Hoy, 12 de mayo, se celebra el Día Mundial de la fibromialgia y del Síndrome de Fatiga Crónica, una fecha en la que se pretende concienciar y dar visibilidad sobre estas enfermedades y su impacto significativo en la vida familiar, laboral y social de quienes la presentan, subrayando la importancia de su detección precoz.
Reconocida como enfermedad por la OMS desde el año 1992, la fibromialgia es una condición crónica, compleja e invalidante de origen desconocido, cuyo síntoma cardinal es el dolor músculo esquelético generalizado, que afecta, principalmente, a músculos, articulaciones y ligamentos. Se acompaña también de una amplia variedad de síntomas asociados -como sensación de cansancio importante, problemas de sueño, dificultades cognitivas (pérdida de concentración y memoria), alteraciones del estado de ánimo (ansiedad y depresión), etc.-, cuya confluencia impacta negativamente en la calidad de vida de la persona.
Fuente: freepik. Autor: freepik. Fecha: 11/05/23
A pesar de los avances en su comprensión, la fibromialgia sigue estando infradiagnosticada
Las cifras de la Sociedad Española de Reumatología, revelan que la prevalencia estimada de la fibromialgia en los países desarrollados se sitúa entre el 2% y el 6%. En España, concretamente, se estima en el 2,4% de la población adulta, lo que supone, aproximadamente, unas 900.000 personas en nuestro país. Por su parte, los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística, apuntan a más de 276.000 las personas con este diagnóstico.
Sin embargo, tal y como advierte la Asociación madrileña de fibromialgia AFIBROM, estos números “no reflejan la realidad completa de la fibromialgia en España» debido a que el mal funcionamiento de los protocolos y el infra diagnóstico por parte de los médicos, hacen que a muchos pacientes no se les diagnostique, e incluso se registren como tal”.
Como bien señala la Sociedad Española del Dolor (SED), realizar este diagnóstico constituye un reto, debido entre otros aspectos, a la ausencia de marcadores objetivos que puedan confirmar o refutar su presencia. Suelen presentar múltiples síntomas, que varían en el tiempo, tanto en calidad como en intensidad, incluso con dificultad para pormenorizar sus quejas, y que se sienten abrumadas. De este modo, lamenta que, pese a los avances en su comprensión, estas patologías continúan siendo infradiagnosticadas y existan retrasos en su diagnóstico.
Las personas con fibromialgia pueden tardar una media de 7 años en recibir el diagnóstico
En la misma línea, son múltiples las dificultades a la hora de recibir un diagnóstico adecuado y comenzar un tratamiento eficaz, lo que lleva a que las personas que padecen fibromialgia realicen un “peregrinaje” a través de distintos especialistas buscando una solución para su dolencia crónica. En este sentido, el tiempo medio que transcurre entre que la persona acude al médico y es finalmente diagnosticada de fibromialgia es de aproximadamente siete años, durante los cuales ha llegado a consultar con más de cinco facultativos (datos EPIFFAC).
Durante este largo periplo, las personas ven como se ven afectados todos los aspectos de su vida, con el consecuente impacto económico que todo ello conlleva.
A este respecto, el estudio EPPIFFAC llevado a cabo por la Fundación de Afectados y Afectadas de Fibromialgia y Síndrome de fatiga crónica, da cuenta de las serias consecuencias asociadas con la presencia de enfermedad, entre ellas, las múltiples dificultades para rendir en el trabajo, desempeñar las tareas habituales, afrontar las condiciones físicas o ambientales o hacer frente a la jornada habitual (lo que se traduce, en el 50% de los casos, en absentismo y/o baja laboral), y la reducción de los ingresos económicos en los hogares, en una media de 708 euros al mes, relacionada con la pérdida de actividad laboral, junto con un incremento, en el 81% de los casos, de los gastos extras relacionados con la enfermedad (230 euros/mensual de media).
La Psicología, clave en la atención integral de la fibromialgia
Teniendo en cuenta lo anterior, la SED subraya la trascendencia de que las personas con fibromialgia reciban atención integral, considerando un programa de tratamiento individualizado y multidisciplinar en el que participen profesionales debidamente capacitados y formados (entre ellos, psicólogos/as), tanto en atención primaria como hospitalaria, y que englobe, entre otros aspectos, educación y terapia cognitivo-conductual.
Según explica la Asociación de Divulgación de Fibromialgia, hay evidencia de que determinados procesos psicológicos (como la atención en el foco del dolor, determinados pensamientos negativos y/o catastrofistas acerca del mismo, las creencias personales acerca del control personal sobre una enfermedad, y el cómo aceptamos y afrontamos el dolor), “son aspectos psicológicos que establecen claras diferencias en la sintomatología y calidad de vida de pacientes diferentes con un mismo diagnóstico”. Teniendo esto en cuenta, pone de relieve el valor del tratamiento psicológico para aportar herramientas de gran utilidad, orientadas a conocer, y modificar en cada caso, aquellos factores psicológicos que contribuyen a incrementar y agravar la sintomatología, aprendiendo nuevos patrones de pensamiento y de conducta que pueden contribuir a la mejora de los síntomas.
La terapia cognitivo-conductual, eficaz en el abordaje de los síntomas
Dentro de los diferentes enfoques psicológicos, la intervención cognitivo-conductual (TCC) es un tratamiento de primera línea para abordar la fibromialgia, con mayor eficacia contrastada tanto en el manejo del dolor crónico, como en la mejora del agotamiento y de síntomas de estrés, ansiedad y depresión (Karlsson y col., 2015; Prados y col., 2020; Kazemipur y col., 2023). De igual modo, la terapia de constructos personales (enfoque que enfatiza las características identitarias y los significados personales como foco de la intervención), parece tener una eficacia similar a la TCC en la mejora de los síntomas de ansiedad y depresión (Aguilera y col., 2022).
Atendiendo al rol fundamental que desempeña la Psicología en el abordaje de la fibromialgia, y dado que la mayoría de consultas por esta dolencia comienzan en los servicios de atención primaria del SNS, una medida que podría ser beneficiosa es la incorporación de psicólogos clínicos en este primer nivel asistencial de la salud.
Son muchos los expertos y organizaciones, entre ellas, el Consejo General de la Psicología, que han puesto de relieve los beneficios de la implementación de la Psicología Clínica en atención primaria, por cuanto ello supondría un ahorro en términos de costes económicos y sociales, facilitaría el acceso a las terapias psicológicas, la detección precoz y la intervención temprana de los síntomas de esta índole.