No existe un nivel seguro de consumo de alcohol. Sin embargo, a nivel mundial sigue habiendo un bajo nivel de conocimiento sobre el impacto negativo del consumo de alcohol en la salud y la seguridad de las personas. Si los medios de comunicación que abordan cuestiones relacionadas con el alcohol evitan emitir juicios morales y culpabilizadores sobre las personas que consumen, podrían ayudar a las personas a entender mejor el impacto inaceptablemente alto que tiene en la salud y en la sociedad. Además, pueden ayudar a entender las raíces del problema y cómo puede prevenirse en gran medida.
Con esta introducción, la Organización Mundial de la Salud presenta una guía dirigida a profesionales de los medios de comunicación, a través de la cual brinda herramientas para abordar, reflexionar y comunicar de forma eficaz sobre el consumo de alcohol y sus daños relacionados, tanto en las personas como en sus familias y en las comunidades.
La guía es una traducción del original publicado en inglés por la OMS «Reporting about alcohol: a guide for journalists». Tal y como señala en su texto, existe «numerosa y probada evidencia» de que el consumo de alcohol está causando una epidemia de salud pública a nivel mundial.

De hecho, los datos indican que este consumo representa uno de los principales factores de riesgo de enfermedad y muerte prematura, contribuyendo a, aproximadamente, 3 millones de fallecimientos anuales en todo el mundo, así como a millones de casos más de discapacidad y mala salud. La evidencia señala un nexo causal entre el consumo de alcohol y diversas enfermedades no transmisibles (ENT), como la cirrosis, el cáncer y las enfermedades cardiovasculares. Se asocia también con la tuberculosis, el VIH y otras enfermedades transmisibles. En muchos países, el incremento del consumo de alcohol durante la pandemia de COVID-19 se ha asociado también con miles de muertes adicionales, tanto a corto como a largo plazo.
El alcohol perjudica no sólo a la persona consumidora, sino a todo su entorno. Así, además de las enfermedades, causa lesiones y afecta a la salud mental y social de familiares, amistades, compañero/as de trabajo y personas desconocidas en la calle. Por este motivo, «representa una cuestión urgente para muchas comunidades, con impactos externos y costes que superan considerablemente los asociados al tabaco y a las drogas ilegales».
El alcohol perjudica no solo a la persona consumidora, sino a todo su entorno
Los daños producidos por el consumo de alcohol pueden afectar a la salud (ej. lesiones de tráfico, suicidio, homicidio, exposición prenatal al alcohol, ansiedad y depresión en familiares o transmisión de infecciones a la pareja sexual). También pueden ser de carácter social (ej. agresiones o molestias a la comunidad) o económicos (ej. menor rendimiento laboral, absentismo, daños a la propiedad y el gasto de dinero destinado a necesidades familiares que se gasta en bebidas alcohólicas).
Asimismo, la carga que representan los problemas relacionados con el alcohol no suele distribuirse de manera uniforme entre los diferentes grupos socioeconómicos, afectando más la compra de alcohol a los ingresos personales y familiares de las comunidades e individuos en situaciones de vulnerabilidad que a los de otros grupos sociales.
Es clave implementar acciones coordinadas dirigidas a abordar la aceptación, disponibilidad y asequibilidad del alcohol
Por otro lado, el documento advierte de una amplia variedad de factores culturales a nivel mundial que influyen y condicionan lo que se considera un consumo de alcohol «normal». Su aceptación depende de una serie de aspectos interconectados como como el género, la edad, la clase social, las políticas gubernamentales y el marketing de la industria. En este sentido, la guía recuerda que un lugar donde el alcohol es de fácil acceso y en el que su consumo se acepta y no se cuestiona como parte de la mayoría de las actividades sociales de las personas se considera un «entorno alcogénico».
En aras de prevenir los daños asociados al consumo de alcohol en estos entornos, las investigaciones han demostrado la eficacia de un enfoque multicomponente, que reconozca la necesidad de acciones coordinadas, dirigidas a abordar la aceptación, disponibilidad y asequibilidad.
De acuerdo con la OMS, existen intervenciones poblacionales, reconocidas y basadas en la evidencia, orientadas a la reducción del consumo de alcohol y a hacer frente a sus daños, entre ellas, las siguientes:
– Subir los impuestos del alcohol, solución más coste-eficaz
Los impuestos son la estrategia más rentable para minimizar los daños del alcohol en la mayoría de los países.
– Soluciones muy coste-eficaces: regular el marketing del alcohol y limitar su disponibilidad
Prohibir o restringir por completo el marketing, la publicidad, el patrocinio y la promoción del alcohol es una estrategia coste-eficaz para reducir una de las causas del consumo de alcohol entre las personas menores de edad. Pese a que la industria del alcohol asegura que la publicidad no influye en el consumo ni está dirigida a jóvenes, los datos indican que estas campañas se centran en atraer a nuevas personas consumidoras, especialmente, a las más jóvenes. La OMS advierte del rol del marketing del alcohol a gran escala, generando «un entorno que dificulta la recuperación de la dependencia del alcohol». En este sentido, advierte de la llegada de técnicas algorítmicas de marketing online, dirigidas a las personas según su comportamiento previo, que pueden obstaculizar los esfuerzos de quienes intentan reducir o eliminar su consumo de alcohol.
Según señala la guía, una de las mejores inversiones que pueden hacer los países es promover y hacer cumplir normativas sobre la disponibilidad física del alcohol, por ejemplo, acotando los horarios de venta, estableciendo una edad mínima adecuada para la compra y el consumo de bebidas alcohólicas o reduciendo la densidad de puntos de venta.
– Impulsar medidas contra la conducción bajo los efectos del alcohol, realizar intervenciones breves y establecer un precio mínimo unitario: soluciones eficaces
La OMS indica aquí que las personas que conducen con una concentración de alcohol en sangre (alcoholemia) de 0,02-0,05 g/dl «tienen un riesgo de muerte en un siniestro de tráfico al menos tres veces mayor», un riesgo que se incrementa, al menos, 6 veces, cuando la tasa de alcoholemia asciende a 0,05-0,08 g/dl. En las últimas décadas, numerosos países han logrado reducir los siniestros causados por la conducción bajo los efectos del alcohol, mediante normativa basada en la evidencia, adaptada a cada contexto y aplicada de manera consistente, siendo bien entendida, tanto por las autoridades encargadas de hacerla cumplir como por el público en general.
La evidencia destaca también que las intervenciones breves pueden motivar a las personas con un consumo de alcohol de alto riesgo a plantearse o planear un cambio en su consumo. En este sentido, la Organización Mundial de la Salud, considera fundamental adoptar acciones proactivas en entornos sanitarios para llevar a cabo una política integral sobre el alcohol a escala nacional.
Se ha demostrado que el aumento del precio del alcohol reduce tanto los daños agudos como los crónicos relacionados con su consumo entre personas de todas las edades. Para la OMS, esto sugiere que las personas con un consumo elevado o perjudicial de alcohol no son una excepción y también responden a la regla general de que las personas consumidoras se ven afectadas por las variaciones en los precios. El precio mínimo unitario se dirige a los productos más baratos para proteger a quienes tienen mayor riesgo de sufrir daños, que tienden a consumir el alcohol más barato.
– El etiquetado de advertencias sanitarias, una solución potencialmente eficaz
La Organización Mundial recomienda en su guía el etiquetado de las bebidas alcohólicas con información sobre los daños asociados al consumo de alcohol, con el fin de concienciar a la sociedad y permitir que las personas consumidoras tomen decisiones informadas. Si bien no hay evidencia sólida de que esta medida reduzca el consumo o modifique el comportamiento individual, «no se puede subestimar su potencial para aumentar la concienciación, lo cual es un paso fundamental hacia el cambio de comportamiento y de políticas».

– Soluciones ineficaces: anuncios del servicio público, responsabilidad social de las empresas y autorregulación de la industria del alcohol
Los mensajes sobre el consumo responsable de alcohol, los peligros de conducir bajo sus efectos y otras preocupaciones relacionadas «han resultado ser, en gran medida, ineficaces frente a los frecuentes anuncios de alta calidad de los medios de comunicación que promueven el consumo de alcohol, a los que está expuesta la ciudadanía». De igual modo, se ha demostrado que cuando la industria del alcohol patrocina campañas de seguridad vial de organizaciones no gubernamentales, prioriza la mejora de su reputación de marca en lugar de abordar de manera efectiva el problema de la conducción bajo los efectos del alcohol.
Los objetivos de los gobiernos, que buscan proteger y promover la salud y el bienestar de las personas, son incompatibles con los intereses de la industria del alcohol, que busca maximizar sus beneficios mediante el aumento del consumo de alcohol. Sus iniciativas de responsabilidad social corporativa son una estrategia destinada a legitimar su papel en la agenda de salud pública y desviar la atención de las estrategias basadas en la evidencia que efectivamente reducen los daños asociados al consumo de alcohol.
La OMS advierte de la incompatibilidad entre los intereses de la industria del alcohol y el objetivo de proteger y promover la salud y el bienestar de las personas
La responsabilidad social de las empresas del sector del alcohol transmite mensajes contradictorios sobre los daños del alcohol y socava la evidencia científica. A su vez, algunos programas educativos patrocinados por la industria del alcohol han aumentado los daños asociados con su consumo y se han relacionado con intentos de eludir o frenar la regulación.
Por otro lado, aunque los productores de alcohol señalan que pueden autorregular sus propias actividades de marketing, las investigaciones han encontrado que las directrices no se siguen de manera consistente, lo que resulta en una exposición excesiva de las personas jóvenes y otras poblaciones vulnerables al marketing del alcohol. Se constata, además, que las personas jóvenes que están más expuestas a la publicidad del alcohol, parecen ser más propensas a comenzar a beber a una edad temprana y a consumir alcohol de manera excesiva y peligrosa.
Recomendaciones para informar correctamente sobre los efectos del alcohol en la salud pública y la sociedad
Con el fin de informar sobre los efectos del alcohol en la salud pública y la sociedad, se recogen las siguientes recomendaciones:
- Mirar el contexto: cuando se analicen las experiencias individuales con el alcohol, se puede adoptar una perspectiva que proporcione al público una narrativa integral, reflejando las repercusiones más amplias del consumo de alcohol en la vida de las personas y en la sociedad en su conjunto.
- Minimizar el daño: informar de que no existe un límite seguro para el consumo de alcohol, exponiendo algunos de sus efectos nocivos, como problemas de salud mental, cáncer, enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares, enfermedades hepáticas y trastornos digestivos.
- Basarse en la evidencia científica disponible.
- Ser consciente de posibles conflictos de intereses, evitando la influencia de la industria del alcohol, por ejemplo, mediante premios de periodismo financiados por la industria, la publicidad, los medios de comunicación propiedad de la misma, los centros de estudios patrocinados por la industria y cualquier conflicto de intereses que pueda comprometer la objetividad y la fiabilidad de la información.
- Prestar atención al lenguaje, evitando el uso de discursos estigmatizantes o enmarcando el consumo de alcohol como un fracaso personal o una cuestión moral o delictiva, sin abordar los numerosos factores sociales y comerciales que también influyen en esta problemática. Utilizar términos como «alcohólico/a» en lugar de «persona con un trastorno por consumo de alcohol» puede provocar percepciones negativas, «lo que reduce la probabilidad de que las personas apoyen las políticas de control del alcohol».
- Guiar a quien pueda necesitar ayuda, ofreciendo información sobre dónde buscar ayuda en caso de dificultades o angustia mental relacionadas con el alcohol.
El documento finaliza con diversas sugerencias a la hora de escribir reportajes sobre el consumo de alcohol, así como con un glosario de términos correctos y una serie de recursos que pueden ser de interés en este ámbito.
Se puede acceder a la guía completa desde la página web de la DGPNSD o bien directamente aquí: