que los atienden. Dentro de este grupo, la prevalencia de problemas de salud mental y de experiencia de situaciones traumáticas es muy elevada. Estas particularidades plantean retos para los profesionales de la psicología que es necesario conocer y tener en cuenta para la planificación y puesta en marcha de programas de intervención.
Según el documento, las personas con discapacidad intelectual enfrentan un mayor riesgo de problemas de salud mental y/o conductuales, lo que subraya la necesidad crítica de atención psicológica especializada. Se estima que alrededor del 25% de esta población experimenta problemas de salud mental. En comparación, solo el 17.2% de las personas con habilidades intelectuales promedio y el 13.4% de las personas con habilidades intelectuales por encima del promedio se ven afectadas por estos problemas de salud mental.
A este respecto, la guía recoge la evidencia sobre las intervenciones de Apoyo Conductual Positivo en estas personas. El Apoyo Conductual Positivo (PBS, por sus siglas en inglés) es un enfoque de intervención utilizado en el campo de la discapacidad intelectual para abordar y mejorar el comportamiento problemático y promover el bienestar de las personas con discapacidades intelectuales y del desarrollo.
El PBS se basa en la idea de que los comportamientos desafiantes son generalmente una forma de comunicar necesidades o dificultades subyacentes. En lugar de castigar o eliminar los comportamientos problemáticos, el PBS se centra en comprender las causas y las funciones de estos comportamientos y en proporcionar estrategias positivas para abordarlos de manera efectiva.
Los principios clave del Apoyo Conductual Positivo incluyen:
- Evaluación funcional: Se realiza una evaluación exhaustiva para comprender por qué una persona está exhibiendo comportamientos problemáticos. Esto implica identificar las causas subyacentes, como la comunicación deficiente, la falta de habilidades sociales o la incomodidad física.
- Diseño de entornos de apoyo: Se crea un entorno que fomente el comportamiento positivo y reduzca las oportunidades para el comportamiento problemático. Esto puede incluir cambios en la estructura del entorno o el establecimiento de rutinas claras.
- Enseñanza de habilidades alternativas: Se enseñan a las personas habilidades alternativas para comunicar sus necesidades y deseos de manera más efectiva. Esto puede incluir habilidades de comunicación, resolución de problemas o habilidades sociales.
- Refuerzo positivo: Se refuerzan y recompensan los comportamientos positivos para motivar a la persona a seguir mostrándolos. Esto puede incluir elogios, recompensas tangibles o el acceso a actividades preferidas.
El PBS se utiliza en una variedad de entornos, incluidos hogares, escuelas, servicios de atención residencial y programas comunitarios, con el objetivo de mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidades intelectuales al reducir comportamientos problemáticos y promover su participación activa y satisfacción en la vida diaria.
Dada la importancia crucial de este enfoque, los autores del informe consideran que todos los futuros psicólogos y psicólogas deben desarrollar competencias en PBS. Según se recoge en el texto, esto les permitirá reducir prácticas restrictivas, así como la sobremedicación en personas con discapacidad intelectual.
Alternativamente, las personas con discapacidad intelectual tienen un mayor riesgo de experimentar traumas y abusos en la infancia y la edad adulta. Así, numerosos estudios muestran que estos niños y niñas son más propensos a sufrir negligencia, abuso emocional, físico y sexual, que la población general.
Por este motivo, los expertos plantean la necesidad de aplicar un enfoque informado sobre el trauma en la atención psicológica con las personas con discapacidad intelectual. Este enfoque considera los aspectos de la teoría del apego para su aplicación en la atención a estas personas.
El documento recoge, además, la lista de competencias necesarias que deberían tener los psicólogos y psicólogas que trabajen en este ámbito. Entre dichas competencias se incluye, por ejemplo:
- Capacidad para detectar y diagnosticar problemas de aprendizaje y comprender sus implicaciones.
- Conocimiento de las políticas actuales y las medidas de prestación de servicios. Esto incluye el acceso a la educación inclusiva y la atención centrada en la persona y personalizada.
- Capacidad para trabajar con personas con alto riesgo de exclusión social, etc.
En última instancia, las directrices de la BPS buscan establecer unos requisitos mínimos de formación. Estos requisitos deberían asegurarse en los programas de formación de posgrado, de forma que los futuros profesionales adquieran las habilidades y competencias necesarias.
Las guía pretende así que todos los profesionales de la Psicología estén preparados para trabajar con personas con discapacidad intelectual, reconociendo cuándo remitir a servicios especializados y cómo hacer los ajustes necesarios para una adecuada evaluación e intervención.