A medida que la pandemia de COVID-19 se propagó por todo el mundo, rápidamente quedó claro que esta no era una enfermedad respiratoria común. La enfermedad parece afectar varios sistemas del cuerpo y órganos, incluidos el corazón y el cerebro. Al principio de la pandemia, se informó de pérdidas del sentido del olfato, un síntoma curioso que sugiere que el virus puede afectar el sistema nervioso. Con el paulatino incremento de personas infectadas, se ha ido contando con más datos que indican la presencia de accidentes cerebrovasculares y otras complicaciones neurológicas. De igual modo, existe evidencia documentada de pacientes hospitalizados con COVID-19 moderado y grave que experimentaban una variedad de síntomas neurológicos, cognitivos, psicológicos y psiquiátricos, así como pacientes con coronavirus ingresados en la UCI con delirio. Sin embargo, todavía no está claro qué tan habituales son los efectos secundarios neurológicos en los pacientes hospitalizados, y mucho menos en las personas con síntomas respiratorios menos graves que no necesitan hospitalización. |
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Con esta introducción, se presenta una nueva revisión publicada en el APA Monitor, revista de la APA (American Psychologists Association-Asociación Americana de Psicología), a través de la cual se aborda el modo en que la COVID-19 puede afectar al cerebro y las diversas medidas que pueden tomar los profesionales para prevenir daños a largo plazo, realizando una revisión de las principales teorías y estudios realizados hasta la fecha. Tal y como señala la APA, la prevalencia de los problemas neurológicos sigue siendo una cuestión abierta, pero es seguro concluir que los problemas neurológicos no son raros para los pacientes con coronavirus, estimando que, entre el 30% al 50% de los pacientes hospitalizados podría tener problemas neurológicos. Diversas revisiones de informes de casos evidencian una variedad de manifestaciones neurológicas en pacientes, incluidas la pérdida del olfato y el gusto, confusión, encefalitis, Síndrome de Guillain-Barré, dolores de cabeza, mareos, debilidad, confusión, problemas de movimiento de los ojos, convulsiones y parálisis, apuntando a los accidentes cerebrovasculares y el delirio como los dos problemas neurológicos más comunes. Si bien parece que aquellas personas que experimentan síntomas más graves de COVID-19 tienden a tener más complicaciones relacionadas con el cerebro, se ha observado excepciones: según un estudio realizado en Inglaterra algunos pacientes con complicaciones neurológicas graves por el virus tenían síntomas respiratorios relativamente leves. La Asociación recoge los distintos procesos patológicos ocasionados por el coronavirus que pueden afectar al cerebro, tales como:
En el proceso por el que los investigadores continúan reuniendo evidencia sobre la asociación entre el COVID-19 y el cerebro, recurren a epidemias pasadas en busca de algún indicio. A modo de ejemplo, la pandemia de influenza de 1918 se asoció con un aumento de los problemas neurológicos, muchos de los cuales se hicieron evidentes meses o años después, el brote de SARS en 2003 y el brote de MERS en 2012 (ambos causados por coronavirus similares al que causa COVID-19) también se asociaron con enfermedades neurológicas, incluida la inflamación cerebral, y, tras cada uno de esos brotes, hubo informes de personas que sufrieron lesiones neurológicas duraderas. De acuerdo con la Asociación Americana de Psicología, estos datos generan una preocupación entre los expertos; sin embargo, quedan muchas preguntas por responder. En este sentido, indica que, hasta el momento, los estudios de pacientes con la enfermedad no han profundizado realmente en los resultados neuropsicológicos y pone de relieve la importancia de que la comunidad científica incluya resultados neurológicos, psicológicos y psiquiátricos. A este respecto, expertos e investigadores de todo el mundo están trabajando para tal fin, por ejemplo, a través del Consorcio Global para el Estudio de la Disfunción Neurológica en la COVID-19 (Global Consortium to Study Neurological Dysfunction in COVID-19) (integrado por investigadores de 15 países) y la Sociedad de Atención Neurocrítica (Neurocritical Care Society). En este contexto, la APA subraya la necesidad de que los psicólogos y las psicólogas se involucren para ayudar a los/as pacientes a reconocer sus síntomas y buscar tratamiento. Fuente: How COVID-19 attacks the brain |
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