¿Cómo se forma el estigma hacia la enfermedad mental en la infancia? ¿El estigma de los padres hacia la enfermedad mental influye en el estigma de sus hijos e hijas hacia estas personas? Esta fue una de las preguntas de investigación de un estudio publicado en la revista Apuntes de Psicología.
Los autores del estudio son Lara Murvartian, Francisco J. Saavedra-Macías y Rafael J. Martínez-Cervantes, todos ellos de la Universidad de Sevilla (España).
El artículo aborda la investigación del estigma de la enfermedad mental en menores, subrayando la importancia de comprender sus factores y desarrollar intervenciones efectivas para combatir el estigma desde edades tempranas.
En la introducción, los autores destacan la investigación de Corrigan. Este investigador, uno de los más conocidos en el estudio del estigma, ha desarrollado instrumentos para medir y evaluar programas de intervención antiestigma en Estados Unidos.
El conocimiento de la formación del estigma cobra especial relevancia en la etapa de desarrollo infantil. Los autores del artículo señalan que, a los siete años, los niños y niñas construyen ideas sobre grupos sociales, y a los once años, con el pensamiento abstracto, atribuyen cualidades al individuo según su grupo social. Antes de los 15 años, al no haber consolidado el pensamiento abstracto, se sugiere que es más fácil caer en la discriminación respecto al estigma de la enfermedad mental en la infancia.
Los autores adoptan un modelo social-cognitivo para la comprensión del estigma. Desde esta perspectiva se entiende que el aprendiz es un individuo activo influenciado por cogniciones y el contexto social. Asimismo, los autores se centran en dos variables sociodemográficas en la formación del estigma en niños y niñas: el nivel educativo de los padres y el género de los menores.
Según se explica en el artículo, la finalidad de la investigación fue replicar el trabajo de Corrigan sobre familiaridad y estigma público. De esta manera, los autores plantearon como objetivo estudiar la relación entre el estigma público en niños y la familiaridad de los tutores con la enfermedad mental, así como la influencia de la valoración de las experiencias de los tutores en el estigma de los menores. Además, como segundo objetivo, analizaron la relación entre el género de los niños, el nivel educativo de los tutores y el estigma público. El estigma fue medido en términos de ausencia de lástima o compasión, negación de ayuda y discriminación o segregación por parte de los niños y niñas hacia un igual con enfermedad mental, siguiendo la propuesta de Corrigan.
La muestra quedó constituida por 56 niños de 6º de Primaria y un tutor legal de cada uno. Los autores emplearon el Attribution Questionnaire-8 for Children, la escala Level Of Familiarity y una escala de Likert para la valoración. Para la ejecución del primer objetivo se utilizó un enfoque correlacional y para el segundo, un diseño transversal, con variables predictoras y dependientes específicas.
Respecto a los resultados, se observó una correlación positiva y estadísticamente significativa entre la familiaridad de los adultos y la negación de ayuda de los menores. En este sentido, el estudio muestra resultados opuestos a las hipótesis. Así, la familiaridad del tutor no fue asociada a una reducción del estigma de los menores. De hecho, los niños y niñas cuyos padres estaban más familiarizados con personas con trastorno mental mostraron menos disposición a ayudar a compañeros con enfermedad mental. Según explican los autores, estos resultados difieren de estudios previos y sugieren que la transmisión generacional del estigma no se ve confirmada.
Además, el género no afectó al estigma en los menores y la influencia del nivel educativo de los tutores tampoco se confirmó. Estos resultados también están en desacuerdo con hallazgos previos con población adulta. En esta línea, los autores plantean que las diferencias observadas en la presente investigación se pueden deber a las características de la muestra seleccionada.
En definitiva, los resultados preliminares obtenidos parecen apuntar que el funcionamiento del estigma en la infancia es multidimensional y complejo. Asimismo, según apuntan los autores, parece que las relaciones entre pares pueden jugar un papel relevante. A este respecto, los autores recomiendan realizar futuras investigaciones que confirmen los datos obtenidos, utilizando muestras procedentes de diferentes niveles socioeconómicos. Asimismo, los autores recomiendan la consideración de nuevas variables (como la influencia de los iguales, entre otras) para identificar los factores que podrían explicar mejor el estigma hacia la enfermedad mental en menores.Finalmente, los autores también plantean que una de las posibles limitaciones en el alcance de los resultados puede derivarse de la idoneidad del cuestionario AQ-8-C para medir estigma en la infancia. En este sentido, sugieren una revisión exhaustiva del instrumento en su versión española.
En definitiva, teniendo en cuenta el impacto del estigma hacia la salud mental, los autores remarcan la importancia de seguir investigando en esta dirección. Asimismo, recomiendan la intervención temprana en las escuelas para prevenir actitudes estigmatizantes en la adolescencia y la etapa adulta. En esta línea, se sugiere que las intervenciones para reducir el estigma en niños y niñas incluyan experiencias reales con personas que padecen enfermedades mentales. Además, se destaca la importancia del contacto directo o indirecto, a través de historias que presenten personajes con trastornos mentales. Según los autores, los estudios previos sugieren que estas experiencias pueden ayudar a romper estereotipos negativos y reducir el estigma hacia la enfermedad mental en la infancia.
Fuente:
Murvartian, L., Saavedra-Macías, F.J. y Martínez-Cervantes, R.J. (2023). Estigma público en niños hacia personas con enfermedad mental. Apuntes de Psicología, 42(1), 33-40. https://doi.org/10.55414/ap.v42i1.1541