En el año 2022, se denunciaron 18.731 delitos contra la libertad sexual, de los cuales, 8.337 eran víctimas menores de 18 años (44,5%). Del total de denuncias, el mayor porcentaje de víctimas son niñas (81,7%), lo que confirma que el hecho de ser niña o chica adolescente es un factor de riesgo muy importante en la violencia sexual.
Así lo afirma la organización Save The Children en un informe publicado en el marco de la celebración del día Internacional de la Mujer, a través del cual pretende poner la atención en la realidad de la violencia sexual entre adolescentes en España, dada la creciente preocupación social que este grave problema ha suscitado en los últimos años y la necesidad de analizarlo en profundidad, desde una perspectiva de derechos de infancia y adolescencia, así como de género.
Para ello, se ha llevado a cabo una revisión de los datos oficiales y de la literatura, y se ha consultado a adolescentes, profesionales de distintos ámbitos y personas expertas en la materia. Tal y como señala Save The Children, su informe “no pretende ser un análisis exhaustivo cualitativo y cuantitativo del fenómeno, ni tiene como objetivo desgranar el marco jurídico y legislativo”, sino presentar una radiografía de las cuestiones más relevantes en torno a la violencia sexual entre adolescentes y su impacto en la infancia, la adolescencia y la sociedad.
Foto: freepik. Fuente: freepik. Fecha: 11/03/24
Es clave identificar la violencia sexual para que las propias víctimas puedan reconocerse como tal
Tal y como indica, en la actualidad, ante un caso de violencia sexual, existe una tendencia a poner el peso sobre la víctima, “sobre sus heridas y cicatrices, tanto físicas como emocionales y psicológicas”, que conlleva a culpabilizarla, a la par que se puede llegar incluso a justificar al agresor. Por ello, la organización considera clave identificar la violencia sexual, de dónde viene y sus múltiples caras, para que las propias víctimas puedan saber y reconocerse como tal.
En este sentido, parece que las víctimas de violencia “deben encajar en un perfil” y esto es algo que “afecta a la adolescencia a la hora de reconocer una agresión”: hay violencias en las que la infancia y la adolescencia no se reconoce, ni como víctima ni como agresor/a.
A esto se añade la vivencia de la sexualidad, “tradicionalmente limitada a la intimidad, secretismo y tabú”, y que puede influir tanto a la hora de hablar sobre sexualidad como a silenciar posibles episodios de violencia y de riesgo de que ocurra.
Mitos y falsas premisas que diluyen la gravedad de la violencia y dificultan su identificación
El documento recoge una serie de falsas premisas “que hacen que se diluya su gravedad, sus características y sea más difícil lograr identificarla”:
1. Vestirse de manera provocativa.
2. Ir por la calle de madrugada sola.
3. Detrás de un no hay un sí.
4. El alcohol o las drogas como parte del consentimiento.
5. Los chicos tienen un instinto sexual inevitable, lo cual está ligado más a un mandato social que a un placer singular
6. El relato de la víctima puede no ser cierto.
7. Justificar a los agresores minimizando la conducta.
8. Quienes agreden sexualmente son monstruos o enfermos mentales.
Los y las profesionales de la intervención suelen encontrarse, principalmente, tres tipos de casos: violencia sexual sufrida en la infancia, violencia sexual relacionada con los entornos de ocio y violencia dentro de la pareja heterosexual, entendida como estable o no.
El primer caso suele ser el más común: violencia sexual sufrida en la infancia, que se denuncia más tarde y en la que la agresión sucede en el hogar, normalmente perpetrada por alguien del entorno familiar, con una prevalencia mayor que antes de la pareja de la madre como agresor.
Otra de las manifestaciones de violencia sexual que están encontrando las y los profesionales “es aquella en la que existe violencia sexual entre iguales”. De acuerdo con el informe, en estos casos puede no haber intencionalidad previa y “se llevan a cabo muchas veces por imitación, por exploración o por curiosidad”. Suelen perpetrarse, por lo general, en un entorno conocido (primas-primos, vecinas-vecinos, hermanos-hermanas…), bajo la premisa de “estar jugando”.
Sin embargo, es difícil conocer la magnitud real de la violencia sexual entre iguales, debido tanto a la falta de estadísticas que desagreguen por edad como a la infranotificación de estos casos (o no se conocen o no se notifican).
En 2022, se denunciaron 18.731 delitos de agresión sexual, en el 81,7% de ellos, las víctimas eran niñas o adolescentes
Los datos del Portal estadístico de criminalidad del Ministerio del Interior indican que, en 2022, se registraron 18.731 denuncias por delitos de violencia sexual, de los cuales 8.337 tenían como víctima a menores de 18 años (44,5%).
Atendiendo a los datos de 0 a 18 años según el sexo, se observa que en 3.857 delitos, las víctimas tenían entre 0 y 13 años, 2.987 chicas y 864 chicos, mientras que 4.480 delitos tuvieron como víctimas a 3.827 chicas y 651 chicos de 14 a 17 años .
Las comunidades autónomas más afectadas son Andalucía, Catalunya, la Comunidad de Madrid y la Comunitat Valenciana
Con respecto a los delitos sexuales cometidos a través de las tecnologías, la misma fuente indica que, del total de denuncias presentadas en 2022 (1.135), el 84% tenían como víctima a una niña, niño o adolescente (616 chicas y 334 chicos).
Del total de denuncias de delitos sexuales, el 81,7% las víctimas son niñas o chicas adolescentes (64,57% en el ámbito digital). En palabras de Save The Children, esta información “nos confirma que el mayor número de víctimas son niñas y que el hecho de ser niña o chica adolescente es un factor de riesgo muy importante en la violencia sexual”.
En 2022, 3.201 personas adultas y 501 menores de 18 años fueron condenados por este tipo de delitos (el 97% hombres)
La estadística de personas condenadas por delitos sexuales del Instituto Nacional de Estadística (INE) indica que, en 2022, 3.201 adultos y 501 menores de 18 años fueron condenados por este tipo de delitos (el 97% hombres, en ambos casos).
Se observa una mayor prevalencia también de chicos en las condenas por delitos sexuales cometidos únicamente por adolescentes (486 chicos vs 15 chicas). Los delitos sexuales cometidos por esta población se reparten en todas las franjas de edad (entre 14 y 17 años), siendo los más comunes los de abuso y agresión a personas de menos de 16 años, algo que “puede explicarse por las franjas de edad de estudio”.
Las comunidades autónomas con más casos de personas menores de 18 años condenadas son Andalucía, Catalunya y Comunitat Valenciana.
Con relación a los ciberdelitos sexuales, el Ministerio del Interior ofrece datos desagregados, referentes a los detenidos e investigados por estos hechos. De las 735 personas detenidas o investigadas, el 11% tenían menos de 18 años (76 chicos y 5 chicas).
El rol de los medios de comunicación al informar sobre los delitos de agresión sexual en menores
En los últimos años, la repercusión mediática de las agresiones sexuales cometidas por adolescentes ha aumentado significativamente. Si bien los profesionales destacan un aumento de casos, no pueden confirmar que dicho aumento se deba a casos nuevos y que antes no se dieran tantos delitos de esta índole, sino que, posiblemente, cada vez se denuncian más.
Sin embargo, no se puede negar la preocupación generalizada en torno al aumento y a la gravedad de los delitos cometidos. La alarma social generada impele a darle la importancia que merece, reconociendo la existencia y gravedad del problema y la necesidad de abordarlo “desde la evidencia y, por supuesto, con enfoque de infancia y adolescencia”.
A pesar de los avances en concienciación y difusión en medios para que las víctimas puedan reconocer las agresiones sexuales y pedir ayuda, muchas de ellas todavía no denuncian. Asimismo, aún existe una gran desconfianza tanto en la respuesta del sistema (judicial, de protección y atención), como en la respuesta del entorno social.
El tratamiento mediático de los casos de violencia sexual, específicamente, en el caso de niños/as, adolescentes y agresiones sexuales grupales, “es especialmente delicado”, siendo fundamental tener en cuenta aquí las perspectivas de derechos de infancia y adolescencia, y de género, conociendo la realidad de la violencia sexual, a la hora de tratar estos contenidos. En este sentido, Save the Children traslada la importancia de la función social que cumplen los medios de comunicación a la hora de dar a conocer “la realidad necesaria para que la ciudadanía pueda tener acceso a la información sobre los problemas que debemos afrontar como sociedad”.
¿Qué factores de riesgo y de protección pueden influir en este tipo de delitos?
El documento recoge una serie de variables personales, sociales, ambientales, que pueden influir o prevenir en cometer una agresión o sufrirla, y que es necesario conocer para detectar la violencia sexual, prevenirla e intervenir cuando suceda.
Entre ellas, destaca: el papel de las nuevas tecnologías; la normalización de la violencia y de roles y estereotipos de género a través de contenidos como los videojuegos y la pornografía; los mitos relacionados con la legitimización de la violencia; discursos negacionistas; la desigualdad de género; un modelo de masculinidad dominante y socializado; violencia en el ámbito familiar o privación de cuidados; ruptura familiar complicada; familias en las que no se incluyen nociones sobre la coeducación, igualdad, sexualidad, consentimiento, etc.; modelo familiar con pautas muy rígidas o sin límites y normas; haber sido víctima de violencia (esto puede aumentar la posibilidad de sufrir otros tipos de violencia o de perpetrarla); pertenecer a grupos vulnerables; falta de habilidades sociales; experiencias negativas en torno a la sexualidad; la hipersexualización; falta de educación afectivo-sexual y consumo de sustancias, entre otras.
Si bien no hay un perfil concreto de agresor o de víctima, ser niña o chica adolescente incrementa las posibilidades de sufrir violencia sexual, si bien en el caso de la violencia en el entorno digital, se equipara más entre chicos y chicas.
Los espacios de fiesta y festivales son en los que la violencia sexual puede ocurrir con mayor frecuencia
Como bien señala la organización, vivir libres de violencia y la protección frente a la misma es un derecho de niños, niñas y adolescentes, por lo que es imprescindible que todas las esferas de su vida sean entorno seguro.
Según datos de la Delegación de Gobierno contra la Violencia de Género, el espacio más frecuente en el que puede ocurrir la violencia sexual es el de fiesta y festivales, especialmente, el ocio nocturno (donde el riesgo parece agravarse si, además, la víctima ha consumido algún tipo de sustancia). Entre los 16 y los 34 años, destacan como segundo lugar los espacios públicos (calles, parques, etc.), y el hogar en tercer puesto.
El entorno digital destaca también como un espacio donde se comete este tipo de violencia, un espacio percibido por las chicas como preocupante, complejo y difícil de cambiar y a través del cual se perpetúan mitos sobre agresiones sexuales o culpabilización de las víctimas, según señalan los chicos.
En los últimos años, han aumentado las agresiones sexuales grupales cometidas por adolescentes
Las agresiones sexuales cometidas en grupo constituyen un delito cada vez más visible en nuestra sociedad, dada la gravedad de la violencia y el impacto mediático que ha tenido en los últimos años. Sin embargo, aún queda mucho camino por recorrer en su investigación y abordaje.
Los datos del Ministerio del Interior, reflejan un aumento en los últimos años en la cifra de agresiones sexuales cometidas por más de una persona (si bien están alejadas del número de agresiones individualizadas y la mayoría se cometen por dos agresores): 14.397 agresiones cometidas por una sola persona, 434 perpetradas por dos y 198 agresiones grupales con tres o más personas implicadas.
A pesar de las cifras en Andalucía, Madrid, Comunitat Valenciana y Cataluña, sobre agresiones sexuales cometidas por dos o más responsables, se estima que, en términos de tasa por cien mil habitantes, el mayor volumen estaría en Ceuta, Illes Balears, Comunitat Valenciana y Canarias.
En lo referente a las víctimas, la mayoría son una sola víctima, niña o adolescente, con una edad media de 15 años. Víctimas y autores suelen tener edad similar, se conocen con anterioridad, aunque sea de forma limitada y el delito suele cometerse con penetración y violencia. Este tipo de agresiones suelen suceder los fines de semana.
La mayoría de los agresores son hombres, un tercio de los casos, menores de 18 años. Estos últimos, suelen tener algún tipo de relación previa con la víctima, principalmente en el ámbito laboral o académico.
Es trascendental abordar desde la raíz cualquier tipo de violencia contra la infancia y la adolescencia
Existe una amplia preocupación ante el hecho de que más de un 10% de las agresiones sexuales múltiples, son grabadas o fotografiadas “como señal de dominio y a la espera de un reconocimiento del grupo de iguales”. Preocupa especialmente, la falta de identificación de esta violencia y “cómo se lo pueden tomar a broma, especialmente entre ellos, en los grupos de mensajería que actúan como espacios de reafirmación y no de rechazo”. Destaca también aquí la mayor influencia de la pornografía ante la falta de educación afectivo-sexual, dado que “las agresiones sexuales se están convirtiendo en un rito de inicio en los chicos, especialmente en este tipo de agresiones grupales”.
El documento concluye subrayando la trascendencia de abordar desde la raíz cualquier tipo de violencia contra la infancia y adolescencia, principalmente, aquellas más graves. La clave está en la prevención. En este sentido, plantea intervenciones con víctimas y agresores desde un punto de vista integral y multidisciplinar, teniendo en cuenta también la reparación social y el entorno de los niños, las niñas y adolescentes. Establece la necesidad de programas de intervención individualizados y contextualizados, que se centren en lo social, tanto en la reparación como en la reeducación.
El informe plantea una serie de recomendaciones para la prevención, detección e intervención
Save the Children recoge una serie de recomendaciones en este sentido, entre ellas las siguientes: la creación del Registro Unificado de Violencia contra la Infancia, contando con una base de datos sobre estas cuestiones; fomentar la educación afectivo-sexual; Educación en el uso seguro y responsable de las tecnologías, con perspectiva de género; Información y sensibilización permanente; Figuras de referencia en los centros escolares disponibles para hablar cuando lo necesiten; responsabilidad por parte de los medios de comunicación a la hora de informar sobre cualquier vulneración de los derechos de la infancia y adolescencia; Formación de profesionales (adaptada al tipo de intervención y al ámbito profesional al que se pertenezca) y Políticas de salvaguarda y protocolos de actuación (básicas para desarrollar el buen trato a la infancia de manera preventiva y para actuar cuando se detecte una situación de riesgo y/o violencia).
La atención integral, especializada y multidisciplinar: un derecho fundamental
Destaca el papel fundamental de las familias en una crianza positiva para los niños y niñas, manera preventiva, así como en el proceso de recuperación o de reeducación. Es clave por tanto, trabajar con ellas y dotarlas de herramientas.
Los informes de vulnerabilidad son la base sobre la que construir programas de atención individualizados y eficaces. Tanto profesionales como adolescentes piden que se atiendan las circunstancias específicas de agresores y víctimas, teniendo en cuenta los posibles factores de riesgo y de desprotección así como el entorno.
De hecho, la normativa internacional y nacional reconocen la atención integral, especializada y multidisciplinar como un derecho fundamental de la infancia y adolescencia víctima de violencia. La coordinación entre los recursos para víctimas adultas y de atención a infancia existentes en los territorios forma parte de este derecho, para respetar el interés superior de la infancia, no duplicar y optimizar las actuaciones, ya que la existencia de múltiples recursos para un mismo problema puede generar desorientación en las víctimas. Para la organización, es esencial que esta coordinación incluya también los recursos destinados a agresores de menos de 18 años, ya que, «en ocasiones, también han sido víctimas«.
Se puede acceder al informe completo desde la página Web de Save The Children o bien directamente aquí:
Silenciadas. Un análisis sobre agresiones sexuales en adolescencia